Un activista de los fogones
Tras convertirse en un cocinero televisivo mundial, el brit¨¢nico Jamie Oliver planea su pr¨®ximo asalto: conquistar a la audiencia digital a trav¨¦s de sus canales gastron¨®micos.
Resultar¨ªa complicado explicar a un extraterrestre qui¨¦n es Jamie Oliver. Es un cocinero, s¨ª. Aqu¨ª en la Tierra, a estas alturas, millones de personas han visto alguno de sus programas de televisi¨®n, que llevan ininterrumpidamente en antena en m¨¢s de 50 pa¨ªses desde que comenz¨® el siglo, o le¨ªdo alguno de los 16 libros que ha publicado. El ¨²ltimo de ellos, Comfort food (editorial Grijalbo), un homenaje a la comida de siempre, se acaba de publicar en Espa?a. Pero este brit¨¢nico (Clavering, 1975) es mucho m¨¢s que eso que se ha venido a llamar un celebrity chef.
Jamie Oliver es probablemente el cocinero que m¨¢s dinero ha ganado nunca. Es due?o de un complicado holding empresarial, con infinitas ramificaciones, que emplea a cerca de 6.000 personas y cuyo valor ¨Caunque este no est¨¢ siendo su mejor a?o econ¨®micamente¨C se calcula que roza los 300 millones de euros. Posee varias cadenas de restaurantes, con sedes en Brasil, China, Rusia, Dub¨¢i o India. Una sola de ellas, la de Jamie¡¯s Italian, factura 130 millones de euros al a?o. A eso hay que sumar escuelas de cocina, productoras de televisi¨®n, organizaciones ben¨¦ficas, compa?¨ªas de publicidad online, libros, revistas, aplicaciones, licencias de menaje de cocina y electrodom¨¦sticos, tiendas de alimentaci¨®n. Pero no es solo eso.
?l se define como ¡°alguien muy apasionado con el poder de la comida y con c¨®mo este puede afectar a una comunidad, a una familia o a un individuo¡±. Ese convencimiento le ha llevado a convertirse en uno de los activistas por la buena alimentaci¨®n m¨¢s importantes y efectivos de la historia. Si usted ha notado que en Reino Unido se come mejor que hace 10 a?os es gracias a Jamie Oliver. Si las escuelas p¨²blicas brit¨¢nicas ofrecen ahora comida m¨¢s sana a sus alumnos; si estos reciben, por ley, tres horas de clases pr¨¢cticas de cocina a la semana, es por las campa?as de Jamie Oliver. Si en Virginia Occidental, un Estado norteamericano famoso por su elevado ¨ªndice de obesidad infantil, los colegios han dejado de ofrecer todos los d¨ªas pizza congelada, ah¨ª est¨¢ la mano de Jamie Oliver. Si desde hace unos a?os ve usted con peores ojos las bandejas de pollo de color blanquecino en los supermercados, tambi¨¦n, aunque no lo sepa, tiene algo que ver con Jamie Oliver. Igual que el hecho de que los mercados de medio mundo se llenen de j¨®venes en busca de especias y verduras reci¨¦n salidas del huerto en puestos buc¨®licos: esa idealizaci¨®n de lo rural en la vida moderna tambi¨¦n tiene algo de la marca de este cocinero de Essex (Reino Unido).
La idealizaci¨®n de lo rural en la vida moderna (comprar verduras y especias reci¨¦n salidas del huerto) tiene algo de la marca de este cocinero de Essex (Reino Unido)
Todo esto es Jamie Oliver, un joven disl¨¦xico, p¨¦simo estudiante, padre de cuatro hijos y que ahora, a sus 39 a?os, est¨¢ a punto de cocinar el segundo plato de su banquete de dominaci¨®n mundial. Un plato que, como no pod¨ªa ser de otra manera, se prepara en los medios digitales.
Su cuartel general en Londres es exactamente como usted se lo imagina. Al menos esta planta del conjunto de edificios que ocupan sus oficinas junto a Old Street, en el nuevo distrito tecnol¨®gico del este de la ciudad. Mesas de madera r¨²stica, muebles y adornos vintage, y j¨®venes guapos y saludables trabajando sonrientes, con sus ordenadores Mac, en distintos frentes de la marca.
Desde un punto de vista personal, siempre me he concentrado en las abuelas?y las madres. Aprecio la cocina t¨¦cnica, pero solo hasta determinado extremo¡±
Jamie ¨Cen sus dominios y entre sus seguidores se le conoce por su nombre de pila¨C saluda amablemente y ofrece un trozo de una pecaminosa tarta de chocolate que, dice, acaba de cocinar. Lleva pantalones vaqueros, camisa de cuadros azules y amarillos, el pelo peinado hacia atr¨¢s y, en la mu?eca izquierda, una pulsera Jawbone: uno de esos aparatos, englobados en la tendencia de la tecnolog¨ªa para vestir, que miden la energ¨ªa y el tiempo de sue?o. Los prueba todos, dice, dejando ver por d¨®nde van sus pensamientos en estos d¨ªas.
El punto de partida es muy claro: lo m¨¢s buscado en Google, despu¨¦s de ¡°porno¡±, es ¡°comida¡±. ¡°Tengo una fotograf¨ªa del futuro, y es una imagen muy grande¡±, explica. ¡°No s¨¦ si puede funcionar. El planteamiento es que, a medida que la cultura digital crece y la nueva generaci¨®n pasa por el momento en que empieza a cocinar, teclean lo que buscan y lo que aparece es un mot¨®n de mierda. ?Qu¨¦ es esa mierda? Puede ser un buen chef, pero que comunica mal. No hay buenos v¨ªdeos, tutoriales sobre las t¨¦cnicas¡ As¨ª que mi sue?o es crear la mayor y m¨¢s reputada red social de comida del planeta. Lo cual suena muy grandilocuente. No es una cosa de Jamie Oliver, aunque estar¨¦ por ah¨ª. Se trata de crear una gran familia. Puedo estudiar qui¨¦nes son los grandes comunicadores de cocina espa?oles e italianos, eso no es un problema, lo s¨¦ ver enseguida. En el mundo online nadie ha reclutado a gente maravillosa que trabaje duro para crear contenidos de calidad. ?Venid! ?Tengamos una gran familia! No habr¨¢ competencia entre nosotros. El mundo de la televisi¨®n y los libros es competitivo, pero eso no sucede en los nuevos medios. Es una cultura diferente. La Tierra se est¨¢ convirtiendo en un lugar m¨¢s peque?o. Ahora mismo, en FoodTube albergamos a gente de todo el planeta hablando, hasta personas de zonas en guerra. La conversaci¨®n sol¨ªa ser territorial, pero ya no. Y se trata de eso: conversaci¨®n. No soy yo habl¨¢ndote a ti, somos nosotros botando de uno a otro. Es muy estimulante, es un tiempo nuevo. Estoy muy emocionado con esto¡±.
En esta misma sala di¨¢fana donde tiene lugar la entrevista se encuentran una peque?a cocina y una barra, decoradas al m¨¢s puro estilo Jamie, que sirven de estudios para sus canales de YouTube. FoodTube, su canal de cocina, ha superado el mill¨®n de seguidores en menos de un a?o. Y el m¨¢s reciente DrinksTube, sobre bebidas, sigue el mismo camino. Hay v¨ªdeos de j¨®venes cocineros de la cantera que est¨¢ formando Jamie, tutoriales y piezas con invitados como el actor Kevin Spacey o Alex James, el exbajista de Blur convertido en artesano de quesos. Suscribirse es gratis, pero esta plataforma golosa atrae a numerosos anunciantes.
Jamie Oliver ¨Cque mantiene una base en California, donde comparte experiencias e ideas con empresarios de Silicon Valley¨C no es el primero en darse cuenta del potencial de la comida en Internet. Hay algunos personajes, desconocidos hace pocos a?os, que tienen a¨²n m¨¢s seguidores que los canales de Jamie, y compa?¨ªas como BuzzFeed o Vice ya han lanzado sus propias divisiones gastron¨®micas. Pero ¨¦l ve todo esto adem¨¢s como un arma m¨¢s en su campa?a global por la alimentaci¨®n sana. ¡°Si creas un sitio con recetas buenas y de confianza, puedes mejorar la salud de la gente¡±, explica. ¡°En los ¨²ltimos 10 a?os he aprendido que la comida es una de las grandes patas de la econom¨ªa mundial. La agricultura es el mayor empleador del planeta. Y hay mucho sobre este tema que se hace mal en los tiempos modernos. Debemos preguntarnos cu¨¢l es su verdadero precio. Ver si las cosas est¨¢n bien hechas, para que sean deliciosas y nutritivas, pero tambi¨¦n ¨¦ticamente correctas. Todo lo que hago es contar en distintos medios. Y me he dado cuenta de que los humanos somos muy listos: si tenemos la informaci¨®n adecuada, tomaremos buenas decisiones. Discutir sobre alimentaci¨®n es sano. Hay pa¨ªses, con Estados Unidos a la cabeza, en los que la gente no sabe comprar ni preparar platos. La erosi¨®n de las habilidades en la cocina es un gran problema. Incluso en Espa?a, un pa¨ªs con una profunda cultura gastron¨®mica, esas t¨¦cnicas y valores se pierden lentamente. Los supermercados cada vez est¨¢n m¨¢s llenos de productos procesados. Creo que es importante proteger los alimentos frescos y verdaderos. Circula la idea de que sentarse alrededor de una mesa y disfrutar de buenos platos de comida es solo para los ricos. Y eso me entristece, porque no es verdad. Si sabe comprar y cocinar, cualquiera puede comer como un rey. Adem¨¢s, ?cu¨¢nto estar¨ªas dispuesto a pagar por 15 a?os m¨¢s de vida sana? Esa es mi motivaci¨®n cada ma?ana¡±.
Los fogones han sido el h¨¢bitat natural de Jamie desde que naci¨®. Su padre, tambi¨¦n cocinero, se form¨® en Francia y ten¨ªa su propio establecimiento. Su abuelo tambi¨¦n. ¡°Crec¨ª en ese ambiente familiar¡±, recuerda Jamie. ¡°Cuando sal¨ªa por las ma?anas bajaba directamente al restaurante. Tuve la suerte de que el de mi padre fue uno de los primeros gastropubs, hace 40 a?os. Eso quiere decir que ten¨ªamos una brigada completa de cocineros. Pasteler¨ªa, pescados, carnes. Compr¨¢bamos producto local, cerdos enteros, corderos. Los martes y los jueves eran los d¨ªas del pescado. Ten¨ªamos langostas, cangrejos, pescados enormes. As¨ª que para una ni?o era como ?guaaaaaauuuu! Hombres grandes, animales enteros, fuego, olores. Era un tiempo en que la comida en Inglaterra era muy mala, pero en casa de mi padre se cocinaba muy bien. A m¨ª me gustaba el lenguaje, las risas, era un poco salvaje, porque el estr¨¦s entre fogones es alto. La gente que trabaja all¨ª es especial, est¨¢ sometida a un estr¨¦s particular. Y a m¨ª me encanta¡±.
Ayud¨® el hecho de que la escuela se le daba tirando a mal. ¡°Lo pasaba fatal en la mayor¨ªa de las asignaturas¡±, recuerda. ¡°Y sol¨ªa acabar en las clases para ni?os con necesidades especiales. Se me daba mal el colegio, pero fui muy feliz. Hice amigos para toda la vida. Si hab¨ªa 120 chicos en mi curso, sigo comunic¨¢ndome activamente con 80. Pero estudiar no era lo m¨ªo y la cocina fue mi salvaci¨®n¡±.
Cuando empec¨¦, la televisi¨®n de cocina era muy aburrida. Solo se ve¨ªan chefs mayores con sombreros enormes, chaquetas blancas y estrellas Michelin¡±
Cuando termin¨® el colegio se matricul¨® en una de las mejores escuelas de cocina del pa¨ªs, Westminster Catering College, y fue ¡°como el principio de un nuevo mundo¡±. Para entonces ya hab¨ªa trabajado muchas horas en el restaurante de su padre, a quien define como ¡°un jefe duro¡±. ¡°Para ser un buen cocinero¡±, explica Jamie, ¡°hay una parte emocional, de saber conectar tu cerebro con tu paladar. Pero tambi¨¦n hay mucho de repetici¨®n. Y para cuando ten¨ªa 15 a?os hab¨ªa repetido tanto que, aunque no era muy bueno en lo acad¨¦mico, destacaba en los fogones y acab¨¦ haci¨¦ndolo muy bien en la escuela¡±.
Al graduarse pas¨® un tiempo en un restaurante del norte de Francia, donde aprendi¨® que ¡°en la cocina el lenguaje deja de ser importante para comunicarse¡±. Tras su vuelta a Londres, trabaj¨® en establecimientos como el Carluccio, donde conoci¨® a su maestro, el amalfitano Gennaro Contaldo, uno de sus grandes amigos e invitado habitual de sus programas, que le descubri¨® los secretos de la comida tradicional italiana.
Y un buen s¨¢bado por la noche, cubriendo un turno que no le correspond¨ªa en el River Caf¨¦, apareci¨® la televisi¨®n. ¡°Mis jefas, dos mujeres incre¨ªbles, me preguntaron si pod¨ªa ir porque uno de los chefs se hab¨ªa puesto enfermo. Yo fui, y resulta que hab¨ªa un equipo de televisi¨®n. El comedor estaba abarrotado y esa noche me toc¨® una labor muy divertida: platos casi en crudo, rehogados, todo muy r¨¢pido. Y los de la televisi¨®n alucinaron. Me preguntaban todo el rato qu¨¦ estaba haciendo, y yo pod¨ªa hacerlo y hablar con ellos a la vez. As¨ª que seis meses despu¨¦s sali¨® en antena y al d¨ªa siguiente los tel¨¦fonos no pararon de sonar¡±.
Creo que soy bastante congruente¡±
As¨ª naci¨® The naked chef, una aut¨¦ntica revoluci¨®n en la televisi¨®n de este g¨¦nero. Un chico normal haciendo comida casera con buena t¨¦cnica. ¡°Yo ten¨ªa 21 a?os¡±, recuerda. ¡°Fue mucha presi¨®n. Pero, como no me iba la vida en ello, me lo tomaba con cinismo. La televisi¨®n de cocina era muy aburrida entonces. Solo se ve¨ªan chefs mayores con sombreros enormes, chaquetas blancas, estrellas Michelin. The naked chef era casi documental, yo ni siquiera miraba a c¨¢mara. Y, de repente, despeg¨®¡±.
El imperio creci¨® y el chef m¨¢s medi¨¢tico de la historia utiliz¨® su poder para combatir en todo el mundo por la buena alimentaci¨®n desde distintos realities televisivos. ¡°Hemos hecho grandes cambios¡±, asegura. ¡°Pero es como si tienes toda tu casa llena de basura y yo voy all¨ª y limpio tu dormitorio. Estar¨ªas contento de que lo haya limpiado, pero el resto de la casa seguir¨ªa sucia. As¨ª me siento. Cuando est¨¢s trabajando al nivel del Gobierno brit¨¢nico, con 7 millones de ni?os, 28.000 escuelas, 150.000 comidas, cuando tienes a los j¨®venes con peor salud de Europa¡ empiezas a ver que es cuesti¨®n de detalles, y los Gobiernos no entran en eso. Los m¨¦dicos dicen que esta es la primera generaci¨®n que vivir¨¢ menos que sus padres. Cada vez que voy a ver a un pol¨ªtico, me dice: ¡®Dime aunque sea solo una cosa que podamos hacer¡¯. Pero, hermano, no puedes arreglar la salud p¨²blica con una sola cosa¡±.
Asegura que ahora est¨¢ en un momento de repliegue. ¡°A trav¨¦s de la comida, hemos probado cosas muy diferentes¡±, explica. ¡°Para ser sincero, puede que el 40% de ellas no hayan funcionado por alguna raz¨®n. Pero hemos aprendido lecciones muy importantes. Hemos sido muy experimentales. Y ahora estamos en una etapa de concentrarnos en lo que hacemos bien, en los contenidos, la calidad y la confianza. No dir¨ªa que soy un buen hombre de negocios. Tengo un desinter¨¦s lo suficientemente sano por el dinero. Soy bastante emprendedor, y no me importa perder algunas bazas. Lo he hecho durante 10 a?os y ahora llega la siguiente parte de la historia. En 2015 cumplo 40 y planeo vivir bien 10 a?os. No quiero decir que deje de ser activista, pero me gustar¨ªa hacerlo m¨¢s desde la uni¨®n que como una voz solitaria¡±.
Jamie Oliver es un adicto al trabajo cuyas semanas laborables ¡°pueden empezar con un presidente de Gobierno y terminar con Oprah Winfrey¡±. Pero el contrapeso llega cuando se enfrenta a su papel de padre de cuatro hijos. ¡°Los fines de semana me convierto en pap¨¢¡±, asegura. ¡°Me tomo mi tiempo. Y trato de no viajar mucho. Cuando estoy en casa siempre cocino, me gusta. Hacemos cosas simples como familia. Jugar con los ni?os, tratar de que sean felices. Y a partir de las siete somos mam¨¢ y yo tomando un vaso de vino, una buena cena y relaj¨¢ndonos. Necesito ese ant¨ªdoto¡±.
Asegura que le interesan las nuevas tendencias de la cocina. A¨²n no ha estado en Noma, considerado el mejor restaurante del mundo, pero dice conocer y compartir tiempo con algunos de esos cocineros vanguardistas. ¡°Estoy al corriente¡±, explica, ¡°pero desde un punto de vista personal siempre me he concentrado en las abuelas y las madres. Eso es lo que me inspira. Aprecio la cocina t¨¦cnica, pero en mi vida profesional solo quiero llevarlo hasta determinado extremo. Me parece m¨¢s accesible y democr¨¢tico trabajar en esta otra ¨¢rea. Creo que Espa?a y Jap¨®n, as¨ª como algunos daneses y suecos, son los innovadores m¨¢s activos. Est¨¢n empujando las fronteras t¨¦cnicamente. Pero, una vez has estirado los l¨ªmites, tambi¨¦n es bonito volver. El a?o que viene vamos a abrir nuestro segundo restaurante Barbacoa. Va a ser ¨¦pico. Sin electricidad, solo fuego y madera. Es el sue?o de cualquier cocinero. Habr¨¢ tandooris, rowatas japonesas, hornos de madera¡¡±.
La falta de talento, dice, es el problema m¨¢s grande que encuentra ahora en Reino Unido. ¡°No hay suficientes chefs. Necesitamos profesionales espa?oles. Estamos trabajando en un proyecto para traerlos. Que puedan venir a Londres y ofrecerles alojamiento los primeros meses. As¨ª que ?vengan, vengan aqu¨ª!¡±.
Su sobreexposici¨®n medi¨¢tica, de la que empieza a estar cansado, dice que le ha tra¨ªdo tantos amigos como enemigos. ¡°En Inglaterra tenemos un producto para untar muy popular que se llama Marmite, que lo amas o lo odias¡±, dice. ¡°Y yo creo que soy un poco as¨ª. En general, me considero afortunado. Llevo 15 a?os haciendo televisi¨®n y libros, lo que me convierte en una de las personas m¨¢s longevas en este aspecto. Me siento afortunado porque creo que no me he traicionado, no hay historias chungas sobre m¨ª. Ni bailarinas de strip-tease, ni drogas, ni otros esqueletos en mi armario. Trato de no quejarme todo el rato, soy muy t¨¢ctico. Si gritara todo el tiempo, la gente no me har¨ªa caso. Es un juego dif¨ªcil. Pero creo que el p¨²blico piensa que soy bastante congruente. Y creo que lo soy¡±.
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