El ¨¦bola y m¨¢s all¨¢
Es hora de que los pa¨ªses desarrollados reconozcan que la mejor manera de proteger a sus ciudadanos del virus es ayudando a frenar la propagaci¨®n del virus en ?frica occidental
Estados Unidos y Europa han reaccionado de manera exagerada y burda ante unos pocos casos aislados del virus del ?bola al interior de sus fronteras. Estas respuestas aterrorizadas no s¨®lo son in¨²tiles. Al violar principios cient¨ªficos b¨¢sicos, desaf¨ªan el criterio ¨¦tico fundamental para una acci¨®n obligatoria en materia de salud p¨²blica. Y cuando se trata de proteger a los ciudadanos del ¨¦bola ¡ªy m¨¢s a¨²n, para impedir que crisis sanitarias globales similares ocurran en el futuro¡ª, estas respuestas bien pueden ser contraproducentes.
Los ejemplos m¨¢s indignantes de reacci¨®n exagerada se produjeron en Estados Unidos, donde la respuesta inicial implic¨® una inspecci¨®n m¨¢s profunda a los viajeros provenientes de Guinea, Liberia y Sierra Leona. M¨¢s problem¨¢tico fue el hecho de que varios estados del pa¨ªs instituyeran cuarentenas de 21 d¨ªas obligatorias para los sanitarios voluntarios que regresaban de pa¨ªses afectados. Afortunadamente, la reacci¨®n pol¨ªtica en contra llev¨® a algunos gobernadores redijeran r¨¢pidamente las exigencias.
Es hora de que los pa¨ªses desarrollados reconozcan que la mejor manera de proteger a sus ciudadanos del ¨¦bola es ayudando a frenar la propagaci¨®n del virus en ?frica occidental. Esto exige, en primer lugar, y principalmente, una respuesta r¨¢pida y duradera en los tres pa¨ªses m¨¢s afectados. Una actuaci¨®n de esas caracter¨ªsticas debe estar respaldada por un presupuesto adecuado (y considerable); as¨ª como de m¨¦dicos, enfermeros y dem¨¢s personal sanitario comunitario que est¨¦n bien entrenados, adem¨¢s de una mejor capacidad local para el diagn¨®stico, el tratamiento, la localizaci¨®n de contactos y el aislamiento de los individuos infectados.
No hay tiempo que perder. De hecho, la falta de un liderazgo audaz ya ha demorado demasiado una respuesta internacional efectiva, aumentando dr¨¢sticamente los costos de la crisis.
M¨¢s all¨¢ de frenar la propagaci¨®n de la enfermedad, la comunidad internacional debe aplicar las lecciones de la epidemia actual a potenciales riesgos sanitarios en el futuro, desarrollando una respuesta cre¨ªble que haga hincapi¨¦ en una acci¨®n temprana, contundente y basada en evidencias. Con este objetivo, deber¨ªan lanzarse tres iniciativas clave.
Primero, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud deber¨ªa comprometerse a la creaci¨®n de un fondo de contingencia para emergencias que pudiera activarse de manera acelerada tan pronto como se declare una "emergencia de salud p¨²blica de preocupaci¨®n internacional". Si un mecanismo financiero as¨ª hubiera estado disponible para montar una respuesta inicial s¨®lida cuando estall¨® el ¨¦bola, la OMS habr¨ªa tenido un fuerte incentivo para declarar una emergencia internacional a tiempo.
Por cierto, en 2011, un comit¨¦ de revisi¨®n de la OMS recomend¨® un fondo de este tipo, que deb¨ªa ascender, al menos, a 100 millones de d¨®lares. Si bien habr¨ªa sido una suma perfectamente abordable ¡ªya que representaba menos del 0,5% de la asistencia sanitaria internacional¡ª, la OMS no logr¨® crearlo. Lo disparatado hoy de aquella decisi¨®n es dolorosamente obvio, como lo es el hecho de que el fondo de contingencia deber¨ªa ser significativamente mayor ¡ªhasta 500 millones de d¨®lares.
El segundo pilar de una estrategia efectiva de respuesta ante una crisis es contar con recursos humanos de reserva para emergencias ¡ªestablecida por la OMS, en cooperaci¨®n con los gobiernos nacionales¡ª que est¨¦ integrada por profesionales de la salud bien entrenados y preparados para un despliegue r¨¢pido en contextos de escasos recursos. Esto les proporcionar¨ªa a los pa¨ªses con sistemas sanitarios deficientes ¡ªque son particularmente susceptibles a los brotes de enfermedades¡ª los recursos humanos que necesitan para poder controlar r¨¢pidamente las crisis.
Por supuesto, estas medidas no les restan responsabilidad a los pa¨ªses a la hora de fortalecer sus sistemas de atenci¨®n m¨¦dica y salvaguardar a sus poblaciones. Por este motivo el ¨²ltimo paso, y el m¨¢s importante, para impedir futuras crisis sanitarias globales es la creaci¨®n de un fondo para el sistema de salud internacional que sirva para respaldar los esfuerzos nacionales para adquirir la capacidad tanto para responder de manera efectiva en emergencias como para ofrecer servicios m¨¦dicos integrales en tiempos normales. Un fondo de esta naturaleza encajar¨ªa en el marco de las regulaciones internacionales de salud acordadas en 2005, y se avanzar¨ªa en el objetivo de alcanzar la atenci¨®n m¨¦dica universal, basada en el principio de que todas las personas tienen derecho a la salud.
Los gobiernos tambi¨¦n deber¨ªan asignar fondos dom¨¦sticos adecuados para alcanzar estos objetivos. Los jefes de Estado africanos, por ejemplo, deber¨ªan cumplir la promesa de la Declaraci¨®n de Abuja de 2001 de asignar, por lo menos, el 15% de los presupuestos nacionales al sector de la salud. Pero, en el caso de los pa¨ªses de menores ingresos, cualquier progreso significativo a la hora de establecer sistemas de atenci¨®n m¨¦dica s¨®lidos ser¨ªa pr¨¢cticamente imposible sin el respaldo de un fondo internacional sostenible.
Considerando que la creaci¨®n de un fondo de estas caracter¨ªsticas implicar¨ªa una inversi¨®n masiva de varios miles de millones de d¨®lares en los pa¨ªses de menores ingresos, la movilizaci¨®n social es la clave para generar el respaldo pol¨ªtico necesario. En este sentido, la respuesta global al SIDA ¡ªespoleada por el Plan de Emergencia del presidente de Estados Unidos para la Lucha contra el SIDA y el Fondo Mundial contra el VIH/SIDA, la Tuberculosis y la Malaria¡ª podr¨ªan servir como un modelo ¨²til.
M¨¢s all¨¢ de establecer una infraestructura s¨®lida de atenci¨®n m¨¦dica, los gobiernos nacionales necesitar¨¢n desarrollar sistemas de responsabilidad para ofrecer servicios de salud a sus poblaciones. Esto incluye una administraci¨®n transparente y justa de los recursos, salvaguardas contra la corrupci¨®n, herramientas para monitorear el progreso, compromiso de la sociedad civil y responsabilidad ante cualquier incompetencia.
Para que estos objetivos avancen, una coalici¨®n internacional est¨¢ presionando para que se constituya una Convenci¨®n Marco sobre Salud Global, destinada a fomentar una buena gobernanza en cuestiones de salud a nivel local, nacional y global. El tratado, basado en el principio de un derecho a la salud, ofrecer¨ªa lineamientos claros para la asignaci¨®n de la financiaci¨®n y otras responsabilidades.
La epidemia del ¨¦bola en ?frica occidental deber¨ªa provocar correcciones en materia de pol¨ªticas sanitarias internacionales, reforzando la necesidad de herramientas de respuesta r¨¢pida y una s¨®lida infraestructura de atenci¨®n m¨¦dica. Establecer marcos para ofrecer un financiamiento escalable y sostenible para alcanzar estos objetivos es una inversi¨®n inteligente y asumible. Por el inter¨¦s de todos. Esta es una respuesta humanitaria que ofrecer¨ªa vastos beneficios a nivel mundial, ahora y en el futuro.
Lawrence O. Gostin es profesor de Derecho de Salud Global y director del cuerpo docente del Instituto O¡¯Neill para el Derecho de Salud Nacional y Global, es director del Centro Colaborativo de la OMS en Derecho de Salud P¨²blica en la Universidad Georgetown.
Copyright: Project Syndicate, 2014.
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