?¡®Podemos¡¯ enfrentarnos a este mundo?
Espa?a debe plantearse su papel en las principales cuestiones que afectan a la pol¨ªtica global
Uno de los peores efectos de la crisis y la corrupci¨®n rampante es que est¨¢ reduciendo peligrosamente el horizonte del debate pol¨ªtico. Es cierto que ahora toca poner orden en la propia casa, y la catarsis colectiva deber¨ªa llevarnos a encontrar un nuevo modelo de convivencia. Pero al mismo tiempo, tenemos que echar un vistazo al mundo -principalmente a la Europa donde hemos crecido como pa¨ªs- y hacernos las grandes preguntas: ?En qu¨¦ clase de pa¨ªs queremos vivir, y en qu¨¦ mundo? ?Qu¨¦ pa¨ªses europeos pueden servirnos de ejemplo en calidad democr¨¢tica, en pol¨ªticas sociales? ?C¨®mo puede Espa?a impulsar una verdadera Europa pol¨ªtica y social, y junto a qu¨¦ socios??C¨®mo superar el lastre de la deuda y el desempleo? ?Qu¨¦ instrumentos de la Uni¨®n nos sirven, y qu¨¦ otros nuevos se necesitan? ?C¨®mo podemos evitar un regreso al futuro de los nacionalismos?
Pero nada de nada, el personal est¨¢ a otra cosa: a las encuestas y las batallitas electorales. Durante esta legislatura, el Gobierno de Rajoy ha hecho poco m¨¢s que cumplir los deberes impuestos por la canciller Merkel y por los mercados. Espa?a apenas ha tenido voz o presentado iniciativas en espacios de r¨¢pida transformaci¨®n: Latinoam¨¦rica, mundo ¨¢rabe, el Sahel africano, India, China, o la vecindad de Rusia; ha abandonado la cooperaci¨®n al desarrollo: se ha atascado en su pol¨ªtica energ¨¦tica y medioambiental; ha perdido prestigio. As¨ª las cosas, no sabemos si el "fen¨®meno Podemos", que viene cargado de energ¨ªas, ayudar¨¢ a poner el pa¨ªs en la v¨ªa correcta; o si por el contrario va a meternos en un callej¨®n sin salida. Hasta el momento, tenemos pocas pistas y un enfoque demasiado dom¨¦stico. En el Parlamento Europeo, falta mucho rodaje; en los C¨ªrculos, las propuestas hasta ahora son, muy gen¨¦ricas -derechos humanos, derecho internacional-, poco elaboradas, dif¨ªciles de conciliar entre s¨ª, e incluso algo naif, con ecos izquierdistas de la Transici¨®n: los no alineados (ahora emergentes), el pacifismo, antiOTAN, pro-Rusia, pro-Palestina. Y sin embargo, es de esperar que tambi¨¦n en este terreno acabe imponi¨¦ndose una "centralidad" y propuestas m¨¢s elaboradas, sin lastre ideol¨®gico, dentro de los m¨¢rgenes del principio de realidad que marca la pol¨ªtica internacional, desde Tuc¨ªdides y Maquiavelo hasta hoy. Por eso, merece la pena hacer una relectura de algunos aspectos interesantes que han ido surgiendo.
Primero, Espa?a son los espa?oles. Y el Gobierno confunde el modelo de pa¨ªs que se pretende, con una imagen-pa¨ªs inventada. Su plomiza "estrategia" que ha llevado al Congreso, dibuja un pa¨ªs de las hadas, supuesto ejemplo de democracia avanzada. En medio de una desigualdad rampante, con el IVA cultural por las nubes y la inversi¨®n en I+D +i por los suelos, la tan cacareada marca Espa?a ha conseguido exasperar a escritores, artistas, j¨®venes en paro y cient¨ªficos exiliados.
la intervenci¨®n militar como respuesta a conflictos o crisis humanitarias necesita una vuelta de tuerca
Luego, Europa precisa un giro radical. Pero ser¨ªa bueno rebajar la ret¨®rica de la "soberan¨ªa nacional" y de los "pueblos soberanos del Sur de Europa" humillados por el lobby financiero y Bruselas. Ese discurso, en la pr¨¢ctica, y sin quererlo, da alas a los malos soberanistas: populismos de derechas y nacionalismos varios, y puede alinear a las opiniones p¨²blicas del Norte (Alemania, Holanda, Finlandia) en contra de buenas propuestas. Tampoco parece prudente "derogar el Tratado de Lisboa" sin tener un recambio a la vista. Es mejor apostar por una soberan¨ªa post-nacional (en eso coinciden te¨®ricos muy dispares, desde ?tienne Balibar a Jurguen Habermas): una soberan¨ªa compartida, en una Federaci¨®n europea. La narrativa no es tanto la liberaci¨®n de los pueblos (la Internacional comunista, o la descolonizaci¨®n) como la uni¨®n de los ciudadanos. Aqu¨ª es m¨¢s Kant ("Una federaci¨®n permanente, en continua expansi¨®n¡" La paz perpetua) que Hegel o Marx. O incluso, podr¨ªa darse un populismo europe¨ªsta en favor de mayor participaci¨®n y cohesi¨®n social frente al poder financiero. En cualquier caso, en el marco europeo, nuestro gran referente no puede ser la experiencia del default latinoamericano. Se puede aprender mucho de los errores del ajuste impuesto en su d¨ªa a Argentina o Uruguay. Hasta tendr¨ªa sentido "auditar" la deuda y, eventualmente, "reestructurar" una parte de ella. Pero pese a la crisis y la austeridad, Espa?a vive en un entorno de integraci¨®n supranacional muy compleja de veintiocho pa¨ªses. Espa?a no podr¨ªa plantear ese ¨®rdago en solitario - a riesgo de pagar un precio muy alto - sino de manera calculada y con el apoyo de otros, no solo Portugal o Grecia, sino Italia y Francia; y eso requiere negociar mucho y un enorme liderazgo pol¨ªtico. Tan importante o m¨¢s que eso, es poner el foco en el crecimiento, mediante un Banco Central Europeo orientado al empleo (como la Reserva Federal de EEUU); pol¨ªticas fiscales y monetarias expansivas; m¨¢s cr¨¦dito de una banca saneada; un Parlamento Europeo m¨¢s exigente frente a los poderes econ¨®micos; inversiones masivas p¨²blico-privadas en infraestructuras, conocimiento y tecnolog¨ªa; y a medio plazo una mutualizaci¨®n parcial de la deuda. Todo lo cual anuncia un proceso constituyente a medida que se hagan avances. Eso es por lo que deber¨ªan estar peleando los Socialdem¨®cratas y la Izquierda en el Parlamento Europeo, m¨¢s all¨¢ de guerrillas t¨¢cticas o nominalistas.
Paralelamente, la intervenci¨®n militar como respuesta a conflictos o crisis humanitarias necesita una vuelta de tuerca. Es hora de elaborar una doctrina espa?ola y europea espec¨ªfica para el uso de la fuerza. La experiencia de crisis medi¨¢ticas (Irak, Libia, Estado Isl¨¢mico, el ¨¦bola) nos ha ense?ado a desconfiar de soluciones militares carentes de una estrategia pol¨ªtica a medio y largo plazo, que incluya nuevas alianzas y potentes recursos materiales y humanos. A este respecto, no tiene sentido una enmienda total a la OTAN si no se presenta otra alternativa: una Seguridad Europea, aut¨®noma, no necesariamente m¨¢s cara sino mejor coordinada, preventiva y m¨¢s hol¨ªstica.
En la misma l¨ªnea de ganar autonom¨ªa para Europa, parece razonable estudiar con lupa el Tratado de Libre Comercio con EEUU, actualmente en fase de negociaci¨®n, por su magnitud e impacto en la regulaci¨®n laboral y social.
En Latinoam¨¦rica el principio que debe regir nuestra pol¨ªtica es el de la inclusividad - lo que quiere decir tambi¨¦n pa¨ªses andinos y Cuba - tal y como han dictaminado nuestros socios estrat¨¦gicos Brasil y M¨¦xico. La regi¨®n sigue teniendo para Espa?a y Europa un enorme potencial pol¨ªtico, empresarial, y cultural.
Respecto al conflicto israelo-palestino, en Europa se est¨¢n moviendo fichas para reconocer el Estado Palestino y forzar as¨ª una negociaci¨®n con Israel. Espa?a puede ir perfectamente por esa v¨ªa, aunque sin ser m¨¢s papistas que los propios palestinos, es decir, con flexibilidad en la interpretaci¨®n del derecho internacional (fronteras, refugiados). Es preciso que los europeos se coordinen y oferten recursos pol¨ªticos y materiales como garant¨ªa de seguridad y prosperidad a los dos Estados, junto a Washington. Igual cintura ha de mostrarse para desatascar el asunto del S¨¢hara, buscando un equilibrio con Marruecos.
los derechos humanos importan, pero en el mundo real la coherencia total no es posible ni deseable
Otras ¨¢reas de convergencia son las conexiones energ¨¦ticas y las energ¨ªas renovables. Tambi¨¦n lo ser¨ªa una pol¨ªtica de desarrollo europea, m¨¢s coordinada y eficaz - m¨¢s resultados para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible post-2015 -, y estrechamente conectada con una pol¨ªtica migratoria distinta.
Y los derechos humanos importan. Pero en el mundo real la coherencia total no es posible ni deseable. Suspender la cooperaci¨®n o sancionar a los "gobiernos o parlamentos que no respeten derechos humanos" provocar¨ªa una radicalizaci¨®n mayor de esos reg¨ªmenes. M¨¢s cuando no existe consenso sobre hasta qu¨¦ punto EEUU, China, Rusia, Venezuela, Cuba, Arabia Saudita o Ir¨¢n, violan derechos o son autoritarios.
Pero es en el ¨¢mbito de la gobernanza global donde podr¨ªa canalizarse la gran demanda de transparencia y justicia de la sociedad espa?ola. Por ejemplo, para la eliminaci¨®n de los para¨ªsos fiscales y el secreto bancario, en la l¨ªnea de la OCDE y el G-20, o para la reforma del FMI, el Banco Mundial y Naciones Unidas. Si eso ocurriese, habr¨ªamos logrado mucho.
Vicente Palacio es Director adjunto en la Fundaci¨®n Alternativas
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.