Nueva defensora, quejas recurrentes
Dar por demostrado que el uso de m¨®viles o wi-fi causa enfermedades es aventurado cuando la autoridad sanitaria mundial asegura que no hay evidencia de que sea as¨ª
Escribo hoy mi primer art¨ªculo como defensora del lector. Despu¨¦s de d¨¦cadas como redactora de este diario, es algo as¨ª como pasar al otro lado del espejo. He trabajado en diversas secciones, especialmente en Domingo, y he sido corresponsal durante 10 a?os. Estoy acostumbrada a la soledad que caracteriza a esta tarea, y que puede ser, dicen, uno de sus principales inconvenientes.
El PA?S fue pionero en Espa?a en establecer esta figura, en 1985; a?os despu¨¦s le siguieron Le Monde, The Guardian y The New York Times. La misi¨®n de la defensora, seg¨²n recoge el Estatuto que articula este trabajo, es ¡°garantizar los derechos de los lectores, atender sus quejas, dudas o sugerencias sobre los contenidos del peri¨®dico y vigilar que el tratamiento de las informaciones sea acorde con las normas ¨¦ticas y profesionales del periodismo¡±. Me esforzar¨¦ por estar a la altura de este reto, con sentido de la medida, y con la comprensi¨®n necesaria en quien juzga p¨²blicamente el trabajo del pr¨®jimo.
En el lapso de tiempo que ha mediado entre la despedida de mi antecesor, Tom¨¤s Delcl¨®s, y mi llegada, se han acumulado en mi buz¨®n cartas de protesta por diversos temas que espero ir tratando en los pr¨®ximos d¨ªas. Hoy quiero centrarme en las que ha provocado el art¨ªculo publicado en la edici¨®n digital de EL PA?S el 23 de septiembre pasado, bajo el t¨ªtulo Ondas electromagn¨¦ticas: ?malas para la salud? Se trata de un reportaje de la revista BuenaVida, que se distribuye quincenalmente con este diario. El tema no es nuevo, y otro art¨ªculo con similares argumentos oblig¨® al anterior defensor a intervenir. El texto, lejos de la interrogaci¨®n que figura en el t¨ªtulo, considera probado que la exposici¨®n a las ondas electromagn¨¦ticas no ionizantes da?a la salud. Entre las numerosas fuentes dom¨¦sticas de estas ondas est¨¢n los ubicuos tel¨¦fonos m¨®viles y el wi-fi.
Mauro Garc¨ªa escribe indignado desde Alemania, para recordar que ¡°el consenso cient¨ªfico es claro: no existen evidencias que nos indiquen que las ondas electromagn¨¦ticas no ionizantes tengan efectos sobre los sistemas vivos m¨¢s all¨¢ de las posibles variaciones t¨¦rmicas; es adem¨¢s esa, y no la expuesta en la noticia, la postura que mantiene la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), tal y como se puede observar en los m¨²ltiples comunicados que ha emitido sobre ello en su p¨¢gina web¡±. La carta ven¨ªa avalada por seis firmas m¨¢s, de bi¨®logos, ingenieros y de una periodista cient¨ªfica.
La OMS mantiene un seguimiento de las investigaciones en curso
Otro lector, Luis Arean, se lamenta: ¡°Ni una fuente cient¨ªfica consultada; s¨®lo opiniones de organizaciones que sirven de tapadera a compa?¨ªas que se lucran con una amenaza inexistente¡±. Adem¨¢s, ¡°se cita torticeramente un informe de la OMS, cuando ninguna investigaci¨®n ha logrado encontrar una relaci¨®n entre ondas electromagn¨¦ticas y dolencias, y esto lo reconoce la propia OMS, que clasifica a las ondas electromagn¨¦ticas como otros cancer¨ªgenos tan peligrosos¡ como el caf¨¦¡±.
La queja de Enrique Pereira de Lucena sobre el art¨ªculo es similar. ¡°No tiene el menor sustento cient¨ªfico, y es una publicidad encubierta del se?or Ra¨²l de la Rosa y su Fundaci¨®n Vivo Sano en la cual desarrolla campa?as interesadas sobre el tema¡±.
La autora defiende su art¨ªculo. ¡°Miles de estudios han investigado los efectos biol¨®gicos de las ondas electromagn¨¦ticas. Uno de los trabajos m¨¢s representativos corresponde al informe Bio-Initiative, un an¨¢lisis independiente publicado en 2007. Con las dos actualizaciones de 2012 y 2014, el grupo de investigadores de Bio-Initiative ha revisado unos 5.500 estudios cient¨ªficos. Entre sus conclusiones se alerta sobre los efectos at¨¦rmicos perniciosos de estas radiaciones, de lo que se infiere de manera muy clara que hay efectos no t¨¦rmicos y evidentes que se pueden manifestar en enfermedades muy concretas, y se facilita una relaci¨®n de las enfermedades espec¨ªficas con los estudios que las avalan¡±.
La OMS considera, sin embargo, que no hay evidencia concluyente de que las ondas electromagn¨¦ticas da?en la salud. ?Asunto zanjado? No, porque como admite este mismo organismo en su p¨¢gina web, citando una frase de Barnabas Kunsch, del Centro de Investigaci¨®n Seibersdorf de Austria, ¡°la ausencia de evidencia de efectos nocivos no es suficiente en las sociedades modernas. Lo que se demanda cada vez m¨¢s es la evidencia de esta ausencia¡±. Y esa evidencia todav¨ªa no existe. Por eso las investigaciones contin¨²an y la OMS, que tiene en marcha desde 1996 un proyecto internacional para monitorizar estos trabajos, es partidaria de aplicar un principio de cautela. Sobre esta base, el Consejo de Europa recomienda un uso responsable del m¨®vil, con especial atenci¨®n en el caso de los ni?os. La Sociedad Espa?ola de Protecci¨®n Radiol¨®gica (SEPR) resume esas recomendaciones en una serie de consejos de uso del m¨®vil que figuran en su p¨¢gina web.
¡°La incertidumbre est¨¢ presente en la vida porque no existe la seguridad absoluta¡±, reconoce Francisco Vargas-Marcos, m¨¦dico epidemi¨®logo especializado en campos electromagn¨¦ticos, y miembro del Comit¨¦ Cient¨ªfico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS), un organismo independiente creado por la Universidad Complutense de Madrid. ¡°Todos los d¨ªas estamos expuestos a niveles de contaminantes f¨ªsicos (ruido, radiaci¨®n solar, rad¨®n, exposiciones m¨¦dicas), qu¨ªmicos (en el aire, agua, alimentos, hogar, trabajo), biol¨®gicos (virus, bacterias, hongos) o psicosociales (estr¨¦s, paro, depresi¨®n, problemas laborales, familiares, etc¨¦tera). ?C¨®mo los controlamos? Evaluando las evidencias cient¨ªficas y estableciendo niveles de exposici¨®n que no deben superarse. Esto es lo que se ha hecho con las emisiones de las radiofrecuencias. Si no se superan los l¨ªmites considerados como seguros no hay motivo de alarma¡±. Niveles que son, ¡°los que la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la UE utilizan, la OMS recomienda y nuestro pa¨ªs tiene legislados en el Real Decreto 1066/2001¡±.
He preguntado al doctor Alejandro ?beda, jefe de la Unidad de Investigaci¨®n Biom¨¦dica del Hospital Ram¨®n y Cajal de Madrid, y coordinador del comit¨¦ de expertos que asesor¨® al Gobierno con vistas a esa legislaci¨®n, si los l¨ªmites que fija siguen siendo v¨¢lidos. ¡°Tengo que decir que s¨ª, y que no¡±, responde. ¡°La Recomendaci¨®n Europea que dio lugar a los l¨ªmites de exposici¨®n para el p¨²blico establecidos por el Real Decreto 1066/2001, se basaba en los criterios de la Comisi¨®n Internacional para la Protecci¨®n ante Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP, 1998), contra efectos nocivos inmediatos, de exposiciones cortas y espor¨¢dicas a los campos electromagn¨¦ticos (CEM). La controversia viene de la posibilidad de que tales l¨ªmites no fueran necesariamente v¨¢lidos para la protecci¨®n ante posibles efectos adversos de exposiciones cr¨®nicas (de personas que habitan en las proximidades de l¨ªneas el¨¦ctricas, o usuarios habituales de tel¨¦fonos m¨®viles) a campos de intensidades m¨¢s bajas¡±.
Las investigaciones que se vienen llevando a cabo desde 2001 para determinar esta cuesti¨®n no han permitido a¨²n alcanzar conclusiones definitivas. ¡°Desde mi punto de vista de investigador biom¨¦dico, ello puede deberse a que se han priorizado los estudios dosim¨¦tricos y epidemiol¨®gicos, relegando la investigaci¨®n sobre los mecanismos biof¨ªsicos implicados en la respuesta a los CEM d¨¦biles¡±.
Como ven, el tema no es tan sencillo. Creo que el art¨ªculo tendr¨ªa que haber respondido al interrogante del t¨ªtulo ofreciendo opiniones autorizadas que explicaran cu¨¢l es el consenso cient¨ªfico sobre esta cuesti¨®n, y no favorecer una ¨²nica tesis present¨¢ndola como una realidad demostrada cuando no lo considera as¨ª la OMS.
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