¡°50.000 personas llevan nueve meses sin centro de salud¡±
Segunda entrega del diario de la misi¨®n de respuesta r¨¢pida de Unicef en una aldea remota del pa¨ªs africano
D¨ªa dos
Finalmente, las conversaciones con el comit¨¦ de jefes de Kiech Kuon en Sud¨¢n del Sur de las que hablaba en la primera entrada de este diario, tardaron m¨¢s de lo que esper¨¢bamos. Llevamos aqu¨ª ya dos noches y debemos estar preparados para realizar lo que llaman un ¡°centro de registro¡± ma?ana. Aqu¨ª es donde todas las familias vendr¨¢n para que Unicef pueda dar a sus hijos suplementos de vitamina A, pastillas antiparasitarias, vacunas contra la polio y el sarampi¨®n, y para evaluar su estado nutricional.
Mientras tanto, todo el equipo ha podido percibir la magnitud de la situaci¨®n desesperada a la que se enfrenta la gente de Kiech Kuon ¨Cy otro millones de personas a lo largo de Sud¨¢n del Sur. Los equipos de Unicef y el Programa Mundial de Alimentos est¨¢n acampados en el centro sanitario de la aldea, que lleva nueve meses fuera de servicio porque el suministro de medicamentos, material y salarios se acabaron pronto, cuando estall¨® el conflicto en diciembre de 2013. Es el centro de salud de referencia para unas 50.000 personas. Ahora ninguna de estas personas puede hablar con un m¨¦dico, dar a luz con la ayuda de una matrona diplomada, tratarse contra la malaria o, ni siquiera, encontrar un analg¨¦sico.
Para Nyathor Teny, esta situaci¨®n le hizo tener mucho miedo cuando se dio cuenta de que su hija de 11 meses ten¨ªa fiebre alta, tos¨ªa mucho y no pod¨ªa parar su diarrea. ¡°Antes, cuando los ni?os estaban enfermos, les pod¨ªamos llevar al centro de salud, pero eso ya no es posible¡±, dice mientras Thomas Lyimo, el m¨¦dico de esta misi¨®n de Unicef examina a su hija. ¡°He venido aqu¨ª hoy solo porque sab¨ªa que vuestro equipo estaba aqu¨ª. Generalmente no hay ninguna opci¨®n. Solo podemos quedarnos en casa y rezar para que nuestro hijo mejore, pero puede que no mejore, puede que muera. ?Qu¨¦ m¨¢s podemos hacer?¡±
Es un momento muy duro. El doctor Lyimo, Angela Kangori, la especialista de nutrici¨®n de la misi¨®n, y yo nos quedamos en silencio cuando la escuchamos, intentando imaginar el terror y la impotencia de estos padres buscando ayuda para su hija enferma. El doctor Lyimo ni siquiera puede hacer un diagn¨®stico apropiado, porque aqu¨ª no hay laboratorio.
¡°Tiene el pecho cargado, lo puedo o¨ªr, y tiene fiebre alta¡±, dice, usando mi reloj de pulsera para tomarle el pulso a Nyachuol. No queda ning¨²n tipo de material aqu¨ª.
¡°O es tuberculosis o es neumon¨ªa, pero no puedo saberlo con certeza sin una prueba¡±, dice exasperado. Al final le prescribe un antibi¨®tico infantil de amplio espectro que deber¨ªa funcionar en caso de ser neumon¨ªa. Por ahora hay poco m¨¢s que se pueda hacer.
Angela tambi¨¦n da a Nyathor, la madre de Nyachuol, sobres monodosis de pasta de cacahuete de alto contenido nutricional especialmente dise?ada para aumentar el peso y mejorar la salud, que deber¨ªa ayudar al sistema inmunitario de la ni?a para luchar contra la infecci¨®n. Eso es, de nuevo, lo ¨²nico que se puede hacer dadas las circunstancias, pero al menos significa un poco m¨¢s de ayuda de lo que habr¨ªa encontrado de no haber estado nosotros aqu¨ª.
No son solo los ni?os los que carecen de un centro de salud adecuado. Tambi¨¦n he conocido a Nyaruach Del, que me cont¨® que el d¨ªa antes de llegar nosotros a Kiech Kuon, tuvo un aborto cuando llevaba siete meses de embarazo. Parec¨ªa muy entera teniendo en cuenta que esto hab¨ªa ocurrido hac¨ªa solo cuatro d¨ªas. Dice que sus otros tres hijos nacieron en el centro de salud, con ayuda profesional. ¡°Si la cl¨ªnica hubiera estado abierta el beb¨¦ podr¨ªa haber sobrevivido¡±, dice muy poco enfadada en comparaci¨®n con la rabia que yo hubiera sentido de haber ocurrido esto a alg¨²n conocido m¨ªo. ¡°No hab¨ªa nadie que me pudiera ayudar, ?qu¨¦ m¨¢s pod¨ªa hacer?¡±, pregunta Nyaruach discretamente. Otra vez la misma pregunta. Es otro momento muy duro.
Este diario se escribi¨® a finales de verano y a fecha de 7 de octubre se han completado 26 misiones conjuntas de respuesta r¨¢pida, todas ellas en los estados donde el conflicto se ha extendido y la gente huye. Las misiones han alcanzado a m¨¢s de 550.000 personas, incluyendo 116.000 ni?os menores de cinco a?os. Cuatro misiones est¨¢n a punto de terminar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.