Burkina Faso, la ¡°revoluci¨®n¡± fue tuiteada

Quiz¨¢ sea verdad, como dec¨ªa la famosa canci¨®n de Gil Scott-Heron, que la revoluci¨®n no ser¨¢ televisada; sin embargo, lo que es casi seguro es que s¨ª que ser¨¢ tuiteada y, para muestra el bot¨®n de los ¨²ltimos acontecimientos en Burkina Faso. La revuelta popular, que desemboc¨® el 31 de octubre en la dimisi¨®n de Blaise Compaor¨¦, ha dejado una profunda huella en Twitter. Tanto que hasta el presidente depuesto ha utilizado esta plataforma para explicar sus movimientos y para hacer p¨²blicas sus declaraciones oficiales, incluso, cuando se encontraba camino de un incierto exilio. Esta plataforma ha permitido amplificar la participaci¨®n pol¨ªtica de ciudadanos an¨®nimos y, al mismo tiempo, ha hecho posible que muchos m¨¢s interviniesen, de diferentes maneras, en un momento crucial de la vida del pa¨ªs.

M¨¢s all¨¢ de la evoluci¨®n que siga al proceso, lo cierto es que los d¨ªas 30 y 31 de octubre de 2014 quedar¨¢n para la historia de Burkina Faso como las jornadas en las que un levantamiento civil de la capital puso en fuga a un presidente ampliamente contestado. Sin duda, han sido las protestas en las calles de Ouagadougou (y tambi¨¦n de Bobo Dioulaso) las que ha acabado con el r¨¦gimen de Compaor¨¦ despu¨¦s de 27 a?os en el poder y no los mensajes de 140 caracteres lanzados en la plataforma de microblogging. Sin embargo, Twitter ha sido una ventana privilegiada desde la que usuarios de todos los rincones del mundo han seguido los acontecimientos en la capital burkinesa.

La oposici¨®n y amplios sectores de la sociedad civil llevaban d¨ªas denunciando la voluntad de Blaise Compaor¨¦ de institucionalizar su apego al poder con una reforma de la Constituci¨®n, pero no hab¨ªan conseguido que sus voces se escuchasen m¨¢s all¨¢ de las manifestaciones. La Assembl¨¦e National deb¨ªa votar la modificaci¨®n constitucional el 30 de octubre por la ma?ana. En un mismo momento, los manifestantes asaltaron el parlamento y Twitter y la plataforma de microblogging comenz¨® a arder antes incluso que el edificio de la asamblea.

Previamente, la red ya hab¨ªa alertado de un apag¨®n de las telecomunicaciones animando un clima de clandestinidad que incrementaba la ¨¦pica y el inter¨¦s de los usuarios.

A partir de ese momento y durante el resto de la ma?ana, Twitter permit¨ªa seguir los movimientos de los manifestantes como si de un reallity show se tratase: los estragos en la Assembl¨¦e National, primero; el asalto a la televisi¨®n p¨²blica, despu¨¦s; y el saqueo de diferentes edificios de la administraci¨®n, sedes del partido de gobierno y casas de pol¨ªticos pr¨®ximos al r¨¦gimen, m¨¢s tarde. As¨ª, comenzaron a replicarse las im¨¢genes que se har¨ªan virales, la de los cristales rotos del parlamento, las que mostraban a dos manifestantes euf¨®ricos, uno de ellos con un escudo de los agentes antidisturbios de la polic¨ªa o la de los asaltantes sentados en la mesa del telediario de la RTB1, justo despu¨¦s de que ¨¦sta dejase de emitir.

Y cuando los manifestantes se plantaron delante del palacio presidencial, Twitter empez¨® a ejercer de altavoz de la situaci¨®n de confusi¨®n que se viv¨ªa en el pa¨ªs. Lo ¨²nico que parec¨ªa claro a esas alturas era que la votaci¨®n para la reforma de la Constituci¨®n hab¨ªa quedado suspendida. Por otro lado, el presidente, Blaise Compaor¨¦, desaparecido durante unas horas, consigui¨® una ubicuidad excepcional. En pocos minutos, pasaba de haberse refugiado en Lom¨¦ (Togo), a haber aterrizado en Dakar (Senegal) o estar escondido en Abiy¨¢n (Costa de Marfil) siempre a trav¨¦s de ¡°fuentes confirmadas¡±. Otros, m¨¢s audaces, lo situaron en Paris, Marruecos e, incluso, en Oriente Medio, con mucho menos ¨¦xito de reproducci¨®n del mensaje. Esta situaci¨®n termin¨® generando cierta mofa sobre la capacidad para esconderse del presidente. M¨¢s tarde se supo que en ese momento, Compaor¨¦ no hab¨ªa dejado todav¨ªa Uagadug¨².

Todos los acontecimientos que se desarrollaron despu¨¦s, tuvieron tambi¨¦n su reflejo en Twitter, un reflejo tan v¨ªvido que incluso reproduc¨ªa la ambig¨¹edad y el desconcierto de la crisis. Los tuiteros informaban del rechazo del ej¨¦rcito a hacer frente a la revuelta, de los movimientos de los l¨ªderes de la oposici¨®n, de sus declaraciones y posicionamientos, de las negociaciones, las idas y venidas de embajadores y presumibles mediadores, del n¨²mero de fallecidos en los enfrentamientos o del clima en las calles.

La situaci¨®n no se aclar¨® durante el d¨ªa. Entre las declaraciones ambiguas de los responsables m¨²ltiples del ej¨¦rcito, las de Blaise Compaor¨¦ neg¨¢ndose a dimitir y buscando ganar tiempo con la disoluci¨®n del gobierno y la espera de la oposici¨®n que reclamaba un cambio definitivo, la tuitosfera, igual que el resto de los burkineses, se fue confusa a dormir. La pregunta m¨¢s repetida a ¨²ltima hora de la noche del primer d¨ªa de la revuelta era qui¨¦n gobernaba el pa¨ªs. Esta inquietante duda hizo que el 31 de octubre el levantamiento no se disolviese, sino que se hizo m¨¢s grande.

S¨®lo uno de los elementos de la ecuaci¨®n se despej¨® durante ese segundo d¨ªa. Compaor¨¦, definitivamente, dimiti¨® dejando ¡°vacante el poder¡±.

La confusi¨®n, a partir de ese momento, se centraba en el papel del ej¨¦rcito, o m¨¢s bien, de los diferentes l¨ªderes militares y de las figuras que se autoproclamaban responsables de la transici¨®n. La detenci¨®n de algunos de ellos, termin¨® por dejar el s¨¢bado una sola carta, la del coronel Isaac Yacouba Zida.

Ni los tuiteros, ni los ciudadanos burkineses se olvidaron de la necesidad de poner un nombre a esta inc¨®gnita. Sin embargo, en un primer momento, prefirieron saborear una situaci¨®n que se vivi¨® como una victoria.

Esperando a que la situaci¨®n se normalizase, los mensajes en la plataforma de microblogging se centraban en mantener una cierta tensi¨®n, para evitar que el ¨¦xito conseguido fuese aprovechado por un futuro r¨¦gimen militar que no ofreciese a los manifestantes las mejoras por las que se hab¨ªan echado a la calle.

Despu¨¦s de la resaca de la desaparici¨®n de Blaise Compaor¨¦ de la escena pol¨ªtica burkinesa, los tuiteros se empe?aron el s¨¢bado por la ma?ana en dejar en la plataforma una imagen positiva del pueblo burkin¨¦s, quiz¨¢ para equilibrar la agresividad de las im¨¢genes generadas por las protestas. Los usuarios de Twitter m¨¢s activos del pa¨ªs se hicieron eco de una iniciativa, la Op¨¦ration Mana Mana, mediante la que se moviliz¨® a la poblaci¨®n para la reconstrucci¨®n y la limpieza de los desperfectos provocados durante las manifestaciones de los d¨ªas anteriores. Paralelamente segu¨ªan reclamando una transici¨®n civil, aunque evidentemente la figura de Zida no generaba un rechazo comparable al del presidente depuesto.

La revoluci¨®n (#)Lwili

Durante la ma?ana del jueves, en un intento por poner un nombre ¨¦pico al levantamiento que se estaba viviendo en las calles de las principales ciudades burkinesas, algunos tuiteros hablaron de la revuelta como la "R¨¦volution des Hirondelles" (la revoluci¨®n de las golondrinas) haciendo referencia a uno de los s¨ªmbolos del pa¨ªs, el Lwili Peend¨¦, un pa?uelo con la estampaci¨®n de una golondrina que lleva un mensaje en su pico, y que se ha convertido en una ense?a burkinesa desde despu¨¦s de la II? Guerra Mundial.

Se da la circunstancia de que ese mismo pa?uelo llev¨® a la tuitosfera burkinesa a elegir ese nombre como su hashtag (etiqueta utilizada en Twitter) identificativo. La similitud de ese s¨ªmbolo nacional con el logotipo de Twitter (un p¨¢jaro, tambi¨¦n) hizo que en mayo de 2013 se estableciese, oficiosamente, #Lwili (que significa p¨¢jaro en moree) como el hashtag para identificar los mensajes de los tuiteros burkineses (que ya se usaba antes). De esta manera hace ya m¨¢s de un a?o y medio que la comunidad de microblogueros del pa¨ªs utiliza el #Lwili como si se tratase de una denominaci¨®n de origen.

No es de extra?ar que ante unos acontecimientos como los de los ¨²ltimos d¨ªas, percibidos como cruciales, se haya echado mano de esta herramienta. El ¨¦xito del uso de esta etiqueta para todo tipo de mensajes relacionados con la revuelta ha llevado en algunos momentos a la confusi¨®n de considerarla el hashtag del levantamiento. A diferencia de lo que ha ocurrido en otros lugares, #Lwili no ha sido una iniciativa creada exprofeso para este movimiento, un papel que corresponder¨ªa a otros hashtags como #BlaiseDegage o #Compaor¨¦Degage (Compaor¨¦ l¨¢rgate), sin embargo, se ha impuesto como el hilo m¨¢s adecuado para compartir informaciones y opiniones sobre esa "revoluci¨®n" en Burkina Faso. Por tanto, no ha tenido un papel de movilizaci¨®n de los ciudadanos en torno a las protestas, sino m¨¢s bien de canal de comunicaci¨®n y de espacio de intercambio de informaciones y de opiniones.

Foto3: Comparaci¨®n del uso de los hashtags #Burkina, #Lwili y #Compaor¨¦Degage, a partir de los datos de la herramienta Analytics Topsy.

El uso de #Lwili ha llegado a acercarse considerablemente al hashtag que aparec¨ªa como m¨¢s evidente (#Burkina). Ha sido utilizado por la comunidad de usuarios burkinesa y por otras comunidades amigas como la senegalesa, la marfile?a o la camerunesa, adem¨¢s de por la di¨¢spora. Ha sido empleado por medios de comunicaci¨®n internacionales tanto de la esfera franc¨®fona como de la angl¨®fona, desde Foreign Policy o The Guardian, hasta Radio France International (Rfi) o France24. He, incluso, el ex presidente Blaise Compaor¨¦ lo coloc¨® en sus tweets, evidentemente, con el objetivo de llegar al mayor n¨²mero de personas interesadas por los hechos en Burkina que fuera posible.