Juncker o la coherencia pol¨ªtica
El liderazgo del presidente del Consejo est¨¢ tocado y debe rendir cuentas
Cuando en el mes de julio ped¨ª a la Delegaci¨®n Espa?ola del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo que no apoyase la elecci¨®n de Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisi¨®n, lo hice por un principio de coherencia pol¨ªtica.
En la campa?a electoral de las elecciones europeas, los socialistas dec¨ªamos que Juncker, por haber sido uno de los l¨ªderes europeos defensores de esa austeridad a ultranza que tanto sufrimiento ha provocado y tan ineficaz ha resultado, no nos parec¨ªa la persona adecuada para afrontar los retos a los que se enfrenta la Uni¨®n Europea. Por coherencia con esa posici¨®n, decid¨ª que el PSOE no apoyase su candidatura a la presidencia de la Comisi¨®n.
Nuestra negativa a Juncker no se deb¨ªa exclusivamente a las diferencias que nos separan de su programa pol¨ªtico; era tambi¨¦n un problema de credibilidad. Pese a que el candidato incorpor¨® a su programa algunas de las demandas de los socialistas europeos, el perfil de la persona que ten¨ªa que aplicarlo nos generaba serias dudas.
Hoy, tras conocer que m¨¢s de 300 empresas multinacionales firmaron acuerdos fiscales secretos con el Gobierno de Luxemburgo, al frente del cual estaba el nuevo presidente de la Comisi¨®n Europea, tenemos un argumento m¨¢s para se?alar que la decisi¨®n del PSOE fue acertada.
Si por coherencia no votamos a Juncker, por la misma raz¨®n vamos a exigir un debate en las pr¨®ximas semanas en Bruselas, con la comparecencia de la Comisi¨®n Europea, para discutir si los supuestos acuerdos fiscales en Luxemburgo son legales o no. En un momento en el que la confianza de los ciudadanos en las instituciones comunitarias se encuentra en m¨ªnimos, es necesario que la pol¨ªtica europea responda a las exigencias de transparencia y responsabilidad que son la base de toda democracia.
En cualquier caso, y m¨¢s all¨¢ de la legalidad de estos acuerdos, es evidente que el liderazgo pol¨ªtico de Juncker quedar¨¢ ampliamente tocado, ya que el acuerdo fiscal de Luxemburgo va en la direcci¨®n contraria a lo comprometido en su investidura. Y no se trata de un detalle menor; estamos quiz¨¢s ante el mayor reto a corto plazo al que nos enfrentamos los pa¨ªses desarrollados.
Una imposici¨®n justa y eficiente es la base de la cohesi¨®n social, de la viabilidad del modelo europeo de bienestar, tambi¨¦n de la lucha contra la corrupci¨®n. La propia Uni¨®n Europea estima que los Estados miembros dejan de recaudar un bill¨®n de euros al a?o debido al fraude y la elusi¨®n fiscal. Estamos hablando de una cifra que supera lo que dedican los Estados miembros a sanidad y que multiplica por cuatro los recursos destinados a educaci¨®n. Por todo ello, es evidente que la lucha contra el fraude y la elusi¨®n fiscal son retos cruciales para la sociedad espa?ola y europea en el siglo XXI.
Pero ya no basta con hablar de tolerancia cero con el fraude fiscal. Tambi¨¦n hay que considerar la planificaci¨®n fiscal agresiva como inaceptable desde el punto de vista de la Responsabilidad Social de las empresas, incluso aunque se encuentre dentro de la legalidad.
La globalizaci¨®n y la creciente importancia de los servicios digitales han posibilitado que las empresas deslocalicen sus actividades a efectos fiscales, dando facilidades para que las multinacionales minimicen su carga tributaria. Una verdadera estafa a la ciudadan¨ªa, tambi¨¦n a las peque?as y medianas empresas que solo operan en mercados dom¨¦sticos y que tienen poco margen para la planificaci¨®n fiscal. No hay que olvidar que el impuesto sobre sociedades es un coste empresarial y, por tanto, el que logra evitarlo alcanza una ventaja competitiva que nada tiene que ver con su capacidad para ofrecer productos y servicios de calidad.
Todo ello repercute muy negativamente sobre nuestros ya muy maltrechos presupuestos p¨²blicos. Al mismo tiempo, agrava unas desigualdades crecientes e insoportables que atacan al coraz¨®n del proyecto europeo: la voluntad de construir un espacio de dignidad compartida.
Para combatir este problema, los socialistas defendemos que hay que empezar por aplicar un principio de responsabilidad fiscal evidente: que las empresas paguen sus impuestos all¨ª donde obtienen sus beneficios. Evitar¨ªamos con ello el dumping fiscal que tanto da?o hace al proyecto de una Europa cohesionada y a nuestro Estado de bienestar.
Uno de los padres fundadores de la Uni¨®n, Jean Monnet, dijo que el proyecto europeo no aspira solo a unir sus Estados sino que, sobre todo, debe unir a sus gentes. Con ese horizonte levantamos los pilares de un proyecto econ¨®micamente competitivo y socialmente responsable que ha sido un referente para el mundo entero. Hoy la Uni¨®n Europea hace frente a nuevos retos globales pero tambi¨¦n internos, y el avance del euroescepticismo no es el menor de ellos.
Persistir en pol¨ªticas econ¨®micamente ineficientes y que atacan la cohesi¨®n social supone renunciar al coraz¨®n mismo del proyecto europeo. Es necesario un cambio de rumbo porque, si de algo podemos estar seguros, es de que la Uni¨®n Europea no podr¨¢ construirse de espaldas a los europeos.
Pedro S¨¢nchez es secretario general del PSOE.
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