La pol¨ªtica del esc¨¢ndalo
Hacer favores privados con recursos p¨²blicos es la esencia de la corrupci¨®n
Jordi Pujol advirti¨® en el Parlament que si se mueve el ¨¢rbol puede que no caiga solo una rama, sino todas. Con su met¨¢fora dio dos mensajes: confirm¨® las sospechas de que la corrupci¨®n est¨¢ generalizada y se?al¨® el mecanismo de difusi¨®n de esc¨¢ndalos a trav¨¦s de denuncias competitivas entre partidos.
Ciertamente lo nuevo no es la corrupci¨®n, sino los esc¨¢ndalos. De hecho, el nepotismo, el caciquismo, el patronazgo, el clientelismo, el amiguismo, el partidismo, es decir, hacer favores privados con recursos p¨²blicos respectivamente a la parentela, los vecinos, los protegidos, la clientela, los amigos o los compa?eros de partido, son formas simples y primitivas, casi cabr¨ªa decir ¡°naturales¡±, de intercambio pol¨ªtico. Por el contrario, tratar a todos por un igual, solo atendiendo a m¨¦ritos y conforme a reglas del derecho, requiere un alto nivel de aprendizaje, de desarrollo institucional y de progreso colectivo que muchos pa¨ªses no han llegado a alcanzar en un grado muy visible. Supongo que no es necesario remitirse a Quevedo o a Joaqu¨ªn Costa como testigos. Muchos que llegamos a tiempo de ser ni?os o adolescentes en el franquismo podemos recordar muy bien c¨®mo con ¡°una propinita¡± cualquiera pod¨ªa saltarse una cola, obtener entradas de cine de estreno cuando estaban agotadas y, en general, acceder a funcionarios p¨²blicos para permisos, licencias y favores. Algunos se hicieron muy ricos solo con sobornos y tratos de favor. Como Jordi Pujol escribi¨® en su famoso panfleto hace m¨¢s de 50 a?os, Franco hizo de la corrupci¨®n un instrumento de gobierno.
El establecimiento de la democracia fue un cambio de la forma de Gobierno, pero el instrumento de la corrupci¨®n sobrevivi¨®. En los primeros a?os ochenta bastantes amigos m¨ªos de la ¨¦poca se hicieron profesionales de la pol¨ªtica. MF fue nombrado responsable de publicaciones de una instituci¨®n p¨²blica y al d¨ªa siguiente su compa?era de entonces registr¨® una empresa editorial, con ella misma como ¨²nica socia y empleada y con domicilio en su casa, con la que la tal instituci¨®n contrat¨® inmediatamente toda la tarea. Luis Max fue elegido concejal, cambi¨® de partido para dar mayor¨ªa a un nuevo alcalde a cambio de controlar numerosos contratos externos y cuando consider¨® que ya ten¨ªa suficiente para el futuro, dimiti¨® y se hizo despedir por el pleno del Consistorio con una declaraci¨®n solemne de agradecimiento por los honestos servicios prestados. VJ tuvo a su cargo la gesti¨®n de varios edificios p¨²blicos en los que se celebraban eventos de masas y, ante los ojos de cualquiera que asistiera por casualidad a alguna reuni¨®n preparatoria de un evento, contrataba con las empresas que prestaban servicios a las masas a cambio de una comisi¨®n. Todos estos mozuelos hab¨ªan sido activos antifranquistas y hab¨ªan corrido serios riesgos de c¨¢rcel, exilio o cosas peores unos pocos a?os antes. Imag¨ªnense c¨®mo deb¨ªan afrontar las nuevas oportunidades los que ya estaban acostumbrados al negocio y otros que no ten¨ªan necesidad de revisar anteriores escr¨²pulos.
Los gobernados pueden consentir un cierto grado de corrupci¨®n si las pol¨ªticas p¨²blicas? mejoran el bienestar
Uno de los primeros esc¨¢ndalos de corrupci¨®n en democracia, el llamado caso Naseiro, estall¨® en Valencia en 1990. El br¨®ker (as¨ª se llam¨® entonces) ya explic¨® que cada permiso de obra comportaba un 3% para el pol¨ªtico y un 2% para el br¨®ker. Lleg¨® a haber una norma de Hacienda por la que las constructoras pod¨ªan desgravar un 5% de los impuestos por ¡°gastos sin justificar¡±. Cuando Josep Borrell fue nombrado ministro de Obras P¨²blicas convoc¨® a los seis o siete principales empresarios espa?oles de la construcci¨®n en su despacho y les dijo que la f¨®rmula hab¨ªa terminado. Pero cabe sospechar que los br¨®kers pasaron a ser directamente miembros de los partidos implicados o gente m¨¢s pr¨®xima a ellos. El sistema comportaba un impl¨ªcito pacto general entre partidos para su mutua ocultaci¨®n y protecci¨®n, favorecido tambi¨¦n por demoras y prescripciones judiciales.
Si esto ha sido m¨¢s o menos as¨ª, la pregunta es por qu¨¦ en los ¨²ltimos a?os hay m¨¢s esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que nunca antes. Mi respuesta es que ahora hay m¨¢s esc¨¢ndalos no porque haya necesariamente m¨¢s corrupci¨®n, sino porque hay muchas menos decisiones en pol¨ªticas p¨²blicas y la corrupci¨®n se ha convertido en uno de los pocos temas en los que los partidos pueden tratar de competir por los votos de los ciudadanos.
En su intercambio con los gobernantes, los gobernados pueden consentir un cierto grado de corrupci¨®n si la provisi¨®n de bienes p¨²blicos y la aprobaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas que mejoran la seguridad y el bienestar son suficientemente satisfactorias. Este enfoque puede explicar varios siglos de relativa continuidad pol¨ªtica en muchos lugares. Pero el problema es que ahora hay muy pocas decisiones de los gobernantes que generen satisfacci¨®n. Como es bien sabido, una gran parte de las pol¨ªticas comercial, monetaria, financiera, fiscal, migratoria, de seguridad, etc¨¦tera, se toman en la Uni¨®n Europea o en organizaciones de ¨¢mbito global ¡ªdonde no suele haber esc¨¢ndalos de corrupci¨®n¡ª. Por el contrario, en los ¨²ltimos a?os los poderes p¨²blicos estatales y subestatales sometidos m¨¢s directamente a escrutinio han perdido poder de decisi¨®n y est¨¢n procediendo a los llamados recortes de bienes p¨²blicos, por lo que, en el intercambio con los gobernados antes se?alado, la balanza cae del lado de la frustraci¨®n y el subsiguiente enfado o indignaci¨®n; es decir, estalla el esc¨¢ndalo.
Las constructoras pod¨ªan desgravar un 5% por ¡°gastos sin justificar¡±
Pong¨¢moslo en otra perspectiva: ?por qu¨¦ no hubo esc¨¢ndalos de corrupci¨®n en torno a los Juegos Ol¨ªmpicos, la Expo y dem¨¢s festejos de 1992? Visto ahora, ?puede alguien realmente creer que con tanto gasto p¨²blico no hubo negocios privados ocultos? Muchos de los administradores de entonces (incluido alguno al que he aludido al principio) eran los mismos pol¨ªticos y bur¨®cratas o miembros de las mismas maquinarias partidistas que fueron luego objeto de esc¨¢ndalos. Pero entonces la percepci¨®n de muchos ciudadanos que todav¨ªa recordaban la corrupci¨®n sistem¨¢tica del franquismo era que por primera vez el Gobierno central, as¨ª como los nuevos Gobiernos auton¨®micos y locales, prove¨ªan bienes p¨²blicos ampliamente satisfactorios. Por primera vez, ser espa?ol ante el extranjero no era una verg¨¹enza; la marca Espa?a volaba alta. ?Para qu¨¦ aguar la fiesta con sospechas fuera de lugar?
M¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, en cambio, el negocio p¨²blico flaquea y la competencia pol¨ªtica y electoral entre los principales partidos ya apenas puede basarse en propuestas alternativas de pol¨ªticas p¨²blicas. En la b¨²squeda de temas en los que competir por votos y cargos, los partidos han acabado rompiendo el pacto de mutua protecci¨®n. Los esc¨¢ndalos han sustituido a las pol¨ªticas. Las ramas van cayendo una tras otra.
Josep M. Colomer es Profesor de Econom¨ªa Pol¨ªtica en la Universidad de Georgetown.
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