La desintegraci¨®n del orden internacional
Hay que dotar a la globalizaci¨®n de un marco institucional de gobernanza
La paulatina desintegraci¨®n del orden pol¨ªtico internacional imperante en el mundo desde la II?Guerra Mundial es ya un hecho incontestable. Ante su declive relativo, Estados Unidos, la potencia hegem¨®nica de las ¨²ltimas d¨¦cadas y principal valedor del orden multilateral, est¨¢ cada vez menos dispuesto a involucrarse en las crisis internacionales y a garantizar la seguridad. Consciente de que los imperios suelen derrumbarse cuando tienen demasiados frentes abiertos, se ha negado a seguir siendo el polic¨ªa del mundo, dejando importantes lagunas que est¨¢n siendo cubiertas bien por otras potencias, bien por el caos. La crisis de Ucrania, el territorio controlado por el Estado Isl¨¢mico en Irak y Siria, o las tensiones en el mar de China son solo algunos de los ejemplos m¨¢s recientes.
A este creciente desorden pol¨ªtico internacional le acompa?a otro fen¨®meno que est¨¢ pasando m¨¢s desapercibido pero que entra?a consecuencias igualmente peligrosas: el desmembramiento del orden econ¨®mico multilateral liberal. Estados Unidos tambi¨¦n fue su impulsor, y cont¨® para su consolidaci¨®n con el apoyo europeo y de muchas potencias hoy emergentes, que vieron en la apertura econ¨®mica, especialmente la comercial, una plataforma id¨®nea para mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos. Sin embargo, Estados Unidos pas¨® de ser un hegem¨®n benigno, que garantizaba la estabilidad monetaria y jugaba el papel de consumidor de ¨²ltimo recurso de los productos que exportaban otros pa¨ªses durante las primeras d¨¦cadas de la posguerra, a abusar de su posici¨®n de poder para avanzar sus propios intereses en d¨¦cadas m¨¢s recientes. Lo novedoso es que, ante la resaca de la Gran Recesi¨®n, est¨¢ empezando a considerar que defender las reglas ya no redunda tanto en su propio beneficio, sino que otorga m¨¢s poder a sus rivales emergentes, sobre todo a China. No est¨¢ dispuesto a invertir tantos recursos como antes en mantenerlas, se abstiene de ejercer el liderazgo necesario para adaptarlas a los nuevos tiempos y no duda en quebrantarlas o bloquear los avances que proponen otros.
La imposici¨®n de sanciones comerciales a Rusia ante la anexi¨®n de Crimea (del que participan tanto Estados Unidos como la Uni¨®n Europea), la resistencia a aprobar la reforma del Fondo Monetario Internacional para dar m¨¢s voz a los pa¨ªses emergentes, su nueva estrategia comercial basada en acuerdos preferenciales con la Uni¨®n Europea y algunos pa¨ªses de la cuenca del Pac¨ªfico (que socava las reglas de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio), o el escaso inter¨¦s que muestra por coordinar su pol¨ªtica monetaria con la de otras potencias para evitar efectos desestabilizadores en los mercados cambiarios, son algunas de las manifestaciones de esta nueva estrategia. Al fin y al cabo, la estadounidense es una econom¨ªa bastante cerrada comparada con la de los pa¨ªses europeos o la de China, por lo que cierta erosi¨®n de la globalizaci¨®n econ¨®mica puede resultarle menos nociva que a otros, especialmente cuando est¨¢ camino de lograr su independencia energ¨¦tica y todav¨ªa puede ejercer su poder para garantizar que sus intereses comerciales y financieros sean respetados en una econom¨ªa global donde impere la ley del m¨¢s fuerte. Adem¨¢s, su opini¨®n p¨²blica, desencantada con la globalizaci¨®n ante el aumento de la desigualdad y crecientemente proteccionista no siente apetito por revertir este impulso aislacionista.
La fragmentaci¨®n de la econom¨ªa puede llevar a guerras comerciales
Para muchos, especialmente en la Europa continental cr¨ªtica con la integraci¨®n financiera, esta incipiente desglobalizaci¨®n puede sonar bien. Al fin y al cabo la desregulaci¨®n de las finanzas y la confianza ciega en las bondades del libre movimiento de capitales est¨¢n en la g¨¦nesis de la crisis de la que a¨²n estamos saliendo. Sin embargo, no nos encontramos ante una desglobalizaci¨®n controlada que se apoye en la cooperaci¨®n internacional para mejorar la regulaci¨®n financiera, combatir los efectos m¨¢s adversos del neoliberalismo o intentar revertir la enorme desigualdad que ha generado la integraci¨®n econ¨®mica, algo que ser¨ªa bienvenido porque es necesario para legitimar el proceso de integraci¨®n internacional. Por el contrario, estamos ante una serie de acciones unilaterales que lentamente van erosionando los principios sobre los que se asienta la predictibilidad del orden econ¨®mico global, lo que nos arroja directamente a un entorno de incertidumbre donde las decisiones econ¨®micas quedan congeladas, lo que redunda en un freno a la inversi¨®n que reduce el crecimiento potencial y hace m¨¢s dif¨ªcil afrontar el endeudamiento y sostener el Estado de bienestar.
En 1973, el historiador econ¨®mico Charles Kindleberger explic¨® la desintegraci¨®n de la econom¨ªa internacional del periodo de entreguerras, cuyo corolario fue la II?Guerra Mundial, por la ausencia de una potencia hegem¨®nica capaz de imponer al resto unas normas que aseguraran la estabilidad y que fueran aplicadas de forma ecu¨¢nime. Reino Unido ya no pod¨ªa hacerlo y Estados Unidos todav¨ªa no quer¨ªa. Hoy, con Estados Unidos en retirada y ante un mundo cada vez m¨¢s multipolar, es imprescindible dotar a la globalizaci¨®n de un marco institucional de gobernanza consensuado y percibido como leg¨ªtimo por las principales potencias y sus ciudadanos. Pero sin liderazgo y ante visiones enfrentadas sobre c¨®mo gestionar el comercio, las finanzas y los problemas energ¨¦ticos y clim¨¢ticos globales esta tarea se hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil.
El desorden pol¨ªtico global que llena las portadas de los peri¨®dicos es preocupante, pero la falta de cooperaci¨®n econ¨®mica puede llevar a una progresiva fragmentaci¨®n de la econom¨ªa mundial que desencadene guerras comerciales y crecientes rivalidades entre bloques enfrentados. Esto ser¨ªa letal para el crecimiento econ¨®mico en un contexto ya de por s¨ª delicado en el sur de Europa dados los altos niveles de desempleo y deuda.
Federico Steinberg es investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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