C¨®mo Alec Baldwin se convirti¨® en Alec Baldwin
El ¨¦xito de 'Torrente 5' trae a Espa?a a uno de los actores m¨¢s veteranos y raros de Hollywood. Nos cuenta su incre¨ªble pasado de taquillazos, fracasos y muchos tabloides
"Nunca ver¨¦ a mi hija cumplir la edad que tengo ahora. Es imposible. Estar¨¦ muerto¡±. Es un soleado mediod¨ªa en Madrid y Alec Baldwin, un existencialista de 56 a?os que se ha hecho mundialmente famoso interpretando a personajes menos interesantes que ¨¦l, est¨¢ explic¨¢ndonos por qu¨¦, por fin, es feliz. ¡°Es uno de esos razonamientos que te hacen pensar. Y piensas y piensas porque no esperas que la respuesta sea simple. Tienes que pasar a?os recorriendo el desierto hasta dejarte de tonter¨ªas y aceptar que es as¨ª de simple. Que lo m¨¢s importante del mundo es pasar tiempo con tu hija. Con la gente que amas. Ahora tengo la edad en la que muri¨® mi padre y veo que todo es tan simple...¡±. Tiene los ojos incre¨ªblemente abiertos, esos ojos de azul penetrante que saben reflejar cincuenta sombras de tristeza con un pesta?eo hasta en una comedia. Y su dicci¨®n, ese susurro ¨¢spero que tiene por voz y por el cual ha estado interpretando a s¨¢dicos desde Glengarry Glen Ross en 1992 hasta Blue Jasmine en 2013, se ha ralentizado. Es la postura de un iluminado.
En los 70, si quer¨ªas un cambio social, te presentabas a un cargo p¨²blico. Era el ¨²nico camino. El m¨¢s importante. Te presentabas al Congreso, al Senado y a la Casa Blanca. Ahora es la forma menos eficaz lograr el cambio pero entonces era lo que hab¨ªa Sobre la vez que intent¨® ser presidente de Estados Unidos a los 20 a?os
Tiene algo de truco, la pose, porque le permite al actor dominar la situaci¨®n, y si algo hace Alexander Rae Baldwin III, un raudal de energ¨ªa cin¨¦tica de metro ochenta y tres, es dominar situaciones. Hace un rato escaso estaba llegando a la suite del hotel Ritz que aparece en este reportaje y, tras abrirse hueco entre los trabajadores que llevaban horas trabajando para este momento, anunci¨® c¨®mo iban a ser las cosas: ¡°En esta habitaci¨®n hace mucho calor y voy a sudar as¨ª que vamos a abrir una ventana. Preparaos para pasar fr¨ªo¡±. ¡°Le gusta dirigir: se adue?a de toda habitaci¨®n en la que entra. Es curioso porque no dir¨ªa que es alguien que se impone. Ya te digo que de estrella no va¡±, confirma Nacho Charrabe, su asistente durante los meses que ha pasado en Espa?a rodando Torrente 5: Operaci¨®n Eurovegas, donde Baldwin interpreta, una vez m¨¢s, a un hombre trajeado que disfruta ejerciendo el poder. Es m¨¢s, antes de probarse una sola prenda, ha puesto su huella en la sesi¨®n entera con solo tres frases: ¡°No voy a ponerme un traje. Cada vez que me apunta una c¨¢mara, llevo uno. Azul, negro o gris... querr¨ªa cambiar de imagen¡±, ha informado a nuestro estilista segundos antes de que sacara la media docena de trajes que ten¨ªa preparados para ¨¦l. Lograr hacer estas cosas sin parecer un tirano es algo que solo ¨¦l logra. Irradia esa clase tan rara de entusiasmo, la que hace que esto que te est¨¢ diciendo ahora mismo es lo m¨¢s importante y conveniente para todo el mundo. Es la diferencia entre un d¨¦spota y un l¨ªder.
Pero aunque el rictus de Baldwin al compartir el secreto de su felicidad tenga ese algo de truco, tiene mucho m¨¢s de sinceridad. El bienestar es una situaci¨®n nueva para ¨¦l. ¡°No sab¨ªa que hab¨ªa un lugar m¨¢s all¨¢ de la angustia¡±, confiesa, como si cada palabra fuera una frase en s¨ª misma. ¡°A los 40 empiezas a plantearte su existencia. A. Los. 55. Es. Una. Realidad¡±. Y este hombre, este aprensivo al que todav¨ªa nadie ha convencido de que es buen actor, entiende de angustia. Pas¨® poco tiempo en los p¨®sters de los blockbusters de Hollywood a principios de los noventa y mucho en los tabloides que narraron su virulento divorcio de Kim Basinger la d¨¦cada pasada. Pero ahora su carrera ha renacido, gracias a que se le convenciera, en 2008, para descender a la televisi¨®n y rodar Rockefeller plaza, la aplaudida sitcom recientemente terminada que le ha llevado al olimpo de la popularidad. Y su vida sentimental est¨¢ ahora a salvo a manos de Hilaria Baldwin, la profesora de yoga de 30 a?os con la que se cas¨® en 2012 y con la que ha tenido una hija y un impresionante rejuvenecimiento espiritual. ¡°Ahora quiero cosas diferentes¡±, anuncia. ¡°Antes, en mi vida, todo era trabajo, trabajo, trabajo. Y dinero, dinero, dinero. No para gast¨¢rmelo, sino para tener seguridad. Pero ahora solo quiero estar con mi familia. Quiero sentirme orgulloso. He sufrido mucho en el pasado. Mucho. Y ahora quiero tener lo opuesto a todo eso¡±.
Esta ¨¦pica le pega. Ha pasado d¨¦cadas cruzando muy p¨²blicamente lo desiertos que le han tra¨ªdo hasta esta paz personal que profesa. En el camino se ha convertido en una de las caras m¨¢s universalmente reconocibles del planeta. Fetiche de Martin Scorsese, Woody Allen y las revistas del coraz¨®n. El personaje pop m¨¢s complejo de su edad. Alec Baldwin est¨¢ en el fin del camino que empez¨® cuando intent¨® ser presidente de Estados Unidos.
Ese era mi padre
Mi padre muri¨®. El dinero se convirti¨® en algo esencial en mi familia. La gente depend¨ªa de m¨ª y yo¡ estaba actuando en telenovelas y empec¨¦ a trabajar por dinero. Era f¨¢cil. Pero al poco, pas¨® algo. Empec¨¦ a pensar que actuar no era tan f¨¢cil como yo pensaba Sobre sus primeros a?os en Hollywood
Alec Baldwin se cri¨® en Massapequa, un pueblo al sur de Long Island, con sus otros tres hermanos que tambi¨¦n tuvieron sus 15 minutos de fama. Alec era el primog¨¦nito e idolatraba a su padre, un hombre duro, cultivado y exigente que se llamaba como ¨¦l. Como muchos primog¨¦nitos, no empez¨® a despuntar hasta que se mud¨® de casa en 1976. Fue a la Universidad George Washington a estudiar Derecho y, de ah¨ª, pensaba, ir¨ªa a la Casa Blanca. ¡°Hay mucha gente con conciencia social en Estados Unidos, y se expresan de mil y una maneras. Te puedes apuntar a la causa de los derechos gais, la reforma electoral, el medio ambiente, la protecci¨®n de animales. Hay cientos de ideas¡±, cuenta. ¡°Pero en aquella ¨¦poca, si quer¨ªas un cambio social, te presentabas a un cargo p¨²blico. Era el ¨²nico camino. El m¨¢s importante. Te presentabas al Congreso, al Senado y a la Casa Blanca. Era la ¨²nica forma de implementar el cambio. Ahora es la forma menos efectiva de implementar el cambio, pero entonces era lo que hab¨ªa¡±.
El plan no lleg¨® muy lejos. Tras perder una novia y unas elecciones escolares en el mismo a?o, lo dej¨® todo. ¡°De todas formas, a finales de los setenta hab¨ªa demasiados estudiantes de derecho¡±, gru?e. ¡°Era la moda de la d¨¦cada. Am¨¦rica se estaba haciendo cada vez m¨¢s compleja, legalmente hablando. Me propuse darme un a?o, irme a Nueva York y centrarme en una beca de interpretaci¨®n¡±. Pocas profesiones podr¨ªan haber sacado mayor partido a su intensidad terminal, sus ojos azules y su pelo en pecho. Al a?o siguiente ten¨ªa trabajo estable en una telenovela. En 1983, estaba viviendo en Los ?ngeles, pasando de serie en serie, protagonizando pel¨ªculas terribles y empeorando su humor. Entonces se muri¨® su padre y ¨¦l se sinti¨® en la obligaci¨®n de reemplazarlo. ¡°El dinero se convirti¨® en algo esencial en mi familia. La gente depend¨ªa de m¨ª y yo¡ trabajaba por dinero¡±, revindica hoy, golpeando la mesa al final de la frase. ¡°Mi padre ten¨ªa 55 a?os, como yo ahora¡±, repite. ¡°Al poco, pas¨® algo. Empec¨¦ a cambiar. Empec¨¦ a pensar que actuar no era tan f¨¢cil como yo pensaba. Que para que mereciera la pena, iba a tener que dedicarle mucho m¨¢s tiempo de lo que yo pensaba¡±. Esta conclusi¨®n le lleg¨® en el peor momento posible para alguien que medra en la adversidad: acababa de triunfar comercialmente.
La fama o la vida
En 1990 se estren¨® La caza del octubre rojo, un thriller de submarinos que recaud¨® 200 millones de d¨®lares en taquilla. Un bombazo. La protagonizaba Baldwin, en la piel de un tal Jack Ryan, y entr¨® en ese periodo de gracia de actor prometedor que, de conseguir otro ¨¦xito, pasar¨ªa a ser estrella. Nunca conseguir¨ªa ese segundo ¨¦xito. El d¨ªa que se le ofreci¨® una secuela en la que interpretar a Jack Ryan de nuevo fue tambi¨¦n el d¨ªa en el que se le ofreci¨® encarnar al Stanley Kowalski de Un tranv¨ªa llamado deseo en Broadway. El consiguiente dilema entre la aprobaci¨®n de otros y la realizaci¨®n personal le tortur¨® de una forma casi baldwiniana. ¡°A¨²n no estoy seguro de la decisi¨®n que tom¨¦. Por un lado, al estudio no le importa qui¨¦n protagoniza las pel¨ªculas. ?Cu¨¢ntos actores han hecho ya de Jack Ryan?¡±. [Respuesta: tres. Harrison Ford, en dos cintas de los noventa; Ben Affleck la d¨¦cada pasada y Chris Pine este a?o] ¡°Te lo juro: a Paramount no le importa qui¨¦n interpreta a Jack Ryan con tal de que sea alguien que est¨¦ de moda. Pero Un tranv¨ªa llamado deseo¡ Eso ten¨ªa toda la pinta de ser dif¨ªcil. Las pel¨ªculas iban a hacerme rico y famoso, pero Un tranv¨ªa ser¨ªa dif¨ªcil¡±.
?Cu¨¢ntos actores han hecho ya de Jack Ryan?¡±. [Respuesta: tres. Harrison Ford, Ben Affleck y Chris Pine] ¡°Te lo juro: a Paramount no le importa qui¨¦n interpreta a Jack Ryan con tal de que sea alguien que est¨¦ de moda Sobre su decisi¨®n de no continuar la saga de La caza del octubre rojo, que le hubiera asegurado fama mundial y estatus de estrella
Eligi¨® el teatro, por fortuna o por desgracia, y luego quem¨® su popularidad hollywoodiense respondiendo a diferentes presiones con pel¨ªculas olvidables de las que generalmente se arrepiente. Al menos su papel en Ella dice s¨ª le present¨® a Kim Basinger y su cuarto de hora en Glengarry Glen Ross, su primer psic¨®pata capitalista, le permiti¨® escupir proclamas legendarias como: ¡°El tercer premio es tu despido¡±. Pero el resto de su trabajo, t¨ªtulos que van de Coacci¨®n a un jurado o Hechizo de un beso a Malicia y Fantasmas del pasado, se compuso de fracasos o traspi¨¦s. Los noventa se acababan y con ellos, su oportunidad de ser una estrella tradicional. Eso s¨ª, Frank Rich, el cr¨ªtico teatral de The New York Times, dej¨® escrito para la posteridad que su Stanley Kowalski fue ¡°el ¨²nico que no te hace echar de menos a Marlon Brando¡±.
Que viva Espa?a
Se pueden extraer tres conclusiones viendo a Alec Baldwin pedir t¨¦ durante minutos enteros en la cafeter¨ªa del Ritz. Primero, que a este actor le gusta el t¨¦ de una forma espectacularmente concreta que supera las barreras ling¨¹¨ªsticas. Segundo, que sus modales son intachables. Y tercero, que est¨¢ acostumbrado a este tipo de conversaciones macarr¨®nicas. ¡°Cuando viajas a un pa¨ªs extranjero y no hablas el idioma, siempre pareces m¨¢s est¨²pido de lo que eres¡±, se lamenta mientras la camarera se aleja con la nota tomada en dos p¨¢ginas. ¡°Pero me encanta Espa?a. Es m¨¢s, me da mucha pena volver a Nueva York. No quiero volver a casa. Me sorprende cu¨¢nto me gusta este pa¨ªs. Me encanta. Me encanta¡±.
No hace falta que lo repita una tercera vez. Lleva toda la conversaci¨®n intercalando palabras espa?olas en su discurso en ingl¨¦s. Grasias. Mas. Uno otro mas. Su mujer, Hilaria Thomas, naci¨® en Mallorca y se cri¨® en Boston. Y ese mismo entusiasmo que ¨¦l muestra por su matrimonio lo muestra tambi¨¦n por todo lo relacionado con este pa¨ªs. Durante la sesi¨®n, se le pidi¨® que volviera a posar delante de la cortina que habitualmente sirve de fondo para las portadas de ICON y ¨¦l, que ya daba por conseguido el plano, claudic¨® fascinado. ¡°Esto solo pasa en Europa porque aqu¨ª hac¨¦is Bellas Artes. En Estados Unidos nunca ha hecho Bellas Artes, nunca¡±, reflexion¨®. ¡°Hacemos cultura y la hacemos r¨¢pido. Tenemos ya la portada entonces, ?no?¡±.
Cuando viajas al extranjero y no hablas el idioma, siempre pareces m¨¢s est¨²pido de lo que eres. Pero me sorprende cu¨¢nto me gusta Espa?a. Me encanta. Me encanta.?Es m¨¢s, me da mucha pena volver a Nueva York. No quiero volver Sobre su relaci¨®n con nuestro pa¨ªs (y el de su mujer). D¨ªas despu¨¦s anunciar¨ªa que se iba de Nueva York. Semanas despu¨¦s, anunciar¨ªa que volv¨ªa
Su amor por lo patrio es tal que no tuvo problemas en aceptar el papel de villano en Torrente 5. Es un golpe de casting casi perfecto: no hay nada m¨¢s opuesto a Jos¨¦ Luis Torrente que Alec Baldwin. ¡°Es una persona con un grand¨ªsimo sentido del humor y una grand¨ªsima inteligencia. Por eso supo ver la grandeza de este proyecto¡±, ha bromeado el cineasta espa?ol durante la promoci¨®n. Baldwin le corresponde con una historia similar: ¡°Vi una de las Torrentes anteriores y enseguida entend¨ª que era una s¨¢tira. Muy vulgar, muy fuera de tono, pero tambi¨¦n divertida¡±. Hace una pausa. ¡°Eso y que cuando recib¨ª el guion mi mujer me dijo: ¡®Por favor, por favor, por favor¡¯. Quer¨ªa venirse conmigo y traer a nuestra hija, Carmen, a Espa?a. C¨®mo iba a decirle que no¡±.
Baldwin mata a Baldwin
Baldwin se divorci¨® la d¨¦cada pasada. Tambi¨¦n hizo otras cosas, como iniciar sus colaboraciones con Martin Scorsese ¨CEl aviador e Infiltrados¨C, dirigir una pel¨ªcula cuyo rodaje se complic¨® tanto que termin¨® retirando su nombre de los t¨ªtulos de cr¨¦dito y ser nominado al Oscar en 2004 por un drama de casinos llamado The cooler. Pero lo que se recuerda es el divorcio. Tanto, que hoy prefiere no hablar de ello.
El problema no fue tanto su relaci¨®n con Kim Basinger, sino la custodia de Ireland, la hija de seis a?os sobre la que Alec se hab¨ªa volcado con su caracter¨ªstico entusiasmo. Lo que sigui¨® fue una sangr¨ªa emocional que dur¨® a?os, muchos pleitos y m¨¢s pleitos, traiciones, clases de control de ira y mucho dolor. Y luego estuvo aquel mensaje que un Baldwin desesperado y ciego de furia grab¨® en el contestador autom¨¢tico de Ireland en 2007 y que lleg¨® a las revistas del coraz¨®n. En sus entrevistas de aquella ¨¦poca, el actor se muestra poco menos que atormentado con la idea de no poder ejercer como padre. ¡°Me consume. Me devora vivo¡±, bram¨® en 2008. ¡°Vivo apaleado¡±.
Se mud¨® a un piso al oeste de Central Park, en Manhattan, a compartir piso con sus fantasmas. A un lado, la ausencia de una familia. Al otro, el cr¨¢ter dejado por una carrera cinematogr¨¢fica fallida. Su voz adquiri¨® una octava de melancol¨ªa. Incluso empez¨® a andar de forma diferente (¡°?Crees que me arrastro? Es que me aplasta una actriz de 54 kilos¡±, buf¨® en aquella ¨¦poca). Por el d¨ªa protagonizaba pel¨ªculas independientes de bajo presupuesto. Por la noche escrib¨ªa un libro sobre las injusticias legales de los divorcios estadounidenses. Hasta que le noquearon definitivamente con esas dos palabras que han hundido cientos de carreras: ¡°Haz televisi¨®n¡±.
Llega una met¨¢fora
Hay que ser valiente para hacer televisi¨®n. Si tu carrera cinematogr¨¢fica est¨¢ en punto muerto y te refugias una temporada en televisi¨®n y esa serie no triunfa, es probable que no te recuperes Sobre sus miedos antes de hacer Rockfeller plaza, la serie que le devolvi¨® la fama
Antes de que Ireland absorbiera sus instintos paternales, Baldwin escribi¨® un guion para rodarlo con sus hermanos. Al recordarlo, el rictus se le desvanece de la cara. Se reclina. Su discurso coge carrerilla ¡°Era un remake de Llega un pistolero. ?La has visto?¡±. Negamos con la cabeza. Baldwin se abalanza sobre la mesa, acalorado. ¡°Es genial. Era la historia del mejor pistolero del Oeste, que es Glenn Ford. Es tan bueno con el revolver que ¨¦l y su mujer est¨¢n constantemente en peligro, porque siempre hay alguien que quiere presumir de haber matado al pistolero m¨¢s r¨¢pido del Oeste. Por la seguridad de su familia, Glenn Ford acepta mudarse a otro pueblo con un nombre falso y no tocar un arma nunca m¨¢s. Y pasan los a?os. Glenn Ford no toca un arma. Es un artesano apacible. Cuida de los suyos. Hace lo que debe. Pero una noche se va a tomar una copa...¡±. Baldwin se levanta mientras habla, no est¨¢ claro si consciente, y pone una pierna sobre la silla, como John Wayne escuchando en un bar. ¡°Llegan noticias de que alguien acaba de matar al pistolero m¨¢s r¨¢pido del Oeste, as¨ª que los del pueblo se ponen a pelearse por qui¨¦n es ahora el m¨¢s r¨¢pido. ¡®?Yo!¡¯. ¡®?Ni de co?a, soy yo!¡¯. Y entre medias se r¨ªen de Glenn Ford por pringado. Pero entonces a uno de ellos se le cae una cerveza. Y Glenn Ford ya no aguanta m¨¢s, porque ha bebido, y coge un arma y¡¡±. Llegados a este punto, Alec Baldwin tirotea con la mano un lugar muy espec¨ªfico y muy invisible de la cafeter¨ªa. La cara se le ha enrojecido con una sonrisa casi infantil. ¡°?Pium pium! Le da dos tiros a la cerveza antes de que caiga al suelo. Todos se quedan de piedra ??l es el pistolero m¨¢s r¨¢pido del oeste! ?El mejor pistolero le pierde el miedo a su talento! ?A que es una historia fant¨¢stica?¡±.
?Qu¨¦ soy, un granjero?
Cuando ¨¦l le perdi¨® el miedo a su talento tuvo un momento de gloria similar. En 2006 acept¨® rodar unas escenas sueltas para Rockefeller plaza, una sitcom que se filmaba en Nueva York y que le har¨ªa trabajar tres d¨ªas por semana parodiando el arquetipo de tibur¨®n trajeado que no hab¨ªa logrado quitarse de encima. La idea, como casi todo en aquella ¨¦poca, no le gustaba. ¡°Si tu carrera cinematogr¨¢fica est¨¢ en punto muerto y te refugias en televisi¨®n pero no triunfas, es probable que no te recuperes¡±, lo justifica ahora. Pero el proyecto ten¨ªa dos grandes ventajas: ¡°Primero, que ven¨ªa de Lorne [Michaels, productor ejecutivo de Saturday night live y misterioso capo de la comedia estadounidense], y de ¨¦l me f¨ªo. El segundo motivo era que con un horario de grabaci¨®n estable pod¨ªa volar a Los Angeles a ver a Ireland¡±.
Termin¨® qued¨¢ndose siete a?os y ofreciendo pagar una octava temporada de su bolsillo. Jack Donaghy, el papel que interpretaba, se convirti¨® en uno de los personajes m¨¢s amados de la llamada Era Dorada de las Series. Era el papel que Baldwin naci¨® para interpretar a los 50. Un hombre de negocios triunfador y arrogante hasta la m¨¦dula (¡°Dios, me est¨¢s castigando porque mi pelo es mejor que el tuyo, ?verdad?¡±) pero con un regusto de fragilidad que le lleva a hacer de mentor de una guionista neur¨®tica (¡°Me caes bien: tienes el arrojo de una mujer mucho m¨¢s joven¡±). La popularidad de Baldwin se dispar¨® tanto que no solo empez¨® a rodar cine con Meryl Streep y Woody Allen, sino que en en 2010 present¨® los Oscar junto con Steve Martin y en 2011 tonte¨® con la idea de presentarse a la alcald¨ªa de Nueva York y el p¨²blico, lejos de abuchearle como cada vez que un actor tontea con la pol¨ªtica, le anim¨® a ello. La serie no era alta cocina. No era el nivel de actuaci¨®n que llevaba d¨¦cadas buscando. Casi todas las escenas se basaban en su carisma en pantalla y no le exig¨ªan m¨¢s esfuerzo que contar un chiste entre amigos. Pero precisamente por esa facilidad, verlo resultaba m¨¢s magn¨¦tico. Alec Baldwin estaba descubriendo que todo era, de verdad, m¨¢s simple de lo que pensaba.
Baldwilonia
Antes, en mi vida, todo era trabajo, trabajo, trabajo. Y dinero, dinero, dinero. No para malgastarlo, sino para tener seguridad. Pero ahora solo quiero estar con mi familia. Quiero sentirme orgulloso Sobre su vida a los 50
En 2011, Baldwin entr¨® en un restaurante vegetariano del downtown neoyorquino y una preciosa mujer de 26 a?os le sonri¨®. El 30 de junio de 2012 se casaron. En agosto de 2013, Hilaria Baldwin dio luz a Carmen. Alec volv¨ªa a ser padre. Ten¨ªa 55 a?os, la-edad-que-ten¨ªa-su-propio-padre-cuando-muri¨®, y un nuevo comienzo por delante. Sus proyectos de cine han ido creciendo ¨Ceste a?o ha rodado una pel¨ªcula con Julia Roberts, otra con Susan Sarandon y ha terminado ya el rodaje de Misi¨®n imposible 5¨C. Y el futuro, ?qu¨¦ piensa hacer en el futuro?
¡°Me gustar¨ªa comprarme un piso en Espa?a y pasar aqu¨ª tres meses al a?o; el problema es el colegio de mi hija, que... Ah, espera. ?Dices con el trabajo? Perdona. Cuando pienso en el futuro, pienso en mi familia¡±. Acto seguido, Baldwin, el hijo sin padre, el primog¨¦nito adicto a mantener a su gente, el padre que necesita hijos, enumera sin ganas la media docena de ofertas de cine que le esperan solo este a?o. ¡°Y luego tal vez una tercera con Woody [Allen]...¡±, murmura. Pero en seguida vuelve a la Tierra y a lo que le interesa ¡°Solo me importa que mi mujer viaje conmigo¡±.
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