La falacia
El acuerdo de CC OO con el PP en Caja Madrid se incumpli¨® de manera flagrante
En diversas informaciones recientes y en alg¨²n art¨ªculo de opini¨®n se achaca la deplorable gesti¨®n de Caja Madrid y su desastroso resultado al pacto que hace dieciocho a?os firmaron CC OO y el PP de Madrid, lleg¨¢ndose a afirmar que el sindicato obtuvo un extenso pliego de contrapartidas a cambio de perpetrar la sustituci¨®n en la presidencia de la entidad. Una y otra sentencias, tergiversando el texto y obviando el contexto de aquel acuerdo, han engendrado una insostenible falacia.
El contenido a examinar apenas sobrepasa los tres folios; y sus cuatro apartados est¨¢n redactados con absoluta claridad y sin ambig¨¹edades. Ya que para descalificar a CC OO y a sus dirigentes de entonces se ha eludido tan f¨¢cil an¨¢lisis de lo que est¨¢ escrito, pasemos a escudri?arlo.
El primer punto del primer apartado estableci¨® ¡°el compromiso p¨²blico de defensa de la actual naturaleza jur¨ªdica de las cajas de ahorro¡..y la oposici¨®n a cualquier f¨®rmula de privatizaci¨®n, total o parcial¡±. Se pretend¨ªa as¨ª disipar la incertidumbre generada por quienes alegando falta de definici¨®n en los t¨ªtulos de propiedad de las cajas, auspiciaban la entrada de grandes grupos de inversi¨®n privados.
El tercer punto contemplaba la ¨²nica contrapartida singular a las CC OO: ¡°garant¨ªa de interlocuci¨®n propia y directa del grupo de representantes de CC OO en los ¨®rganos de gobierno de Caja Madrid con la presidencia, al mismo nivel que otras asociaciones presentes en el Consejo de Administraci¨®n¡±. ?Gran y gravosa osad¨ªa del sindicato m¨¢s representativo de Caja Madrid, que aspiraba a ser tratado igual que otras asociaciones de menor representatividad!
El pacto no se cumpli¨® como otros de car¨¢cter socioecon¨®mico, sin que por eso reneguemos de ellos
El segundo apartado versaba sobre el ¡°dise?o de pol¨ªticas estrat¨¦gicas¡±, orientadas al ¡°impulso de pol¨ªticas de inversi¨®n en sectores estrat¨¦gicos: Telecomunicaciones, Energ¨ªa, Agua, Distribuci¨®n, Seguros e Inmobiliario¡±. Continuaba con ¡°el apoyo a la econom¨ªa productiva; a las peque?as y medianas empresas y a la econom¨ªa social en sus diferentes aspectos¡±. En referencia a los pr¨¦stamos hipotecarios se indicaba textualmente: ¡°reactivaci¨®n de las operaciones con promotores y, sobre todo, con las f¨®rmulas de cooperativas de viviendas sociales, que deben ser clientes preferenciales de Caja de Madrid¡¡. y con rigurosos an¨¢lisis de riesgo en cada caso¡±. O sea que, en contra de lo sentenciado, las directrices introducidas por CC OO en el acuerdo, lejos de hacer posible la desastrosa gesti¨®n posterior, la habr¨ªan impedido. Ciertamente el acuerdo se incumpli¨® flagrantemente; como lamentablemente se han incumplido en nuestro pa¨ªs casi todos los acuerdos socioecon¨®micos, Pactos de la Moncloa incluidos, sin que por ello reneguemos de haberlos suscrito en su momento.
En el tercer ep¨ªgrafe, centrado en la gesti¨®n interna y las relaciones laborales se acord¨® otra desmesura: ¡°Abono de atrasos de las cuant¨ªas congeladas en la aplicaci¨®n del Convenio 1995-97(4 pagas) y garant¨ªas de no adopci¨®n, sin acuerdo, de medidas restrictivas¡±. Para continuar con la extorsi¨®n, el sindicato se preocup¨® de comprometer la ¡°exteriorizaci¨®n de los compromisos por pensiones mediante un plan de pensiones de empleo¡±. Un paso ineludible para ajustarse a la ley 30/95 de Ordenaci¨®n y Supervisi¨®n de los Seguros Privados para que: ¡°de este modo se garantice el reconocimiento de los derechos pasados y las deducciones fiscales pertinentes para la Caja de Madrid, renunciando a la posibilidad de solicitar el mantenimiento de un fondo interno¡± (opci¨®n que, no obstante, habr¨ªa estado avalada por la citada ley de forma excepcional).
El cuarto y ¨²ltimo cap¨ªtulo referido a la Fundaci¨®n y Obra Social termin¨® por poner en evidencia la voracidad de CC OO puesto que la primera recomendaci¨®n del acuerdo consisti¨® en evitar las duplicidades que se ven¨ªan registrando en actividades realizadas por las distintas instancias de la Caja. Hasta aqu¨ª lo esencial del texto (su totalidad puede consultarse en Internet), que no deja lugar a dudas sobre ¡°la tramposa sem¨¢ntica de la pol¨ªtica torticeramente empleada por los dirigentes de CC OO para ocultar su connivencia en el asalto a los dep¨®sitos de Caja Madrid¡±.
En cuanto al contexto son ineludibles algunos rasgos. El primero de ellos es que hac¨ªa m¨¢s de un a?o que el PP gobernaba en la Comunidad y en el Ayuntamiento de Madrid, lo que le otorgaba mayor¨ªa de representantes en los ¨®rganos de la Caja; y encima acababa de ganar tambi¨¦n las elecciones generales en marzo de 1996. Si se repasan las hemerotecas entre mayo y septiembre de aquel a?o, especialmente la de EL PA?S, se comprobar¨¢ la creciente tensi¨®n en el seno de los ¨®rganos provocada sobre todo por el PP, que se consideraba legitimado para tener la presidencia como la hab¨ªa tenido desde 1988 la anterior mayor¨ªa gobernante. Pero tambi¨¦n qued¨® recogida en este peri¨®dico la negativa de CC OO a secundar la ¡°operaci¨®n derribo del Sr. Terceiro¡± (EL PA?S, 15/06/96). Y cuando este mismo medio informaba de la existencia de ¡°un principio de acuerdo entre PP, PSOE e IU para facilitar el relevo en la presidencia¡± en torno a la Asamblea extraordinaria del 22 de julio de aquel a?o, daba fe simult¨¢neamente de que CC OO apoy¨® al presidente en aquella misma sesi¨®n,¡ pese ¡°al ataque en toda regla al partido conservador¡± que supuso su discurso (EL PA?S, 23/07/96). Pero la ingobernabilidad de la Caja no pod¨ªa prolongarse, como se acusaba en medios financieros (casi todos los peri¨®dicos de tirada nacional se hicieron eco de esta inquietud). Los consejeros m¨¢s pr¨®ximos al se?or Terceiro suger¨ªan que si ¨¦ste dimit¨ªa previamente, ellos pod¨ªan apoyar a continuaci¨®n la elecci¨®n de Miguel Blesa (EL PA?S, 5/09/96). Pero no se produjo este escenario en el que eludir la corresponsabilidad en la superaci¨®n del bloqueo institucional de la Caja.
Es deplorable la? superficialidad con que se intenta denigrar a Comisiones Obreras
CC OO no eludi¨® la suya; y fue la ¨²nica que puso negro sobre blanco sus condiciones, las negoci¨® abiertamente y se plasmaron en un acuerdo absolutamente transparente. Ahora es tambi¨¦n la ¨²nica que recibe los improperios, aunque los dem¨¢s componentes del Consejo se sumaron inmediatamente al nuevo consenso en los ¨®rganos de gobierno sin que haya trascendido nunca si obtuvieron o no contrapartida alguna.
Algunos otros extremos de la demonizaci¨®n del acuerdo analizado no merecen m¨¢s extensi¨®n en la respuesta, porque unos, como la supuesta ¡°violaci¨®n flagrante de la Ley 5/1992¡± es una presunci¨®n tan novedosa como insostenible; y otras, como la relaci¨®n con el muy posterior contrato laboral del que fuera secretario general para coordinar el programa de colaboraci¨®n entre la Fundaci¨®n Cajamadrid y las universidades p¨²blicas madrile?as, es una insidiosa insinuaci¨®n que podr¨ªa hab¨¦rsela evitado su propalador con tan solo repasar las hemerotecas que atestiguan la falsedad del supuesto pago de favores sugerido.
Se agradece el reconocimiento del determinante papel de CC OO en la ca¨ªda del r¨¦gimen fascista de Franco y en la construcci¨®n del sistema de libertades del que participamos con el af¨¢n de mejorarlo cada d¨ªa; pero es l¨¢stima grande que tengamos que deplorar la superficialidad con la que personas a quienes respetamos y apreciamos, intentan denigrar a las CC OO actuales como si fuesen un engranaje m¨¢s del podrido entramado que carcome la democracia.
Antonio Guti¨¦rrez Vegara fue secretario general de CC OO entre 1987 y 2000. Francisco Javier L¨®pez Martin es secretario confederal de Formaci¨®n de CC OO y firmante del acuerdo de 1996 sobre Cajamadrid.
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