No hay excusas econ¨®micas para no reformar la ciencia en Espa?a
El autor defiende que no hace falta m¨¢s presupuesto para reformar el I+D+i
Es obvio que la falta de recursos econ¨®micos es uno de los grandes problemas, si no el mayor, que debe afrontar en la actualidad la ciencia espa?ola. Todas las administraciones han ¨Chemos¨C reducido los recursos destinados a I+D y a pol¨ªticas universitarias, como de hecho se ha producido en pr¨¢cticamente todas las ¨¢reas de actuaci¨®n p¨²blicas.
No puede ser discutible disponer de soluciones a problemas de gran magnitud
El impacto de la reciente crisis econ¨®mica sobre las finanzas p¨²blicas ha sido dur¨ªsimo y ha provocado, adem¨¢s, un gran incremento en la deuda p¨²blica. Recientemente desayun¨¢bamos con la superaci¨®n, por primera vez en la historia, del bill¨®n de euros en deuda por parte de las administraciones p¨²blicas, la gran mayor parte a cuenta de la Administraci¨®n General del Estado. Podr¨ªamos aqu¨ª recordar y discutir las pol¨ªticas de reducci¨®n de gasto p¨²blico implementadas en los ¨²ltimos a?os y tambi¨¦n recordar que no todas las administraciones lo hemos hecho igual, ni en magnitud ni en metodolog¨ªa. Pero no es tal el prop¨®sito fundamental de este art¨ªculo.
El prop¨®sito es recordar que la ciencia espa?ola tiene otro problema, tanto o m¨¢s grave que el econ¨®mico, la soluci¨®n del cual no requiere m¨¢s inversi¨®n p¨²blica. Y aqu¨ª est¨¢ la clave: puede ser discutible (al menos, en el sentido estricto de la palabra) una reducci¨®n presupuestaria en los tiempos actuales. Lo que no puede ser discutible es disponer de soluciones a problemas de gran magnitud, soluciones que no requieren m¨¢s dinero, y simplemente no implementarlas. ?sta es precisamente la situaci¨®n en la que nos encontramos en la pol¨ªtica cient¨ªfica y universitaria del Estado espa?ol: posibles cambios que provocar¨ªan grandes pasos adelante, sin necesidad de recursos econ¨®micos adicionales y que ¡°s¨®lo¡± requieren de voluntad pol¨ªtica.
Falta de autonom¨ªa
La burocratizaci¨®n de la universidad aparece si se le pide lo mismo que a Correos o Renfe
M¨¢s all¨¢ de los fondos econ¨®micos, el problema fundamental de la ciencia espa?ola es la falta de autonom¨ªa de sus instituciones, a todos los niveles. Profundizando en este punto, dir¨ªamos que la falta de autonom¨ªa es el efecto: la causa es m¨¢s profunda y tiene que ver con la incapacidad de la administraci¨®n estatal de entender que la pertenencia al sector p¨²blico de una instituci¨®n no implica necesariamente ser tratada de una determinada forma. Vamos, que la rigidez y burocratizaci¨®n aparece de manera bastante natural en una Universidad o un centro de investigaci¨®n, si se les pide lo mismo que se pide a Correos o a Renfe. Y no parece l¨®gico aplicar los mismos patrones a entidades tan diferentes. Es f¨¢cil de entender, ?verdad?
Es mucho m¨¢s eficiente concentrarse patentes conseguidas que en los recibos del taxi?
El diagn¨®stico es, para m¨¢s inri, compartido de manera un¨¢nime por multitud de informes internos y externos. Precisamente, he tenido la oportunidad de participar en la discusi¨®n de un informe de evaluaci¨®n de la pol¨ªtica cient¨ªfica espa?ola realizado, a petici¨®n del propio Ministerio de Econom¨ªa y Competitividad, por un panel de expertos europeos. Una de las principales conclusiones es bastante simple: es imprescindible incrementar radicalmente la autonom¨ªa de las instituciones acad¨¦micas. Esta autonom¨ªa llevar¨ªa a que cada instituci¨®n se especializase y compitiese. Y, por tanto, incrementase poco a poco su calidad, sus resultados, sus esfuerzos. Y se viera obligada a tomar decisiones, a escoger, a priorizar.
Para que esta autonom¨ªa conduzca a ¨®ptimos resultados se necesita, adem¨¢s, de un par de condiciones de contorno: estabilidad y flexibilidad. Casi tan importante como la misma autonom¨ªa es la razonable seguridad de que los cambios pol¨ªticos no modifiquen los criterios. En este sentido, el caso de Catalunya y, concretamente, del Pacto Nacional por la I+D+i firmado de manera casi un¨¢nime en 2008, es quiz¨¢s un ejemplo a seguir. Y uno no es aut¨®nomo de verdad si el marco en el que se desarrolla no le respeta toda la flexibilidad necesaria: porque ni tan siquiera dentro de un mismo departamento ni todos los grupos ni todos los investigadores tienen porqu¨¦ seguir los mismos patrones.
Todas estas ideas se podr¨ªan concretar de inmediato en un conjunto de medidas que no dependen, en ning¨²n caso, de articular nuevas fuentes de financiaci¨®n p¨²blicas. De hecho, estoy convencido que, a medio plazo, todas estas medidas redundar¨ªan en la atracci¨®n de nuevos fondos para la ciencia espa?ola.
Creo que existe un cierto consenso en que lo m¨¢s importante y urgente es flexibilizar la gesti¨®n de los recursos humanos en las instituciones acad¨¦micas: empezando por supuesto por las universidades y los Organismos P¨²blicos de Investigaci¨®n (OPI). Es posible hacerlo mediante legislaci¨®n, tal y como se hizo en Catalu?a en 2011. Vista la facilidad legislativa que el actual Gobierno espa?ol tiene a trav¨¦s de los decretos ley, no parece que esto tenga que ser un problema. No obstante, como en todos los temas de gran calado, ser¨ªa deseable el m¨¢ximo consenso parlamentario.
Esta flexibilizaci¨®n debe dar absoluta autonom¨ªa a cada instituci¨®n en su pol¨ªtica de personal: contrataci¨®n bajo cualquier figura, sin mayor limitaci¨®n que las restricciones presupuestarias l¨®gicas de cada instituci¨®n. En este punto, destacar que la impuesta ¡°tasa de reposici¨®n¡±, aplicada a las posiciones de profesores e investigadores, se ha demostrado un aut¨¦ntico disparate: corta carreras prometedoras, impide a universidades y OPI renovar y rejuvenecer a sus equipos, y no es relevante para el control del gasto p¨²blico.
Otra medida f¨¢cil de implementar es evaluar el trabajo cient¨ªfico por sus resultados y no por la supuesta habilidad administrativa en la justificaci¨®n burocr¨¢tica del dinero p¨²blico recibido. Es mucho m¨¢s eficiente concentrar el foco en las publicaciones y patentes conseguidas, por ejemplo; que en los recibos del taxi o de las tarjetas de embarque. Adem¨¢s, bajo la rid¨ªcula presi¨®n administrativa a la que son sometidos los investigadores, se dificultan avances deseables como una mayor relaci¨®n con el sector productivo.
Una interacci¨®n ¨Centre investigaci¨®n y empresa¨C absolutamente factible sin necesidad de destinar nuevos fondos p¨²blicos: basta hacer uso de manera sistem¨¢tica de instrumento administrativos que ya existen (como los contratos programa), nada m¨¢s.
Estas dos actuaciones se podr¨ªan completar con otras de distinta ¨ªndole, como una mayor autonom¨ªa en la gobernanza de cada instituci¨®n (de nuevo se necesita ¡°solamente¡± voluntad pol¨ªtica y no nuevos fondos p¨²blicos) o la creaci¨®n de la Agencia de Investigaci¨®n, prevista en la Ley de la Ciencia. Se ha hablado tanto sobre ello que ya no hace falta m¨¢s, am¨¦n de denunciar el inconcebible retraso administrativo en aplicar una de las leyes que m¨¢s consenso gener¨® en la pasada legislatura.
Todos estos cambios, insisto, son posibles s¨®lo con una firme voluntad pol¨ªtica. En Catalu?a ya hemos avanzado much¨ªsimo en estas cuestiones: desde la creaci¨®n de institutos de investigaci¨®n con nueva gobernanza, a principios del 2000, hasta la legislaci¨®n antes mencionada, que data del a?o 2011, pasando por la creaci¨®n de la Agencia que gestiona las ayudas a la investigaci¨®n (Agaur) o la firma en 2008 del Pacto Nacional antes referido. Estos avances no benefician directamente a todo el sistema de I+D (?ya nos gustar¨ªa!), pero s¨ª a aquellas instituciones donde tenemos competencias. Lo que, por desgracia, no incluye siempre a las universidades.
No pretendo ser iluso: todas las administraciones son, por definici¨®n, conservadoras y al¨¦rgicas a los cambios. Pero en Catalu?a se ha demostrado que con tes¨®n, raz¨®n y un fuerte liderazgo pol¨ªtico, es posible mejorar relevantemente la situaci¨®n.
En conclusi¨®n: demos a los cient¨ªficos tanta autonom¨ªa como sea posible en la gesti¨®n de sus recursos, respetemos la flexibilidad que cada uno necesite, y pactemos una m¨ªnima estabilidad en lo fundamental, independientemente de los cambios de gobiernos. Dispongamos de buenos y simples sistemas de evaluaci¨®n ex-post (?preferible a los ex-ante!), basados en resultados, para asegurar el buen uso de los recursos p¨²blicos, y dejemos que el tiempo haga el resto. Porque, adem¨¢s, es necesario que la ciencia espa?ola se prepare para cuando los recursos p¨²blicos puedan volver a aumentar para as¨ª evitar caer en todos los vicios y errores del pasado.
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