Callejeros de la moda
Los blogueros han convertido su afici¨®n fotogr¨¢fica en una profesi¨®n lucrativa Un fen¨®meno que crece exponencialmente y que se paga a miles de euros
El arte de vestir a prop¨®sito para salir en la foto tiene premio. Para quien posa, pero sobre todo para quien retrata: la notoriedad que ganan los vanidosos es directamente proporcional al dinero que se embolsan aquellos que inmortalizan sus proezas estil¨ªsticas. A partir de 100 euros la instant¨¢nea publicada en un medio impreso (entre 60 y 75 si es digital), hacer negocio con la moda nunca hab¨ªa resultado tan f¨¢cil. Basta apostarse a la puerta del desfile/presentaci¨®n/sarao de turno, apuntar y disparar. Incluso con el tel¨¦fono. Fotograf¨ªa street style, la llaman, porque medra al calor de lo que se lleva por la calle. La gallina de los huevos de oro de los blogueros con c¨¢mara.
A finales de la pen¨²ltima temporada de pasarelas, el pasado marzo, el portal estadounidense Fashionista.com destapaba ¨Cv¨ªa fuente an¨®nima- las cifras de tan lucrativa modalidad fotogr¨¢fica: de 10.000 a 25.000 euros por cubrir el circuito de semanas de la moda y hasta 1.000 por una sola imagen publicada a toda p¨¢gina en una revista de prestigio. Los n¨²meros, claro, var¨ªan en funci¨®n del reconocimiento/fama de los autores, pero baste decir que un grupo editorial del alcance de Cond¨¦ Nast (Vogue, Vanity Fair, Glamour, entre sus cabeceras), puede llegar a pagar por el trabajo de todo un mes alrededor de 5.000 euros, en los que no est¨¢n incluidos viajes, alojamientos y dietas. Es el precio de la supuesta realidad social de la moda.
Pueden cobrar de 10.000 a 25.000 por cubrir la entrada del circuito de semanas de la moda
Alternativa natural a la impostura de los editoriales de las revistas, la fotograf¨ªa del estilo urbano ha tenido su hueco en publicaciones de todo tipo y condici¨®n desde mediados de la d¨¦cada de los setenta, con pioneros como los estadounidenses Bill Cunningham, a¨²n en activo a sus 85 a?os para el New York Times, y James Shabazz; la japonesa Rei Shito, el objetivo callejero del legendario magazine Fruits, e incluso el espa?ol Miguel Trillo. Hasta que el advenimiento de la democracia 2.0 y su promesa de instantaneidad revel¨® que cualquiera, armado con una c¨¢mara digital, pod¨ªa emularlos. Desde 2005, punto de inflexi¨®n marcado por el lanzamiento de The Sartorialist, el fotodiario on line del estadounidense Scott Schuman, distinguir al paparazi de turno del advenedizo con c¨¢mara es ya casi imposible.
¡°La competencia es feroz por ver qui¨¦n consigue las mejores fotos, que pueden colocarse en las ediciones globales de Vogue o Harper¡¯s Bazaar por 150 euros, como poco, y por 1.000 o m¨¢s, tirando por alto. Ahora mismo, el asunto de los fotoblogueros de street style est¨¢ fuera de control y su agresividad es peor que la de los paparazis que acosan a las estrellas de Hollywood¡±, reconoce Imran Amed, fundador de la web especializada The Business Of Fashion. Lo cierto es que el n¨²mero de estos cazadores del estilo urbano, en su mayor¨ªa fot¨®grafos aficionados, crece cada temporada de semanas de la moda, generando el caos y la exasperaci¨®n a la entrada de los desfiles, seg¨²n informaba en febrero de 2013 una enrabietada Suzy Menkes en El circo de la moda, uno de sus ¨²ltimos art¨ªculos como cronista de The International Herald Tribune.
Alentado por una industria ¨¢vida de impactos s¨²bitos, en especial por lo que respecta a sus redes sociales, el fen¨®meno ha generado sus propias celebridades: fot¨®grafos aficionados que han hecho carrera de provecho de su hobby. El canadiense de origen vietnamita Tommy Ton, creador del blog Jak & Jil (ahora TommyTon.com), ya es un habitual de GQ y Style.com; el neoyorquino Adam Katz Sinding, de Le-21eme.com, dispara para Cosmopolitan y Elle; desde Chicago, Phil Oh, alias Streetpeeper.com, colabora en Vogue; en Londres, la australiana Candice Lake (Candicelake.com) se ha hecho hueco en casi todas las ediciones de Vogue, InStyle, Glamour y Marie Claire; el franc¨¦s Yvan Rodic, antes Thefacehunter.com, va del New York Times a The Observer, pasando por GQ. Quien m¨¢s, quien menos, tiene representante que negocia sus trabajos, ya sea un libro, la cobertura de una fiesta o un festival (Coachella, Sundance, Cannes) o una campa?a de publicidad.
¡°El problema es que lo que a¨²n se denomina ¡®street style¡¯ ya no lo es en absoluto¡±, dice una bloguera
Espa?a tampoco es ajena a esta situaci¨®n, con exponentes como el seminal Ramiro e (recientemente reclutado por la revista ICON para su web), los m¨¢s comerciales Anna Ponsa (Miss Nobody) y el d¨²o Cup Of Couple (representados por la agencia de blogueros Okiko Talents, con sedes en Madrid y M¨¢laga) e incluso el controvertido Pelayo D¨ªaz (alias Prince Pelayo), que dio el salto de egobloguero a fotobloguero en S Moda, entre otras piruetas de ¨¦xito. La cuesti¨®n que se plantea ahora mismo es cu¨¢nto tardar¨¢ en explotar la burbuja de la fotograf¨ªa de la moda urbana. ¡°El problema es que lo que a¨²n se denomina street style ya no lo es en absoluto¡±, aduce Garance Dor¨¦, la que fuera pareja de Scott The Sartorialist Schuman. La bloguera, ilustradora y fot¨®grafa francesa se?ala que los estilismos que se ven a la entrada de los desfiles son cada vez m¨¢s calculados, pensados ¨²nicamente para captar la atenci¨®n de los objetivos. Hay una flamante nomenclatura para ello: peep style, la iconograf¨ªa de los que se hacen notar.
¡°Lo bueno de los blogs de street style primigenios es que pod¨ªan verse como un gigantesco archivo documental del d¨ªa a d¨ªa indumentario de la gente real, no como en la actualidad, que todo son personalidades de las semanas de la moda¡±, razona en la misma onda Brent Luvaas, profesor adjunto de Antropolog¨ªa de la Universidad de Drexel (Filadelfia, Estados Unidos) y creador de Urbanfieldnotes.com, fotodiario que explora el lado etnogr¨¢fico del vestir. Como resultado, ya existe una corriente antag¨®nica que aboga por la frescura de la instant¨¢nea an¨®nima antes que por la captura de la recurrente pose de presuntas it girls y dem¨¢s iniciados en la moda oficial. Las cuentas de Instagram de David Luraschi, bautizado el ¡°Sartorialist de la tristeza¡±, y el londinense Alex Sturrock, la web Streetgeist.com del fot¨®grafo angelino Alkistis Tsitouri, e incluso el nuevo proyecto de Ramiro e, Nothanksbyramiroe.com (¡°No es otro blog de street style¡± tiene como lema), dan fe de ello. Ojo, a ver si ah¨ª tambi¨¦n va a haber negocio.
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