C¨®mo las palabras t¨®xicas crispan la pol¨ªtica
'Consulta', 'proceso', 'brotes' o 'papelitos'... Hay t¨¦rminos aparentemente inofensivos que resultan exasperantes en boca de cargos p¨²blicos. ?Por qu¨¦?
?Mar¨ªa Irazusta es socia directora de Irazusta Comunicaci¨®n y autora de Las 101 cagadas del espa?ol.
El discurso del odio, el discurso del miedo y el discurso populista. Todos ellos forman parte del lenguaje pol¨ªtico t¨®xico. La corrupci¨®n del lenguaje pol¨ªtico est¨¢ adherida a algunos discursos sin importar su color. Mensajes que se sirven de palabras y expresiones que emponzo?an o enmascaran la realidad; en algunas ocasiones, en un intento de resultar atrayentes u ocurrentes, pero, en otras, persiguen aplastar al oponente y enga?ar a los votantes.
El discurso del odio, el discurso del miedo y el discurso populista, forman parte del lenguaje pol¨ªtico
Diariamente, la actualidad nos brinda muestras de esta reprobable pr¨¢ctica. Aqu¨ª, una docena de agrupaciones que incluyen muchos m¨¢s ejemplos que seis eufemismos y seis expresiones ponzo?osas. Algunos de ellos son muy recientes y otros del pasado, incluso del m¨¢s terrible.
Eufemismos
Los eufemismos o la lengua de madera es aquella que inventa un lenguaje desconectado de la realidad, con el que se disfrazan los hechos. Aqu¨ª va un ramillete de antolog¨ªa del presente, del pasado y, seguro, que sobrevivir¨¢n en el futuro:
- "El proceso", ese kafkiano y ambiguo t¨¦rmino con el que Artur Mas describe su desaf¨ªo soberanista o el proceso participativo al que se refieren otros.
- "Todas esas cosas que no nos gustar¨ªa que se produjeran", ese vac¨ªo, pero omnicomprensivo sintagma, con el que Mariano Rajoy evita referirse a la corrupci¨®n. Repita conmigo, se?or Rajoy: "Se llama co-rrup-ci¨®n".
- "Per¨ªodo de serias dificultades", "coyuntura econ¨®mica claramente adversa", "deterioro del contexto econ¨®mico", "escenario de crecimiento debilitado" e incluso "brotes verdes", todo un muestrario de la capacidad ret¨®rica que exhibi¨® Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero para evitar hablar de ?crisis?.
- "Crecimiento econ¨®mico negativo", ese est¨²pido eufemismo que se ha instalado en lo m¨¢s profundo de la pol¨ªtica y de la empresa. Pedro Solbes ech¨® mano de ¨¦l en el pasado, pero tomaron el testigo con fuerza otros muchos despu¨¦s. Y es que reconozco padecer un crecimiento negativo de amor hacia las falacias.
- "Recargo temporal de solidaridad" con el que Crist¨®bal Montoro pretendi¨® definir el aumento del IRPF en diciembre de 2011.
Para terminar con los eufemismos de forma m¨¢s ligera, resulta especialmente c¨®mica la expresi¨®n "cese temporal de la convivencia", aquella imaginativa figura con que se quiso vestir la separaci¨®n de la infanta Elena Borb¨®n de Jaime de Marichalar.
Expresiones ponzo?osas
El lenguaje de los pol¨ªticos est¨¢ cargado de vocablos intencionados y met¨¢foras con las que, a veces de manera subliminal y otras de manera evidente, manipulan la realidad o trasladan una visi¨®n distorsionada de la misma
- La exageraci¨®n y amplificaci¨®n de conceptos: describir el aumento de la llegada de inmigrantes como una "plaga"; resumir los diferentes casos de corrupci¨®n con un "excesivo expolio"; hablar con frecuencia de que se "asesinan las libertades? o calificar el aborto de "terrorismo".
- La banalizaci¨®n de lo importante: trivializar lo que es capital es otro de los recursos que m¨¢s se ha extendido en la arena pol¨ªtica. Sirva como ejemplo c¨®mo el consejero de Sanidad de Madrid despach¨® las cr¨ªticas a las medidas tomadas contra el ¨¦bola en el primer caso de contagio en Espa?a: "Para explicar a uno c¨®mo quitarse o ponerse un traje no hace falta un m¨¢ster". O denominar "los papelitos del 78" a la Constituci¨®n espa?ola, en la que se ha apoyado la democracia que sucedi¨® a una dictadura. O definir a Rosa D¨ªez como "esa se?ora que lleva 30 a?os baj¨¢ndose de un coche oficial", una pol¨ªtica que ha necesitado seguridad porque ha estado amenaza de muerte por la banda terrorista ETA durante casi tantos a?os como los que ha ejercido su profesi¨®n. Estas dos ¨²ltimas perlas corresponden a Pablo Iglesias.
- La militarizaci¨®n del discurso: se abusa de t¨¦rminos militares para describir la realidad pol¨ªtica o social. Para serenar el debate hay que empezar por desmilitarizar la realidad, desde un lado y desde otro: "La casta est¨¢ atrincher¨¢ndose en las instituciones culturales", "El asalto de Podemos a las instituciones", "Rajoy ha desactivado la bomba pol¨ªtica que Mas ha puesto en marcha".
- El apelativo descalificador y desautorizador: las palabras est¨¢n cargadas de connotaciones y las declaraciones de pol¨ªticos de apelativos descalificadores para el contrario, el antagonista, al que se le cuelgan rancios sambenitos: facha, ultra, antidem¨®crata... La desautorizaci¨®n de la fuente es el menosprecio de los argumentos ajenos, que son cuestionados apoy¨¢ndose en su supuesta falsedad, en dudas sobre su origen (falacia gen¨¦tica) o en la falta de autoridad del adversario pol¨ªtico. Frases como "Nadie que est¨¦ en sus cabales...".
- Abuso del t¨¦rmino populista: hoy, cualquier iniciativa pol¨ªtica del contrario que busca dar respuesta a demandas ciudadanas son metidas en el saco sin fondo del populismo. El que est¨¦ libre de populismo...
- Demonizar palabras: el intento de erradicar palabras, de acotar el discurso, tampoco es una pr¨¢ctica inocente. Un buen ejemplo fue el intento de acabar con la palabra escrache, un vocablo que se refiere a una acci¨®n sin consecuencias penales, por lo que en los partes policiales se sustituy¨® por otros t¨¦rminos (como acoso, amenazas, coacciones...) que representan acciones que s¨ª est¨¢n en el c¨®digo penal.
El problema es que los pol¨ªticos, con sus palabras, est¨¢n consiguiendo que tambi¨¦n los ciudadanos caigamos en su trampa.
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