Continuidad en Bolivia

Si el lento y peculiar recuento oficial confirma los sondeos del pasado domingo con las urnas cerradas, Evo Morales ser¨¢ presidente de Bolivia por tercera vez consecutiva, en lo que constituye el mayor periodo de estabilidad democr¨¢tica del pa¨ªs andino en el ¨²ltimo siglo. Hay que destacar que el pa¨ªs lleva eligiendo a sus gobernantes de manera ininterrumpida desde 1982. Y aunque el triunfo de Morales fue reconocido inmediatamente por sus rivales, la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) ha advertido de que en el futuro ser¨¢ mejor esperar a los resultados.

En cualquier caso, la poblaci¨®n ha respaldado mayoritariamente el proyecto de un Morales que se ha ido alejando ¡ªaunque en la forma lo mantenga¡ª del discurso revolucionario para ir incorporando a sus filas de simpatizantes a cada vez m¨¢s sectores que vieron con recelo, y en ocasiones abierta hostilidad, su llegada al poder en 2005. A pesar de su agresividad con la inversi¨®n extranjera ¡ªque plasm¨® en numerosas nacionalizaciones durante su primer mandato¡ª Morales puede presumir de una gesti¨®n econ¨®mica m¨¢s que correcta. La econom¨ªa creci¨® el 5,1% en 2013, por encima de las tasas de pa¨ªses como Per¨² o Colombia. Adem¨¢s, ha tendido puentes con el poderoso sector empresarial del Este del pa¨ªs, lo que ha desactivado las tensiones territoriales que amenazaban con desgarrar el pa¨ªs. En paralelo, los programas sociales finalmente han despegado y Bolivia se ha marcado el objetivo de ser considerado a medio plazo un pa¨ªs emergente.

Sin embargo, existen importantes zonas oscuras que Morales no podr¨¢ ignorar. Los derechos de las mujeres y el trabajo infantil figuran entre las principales asignaturas pendientes. Adem¨¢s, el presidente boliviano deber¨¢ asumir el reto de industrializar su pa¨ªs, algo para lo que necesitar¨¢ por fuerza contar con el capital extranjero y abandonar progresivamente la ret¨®rica chavista.