La secesi¨®n indolora de Artur Mas
Tanto la primera consulta como este falso proceso participativo no son m¨¢s que una farsa que banaliza el valor de las urnas. El ¡®president¡¯ quiere presentarse como el que fue capaz de burlar al Estado, de enga?arlo
Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s notables y constantes de los pol¨ªticos nacionalistas es su habilidad para intentar ponerse siempre en posici¨®n ganadora. Si logran lo que se proponen, pasan por h¨¢biles y astutos. Pero si fracasan, tras haber prometido lo legalmente imposible, entonces adoptan la posici¨®n de v¨ªctimas de un grave atropello a la libertad. Exactamente esto es lo que est¨¢ haciendo Artur Mas desde que el 27 de septiembre firm¨® solemnemente el decreto de convocatoria de la consulta para el 9-N. Estaba cantado que el Gobierno espa?ol iba a recurrir partes sustantivas de la ley de consultas y, por supuesto, el decreto aludido. Y que el Tribunal Constitucional suspender¨ªa cautelarmente ambas cosas. A lo largo de los ¨²ltimos meses, sobre todo durante el verano, diversas declaraciones p¨²blicas de miembros del Gobierno catal¨¢n, muy particularmente de su vicepresidenta, Joana Ortega, hac¨ªan pensar que la Generalitat iba a acatar la previsible suspensi¨®n. Asimismo, Mas traslad¨® en sus encuentros con Mariano Rajoy, Pedro S¨¢nchez y otros l¨ªderes pol¨ªticos que no iba a cometer ninguna ilegalidad. Sin embargo, tambi¨¦n es cierto que en repetidas ocasiones tanto el presidente de la Generalitat como el portavoz del ejecutivo catal¨¢n, Francesc Homs, hab¨ªan afirmado categ¨®rica e insistentemente que se lo iban a poner muy dif¨ªcil al Estado para impedir que se llevara a cabo la consulta.
Tras la suspensi¨®n del TC, el 29 septiembre, los partidos soberanistas vivieron unos d¨ªas de mucha tensi¨®n y reproches mutuos que Mas logr¨® h¨¢bilmente reconducir hacia un nuevo formato de consulta, con la que daba una m¨ªnima satisfacci¨®n a la onerosa campa?a independentista Ara ¨¦s l¡¯hora impulsada por la Asamblea Nacional y ?mnium Cultural. El ocultismo, las vacilaciones y determinadas chapuzas del ahora llamado proceso participativo, puesto en marcha a partir del 14 de octubre mediante instrucciones verbales, e-mails y mucha propaganda institucional, no pueden confundirnos en relaci¨®n a la aut¨¦ntica estrategia de fondo. Si bien el dise?o de esta consulta alternativa es muy deficiente, no estamos ante una decisi¨®n pol¨ªtica improvisada como pudo parecernos al principio. Mas pensaba acatar formalmente la providencia del TC, pero jam¨¢s tuvo intenci¨®n de cumplirla. No olvidemos que en el Parlamento de Catalu?a, ante las dudas que todav¨ªa generaba el nuevo formato entre sus socios pro-consulta, dijo que se trataba de hacer lo mismo, pero sin decreto, pues ¡°lo importante es la pregunta acordada y que haya colegios, urnas y papeletas el 9-N¡±. Seamos claros: Mas est¨¢ burlando la suspensi¨®n del TC, pero sin decirlo, actuando con astucia, exactamente como se vanaglori¨® que har¨ªa. Su forma de proceder se resume en la frase ¡°hay que enga?ar al Estado¡±, pronunciada en el ¨²ltimo encuentro palaciego del bloque soberanista la tarde del 13 de octubre, seg¨²n desvel¨® El Peri¨®dico de Catalunya (26/10/2014). En buena medida est¨¢ haciendo lo que le ped¨ªan ERC y la CUP, pero cambi¨¢ndole el nombre a la consulta por proceso participativo. Sorprende que a veces cueste tanto ver lo obvio. En el otro lado resulta a¨²n m¨¢s pueril la afirmaci¨®n del Gobierno catal¨¢n de que no se puede prohibir lo que no se hace. Escuchando a Homs parece que estemos ante otra variante del pensamiento m¨¢gico independentista, algo parecido a cuando los ni?os peque?os se tapan la cara y afirman que ya no est¨¢n, para luego volver a decir que s¨ª est¨¢n y as¨ª sucesivamente.
La disyuntiva detr¨¢s del 9-N es diab¨®lica: ?qu¨¦ es peor impedirlo o mirar hacia otro lado?
Salta a la vista que el Gobierno espa?ol no pod¨ªa hacer otra cosa que tratar de impedirlo acudiendo nuevamente al TC. Habr¨¢ que ver hasta d¨®nde llega Mas y de qu¨¦ otra astucia de ¨²ltimo minuto es capaz. Muchos confiamos en que el Estado de Derecho y el respeto por el principio democr¨¢tico prevalezcan. Lo que sorprende es que en algunos ¨¢mbitos pol¨ªticos catalanes y del resto de Espa?a se crea que hubiera sido mejor dejar hacer, mirar para otro lado. Es una posici¨®n que comparte la valoraci¨®n negativa de la actuaci¨®n de Mas, pero que quita gravedad o hierro al hecho en s¨ª. Y lo hace por razones t¨¢cticas, de oportunidad social y pol¨ªtica, y de supuesta imposibilidad jur¨ªdica para frenar que la Generalitat despliegue un dispositivo con colegios electorales, urnas y papeletas el 9-N. Es un an¨¢lisis que me parece profundamente equivocado por razones de principio y de estrategia. No me quiero extender mucho en las primeras porque son bastante obvias. En efecto, no es aceptable que una Administraci¨®n act¨²e de facto, intentando burlar la ley o creando un espacio de sombra jur¨ªdica que deja indefensos a los ciudadanos y en los l¨ªmites de la legalidad a los funcionarios que participen. Como tampoco que rompa el principio de neutralidad y ponga todos sus medios al servicio de una performance organizada por independentistas y para independentistas. Tanto la primera consulta, que ya carec¨ªa de abultadas garant¨ªas democr¨¢ticas, como ahora este falso proceso participativo, no son m¨¢s que una farsa que banaliza el valor de las urnas.
En relaci¨®n con la estrategia, la pregunta inicial clave es por qu¨¦ raz¨®n Mas, en lugar de convocar elecciones anticipadas una vez que la consulta fue suspendida por el TC, ha decidido tirar por este camino tan complicado. A eso habr¨ªa una respuesta sencilla: no desea las urnas aut¨¦nticas porque sabe que perder¨ªa el poder, e intenta ganar tiempo ofreciendo un suced¨¢neo. Lo que ocurre es que igualmente est¨¢ atrapado por sus palabras y comprometido con el potente movimiento secesionista a convocar en los pr¨®ximos meses una especie de elecciones con car¨¢cter pretendidamente plebiscitario sobre la independencia. Sabe que ese escenario es casi inevitable e intenta situarse en la mejor posici¨®n posible. Desde este punto de vista, la consulta alternativa le sirve para varias cosas. Primero, podr¨¢ presentarse ante el electorado soberanista como el primer presidente que no solo firm¨® un decreto para preguntar sobre la autodeterminaci¨®n a los catalanes sino que ha hecho todo lo posible para realizar la consulta. Segundo, si llega a realizarla, aunque sea bajo esa f¨®rmula de suced¨¢neo, podr¨¢ presentarse como el presidente que ha sido capaz de burlar al Estado, de enga?arlo. Adem¨¢s, habr¨¢ demostrado que se ha hecho sin que suceda nada, sin ning¨²n estropicio, de forma t¨¦cnicamente legal gracias a un nuevo decreto de ¨²ltimo minuto. Tambi¨¦n, y esto no es menor, habr¨¢ demostrado que en Catalu?a manda la Generalitat, lo cual tendr¨¢ un impacto psicol¨®gico y simb¨®lico de enorme importancia entre la poblaci¨®n. Tercero, en ese caso, sacar¨¢ todo el partido propagand¨ªstico posible, tambi¨¦n a nivel internacional, para liderar una opci¨®n independentista sin declaraci¨®n unilateral que, a diferencia del radicalismo de ERC, prometa ir avanzando por la v¨ªa nuevamente de los hechos y con una negociaci¨®n final con el Estado espa?ol que evite riesgos de colapso financiero.
Demostrar que en Catalu?a manda
la Generalitat tiene un gran
impacto simb¨®lico
En definitiva, el suced¨¢neo de consulta le permite a Mas ganar tiempo, librar otro pulso jur¨ªdico y pol¨ªtico en el que siempre tendr¨¢ la ¨²ltima carta hasta el d¨ªa 9-N, protagonizar la tensi¨®n creciente con el Gobierno espa?ol, y si le sale bien recoger ese fruto en unas elecciones de alto voltaje, de aire presidencial, prometiendo una secesi¨®n indolora sin prisa pero sin pausa. En caso contrario, en el que el TC suspende cualquier posibilidad de celebrar el 9-N desde la Generalitat, siempre podr¨¢ refugiarse en el lamento y el victimismo, aunque entonces no parece tan claro que desee correr el riesgo de ir a unas elecciones con un historial de fracasos tan abultado: haber adelantado dos veces las elecciones a mitad de mandato, haber aprobado solo unos presupuestos, apenas haber legislado m¨¢s que la ley de consultas y, finalmente, haber fracasado en su materializaci¨®n. Por tanto, frente a la v¨ªa unilateral de Oriol Junqueras, que es muy improbable que alcanzase la mayor¨ªa absoluta en unas elecciones, la promesa indolora de Mas requiere como condici¨®n previa un 9-N propagand¨ªsticamente triunfante. La disyuntiva que se nos presenta es diab¨®lica, ?qu¨¦ es peor, impedirlo o mirar hacia otro lado? Parece que en ambos escenarios Mas siempre gana. Sin embargo, no tengo dudas, prefiero a un nacionalista que esgrima victimismo si a cambio prevalece el Estado de Derecho y el principio democr¨¢tico.
Joaquim Coll es historiador y coeditor del libro Catalu?a. El mito de la secesi¨®n, desmontando las falacias del soberanismo (Almuzara, 2014).
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