Una mujer que clama
Caddy Adzuba, premio Pr¨ªncipe de Asturias de la Concordia, se afana en denunciar las sistem¨¢ticas violaciones que sufren las mujeres en Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo
El pasado 3 de septiembre, el jurado del Premio Pr¨ªncipe de Asturias de la Concordia 2014, reunido en Oviedo, decidi¨® conceder el galard¨®n a Caddy Adzuba ¡°como s¨ªmbolo de la lucha pac¨ªfica contra la violencia que afecta a las mujeres, la pobreza y la discriminaci¨®n, a trav¨¦s de una labor arriesgada y generosa¡±. Este lac¨®nico comunicado no dice mucho sobre la ganadora y la situaci¨®n a la que se enfrenta a diario en su pa¨ªs, la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (RDC), donde se produce la violaci¨®n sistem¨¢tica de los derechos humanos.
La poblaci¨®n de la RDC lleva m¨¢s de 20 a?os soportando a diario todo tipo de violencia. Asesinatos, saqueos y violaciones constituyen el d¨ªa a d¨ªa de miles de mujeres y hombres ante la indiferencia del gobierno y de la comunidad internacional. Adem¨¢s, la mayor¨ªa de los responsables de estos cr¨ªmenes nunca son juzgados. El que estas personas se libren de la justicia tiene como consecuencia, entre otras muchas, que se instale una cultura de impunidad en el pa¨ªs, que que fomenta que contin¨²e la violencia y, en definitiva, que fracase el Estado de derecho.
En mayo de 2011, un informe, dirigido por Amber Peterman, fue publicado en el American Journal of Public Health con el t¨ªtulo de Sexual violence against women in the Democratic Republic of the Congo: Population-based estimates and determinants. En ¨¦l se dice que m¨¢s de 1.100 mujeres son violadas cada d¨ªa en la RDC, lo que hace que la violencia sexual contra mujeres sea 26 veces m¨¢s com¨²n que lo que se pensaba antes del estudio. Basta un dato para comprobar ese desfase. M¨¢s de 400.000 mujeres y ni?as de entre 15 y 49 a?os fueron v¨ªctimas de abusos en el pa¨ªs durante un periodo de 12 meses entre 2006 y 2007. Las estad¨ªsticas de Naciones Unidas para ese mismo espacio de tiempo recog¨ªan solo 15.000 casos. Y la cifra podr¨ªa ser mayor, pues el estudio no tiene en cuenta a las menores de 15 a?os ni a las mayores de 49, tampoco habla de la violencia sexual contra ni?os y hombres.
En otro informe publicado el 22 de enero de 2012, Human Rights Watch afirma que la situaci¨®n no ha cambiado y se sigue registrando un gran n¨²mero de violaciones, cometidas tanto por miembros del ej¨¦rcito como de grupos insurgentes. A las mismas conclusiones lleg¨® un estudio elaborado por la oficina de Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos y la Misi¨®n de la ONU en la RDC (MONUSCO). Estas y otras investigaciones ponen de manifiesto la extensi¨®n de los abusos sexuales contra las mujeres en el pa¨ªs africano.
Una voz que clama
Son varias las activistas congole?as que trabajan para dar a conocer esta situaci¨®n. Una de ellas es Caddy Adzuba que lleva a?os denunciando la violencia sexual a la que son sometidas las mujeres y ni?as de su pa¨ªs. Ella es periodista, licenciada en Derecho por la Universidad Nacional de Bukavu (RDC), y trabaja en Radio Okapi, la emisora de la Misi¨®n de las Naciones Unidas en la RDC. Tambi¨¦n es miembro de la Asociaci¨®n de Mujeres de Medios de Comunicaci¨®n del Este del Congo, gracias a la cual se han presentado alegaciones ante la Corte Penal Internacional y el Senado de los Estados Unidos de Am¨¦rica advirtiendo esta realidad desde el inicio del conflicto en RDC. Adzuba tambi¨¦n est¨¢ involucrada en proyectos de desarrollo y promoci¨®n de valores humanos para ni?as en la ciudad de Bukavu.
La periodista utiliza la radio como veh¨ªculo para apoyar a las mujeres de su pa¨ªs, darles voz y recordarles que no est¨¢n solas. Algunas de las v¨ªctimas de abusos sexuales se han convertido en activistas que luchan junto a Adzuba y ayudan a otras que pasan situaciones similares a las que ellas han vivido.
La premiada denuncia que estas agresiones tienen como objetivo acabar con la estructura social del pa¨ªs, para as¨ª poder dominar mejor a la poblaci¨®n.
El pasado seis de octubre, mientras tomamos un caf¨¦ antes de comenzar una charla conjunta ante 300 estudiantes de bachiller en Sant Boi de Llobregat (Barcelona), dentro de la iniciativa Ciutats constructores de pau, me contaba ¡ªsin perder su permanente sonrisa¡ª que por su trabajo y su denuncia su vida corre peligro. Me dec¨ªa que una vez tuvo que huir de su pa¨ªs y refugiarse en casa de unos amigos que viven en Granada. Despu¨¦s de un par de meses no pudo resistir estar lejos de las mujeres de la RDC y decidi¨® regresar: ¡°Sent¨ªa dentro de m¨ª que mi lugar estaba junto a ellas, que ten¨ªa que seguir denunciando la violencia en la que viven y trabajando para ayudarles a salir de ella¡±. A pesar de que sus amigos le propusieron pedir asilo pol¨ªtico en Espa?a, y llegaron incluso a esconderle el pasaporte para obligarla a quedarse m¨¢s tiempo aqu¨ª, ella escuch¨® a su coraz¨®n y volvi¨® a Bukavu donde sab¨ªa que estaba su misi¨®n, sin importarle lo que le pudiera pasar.
Cuando empezamos la charla, ella pidi¨® a los alumnos que les ense?asen sus m¨®viles. El alboroto que se form¨® fue grande, todos alzaban las manos para mostrar sus tel¨¦fonos, algunos los encend¨ªa para que se vieran mejor. Adzuba pregunt¨®: ¡°?son smartphones?¡± La gran mayor¨ªa grit¨® que s¨ª. Ella continu¨®: ¡°?Qu¨¦ tienen vuestros tel¨¦fonos dentro que viene de mi pa¨ªs?¡± Se escuch¨® alguna voz diciendo ¡°cobre¡±, pero la mayor¨ªa de los chavales sab¨ªan muy bien la respuesta, coltan. Los talleres previos a la charla organizados una semana antes desde la Concejal¨ªa de cooperaci¨®n, solidaridad y paz del ayuntamiento de la ciudad los hab¨ªa puesto sobre aviso. ¡°S¨ª, es coltan¡±, sigui¨® Adzuba. ¡°?Sab¨¦is que para que vosotros pod¨¢is tener esos tel¨¦fonos tan bonitos, en mi pa¨ªs muchas personas mueren, muchos ni?os y ni?as son secuestrados para ser utilizados como soldados y muchas mujeres y ni?as son agredidas sexualmente todos los d¨ªas?¡±. El silencio que se cre¨® lo dec¨ªa todo. Ella continu¨® describiendo la situaci¨®n? al Este de la RDC porque le gusta aclarar que su pa¨ªs es muy grande y no todo ¨¦l est¨¢ en guerra. Al terminar su charla volvi¨® a preguntar: ¡°?Pens¨¢is que es justo que para que vosotros teng¨¢is esos tel¨¦fonos tan bonitos muchos ni?os y ni?as de vuestra misma edad tengan que sufrir tanto?¡±
Los minerales financian el conflicto de la RDC
Adzuba es muy clara, y no se cansa de denunciar que son las materias primas, los minerales principalmente, los que est¨¢n detr¨¢s del conflicto en el Este de la RDC: ¡°Solo hay guerra en aquellas zonas donde hay minerales¡±.
As¨ª lo ponen de manifiesto diversos documentos. En la actualidad, adem¨¢s del coltan, el oro se ha convertido en una de las principales ¡°exportaciones ilegales¡± de la zona, como se?ala el informe del Grupo de expertos de la ONU sobre la RDC de enero de 2014. En 2013, 400 millones de d¨®lares en oro salieron de la RDC con destino a Uganda y otros pa¨ªses vecinos. El precioso metal, luego contin¨²a su camino hacia Oriente Medio y Europa, mientras que el coltan, del que la RDC tiene el 88% de las reservas mundiales, se distribuye por todo el planeta.
Los expertos de la ONU insisten, una vez m¨¢s, en que el contrabando de minerales es la fuente principal de financiaci¨®n de los conflictos b¨¦licos que asolan el este del pa¨ªs.
Lucha contra la impugnidad
El informe de los expertos de la ONU, citado anteriormente, recomienda que el Consejo de Seguridad imponga sanciones a los pa¨ªses que est¨¢n implicados en la explotaci¨®n sistem¨¢tica de los minerales del este de la RDC, principalmente Ruanda, Uganda y Zimbabue.
Caddy Adzuba es muy fuerte en este punto y denuncia la impunidad con que operan los grupos armados en la zona, los cuales tienen el objetivo final de controlar los minerales congoleses. Pero advierte igualmente de los abusos por parte del propio ej¨¦rcito congole?o, ya que miembros del mismo participan en operaciones ilegales y comenten las mismas violaciones de derechos humanos que los rebeldes, como las agresiones sexuales a mujeres y ni?as, entre otras.
Adzuba pone de manifiesto la responsabilidad y culpabilidad de los l¨ªderes y pol¨ªticos de la regi¨®n de los grandes lagos que est¨¢n sacando beneficio del conflicto en la RDC, pero no se para ah¨ª.
Al final de una mesa redonda en la que particip¨® el pasado 13 de octubre en La Casa Encendida de Madrid, alguien del p¨²blico le coment¨® haber echado en falta cualquier cr¨ªtica directa al presidente de Ruanda, Paul Kagame, que, seg¨²n opinaba ¨¦l, es el verdadero responsable de lo que sucede en la RDC.
Caddy contest¨® que Kagame no es el ¨²ltimo responsable de lo que sucede en su pa¨ªs, que ¨¦l no deja de ser una marioneta m¨¢s en manos de Estados Unidos y Reino Unido, principalmente, que le apoyan y le mantienen en su puesto para que sus empresas se beneficien de los recursos naturales del Congo. Por eso, piensa Adzuba, hay que llevar ante la justicia internacional a los pol¨ªticos y a las empresas occidentales que son los principales beneficiarios del conflicto de su pa¨ªs.
En la lucha contra la impunidad de los responsables del conflicto de la RDC, Caddy, acompa?ada de varios grupos de mujeres del este de la RDC, se han presentado ante la Corte Penal Internacional y ante el Senado de los Estados Unidos para pedir justicia. Fruto de este activismo es la llamada Ley Dodd-Frank de reforma de Wall Street y protecci¨®n del consumidor, aprobada por el Congreso estadounidense en 2010. Esta norma tiene como fin intentar mejorar la transparencia de las empresas y ayudar a los compradores e inversores a tomar decisiones m¨¢s informadas. Est¨¢ principalmente dirigida al comercio y la explotaci¨®n de minerales de la RDC y los pa¨ªses vecinos, porque reconoce que el uso empresarial de estos minerales sirve para financiar a los grupos armados participantes en el conflicto.
Comentaba este gran paso con Caddy en un taxi que nos llevaba a otra charla en Castelldefels durante las jornadas de Ciutats constructores de pau. Ella estaba de acuerdo con que era un gran logro y sin embargo dec¨ªa que al gobierno estadounidense le falta fuerza y voluntad para implementar la ley en su totalidad. ¡°La situaci¨®n sobre el terreno no ha cambiado mucho desde que se aprob¨®, los minerales siguen saliendo de igual forma que antes de la ley. En la actualidad, nosotras estamos inmersas en una campa?a de documentaci¨®n de los aviones que llegan a la zona transportando armas y regresando cargados de minerales. Proceden de todas las partes del mundo¡±. Tambi¨¦n comparti¨® que uno de sus miedos es que esta ley se anule ya que la C¨¢mara de comercio de Estados Unidos y otros grupos empresariales lo est¨¢n intentando desde antes de su aprobaci¨®n.
Empoderar a las mujeres
El objetivo final de Caddy Adzuba es empoderar a las mujeres para que ellas mismas se conviertan en activistas de su causa, a trav¨¦s del encuentro con las v¨ªctimas y el acompa?amiento en su camino de sanaci¨®n, de la denuncia y de la b¨²squeda de justicia.
Por ello, es firme defensora de las Resoluciones 1325 (2000) y 2122 (2013) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que reconocen que la guerra afecta a las mujeres de manera diferente que a los hombres y reafirman la necesidad de potenciar el rol de las mujeres en la adopci¨®n de las decisiones referidas a la prevenci¨®n y la resoluci¨®n de los conflictos.
Aboga para que m¨¢s y m¨¢s mujeres participen en los mecanismos de toma de decisiones de su propio pa¨ªs y a nivel internacional y sobre todo, para que sean tambi¨¦n protagonistas en los procesos de paz.
Mujer fuerte
Caddy me comentaba, en otro de los momentos compartidos en el interior de un taxi, que espera que la concesi¨®n del Premio Pr¨ªncipe de Asturias sirva para dar a conocer la realidad de tantas mujeres y ni?as (y ni?os) en el este de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo y en tantas otras partes del mundo. Y que el Gobierno espa?ol se implique en la resoluci¨®n de este conflicto sabiendo que la causa de toda esta violencia est¨¢ en los recursos naturales y la avaricia de las empresas por controlarlos.
Tambi¨¦n confiesa que, como es muy t¨ªmida, tiene mucho miedo a la ceremonia y al protocolo que rodea al acto de entrega del premio ya que le han comentado que es muy r¨ªgido. Y ella, dice, no se desenvuelve bien en ese mundo tan lejano al que tiene que enfrentarse todos los d¨ªas.
Esto ¨²ltimo no me lo creo mucho despu¨¦s de haber convivido con ella un par de semanas. No tiene miedo a nada ni a nadie y nunca se aparta de su camino de denuncia a pesar de los muchos contratiempos. Cuando el 3 de octubre lleg¨® al aeropuerto de Barcelona para participar en las jornadas de Ciutats constructores de pau proced¨ªa de Turqu¨ªa, donde hab¨ªa estado participando en una reuni¨®n de la ONU. El avi¨®n aterriz¨® en El Prat a la una de la madrugada. Ella era la ¨²nica africana entre el pasaje y los polic¨ªas del control de aduanas la retuvieron durante horas acus¨¢ndola de que su pasaporte era falso.
Al d¨ªa siguiente, sin apenas haber dormido estaba lista frente a los periodistas. Imparti¨® las charlas como si nada hubiera pasado. Le dije que pod¨ªa haber indicado a los polic¨ªas que mirasen en Internet qui¨¦n es ella, la ganadora del ¨²ltimo Premio Pr¨ªncipe de Asturias de la Concordia. Ella sonri¨®, como siempre, y dijo que estaba tan cansada que no pens¨® en eso, pero que estaba segura de que pod¨ªa convencer a los polic¨ªas de que su pasaporte no era falso y de que todo se solucionar¨ªa, como felizmente sucedi¨®.
Posiblemente, es esta convicci¨®n de que todo puede ser distinto si se trabaja por ello lo que otorga a esta mujer la fuerza que tiene y desprende. Por eso, sin dejar que la violencia que rodea su vida la intimide y que las amenazas de muerte le paren los pies, Caddy contin¨²a su lucha sin miedo.
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