La soledad de un seductor
En una finca extreme?a acab¨® Manzanares. Un consumado artista pero inconstante y de escasa ambici¨®n. Quiz¨¢ por eso, la huella de su toreo ha sido menos profunda de lo que pudo haber sido
"Josemari ha muerto de soledad; no abandonado, pero s¨ª solo e infeliz". Esta es la sincera y dolida reflexi¨®n de uno de los pocos amigos cercanos que tuvo el torero en los ¨²ltimos tiempos.
Jos¨¦ Mar¨ªa Dols Abell¨¢n (Manzanares para la gloria taurina) fue encontrado sin vida el pasado martes en una habitaci¨®n de su finca extreme?a, donde viv¨ªa desde hace a?os apartado del mundo. All¨ª, solo el hombre, entre toros, campos de ma¨ªz y sus recuerdos, acab¨® de manera inesperada una existencia jalonada de muchas luces y algunas sombras, de reconocimientos y duras cr¨ªticas, de conocidos circunstanciales y seguidores veleidosos, de largas fiestas y mujeres guapas, de lances arrogantes y alguna bravuconada, de amigos y enemigos ¨ªntimos, de destellos de felicidad y largas noches de tristeza¡
All¨ª, en la finca extreme?a, acab¨®, sobre todo, un torero privilegiado, nacido para la gloria, un creador de belleza, referencia fundamental de la compostura, el gusto, la calidad y el sabor torero; un hombre atractivo, dotado de una gran elegancia y un natural poder de seducci¨®n; un consumado artista, indolente, tambi¨¦n, inconstante, conformista y de escasa ambici¨®n. Quiz¨¢ por eso, la huella de su toreo ha sido menos profunda de lo que pudo haber sido a pesar de tantos ditirambos imp¨²dicos como han derramado estos d¨ªas sus propios compa?eros, que han competido a la hora de encontrar adjetivos tan sonrojantes como irreales.
¡°Era raro como todos los toreros ¡ªa?ade su amigo¡ª, ten¨ªa un temperamento fuerte, manten¨ªa una dif¨ªcil relaci¨®n con su familia y pasaba los d¨ªas en su finca apartado de todo y de todos, sin ilusiones¡±.
¡°Josemari era un bohemio ¡ªse?ala un admirador de muchos a?os¡ª, buena persona, muy puro, amigo de sus amigos, respetuoso con sus compa?eros y con una afici¨®n desmedida¡±.
Vivi¨® la vida a tope. Y convertido ya en personaje famoso fue el objeto de deseo de las bellezas patrias y for¨¢neas
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares naci¨® en Alicante el 14 de abril de 1953, hijo de Pepe Manzanares, un enfermo de los toros que dej¨® sus tareas en el puerto para probar suerte como novillero y ganarse, finalmente, el sustento como banderillero. ?l fue quien inocul¨® a su hijo el veneno de la torer¨ªa, y a los tres a?os ya toreaba de sal¨®n. Pronto se descubri¨® que las fibras del chaval eran especiales y en el incipiente aficionado aflor¨® la elegancia cl¨¢sica con la que ha entrado en la leyenda.
Acababa de cumplir los 18 a?os cuando tom¨® una alternativa de lujo en su Alicante natal de manos de dos grandes figuras: Luis Miguel Domingu¨ªn como padrino, y Santiago Mart¨ªn El Viti como testigo. Era el 24 de junio de 1971.
Comenzaba ese d¨ªa una carrera larga, que se extender¨ªa hasta el 1 de mayo de 2006, cuando la tarde de la presentaci¨®n como novillero de un juvenil Cayetano en la Maestranza sevillana decidi¨® romper el guion previsto y robarle el protagonismo al muchacho al decidir en un acto de rabia cortarse la coleta. Enfadado por el mal juego de sus toros, llam¨® a su hijo quien, tijera en mano, le desprendi¨® el a?adido y puso fin, definitivamente, a su trayectoria.
Fueron 35 a?os de presencia casi continuada en los ruedos; muchas temporadas ¡ªretiradas ef¨ªmeras y vueltas ilusionantes incluidas¡ª que vinieron a corroborar la clase innata del torero, su corto compromiso con la fiesta y consigo mismo y un car¨¢cter d¨ªscolo que le provoc¨® no pocos contratiempos.
Figura indiscutible durante muchos a?os, imprescindible en todas las ferias importantes de Espa?a y Am¨¦rica, Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares se convirti¨® por derecho propio en la referencia del clasicismo taurino. Triunf¨® en Las Ventas, pero un sector de la plaza lo convirti¨® en blanco constante de ataques feroces; quiz¨¢ por eso, lo adopt¨® Sevilla, a la que deleit¨® con detalles de su calidad, aunque nunca lleg¨® a traspasar la puerta de la gloria. Y mientras muchos aficionados se sent¨ªan arrobados por sus sublimes instantes de creaci¨®n art¨ªstica, algunos cr¨ªticos exigentes denunciaban su actitud conformista y ventajista ante los toros.
Se cas¨® en 1977 con Yeyes Samper, con la que tuvo cuatro hijos, dos chicas, Ana Mar¨ªa y Yeyes, y dos chicos, Jos¨¦ Mar¨ªa, matador de toros, y Manuel, rejoneador. Vivi¨® la vida a tope, celebr¨® los ¨¦xitos ¡ªsobre todo, en Am¨¦rica¡ª con generosidad y sin prisas, y convertido ya en personaje famoso y con dinero, fue el objeto de deseo de bellezas patrias y for¨¢neas.
Un supuesto romance con una guapa oficial fue el detonante de su divorcio, y, tambi¨¦n, de su particular destierro a tierras extreme?as. Comenz¨®, adem¨¢s, una etapa dif¨ªcil con sus v¨¢stagos, que no superaron la separaci¨®n de sus padres, y un grave desencuentro con Jos¨¦ Mar¨ªa, por serias discrepancias sobre la gesti¨®n de su carrera como matador de toros. Y algo m¨¢s hubo porque el padre no estuvo presente en la boda de su hijo torero.
?Fue Jos¨¦ Mar¨ªa un mujeriego? ¡°Josemari quer¨ªa mucho a su mujer y siempre se ha preocupado por sus hijos; especialmente, por Ana Mar¨ªa, que sufre un problema de salud¡±, responde el amigo cercano.
Pero¡ ¡°No hay torero bueno al que no le gusten las mujeres¡¡±.
Atr¨¢s quedaron sus peleas con un cr¨ªtico salmantino que lo zahiri¨® y despreci¨® con maldita sa?a, su enfrentamiento con El Soro en el ruedo de Valencia por un quite a destiempo, y sus gestos arrogantes con algunos presidentes que lo sancionaron por actitudes o decisiones inapropiadas. Sin duda, era Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares un hombre apasionado, aunque no son pocos los que opinan que lo fue m¨¢s en la calle que en el ruedo.
Admir¨® a Antonio Ord¨®?ez, visit¨® muy poco las enfermer¨ªas, le gustaba hablar de campo y de toros, le encantaba el flamenco y se atrev¨ªa a bailar cuando la ocasi¨®n lo requer¨ªa. Hab¨ªa fumado mucho, pero presum¨ªa de ser un atleta, y retaba a sus amigos a igualar los mil abdominales que, aseguraba, hac¨ªa cada d¨ªa.
Genio y figura hasta que se encerr¨® en el campo y la soledad fue su compa?¨ªa. En Extremadura, con sus angustias a cuestas, abandonado por ¨¦l mismo, muri¨® un artista seductor, aquejado, como todos, de grietas en su alma, pero tocado por la genialidad, aunque ¨¦l nunca estuviera dispuesto a desarrollar todo su conocimiento.
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