Sud¨¢n, tierra de contradicciones
Rico en recursos pero sumido en una guerra perpetua, cuando est¨¢s en Sud¨¢n quieres salir; pero cuando sales, anhelas volver
"Contradicci¨®n es nuestro apellido". Fue lo primero que le¨ª en un famoso restaurante t¨ªpico sudan¨¦s de Jartum. D¨ªa tras d¨ªa, a lo largo de mi misi¨®n internacional en Sud¨¢n, fui testigo directo de este lema, hoy, muy presente para la mayor¨ªa de los sudaneses. Vivir en este pa¨ªs implica muchas contradicciones.
Sud¨¢n, una naci¨®n rica en recursos naturales pero que vive una situaci¨®n de guerra civil perpetua desde hace a?os y donde persiste un conflicto permanente. Junto con su hambruna cr¨®nica y su alta tasa de mortalidad materno-infantil, le convierte en uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo.
Sud¨¢n, un pa¨ªs rico culturalmente pero con una econom¨ªa propia de un pa¨ªs en v¨ªas de desarrollo. La inflaci¨®n fluct¨²a en sus m¨¢ximos niveles, fruto de las vicisitudes de las operaciones b¨¦licas. Sin embargo, desde que llegu¨¦ aqu¨ª, la gentileza, la amabilidad y cortes¨ªa con la que me ha tratado su gente han hecho ensombrecer todas aquellas adversidades latentes en este pa¨ªs.
Contradicciones desde el inicio de la ma?ana, cuando el sol golpea en nuestras cabezas a m¨¢s de 35 grados a la sombra. Luego azota fuertemente el viento y las lluvias caen al anochecer. Hay cientos de desplazados que se exilian a las grandes ciudades por las sequ¨ªas y que son los primeros damnificados por las inundaciones en el pa¨ªs.
Como madre que soy, me consterna personalmente ver esa contradicci¨®n en los ni?os. Ni?os vestidos con las camisetas de Messi o Neymar que reflejan en sus ojos una madurez asombrosa pero con una infancia robada. Ni?os deambulando por las calles, solos o al cuidado de sus hermanos peque?os, con cualquier cosa para vender. Ni?os extremadamente delgados, con una evidente malnutrici¨®n severa junto a ni?os ¡ªmalnutridos¡ª con sobrepeso, v¨ªctimas de la fuerte adicci¨®n al az¨²car que se tiene en este pa¨ªs.
Contradictorio y surrealista es tambi¨¦n pasear por las calles de Jartum. Calles sin asfaltar, socavones en las aceras, toneladas de basura tiradas por el suelo pero adornadas con enormes pantallas de plasma publicitarias. Me encontraba en una atasco en la ciudad, de camino a la oficina, cuando vi pasar ¡ªpor primera vez¡ª a un hombre montado en un burro mientras hablaba a trav¨¦s de un smartphone . Debo de reconocerlo, llor¨¦ de la risa. Ahora me parece normal. As¨ª es Sud¨¢n. Lleno de contradicciones. Es verdad. Una mezcla de amor, encanto y desencanto. Cuando te encuentras viviendo en ¨¦l, quieres salir; pero cuando sales de ¨¦l, est¨¢s deseando volver.
?xodo y masificaci¨®n
Tal y como dec¨ªa Machado: "Caminante, no hay camino; se hace camino al andar". As¨ª se ve reflejado en Suakin, Sud¨¢n. Un flujo de caminantes sin retorno, con un pasado olvidado, forzados al exilio por las sequ¨ªas. Caminantes que perdieron su medio de vida pero con cierta perseverancia en buscar un futuro mejor, labrando su propio camino. Me encuentro en Suakin, una localidad situada en el noreste de Sud¨¢n, en el Mar Rojo. Su puerto mar¨ªtimo, el servicio de ferry que enlaza diariamente a Yeddah, ¡ªLa Meca¡ª en Arabia Saud¨ª y su situaci¨®n geogr¨¢fica, le convierte en un punto estrat¨¦gico de congregaci¨®n de desplazados internos del pa¨ªs.
El ¨¦xodo de poblaciones rurales a las ciudades ha supuesto un crecimiento urbano descontrolado que no ha sido parejo a un incremento de los servicios sociales b¨¢sicos, especialmente en los campos de desplazados y zonas peri urbanas marginales. La masificaci¨®n y la falta de acceso a los servicios b¨¢sicos ponen en riesgo la salud de m¨¢s de 12.000 personas. "En estas zonas de alta concentraci¨®n de gente que han abandonado sus hogares, los desaf¨ªos son las altas tasas de mortalidad materna e infantil as¨ª como la malnutrici¨®n" nos comenta Mohamed Ibrahim, responsable de voluntariado de la Media Luna Roja Sudanesa, que junto a Cruz Roja Espa?ola lleva a cabo un programa de seguridad alimentaria adem¨¢s de varios proyectos de ayuda humanitaria en puntos estrat¨¦gicos en el este del pa¨ªs.
Me despido de Mohamed, de Suakin y su gente. Personas maravillosas, como la mayor¨ªa de los sudaneses en este pa¨ªs. Llenos de gratitud, amabilidad y afecto. Me siento afortunada de colaborar con ellos. Continuo mi viaje, mi camino, esta vez, con rumbo fijo, hacia otra parte del pa¨ªs. Seguimos caminando.
Raquel J. Santos es periodista y voluntaria internacional de CRE en Sud¨¢n.
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