Ruleta rusa juvenil
Una capea nocturna en la localidad de Estremera pone de nuevo en evidencia la facilidad con la que se organizan fiestas temerarias
El hombre es el ¨²nico animal que tropieza dos veces en la misma fiesta. Solo as¨ª se explica que en un pa¨ªs al que no se le olvida todav¨ªa la tragedia vivida en noviembre de 2012 en el Madrid Arena ¡ªdonde cinco personas murieron en una avalancha¡ª se sigan organizando macrofiestas que no es que rayen la ilegalidad; es que existen indicios de que se encuentran inmersas en ella.
El ¨²ltimo episodio lo protagonizaron miles de j¨®venes que acudieron a una capea nocturna en la localidad de Estremera, a unos 75 kil¨®metros al sureste de Madrid. Por un precio de entre 35 y 40 euros, los asistentes ten¨ªan derecho a comida, bebida, transporte, actuaciones en directo y hasta la suelta de una vaquilla. Una noche de s¨¢bado perfecta.
O no tanto, a la hora de la verdad. Los j¨®venes se quejaron del exceso de aforo en una finca alejada de todas partes, escasez de personal y de comida y bebida casi inexistentes. De la suelta de la vaquilla ¡ªafortunadamente para todos, incluyendo el animal¡ª no hubo ni noticia.
La lluvia torrencial ayud¨® a empeorar las cosas. La m¨²sica termin¨®, los organizadores desaparecieron y 1.000 j¨®venes se encontraron empapados y abandonados en medio del campo a altas horas de la madrugada. Los m¨¢s pr¨¢cticos se organizaron al modo El se?or de las moscas y encendieron hogueras a la espera de la salida del sol. Los m¨¢s temerarios optaron por el estilo The Walking Dead y echaron a andar por la oscura carretera camino del pueblo, donde la Guardia Civil y el alcalde no daban cr¨¦dito a la escena que se les vino encima.
Afortunadamente ¡ªy gracias a los agentes que cortaron la carretera¡ª no hubo v¨ªctimas, m¨¢s all¨¢ de alguna hipotermia leve. En todo caso: es hora de que la ley act¨²e contra los desaprensivos que se lucran poniendo en riesgo vidas al organizar fiestas pr¨¢cticamente clandestinas.
Ni el Ayuntamiento de Estremera ni la Guardia Civil sab¨ªan del evento. No hab¨ªa permisos. Peor a¨²n: la misma empresa aparece en los carteles como organizadora de un concierto en mayo en el hip¨®dromo de Madrid que termin¨® con una avalancha, cargas policiales y ¡ªotra vez¡ª j¨®venes por la carretera, en aquella ocasi¨®n en la A-6. Hay que acabar con la organizaci¨®n de eventos que juegan a la ruleta rusa en la cabeza de los j¨®venes.
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