Paul Poiret busca la resurrecci¨®n
El dise?ador franc¨¦s fue el primero en concebir su negocio como una marca. Ahora los derechos comerciales de la firma salen a subasta
Lo apodaban El Magn¨ªfico, El rey de la moda. Con permiso de Charles Worth, considerado el primer dise?ador en sentido estricto, Paul Poiret fue el pionero en sentar las bases de la moda tal y como las conocemos hoy: sus trajes flu¨ªdos, basados en la indumentaria ¨¢rabe y oriental, liberaron a unas pocas privilegiadas de las ataduras del cors¨¦. Incluso se atrevi¨® a vestirlas con faldas pantal¨®n. H¨¢bil gestor de su propia fama, el modisto franc¨¦s fue el primero en comercializar perfumes asociados a su firma (los m¨ªticos Parfums de Rosine) e incluso en comercializar una l¨ªnea de decoraci¨®n. Fue, sin duda, el primer creador que concibi¨® su trabajo como una marca, no como un simple negocio.
Pero su tiempo fue otro, una ¨¦poca marcada por la prosperidad que precedi¨® a la Primera Guerra Mundial y por la extravagancia que imperaba en las clases altas. Tras la contienda, no quedaban ganas de celebrar fiestas majestuosas ni de lucir prendas ex¨®ticas. Triunf¨® esa sobriedad sofisticada marca Chanel y Poiret se vio obligado a cerrar su mansi¨®n en 1929. Las ¨¦lites se olvidaron de su impronta y el modisto sobrevivi¨® trabajando como ilustrador hasta su muerte en los a?os cuarenta. M¨¢s all¨¢ de nost¨¢lgicos expertos en moda, de museos e historiadores del traje, pocos lo recuerdan.
Tras la vuelta a la vida de Elsa Schiaparelli o de Irf¨¦, parece que la industria pretende innovar volviendo la vista hacia los inicios de la propia moda
Hasta hoy. La p¨¢gina web dedicada a Paul Poiret amanec¨ªa ayer con un comunicado desconcertante: los archivos, el nombre y los derechos comerciales de la firman salen a subasta p¨²blica. Tan p¨²blica, que cualquiera puede descargarse la solicitud y lanzar su puja hasta el 28 de noviembre. Despu¨¦s la negociaci¨®n, comandada por el bufete Savigny Partners, dejar¨¢ el entorno digital para concretarse en el f¨ªsico.
Ochenta a?os despu¨¦s de su muerte, la resurrecci¨®n planea sobre Paul Poiret. Y lo hace de manos de un hombre tan peculiar y visionario como el propio modisto franc¨¦s. A¨²n no ha cumplido los 40 y Arnaud de Lummen ya atesora m¨¢s de una decena de firmas, entre ellas Paul Poiret. A todas les une el hecho de haberse fundado hace un siglo y haber cerrado sus puertas hace varias d¨¦cadas. Junto a los de Poiret, De Lummen maneja los derechos de Mainbocher (la casa que firm¨® el vestido de novia de Wallis Simpson), Belver (una centenaria marca de maletas que tambi¨¦n acaba de ser relanzada) o Herbert Levine (el zapatero de la ¨¦poca dorada de Hollywood), entre muchas otras. Su emporio de ¡°bellezas durmientes¡±, como a ¨¦l mismo le gusta denominarlas, se gestiona desde el holding Luvanis, con sede en Luxemburgo.
De Lummen no pensaba dedicarse a la moda hist¨®rica, pero su padre le hizo cambiar de opini¨®n cuando le pidi¨® ayuda para relanzar Vionnet, otra marca m¨¢s cercana a los inicios del siglo XX que a los del XXI. Y aunque su vertiginosa sucesi¨®n de directores creativos ha impedido que Vionnet haya encontrado su sitio en la liga de los grandes nombres, lo cierto es que De Lummen cumpli¨® su cometido. Ayud¨® a que compradores y prensa volvieran a prestarle atenci¨®n, y cuando la firma empez¨® a resucitar, se la vendi¨® al magnate italiano Matteo Marzotto por una cifra que nunca ha querido desvelar.
Cree firmemente que la tradici¨®n y la historia de una etiqueta cotizan al alza hoy. No hay que crear firmas nuevas, s¨®lo resucitar legados. ¡°Las bellezas durmientes atraen a los l¨ªderes del lujo y a los emprendedores especializados en gesti¨®n de marca. Pero Paul Poiret es tan famoso que atraer¨¢ a inversores menos conocidos, incluyendo a los que vienen de mercados emergentes¡±, declaraba el empresario en el portal WWD. De hecho, Vionnet es hoy propiedad de Goga Ashkenazi, una inversora kazaja. Y todo apunta a que De Lummen est¨¦ pensando en los pa¨ªses ¨¢rabes para cerrar su negocio. Eso s¨ª, si la subasta no supera las cifras estimadas, se quedar¨¢ con Poiret a la espera de encontrar un comprador adecuado.
Hoy la firma est¨¢ en manos de Arnaud de Lummen, amante de recuperar marcas hist¨®ricas
Curiosamente, en la p¨¢gina web del dise?ador no hay bocetos suyos que anuncien el lanzamiento, sino una fotograf¨ªa de un desfile de alta costura de John Galliano para Dior que tiene similitudes est¨¦ticas con las del modisto parisino. De Lummen afirma que el creador gibraltare?o habr¨ªa sido el mejor para ejercer la resurrecci¨®n, pero Maison Margiela se le ha adelantado.
En cualquier caso, y tras la vuelta a la vida de la maison Elsa Schiaparelli o de la casa de costura Irf¨¦, parece que la industria pretende innovar volviendo la vista hacia los inicios de la propia moda. El mero revival no basta porque, para ellos, el prestigio se mide en d¨¦cadas, si no en siglos. El problema es que Dior, Balenciaga y otras firmas longevas quiz¨¢ no sean el mejor ejemplo; en el peor de los casos su olvido dur¨® unos pocos a?os, y cost¨® muchos m¨¢s volverlas a convertir en protagonistas. Poiret lleva m¨¢s de ochenta a?os enterrada y su recuerdo evoca un tiempo y un espacio tan concretos como est¨¦ticamente ajenos.
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