Los ¡®ni?os-canguro¡¯ de Dakar
La ni?a Mb¨¦ne, senegalesa, naci¨® prematura y sali¨® adelante gracias al m¨¦todo canguro. Es inteligente y cari?osa, aunque tiene ciertas dificultades con el habla
En el aeropuerto disparan con una pistola a la frente de todo el que llega. En las paredes se leen avisos tajantes para no tocarse. Un gran cartel advierte del peligro de comer murci¨¦lagos. Regresamos a Dakar el pasado septiembre, en plena paranoia del ¨¦bola. Han transcurrido cinco a?os de aquella primera vez, en la que acudimos, ilusionados, a comprobar la eficacia del m¨¦todo canguro ¨Ccontacto permanente del cuerpo del beb¨¦ con el del padre o la madre, pecho con pecho¨C, importado desde Colombia para sacar adelante a ni?os prematuros en lugares donde a¨²n es un esfuerzo que no est¨¢ a su alcance ¨Co en las prioridades de sus gobernantes¨C disponer de suficientes incubadoras en los hospitales. Seg¨²n el Estado mundial de la infancia 2014 de Unicef, en este pa¨ªs de 13,7 millones de habitantes, casi un 20% de los ni?os nacen con poco peso.
Volvemos para quedar con A?ssatou Ndiaye y su hijita Mb¨¦ne. Cuando la vimos en 2009, con 34 d¨ªas, pesaba solo 1,350 kilos. En el avi¨®n, junto a Isabel Mu?oz y su ayudante, David, y Diana, que viaja con nosotros representando a Unicef, la pregunta es: ?qu¨¦ habr¨¢ sido de aquella mujer tan guapa de luminosa sonrisa y aquella ni?ita tan diminuta? ?Qu¨¦ habr¨¢ sido de su familia y su paup¨¦rrima casa?
Han cambiado muchas cosas en estos cinco a?os. Dakar ha ganado importantes infraestructuras, pero sigue habiendo much¨ªsima gente en el abismo de lo m¨ªnimo para vivir. Y el ¨¦bola est¨¢ trastocando la confianza en la manera de viajar en ese pa¨ªs tan alegre y colorista, desde que bajamos del avi¨®n y nos asaltan esas pistolas-term¨®metro que lanzan rayos l¨¢ser a la frente para comprobar si alg¨²n viajero llega con fiebre, y despu¨¦s por toda la ciudad nos persiguen carteles pidiendo que la gente no se toque ni coma carne de mono o de murci¨¦lago como principales medidas para evitar la propagaci¨®n de la epidemia, aunque en Senegal en esas fechas solo hab¨ªa un caso, e importado.
Llegamos a casa de A?ssatou en el suburbio de Guediawaye ¨Ccalles de barro, casas todas a medio hacer o medio caer, nunca se sabe bien¨C justo en el momento en que el cielo descarga un gran aguacero. Y A?ssatou y su marido nos besan, nos dan la mano, nos abrazan, felices del reencuentro cinco a?os despu¨¦s. Reciben en casa de la vecina, en un gran sal¨®n con un enorme televisor; nos sentamos en el suelo, sobre colchonetas. Y ella, de 29 a?os, y su marido, Cheikh Tidiana Niang, de 40, alba?il, cuentan: que Mb¨¦ne sali¨® adelante gracias al m¨¦todo canguro, que est¨¢ bien y es inteligente y cari?osa, aunque tiene ciertas dificultades con el habla; que despu¨¦s tuvieron otro ni?o, un beb¨¦ que cuenta ahora un a?o; que son una familia feliz con cuatro hijos, m¨¢s otro ni?o de ocho a?os de un familiar que qued¨® hu¨¦rfano y al que han acogido, m¨¢s la abuela, la madre del marido; y que como su casa es peque?a, han llegado a una especie de pacto de convivencia, muy a la africana, con la vecina, que es una se?ora mayor que vive con su hijo de 50 a?os, que los ni?os les dan alegr¨ªa y ella les aporta la comodidad de un sal¨®n m¨¢s amplio. Los conceptos africanos de familia, edad, relaciones, tiempo, felicidad, vecindario son menos formales, menos formateados.
Le preguntamos a A?ssatou c¨®mo les ha ido en estos cinco a?os a ella y a su hija. Nos explica en w¨®lof: ¡°Lo peor, la crisis asm¨¢tica que sufri¨® de peque?a y los problemas para hablar, pero su padre le hace canciones con las palabras y eso le ayuda a mejorar. Eso ha sido lo mejor, ver a Mb¨¦ne recuperarse¡±. ?Y vuestros planes, vuestras ilusiones para los pr¨®ximos cinco a?os? ¡°Aunque mi marido trabaja mucho, su empleo no es estable; me gustar¨ªa encontrar algo para m¨ª, para contribuir a la familia; no he ido a la escuela, pero podr¨ªa trabajar bien en alg¨²n comercio¡±.
Adem¨¢s de A?ssatou, volvemos a visitar al doctor Ousmane Ndiaye, jefe del servicio de pediatr¨ªa del centro Abass Ndao, que decidi¨® aplicar hace 16 a?os el m¨¦todo canguro en Dakar. Nos dec¨ªa en 2009: ¡°Los progenitores les dan calor, energ¨ªa, afecto, y est¨¢ comprobado que los ni?os crecen m¨¢s sanos y psicol¨®gicamente m¨¢s equilibrados¡ Y sin gasto alguno¡±. ¡°En el proyecto piloto que realizamos tras mi regreso de Colombia, de los 112 ni?os a los que aplicamos este sistema entre 1998 y 2005, solo uno muri¨®¡±. Cinco a?os despu¨¦s, ?c¨®mo van los datos? Asegura el profesor, que la pasada primavera fue nombrado presidente del Grupo de Trabajo para la Salud Materno-Infantil de la OMS en ?frica, que el 90% de los beb¨¦s sobreviven, y son varios cientos los que cada a?o siguen este m¨¦todo en su hospital, pues lo recomiendan a todos los que llegan a este mundo con menos de 2,5 kilos. Ante los buenos resultados, Ousmane Ndiaye ha asesorado para la extensi¨®n del m¨¦todo a pa¨ªses como Ruanda, N¨ªger y Togo. Da otro dato muy esperanzador, con el que nos quedamos para este retorno a Dakar: en el ¨²ltimo lustro, la mortalidad infantil ha descendido de los 35 a los 29 por cada mil nacimientos.
Supervivencia infantil
La reducci¨®n del n¨²mero de ni?os que mueren antes de cumplir los cinco a?os ha sido un logro importante. Hoy mueren casi menos de la mitad de ni?os que en 1990. Con todo, el ritmo de avance no es suficiente para alcanzar en 2015 la meta que marcaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Siguen existiendo cifras de mortalidad inasumibles ¨C6,3 millones al a?o¨C, sobre todo si se considera que la mayor¨ªa de estas muertes se pueden evitar. La mortalidad infantil en Senegal tampoco ha dejado de reducirse. Hoy fallecen unos 4.400 ni?os menos cada a?o en comparaci¨®n con 2009. La disminuci¨®n desde 1990 ha sido casi del 58%, por encima de la media de su regi¨®n. No obstante, Senegal todav¨ªa no ha alcanzado la reducci¨®n del 66% prevista por los ODM.
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