La verdad que ocultan los 'or¨ªgenes del garaje' de Silicon Valley
En tecnolog¨ªa, la norma es jactarse de or¨ªgenes humildes. Como los de Apple o Google. ?La trampa? Que ninguno es como lo cuentan
La tecnolog¨ªa viene de Silicon Valley y Silicon Valley viene de un garaje. La leyenda es as¨ª de simple; lo complicado es decidirse por qu¨¦ garaje. Est¨¢ el del n¨²mero 367 de Addison Avenue, en Palo Alto, donde se encerraron en 1938 William Hewlett y David Packard a experimentar con dispositivos electr¨®nicos y del que hoy cuelga una placa que reza: ¡°Lugar de nacimiento de Silicon Valley¡±. O el del 2066 de Crist Drive, en Los Altos, donde Steve Jobs y Steve Wozniak construyeron el primer ordenador Apple que se vendi¨® al p¨²blico en 1976. Y luego est¨¢ el del 232 de Santa Margarita Avenue, en Menlo Park. Ese lo alquilaron en 1998 dos j¨®venes llamados Larry Page y Sergei Brin para llevar all¨ª el desarrollo de su joven empresa, Google. El aparcamiento est¨¢ sorprendentemente intacto hoy. Con la alfombra azul que la entonces due?a de la casa, Susan Wojcicki, hoy consejera delegada de YouTube, puso para que los arrendatarios se sintieran m¨¢s a gusto. La mesa de ping pong con la que se tomaban los descansos. Todo dispuesto para que el mito parezca real y nada recuerde que en realidad Google se hab¨ªa fundado dos a?os antes; ten¨ªa ya recabado m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares de varios inversores; y el ahorro que les supon¨ªa alquilar un garaje en lugar de una oficina era risible. Es m¨¢s, en enero de 1999, tras solo cinco meses pisando la alfombra azul, los nueve empleados de Google se mudaron a unas oficinas convencionales. Pero el garaje est¨¢ ah¨ª, es propiedad de la empresa desde 2006, y los beneficios que genera en su mito fundacional son incalculables.
Tanto Hewlett Packard, Apple, Google, YouTube o Facebook presumen de haberse creado de la nada. En realidad, bebieron de la experiencia previa y los contactos de sus jefes
Ese es el poder m¨¢gico del garaje. Un empresario que lo menciona no solo est¨¢ evocando el trabajo duro con el que Hewlett y Packard levantaron un imperio tecnol¨®gico desde su taller improvisado en Palo Alto. Y tampoco es solo que recuerde a los intr¨¦pidos visionarios de Apple a los que el mundo termin¨® dando la raz¨®n. Se est¨¢ sumando a una larga tradici¨®n a la que pertence Walt Disney, que fund¨® su empresa en el garaje de su t¨ªo Robert en 1923 y que m¨¢s tarde us¨® dos estacionamientos como estudios de animaci¨®n improvisados. O Harold Matson y Eliot Handler, que en 1945 vend¨ªan marcos de madera para fotos y, con el material sobrante, fabricaban juguetes en su garaje. Fusionaron sus nombres y, llamados Mattel, crearon a Barbie y llegaron a convertirse en una multinacional de primer orden. O Michael Dell con la firma que lleva su apellido. O Jim Casey, de UPS. El mito del garaje transmite una serie de im¨¢genes y valores admirables. Emprendimiento. Generaci¨®n espont¨¢nea de ideas brillantes. Trabajo duro. La libertad de ser tu propio jefe y desarrollar tu propia visi¨®n. La ingenuidad de pensar que todo va a salir bien y la humildad de seguir trabajando cuando as¨ª es. El garaje no es solo un enclave geogr¨¢fico. ¡°Es un estado mental. Es el rechazo del statu quo. Es afirmar: ¡®No necesito docenas de ingenieros con m¨¢ster para hacer frente a la competencia¡±, explica Guy Kawasaki, exempleado de Apple y autor de varios libros sobre emprendimiento en Silicon Valley. El garaje es un s¨ªmbolo. Una aviso del g¨¦nero al que pertenece el origen de cada empresa. Es el sue?o americano. Tambi¨¦n es mentira.
Los hombres tras la cortina
En Silicon Valley, el garaje es un estado mental. Es el rechazo del 'statu quo'. Es afirmar: ¡®No necesito docenas de ingenieros con m¨¢ster para hacer frente a la competencia Guy Kawasaki, escritor en Silicon Valley
¡°Es demasiado rom¨¢ntico y demasiado individualista¡±, protesta Dan Heath, periodista de Fast Company y autor, junto a su hermano Chip, de varios libros sobre estrategias empresariales. ¡°Nos hablan del mito del garaje y visualizamos a dos tipos que crean algo brillante en secreto y luego se lo muestran a un mundo m¨¢s que receptivo. Es decir, da una idea err¨®nea de lo que se necesita para triunfar. Si quieres empezar una empresa, tus tareas son encontrar trabajo, aprender c¨®mo funciona la industria y hacer contactos. Claro, es mucho m¨¢s aburrido que una idea maravillosa desarrollada en un garaje¡±.
Pocos mitos del garaje aguantan un m¨ªnimo de escrutinio. Todos acaban revelando los factores cl¨¢sicos que menciona Heath. Gente bien conectada con buenas amistades, experiencia en otras empresas y m¨¢s capacidad organizativa que visi¨®n. Hewlett y Packard, por ejemplo, se conocieron siendo estudiantes en Stanford el a?o 1930, en plena Gran Depresi¨®n, cuando montar una empresa era impensable. Packard trabaj¨® para General Electric durante a?os, donde aprendi¨® de todo. Es m¨¢s, uno de sus amigos de all¨ª, John Cage, terminar¨ªa de profesor universitario y dirigir¨ªa hacia su negocio a todos los alumnos prometedores, lo cual fue determinante en el futuro imperio Hewlett Packard (en adelante, HP).
El mito original de Apple tambi¨¦n olvida aquella vez en 1967 cuando un ni?o de 12 a?os llam¨® a las oficinas de HP. Era Steve Jobs y quer¨ªa componentes para construir un contador de frecuencias. Hewlett se qued¨® tan impresionado con el chaval que le ofreci¨® un trabajo de verano en su boyante negocio. ¡°Lo que aprend¨ª all¨ª fue la base de lo que ser¨ªa Apple¡±, confes¨® Jobs en una entrevista 2003. As¨ª pudo recomendarle a su socio, Steve Wozniak, al que conoci¨® a trav¨¦s de un amigo en com¨²n, que entrara a trabajar en HP en 1973, mientras ¨¦l sigui¨® form¨¢ndose en la reci¨¦n creada Atari. Todos estos elementos ser¨ªan fundamentales en 1976, cuando se fund¨® Apple. Wozniak se hab¨ªa dado cuenta de que el ordenador que ten¨ªa en mente no interesaba en HP. Jobs trajo a Ronald Wayne, el tercer fundador de la empresa, de Atari. Para entonces, ya no eran unos j¨®venes jugando con una idea. ¡°Nadie quiere o¨ªr la historia de los chicos ricos que se citan en el Marriott para idear un plan de negocio. Eso no es rom¨¢ntico¡±, ha escrito Heath. Y no hace falta remontarse tantas d¨¦cadas para encontrar elaborados mitos de garaje. El de Facebook, por ejemplo, es quiz¨¢ el m¨¢s sofisticado: un joven estudiante, Mark Zuckerberg, ide¨® un producto en su residencia en Harvard con la ayuda de unos amigos y, con pocos intermediarios m¨¢s, el mundo les hizo ricos. Esta variaci¨®n no esconde los elementos menos populares, sino que los disfraza. Harvard sale como un centro rancio y reacio al cambio, no como la universidad adonde acuden las ¨¦lites. Los amigos de Zuckerberg aparecen como estudiantes entusiastas, no j¨®venes ricos con ganas de invertir en algo.
Nadie quiere o¨ªr la historia de los chicos ricos que se citan en el Marriott para idear un plan de negocio. Eso no es tan rom¨¢ntico como la idea dos iluminados desarrollan de la nada Dan Heath, escritor especializado en cultura empresarial
Tambi¨¦n se cuenta que en 2005 unos amigos, Chad Hurley y Steve Chen, grabaron a un tercero durante una fiesta y, al ver lo complicado que era subir el metraje a Internet, decidieron fundar YouTube. No se cuenta que Hurley hab¨ªa sido uno de los primeros empleados en PayPal e incluso les hab¨ªa dise?ado el logo. Y que su suegro, James Clark, es el fundador de Netscape Navigator. Es decir, los creadores de YouTube eran m¨¢s de dos y ten¨ªan conexi¨®n directa con inversores. Meses despu¨¦s, Steve Chen le confes¨® a la revista Time que la an¨¦cdota de la fiesta hab¨ªa sido ¡°adornada¡± para que sonara mejor.
El mito hecho realidad
La f¨¢bula es cada vez m¨¢s popular. En 2005, dos profesores de la Universidad de California hicieron un estudio entre sus alumnos: el 89% de ellos pod¨ªa citar alguna empresa creada de esta manera. Solo un 48% de las empresas se crea as¨ª, pero el estudio estima que las apariciones en la prensa de los mitos de garaje se multiplicaron un 250% entre 1980 y 2000. Y como cualquier mentira contada las suficientes veces, se est¨¢ acercando a la realidad. Cuando la Comisi¨®n Nacional de Emprendimiento estadounidense estudi¨® las ra¨ªces de las empresas mas grandes del pa¨ªs en el siglo XX concluy¨®: ¡°En 1917, los emprendedores sol¨ªan ser aquellos a los que se les negaba el ¨¦xito por otras v¨ªas. En 1997, emprenden aquellos que se pueden permitir el riesgo. El valor de la experiencia previa parece haberse disminuido¡±. Ninguna de las empresas estudiadas, por cierto, se hab¨ªa creado de la nada.
Solo un 48% de las empresas se crea as¨ª, pero el estudio estima que las apariciones en la prensa de los mitos de garaje se multiplicaron un 250% entre 1980 y 2000
El mito le pone cara a dos motores tangenciales pero inagotables del capitalismo actual: el sue?o americano, seg¨²n el cual un hombre puede llegar a lo m¨¢s alto solo trabajando duro; y el ego de la industria tecnol¨®gica, obsesionada por la idea de irrumpir en el mundo. Pero no por ello es imposible de exportar. Cuando Zaryn Dentzel, por ejemplo, trajo a nuestro pa¨ªs un poco de Silicon Valley con Tuenti, la red social espa?ola m¨¢s poblada, tambi¨¦n trajo ese mito. ¡°Llam¨¦ a mis amigos de aqu¨ª y les dije que hab¨ªa que montar esto. Que hab¨ªa que montar Tuenti. Cuando empezamos a trabajar ¨¦ramos cuatro personas. No hab¨ªa agenda, ni reuniones, ni calendario, ni nada, solo ¨¦ramos cuatro tipos muy j¨®venes que hac¨ªan c¨®digo¡±, resume hoy. Su empresa ha crecido, pero de la mano de Telef¨®nica. ¡°Creo que poco a poco en Espa?a se ha ido entendiendo lo importante que es emprender y tomar las riendas de su propio futuro¡±.
Es lo que le pasa a los mitos demasiado atractivos. ¡°Cuanto m¨¢s cuentas una historia, m¨¢s evoluciona¡±, explica Heath. ¡°Se van resaltando los individuos, no las organizaciones. Los momentos particulares, no el progreso gradual. Creo que la historia de YouTube se har¨¢ a¨²n m¨¢s triunfal con el tiempo. M¨¢s majestuosa¡±. Con tal de que nadie se la crea.
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