Esto s¨ª que es el desencanto
La corrupci¨®n, el peloteo de acusaciones mutuas y la pasividad son dif¨ªciles de soportar
Ya no s¨¦ qu¨¦ m¨¢s hacer para poder entender, para digerir, para soportar este diluvio inacabable de mangantes. Cuando todo esto empez¨®, hace ya unos a?os, intent¨¦ asumir la parte que nos correspond¨ªa a los ciudadanos de a pie. Como tantos otros articulistas, escrib¨ª sobre las peque?as corrupciones que cometemos de forma habitual en nuestra sociedad: la famosa frase de ¡°la factura, ?con IVA o sin IVA?¡±, por ejemplo; o ese odioso chantaje al que te someten (o quiz¨¢ somet¨ªan, por fortuna creo que eso est¨¢ desapareciendo) algunos vendedores de pisos al obligarte a pagar en negro cierta parte del precio. Cuando empezaron a emerger los corruptos como corchos aflorando a la superficie de un lago negro, una buena parte de los espa?oles pensamos que esos lodos ven¨ªan de estos polvos cotidianos y que una conciencia social laxa produc¨ªa ricas cosechas de rufianes. Quiero decir que, de alguna manera, nos parec¨ªa ver una coherencia, una continuidad. Era un fen¨®meno hasta cierto punto l¨®gico y corregible.
Pero la pelota empez¨® a rodar ladera abajo. Y fue engordando y engordando, como una piedra que se envuelve en capas de nieve. Lleg¨® un momento, all¨¢ por G¨¹rtel y Urdangarin y el principio de los papeles de B¨¢rcenas y de los ERE, en donde creo que empezamos a sentir un pasmo radical, una falta absoluta de reconocimiento con esos chorizos, con esas tramas de latrocinio tan bien organizadas y tan monumentales que podr¨ªan haber sido montadas por alien¨ªgenas, as¨ª de ajenas y chocantes nos resultaban. Y por lo menos yo comenc¨¦ a pensar que no era verdad que todos fu¨¦ramos corresponsables; que la sociedad espa?ola era en su vasta mayor¨ªa bastante decente; que trabaj¨¢bamos como bellacos; que aqu¨ª, en la vida cotidiana, no exist¨ªa la mordida ni la corrupci¨®n; que no hab¨ªa que sobornar a la polic¨ªa ni a los funcionarios de un ministerio para que resolvieran tus papeleos burocr¨¢ticos. Que los asalariados y los aut¨®nomos y las peque?as y medianas empresas nos mov¨ªamos razonablemente dentro de la ley. Que el pa¨ªs b¨¢sico funcionaba como un pa¨ªs democr¨¢tico y moderno. Y que lo que hab¨ªa pasado era que una tambi¨¦n vasta mafia formada por parte de los pol¨ªticos, parte de los grandes empresarios y parte de los grandes financieros estaba simplemente estaf¨¢ndonos y rob¨¢ndonos a todos.
Est¨¢ emergiendo por fin toda la cochambre y eso demuestra que las estructuras b¨¢sicas funcionan
Esa revelaci¨®n ya fue bastante desoladora, bastante indignante y desesperante. Como tambi¨¦n result¨® dif¨ªcil aguantar las proclamas de honestidad y rectitud de los partidos, el peloteo de acusaciones mutuas, su pasividad. Por eso, por la carencia de respuestas satisfactorias, la pelota sigui¨® rodando en su loca carrera hacia el abismo. Hasta que se convirti¨® en un alud y nos sepult¨®. As¨ª estamos ahora, enterrados en la nieve y a punto de quedarnos sin ox¨ªgeno. Porque los ¨²ltimos esc¨¢ndalos ya son indigeribles. Esa familia Pujol, que tantas alharacas y pamemas de honestidad hizo durante a?os; ese sindicalista minero Fern¨¢ndez Villa, supuesto modelo del socialismo de base. Y la inacabable retah¨ªla de p¨²nicos. Hay 1.700 causas abiertas por corrupci¨®n en Espa?a en estos momentos, y aunque suman m¨¢s de 500 pol¨ªticos implicados, s¨®lo una veintena larga est¨¢n en la c¨¢rcel.
Ahora se entienden muchas cosas. Como, por ejemplo, la construcci¨®n de nuevos hospitales privados, dudosos y car¨ªsimos, que ahora aparecen relacionados con la Operaci¨®n P¨²nica (como el Nuevo Hospital de Burgos, SA), mientras que desmantelan la sanidad p¨²blica con obstinada sa?a; recordemos, como bot¨®n de muestra, que el Carlos III, que fue un hospital de referencia europeo para las enfermedades infecciosas, hab¨ªa sido cerrado para reconvertirlo en mero hospital de apoyo, y que tuvieron que reabrirlo a toda prisa cuando el ¨¦bola; y que cuatro de los seis m¨¦dicos que tratan a los enfermos de ¨¦bola en Espa?a son eventuales. En fin, as¨ª nos va. Seg¨²n la ONG Transparencia Internacional, ocupamos el puesto 40? de la lista, por detr¨¢s de Brun¨¦i y justo antes de Cabo Verde. Esto s¨ª que es el desencanto, y no la Espa?a de la Transici¨®n, que fue cuando se acu?¨® la palabra.
Pero existe una parte buena en todo esto, o yo quiero verlo as¨ª desde mi optimismo irremediable. La parte buena es justamente la misma, o sea, que hay 1.700 causas por corrupci¨®n abiertas, y grandes figurones en el banquillo, y antiguos prohombres y promujeres de la patria en prisi¨®n o cuando menos socialmente repudiados, despojados de sus medallas, de sus distinciones y sus doctorados honor¨ªficos. Est¨¢ emergiendo al fin toda la cochambre y eso demuestra que, pese a todo, las estructuras democr¨¢ticas b¨¢sicas de nuestro pa¨ªs funcionan. Hay que endurecer las leyes; hay que obligarlos a devolver el dinero robado y, si no lo hacen, condenarlos a m¨¢s a?os. Hay que ser de verdad intolerante con la corrupci¨®n y no votarlos. @BrunaHusky
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