Reconvertir b¨²nkeres de guerra en aulas de matem¨¢ticas (y no al rev¨¦s)
Las directrices para proteger a las escuelas del uso militar han sido apoyadas s¨®lo por 29 pa¨ªses en todo el mundo. Espa?a no est¨¢ entre ellos
¡°Esta es la clase de matem¨¢ticas pero ahora no es un aula, sino un b¨²nker militar¡±, explica una ni?a del sur de Asia mientras explora el aula de un colegio. En su voz se detecta un tono de desesperanza, con un deje de repulsi¨®n. Pero a continuaci¨®n, lo que se escucha es decepci¨®n: ¡°Estaba muy orgullosa de mi ej¨¦rcito, de que el ej¨¦rcito nos protegiera, pero cuando veo mi escuela de esta manera, me averg¨¹enzo de mi ej¨¦rcito¡±.
El pr¨®ximo 10 diciembre, la joven que pronunciaba estas palabras viajar¨¢ a Oslo para recibir el premio Nobel de la Paz.
La escena en el aula es parte de un documental sobre la vida de Malala Yousafzai, filmado en 2009, antes de que los talibanes intentaran acabar con su vida. Las im¨¢genes corresponden al momento en que Yousafzai descubre que mientras su familia estuvo exiliada de su ciudad durante los enfrentamientos, el ej¨¦rcito paquistan¨ª ocup¨® una de las escuelas de su padre y la utiliz¨® para fines militares.
En mis investigaciones por todo el mundo para Human Rights Watch he visto con frecuencia c¨®mo grupos en guerra transforman escuelas en bases militares, rodeando los campos de juego de alambradas y llenando las aulas con catres para los soldados. Establecen fortificaciones en los tejados de los colegios para vigilar los alrededores y colocan a francotiradores en las ventanas de las clases. Amontonan fusiles en los pasillos, esconden granadas de mano bajo los pupitres y aparcan veh¨ªculos blindados en los gimnasios.
Esta pr¨¢ctica pone en peligro a los estudiantes y profesores ya que convierte sus escuelas en blancos para el enemigo. Alumnos y maestros han muerto y resultado heridos en estos ataques. Tambi¨¦n expone a los menores a la violencia sexual, el trabajo obligado y el reclutamiento forzado por parte de los soldados que comparten sus escuelas. Los estudiantes tienen que elegir entre quedarse en casa, interrumpiendo su educaci¨®n, o seguir con sus estudios, pese a la presencia de combatientes armados y a encontrarse potencialmente en la l¨ªnea de fuego.
En los ¨²ltimos diez a?os, los ej¨¦rcitos ¡ªincluso los destinados al mantenimiento de la paz¡ª han utilizado escuelas en al menos 25 pa¨ªses de ?frica, Am¨¦rica, Asia, Europa y Oriente Medio donde hab¨ªa conflictos armados.
A pesar de que el derecho internacional exige que las partes enfrentadas en una contienda protejan a los civiles de los efectos de la guerra en la medida de lo posible, la falta de leyes expl¨ªcitas o normas que proh¨ªban el uso de las escuelas con fines militares significa que las fuerzas armadas a menudo usan las instituciones educativas para diversos prop¨®sitos.
Faltan normas que proh¨ªban el uso de las escuelas con fines militares
La semana que viene, todo esto empezar¨¢ a cambiar.
Durante un evento que se celebrar¨¢ el 16 de diciembre en la sede de Naciones Unidas en Ginebra, los embajadores de Noruega y Argentina presentar¨¢n una propuesta para una mejor protecci¨®n de las escuelas frente a este tipo de uso militar durante la guerra. Se trata de alentar tanto a las fuerzas armadas gubernamentales como a los grupos armados no estatales a incorporar seis sencillas directrices en sus pol¨ªticas y entrenamiento militares. Estas pautas fueron desarrolladas tras numerosas consultas con expertos de todas las regiones del mundo, desde representantes de fuerzas armadas y ministros de defensa a organizaciones de derechos de los ni?os y organismos de Naciones Unidas.
Las Directrices para Proteger a las Escuelas del Uso Militar recopilan las obligaciones existentes en virtud de las leyes de la guerra y el derecho internacional de derechos humanos, y las combinan con ejemplos de buenas pr¨¢cticas ya utilizadas por algunos cuerpos militares. Como resultado, las pautas no son ingenuas ni idealistas, sino pr¨¢cticas y realistas. Reconocen que las partes involucradas en un conflicto armado afrontan invariablemente situaciones dif¨ªciles que requieren soluciones pragm¨¢ticas. Hasta la fecha, 29 pa¨ªses ya han expresado p¨²blicamente su apoyo a estas Directrices. Espa?a deber¨ªa sumarse a este movimiento creciente.
En su campa?a para convertirse en miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, Espa?a cit¨® su compromiso con la defensa de los derechos humanos y la promoci¨®n de los derechos de los ni?os. El pa¨ªs ocupar¨¢ el puesto actualmente en manos de Luxemburgo, ampliamente reconocido como el abanderado en la protecci¨®n de los menores durante la guerra. Espa?a deber¨ªa seguir su ejemplo.
Bajo la presidencia de Luxemburgo, el Consejo de Seguridad inst¨® a los pa¨ªses a adoptar ¡°medidas concretas para impedir el uso de las escuelas por parte de las fuerzas armadas y grupos armados no estatales, en contravenci¨®n del derecho internacional aplicable¡±. Estas pautas son una de estas medidas concretas y la membres¨ªa de Espa?a en el Consejo de Seguridad viene acompa?ada de la responsabilidad de actuar como un l¨ªder a la hora de adherirse a las recomendaciones del propio Consejo.
Espa?a deber¨ªa utilizar el evento de la semana que viene en Ginebra como una oportunidad para anunciar su disposici¨®n a respaldar formalmente las directrices durante una conferencia internacional prevista por Noruega para 2015. Este pa¨ªs deber¨ªa utilizar los meses intermedios para preparar el mecanismo necesario y apropiado para aplicar el contenido de las pautas a la doctrina militar espa?ola. Un compromiso de compartir con Noruega la tarea de ajustar la pol¨ªtica de la OTAN a las protecciones incluidas en las directrices tambi¨¦n ser¨ªa un paso positivo.
El enfado que expresa Malala Yousafzai por el uso inapropiado que el ej¨¦rcito hizo de la escuela de su padre env¨ªa una se?al a los ej¨¦rcitos de todo el mundo de que incluso los ni?os pueden reconocer que algo est¨¢ mal en esta pr¨¢ctica tan com¨²n e insidiosa. Mediante la implementaci¨®n de las protecciones detalladas en las pautas y solicitando a otros pa¨ªses que sigan sus pasos, Espa?a puede ayudar a garantizar el derecho de los ni?os a la educaci¨®n, sin importar en qu¨¦ lugar del mundo vivan. Asegurar un acceso seguro a la educaci¨®n, incluso en tiempos de guerra, es crucial para la seguridad, la sensaci¨®n de normalidad y el desarrollo de los ni?os, as¨ª como para asegurar que los pa¨ªses cuentan con las destrezas necesarias para construir la paz despu¨¦s de la guerra.
Bede Sheppard es subdirector de la divisi¨®n de derechos del ni?o de Human Rights Watch. Reside en Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.