Banqueros que hacen trampas hasta al cara o cruz
La cultura empresarial de la banca contribuye a que sus trabajadores se vuelvan deshonestos, seg¨²n un estudio publicado en 'Nature'
En un juego de azar como es el de lanzar una moneda al aire, la estad¨ªstica dice que hay un 50% de posibilidades de que salga cara o cruz. Pero los banqueros parecen estar por encima de las matem¨¢ticas y tienden a que les salga cara. Un estudio ha usado este juego para descubrir que los empleados del sector bancario son deshonestos. La investigaci¨®n se?ala, sin embargo, m¨¢s a la cultura del negocio que a la ¨¦tica personal de los trabajadores.
Esc¨¢ndalos como la manipulaci¨®n del tipo interbancario LIBOR, el fraude de Bernard Madoff en Estados Unidos, el caso del br¨®ker J¨¦r?me Kerviel en Francia o el de las preferentes o las tarjetas opacas en Espa?a han dejado por los suelos la reputaci¨®n de los banqueros. Pero ?se trata de casos aislados o es que el que trabaja en la banca es menos honrado? Y si lo ¨²ltimo es cierto, un banquero deshonesto, ?nace o se hace?
Esas son las preguntas que han querido responder investigadores del departamento de econom¨ªa de la Universidad de Z¨²rich. Como medir la honestidad y expresarla en porcentajes no es f¨¢cil, estos economistas usaron el cara o cruz como m¨¦todo indirecto para averiguar si los banqueros son menos honrados que los dem¨¢s.
Los autores del estudio, publicado en la revista Nature, consiguieron que 128 empleados de un gran banco y otros 80 de otras entidades financieras afincadas en Z¨²rich, la capital bancaria del mundo, jugaran al cara o cruz con la posibilidad de ganar hasta 200 d¨®lares. Entre ellos hab¨ªa tanto gestores de fondos y agentes de banca de inversi¨®n como empleados de los departamentos auxiliares de recursos humanos o del departamento de riegos. De media, llevan 11,5 a?os en el sector.
El 26% de los banqueros minti¨® sobre los resultados del cara o cruz
Antes de lanzar la moneda al aire los dividieron en dos grupos al azar. A uno lo sometieron a una bater¨ªa de siete preguntas sobre su vida, ninguna relacionada con su trabajo. En el otro, el cuestionario s¨ª estaba relacionado con su empleo. Con esto quer¨ªan incentivar el lado bancario del segundo grupo. Este enfoque se apoya en la teor¨ªa econ¨®mica de la identidad, postulada por el premio Nobel George Akerlof. En ella se mantiene que las personas tienen varias identidades sociales basadas en su g¨¦nero, raza, profesi¨®n... y que cada identidad est¨¢ asociada con unas normas sociales espec¨ªficas sobre lo que se puede o no se puede hacer en ese ¨¢mbito.
"Uno no puede comparar la conducta deshonesta entre diferentes grupos ocupacionales sin m¨¢s", explica el coautor del estudio,?Michel Andr¨¦ Mar¨¦chal. "Si quisi¨¦ramos observar, por ejemplo, que los empleados de banca son menos honrados que los m¨¦dicos, no sabr¨ªamos si su cultura empresarial hace que los banqueros sean m¨¢s deshonestos o si la gente m¨¢s deshonesta opta por trabajar en la banca en lugar de en la medicina", a?ade.
En el experimento, los m¨¢s de 200 participantes lanzaron la moneda?al aire 10 veces cada uno. Sab¨ªan de antemano qu¨¦ lado estaba premiado en cada tanda y si sal¨ªa, ganaban 20 d¨®lares. Solo ellos pod¨ªan ver si era realmente cara o cruz.
El 26% de los miembros del grupo animado a pensar en su trabajo mintieron sobre los resultados. Aunque la distribuci¨®n estad¨ªstica del juego toma una forma de V invertida, con la c¨²spide en los 100 d¨®lares (50% de acierto), estos participantes dijeron haber acertado el cara o cruz un 58,2%. Incluso, casi la d¨¦cima parte aseguraron haber acertado los 10 lanzamientos.
"Nuestros resultados contradicen la idea de que los empleados de la banca son m¨¢s deshonestos per se", dice un investigador
Mientras, en el grupo control, al que no le hab¨ªan estimulado con su trabajo, el porcentaje de aciertos reconocidos fue del 51,6%, muy cerca de la verdad estad¨ªstica. Es decir, los banqueros no ser¨ªan deshonestos por naturaleza sino que enga?ar¨ªan una vez metidos en su papel de banquero.
"Nuestros resultados contradicen la idea de que los empleados de la banca son m¨¢s deshonestos per se", sostiene Mar¨¦chal. "En el grupo de control, ellos se comportaron de forma honrada. Solo cuando activamos su rol como banqueros, mantuvieron una conducta deshonesta", a?ade.
Para confirmar sus resultados, los investigadores repitieron el experimento con unos 200 estudiantes y un centenar de empleados de otros sectores. En ambos casos, el porcentaje de tramposos fue menor que en el caso de los banqueros y, adem¨¢s, apenas hubo diferencia entre el grupo de control y el profesional.
En sus conclusiones, los autores del estudio aseguran que si la banca quiere recuperar su reputaci¨®n deber¨ªa incentivar la honestidad en sus empleados cambiando las normas asociadas con su identidad profesional.
Resultados cuestionables
A pesar de sus provocadores resultados, el estudio presenta algunos problemas y el recurso a un juego como el de las monedas para explicar comportamientos reales no es el mayor.
"El m¨¦todo del cara o cruz es realmente ¨²til para detectar la honestidad", comenta Alessandro Bucciol, del departamento de econ¨®micas de la Universidad de Verona. Bucciol, que no est¨¢ relacionado con este trabajo, ha usado el juego de las monedas en otros estudios sobre la conducta econ¨®mica. "Si nadie controla el resultado, siempre estar¨ªas tentado a decir el resultado m¨¢s favorable. Si no lo haces, probablemente sea porque prevalecen las normas sociales", explica.
Sin embargo, el investigador italiano ve serios fallos en esta investigaci¨®n. Por un lado, realizar el experimento en un laboratorio puede hacer que algunos participantes puedan pensar que los resultados est¨¢n siendo grabados de alguna manera. "Esto explicar¨ªa porqu¨¦ los investigadores encuentran tanta honestidad en el grupo de control. Los participantes temen ser pillados haciendo trampas", dice. Adem¨¢s, tampoco le convence que con una simple bater¨ªa de siete preguntas se pueda destacar el rol como banquero de los participantes hasta el punto de que afecte a su conducta.
Para Bucciol, "el estudio plantea una cuesti¨®n interesante, pero no hay suficientes pruebas que soporten las conclusiones de sus autores. Y a?ade: "No creo que se puedan sacar conclusiones v¨¢lidas para el mundo real".
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