Meter la mano en la caja

Imaginemos que todo el asunto de las tarjetas de Caja Madrid hubiera sido un experimento, una especie de estudio sociol¨®gico sobre conducta o comportamiento humano. Se incluyeron 86 participantes, de diversas procedencias y diversa ideolog¨ªa pol¨ªtica. El supuesto del que se part¨ªa era: aqu¨ª ten¨¦is una caja llena de dinero, que en principio no es vuestro pero que ser¨¢ vuestro en cuanto lo tom¨¦is, y pod¨¦is tomar lo que os parezca y cuando os parezca sin que teng¨¢is que dar ninguna explicaci¨®n y sin que ello tenga ninguna consecuencia. El resultado es lo que estamos viendo: 82 sucumbieron a la tentaci¨®n y metieron la mano, algunos las dos manos y a manos llenas, y solo cuatro resistieron. El resultado es demoledor en lo que se refiere a la condici¨®n humana. La codicia vence por goleada sobre la honestidad. Ahora imaginemos, solo por un momento, en hacer extensivo este caso a la totalidad de cargos, gobernantes y gestores de lo p¨²blico, comenzando por Ayuntamientos, que durante a?os pudieron pensar que el contenido de la caja, que no era suyo, pod¨ªa pasar a ser de su propiedad solo con tomarlo, y sin que ello tuviera ninguna consecuencia. Prefiero no imaginarlo.¡ª Sebasti¨¢n Fern¨¢ndez.

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