Cayetana de Alba, ?la novela?
Las vidas de duquesas como la de Devonshire o Padua fueron convertidas en libros. ?C¨®mo ser¨ªa el libro de la nuestra?
La novela sobre la Duquesa de Alba podr¨ªa arrancar en alg¨²n latifundio aceitunero, observando la faena protegida del sol con un paraguas. O estrechando la mano de Andy Warhol, ¡°un tipo muy agradable, aunque algo extravagante¡±, en su opini¨®n. Pero la reputada periodista Oriana Fallaci imagin¨® otra escena a¨²n m¨¢s curiosa en una leyenda urbana com¨²nmente aceptada: si la Reina de Inglaterra y la susodicha se encontraran en un ascensor, la primera deber¨ªa cederle el paso. Ese gesto podr¨ªa ser una buena primera p¨¢gina.
Aunque Cayetana Fitz-James Stuart tiene un historial de an¨¦cdotas y de claroscuros altamente literarios tan largo como su nombre, a ella no le sol¨ªa gustar ser materia de ficci¨®n. Manuel Vicent quiso novelizar la historia de uno de sus maridos en Aguirre, el magn¨ªfico (Alfaguara). Seg¨²n el autor, ¡°un puro personaje de la corte de los milagros de Valle-Incl¨¢n¡±. La respuesta no se hizo esperar e incluso qued¨® plasmada en una carta abierta que ella misma envi¨® al escritor castellonense: ¡°Parece mentira que usted haya tenido la osad¨ªa de ridiculizarle despu¨¦s de su muerte, y ya que no puede contestarle, lo hago yo¡±. Y vaya si lo hizo. El personaje masculino sin duda ten¨ªa miga: hijo de madre soltera en la Rep¨²blica, disc¨ªpulo de Ratzinger, con veleidades rojas en un tardofranquismo que no acababa de tolerar una posible homosexualidad¡
Su imagen bailando de faralaes (manzanilla en mano) en la Feria de Abril o mene¨¢ndose en un guateque con los Beatles podr¨ªan estar al servicio de una novela tragic¨®mica (que el propio Vicent tild¨® de ¡°esperpento¡±) sobre su atribulada vida.
Pero a¨²n m¨¢s posibilidades de ficci¨®n ofrec¨ªa ella. Resulta extra?o pensar que la duquesa s¨ª acept¨® (a su manera) el producto que Telecinco emiti¨® en 2010, un biopic del que no solt¨® tantas pestes, si bien matiz¨® precisamente el periodo con Aguirre.
Si algunas duquesas como la de Devonshire formaban parte de la camada de hermanas Mitford (tan literarias y fascinantes), si por las p¨¢ginas de Oscar Wilde pas¨® la Duquesa de Padua y Stendhal retrat¨® a Gina, la tal duquesa de Sanseverina, en La Cartuja de Parma, la recientemente fallecida daba para una actualizaci¨®n en clave siglo XXI de novela realista decimon¨®nica. Una adaptaci¨®n que incluir¨ªa los personajes arribistas tan recurrentes en esa tradici¨®n: para muchos, incluida su familia, ese rol podr¨ªa estar reservado para su ¨²ltimo marido Alfonso D¨ªez. Su imagen bailando de faralaes (manzanilla en mano) en la Feria de Abril o mene¨¢ndose en un guateque con los Beatles podr¨ªan estar al servicio de una novela tragic¨®mica (que el propio Vicent tild¨® de ¡°esperpento¡±) sobre su atribulada vida. Incluso los cambios de su descripci¨®n prosopogr¨¢fica o sus apariciones (a veces airadas, a veces emp¨¢ticas) ante la prensa har¨ªan avanzar la trama.
El Gabrielillo de los Episodios Nacionales de Gald¨®s podr¨ªa referirse a la casa de Alba en clave cuando haba de Amaranta: ¡°Amaranta ech¨® sobre m¨ª una mirada de orgulloso desd¨¦n, y se?alome la puerta¡±.
Su ch¨¢chara con Jackie Kennedy, su amistad con Chaplin o James Stewart y su relaci¨®n con los toreros tambi¨¦n ser¨ªan id¨®neos para una pel¨ªcula de Hollywood, aunque en los ¨²ltimos a?os se la vio codo con codo con Tom Cruise en la presentaci¨®n de Noche y d¨ªa, ese filme en el que los encierros de Pamplona se celebraban en Sevilla y C¨¢diz.
Dio el visto bueno para Cayetana, su pasion, un espect¨¢culo sobre su amor por el flamenco que cont¨® con la colaboraci¨®n de Victorio & Lucchino y que se pudo ver en el Teatro Lope de Vega en 2010. Aunque en otras ocasiones, cuando a ella le apeteci¨® ser inmortalizada, surgieron los problemas. Luis Mart¨ªnez de Irujo, su primer marido, se neg¨® en su d¨ªa a que Picasso la retratara en un remake de La maja desnuda (o vestida) de Goya, cuya modelo siempre se dice que fue otra Alba decimon¨®nica (Mar¨ªa Teresa de Silva ?lvarez de Toledo).
Aunque no se concreta, esta otra celebridad (tambi¨¦n literaria) de la casa de los Alba s¨ª pudo haber saltado a la novela. El Gabrielillo de los Episodios Nacionales de Gald¨®s podr¨ªa referirse a ella en clave cuando haba de Amaranta: ¡°Amaranta ech¨® sobre m¨ª una mirada de orgulloso desd¨¦n, y se?alome la puerta¡±. Esa misma puerta que Do?a Cayetana, como la Alba del siglo XX y XXI ped¨ªa que la llamaran, le podr¨ªa haber ense?ado a muchos que hubieran propuesto convertirla en personaje literario. Ella aprob¨® y desvel¨® algunas an¨¦cdotas en Lo que la vida me ha ense?ado (Espasa), pero las novelas suelen ser m¨¢s peliagudas (tambi¨¦n m¨¢s duras y ricas en matices) que las biograf¨ªas aprobadas por quien las protagoniza.
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