La memoria del CSIC: para una historia de la investigaci¨®n en Espa?a
Las fotos del general Francisco Franco en las asambleas anuales plenarias que el CSIC celebraba desde su creaci¨®n en 1939 le muestran presidiendo entre militares, sacerdotes y un p¨²blico compuesto en su mayor¨ªa por hombres de traje y corbata. El dictador se apropiaba cada a?o de la producci¨®n cient¨ªfica de quienes investigaban en aquellos laboratorios pobres, mal dotados, albergados en edificios imponentes proyectados por el arquitecto y entonces miembro del Opus Dei, Miguel Fisac.
La arquitectura institucional del CSIC no deja lugar para la duda: edificios de relumbr¨®n albergaron mucho tiempo laboratorios muy modestos. Y esto fue as¨ª a lo largo de la d¨¦cada de 1940, la m¨¢s dura, la m¨¢s represora de la dictadura, la m¨¢s corrupta, la del estraperlo de penicilina, tabaco y medias de cristal.
Pero una dictadura no ocupa todos los espacios porque los pa¨ªses, sus sociedades, sus ciudadan¨ªas, no pueden identificarse ni completa ni mayoritariamente, con sus gobiernos. Historiadores como Antonio Cazorla, ?ngela Cenarro y Conxita Mir, entre tantos, han mostrado las miserias de la vida cotidiana y la lucha por la supervivencia en una d¨¦cada miserable. Algunas mujeres y algunos hombres j¨®venes se formaron en esa d¨¦cada, se licenciaron y por relaciones familiares, culturales, acad¨¦micas y sociales accedieron a los laboratorios de investigaci¨®n, que carec¨ªan entonces de personal cient¨ªfico propio y eran espacios para que los catedr¨¢ticos universitarios pudieran experimentar.
El dictador se apropiaba cada a?o de la producci¨®n cient¨ªfica de quienes investigaban en aquellos laboratorios pobres y mal dotados
El dise?ador de la instituci¨®n, Jos¨¦ Mar¨ªa Albareda, nombrado catedr¨¢tico de la Facultad de Farmacia reci¨¦n terminada la contienda, logr¨®, con el apoyo del ministro Jos¨¦ Ib¨¢?ez Mart¨ªn, crear un organismo que se apropiaba de los bienes inmuebles de la Junta para la Ampliaci¨®n de Estudios y los ofrec¨ªa a profesores universitarios leales, que superaron los procesos de depuraci¨®n a los que se someti¨® al funcionariado p¨²blico tras la entrada de Franco en Madrid. Las depuraciones, la corrupci¨®n y la pobreza duraron, como la sequ¨ªa y las cartillas de racionamiento, toda una d¨¦cada.
Pero ni la m¨¢s m¨ªsera de las pol¨ªticas alcanza todos los rincones. Adem¨¢s de los exilios interiores de personas como Juli¨¢n Mar¨ªas, algunos j¨®venes pudieron salir al extranjero, con becas de la Junta de Relaciones Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores y luego, inmediatamente tras firmarse los pactos secretos con Estados Unidos para el establecimiento de bases militares, con becas de ese pa¨ªs y con las posteriores de la Comisi¨®n Fullbright; becas todas ellas que formaron a las ¨¦lites espa?olas durante d¨¦cadas bajo la influencia directa de los Estados Unidos y sus estilos acad¨¦micos y cient¨ªficos; gentes que aun hoy siguen reuni¨¦ndose para celebrar las redes sociales de intercambio de reconocimiento que esas becas proporcionaron.
La construcci¨®n del sistema de investigaci¨®n en Espa?a no era una pol¨ªtica directa ni prioritaria de la dictadura de Franco
De esta forma, y partir de la entrada de Espa?a en las instituciones creadas en Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, con el fin de la Segunda Guerra Mundial se inaugur¨® la segunda posguerra en Espa?a, en la que la influencia extranjera, de la victoria aliada, ser¨ªa creciente aunque nunca hegem¨®nica. La construcci¨®n del sistema de investigaci¨®n en Espa?a no era una pol¨ªtica directa ni prioritaria de la dictadura de Franco, no lo fue hasta por lo menos el ministerio de Educaci¨®n y Ciencia renombrado as¨ª por su titular Manuel Lora-Tamayo y m¨¢s intensamente despu¨¦s, cuando ocup¨® esa cartera Jos¨¦ Luis Villar Palas¨ª.
Pero la vida acad¨¦mica espa?ola, universitaria e investigadora fue a partir de los primeros a?os de la d¨¦cada de 1950, como lo explicaron Javier Tusell y Pablo Lizcano, un espacio que ocuparon gentes que ya no hab¨ªan vivido la Guerra Civil ni el r¨¦gimen de terror y pobreza de la posguerra. El comercio y los viajes fueron, como en otros tiempos y en otros lugares, fuentes de actualizaci¨®n, modernizaci¨®n, invenciones, proyectos de investigaci¨®n. Del extranjero proced¨ªa la inspiraci¨®n para trabajar en Espa?a, una parte de los presupuestos para investigar ¨Calgunos cient¨ªficos recibieron financiaci¨®n directa de organismos p¨²blicos y privados de EEUU y luego de la Agencia Internacional de Energ¨ªa At¨®mica. En medio de todas las crisis, incluida la tragedia del asesinato del estudiante Enrique Ruano detenido por participar en las protestas universitarias en el Madrid de 1968 -en los calabozos de la Direcci¨®n General de Seguridad desde donde hoy se preside la Comunidad de Madrid-, incluso las protestas por la falta de libertades, las manifestaciones y las huelgas, lo eran de una sociedad que tambi¨¦n ten¨ªa laboratorios de investigaci¨®n en los que comenzaba a valorarse un estilo de trabajo adquirido durante la formaci¨®n posgraduada y posdoctoral en el extranjero.
El desarrollo de la investigaci¨®n cient¨ªfica en Espa?a durante la dictadura de Franco debe a las pol¨ªticas investigadoras de los sucesivos gobiernos ¨Crecu¨¦rdese que el primer cargo del influyente tecn¨®crata Laureano L¨®pez Rod¨® fue en el CSIC- menos de lo que debe al desarrollo cient¨ªfico extranjero y a la memoria del trabajo investigador del primer tercio del siglo XX en los laboratorios de la Junta para Ampliaci¨®n de Estudios. Desde 1957, cuando los sovi¨¦ticos lanzaron el sat¨¦lite Sputnik I, se dispar¨® el crecimiento del presupuesto de EEUU en ciencia y tecnolog¨ªa para ganar la batalla espacial a la Uni¨®n Sovi¨¦tica en plena guerra fr¨ªa. Y ese era el horizonte, poder investigar como se hac¨ªa en ese pa¨ªs que se hizo l¨ªder de la investigaci¨®n cient¨ªfica y t¨¦cnica en Occidente precisamente porque renunci¨® a un sistema nacional de atenci¨®n sanitaria y dedic¨® en cambio un esfuerzo pol¨ªtico y presupuestario sin precedentes a la investigaci¨®n y a mantener, como explica el libro de Angela Creager, Life Atomic, su liderazgo at¨®mico.
La dictadura fue para la investigaci¨®n, como para el resto de la sociedad espa?ola, una limitaci¨®n duradera a la recepci¨®n de la influencia extranjera
La influencia extranjera y las pol¨ªticas de la dictadura se combinaron para generar una agenda de investigaci¨®n que puede reconocer hoy ese rastro que fue la configuraci¨®n de objetivos e intereses, de aspiraciones. Eran aspiraciones de las ¨¦lites acad¨¦micas, cient¨ªficas e investigadoras en una sociedad gobernada sin democracia e inspirada en los logros de la era dorada de la investigaci¨®n en las, estas s¨ª, democracias de la vecindad geogr¨¢fica y pol¨ªtica, en EEUU y el norte de Europa durante el desarrollo econ¨®mico de la d¨¦cada de 1960.
La dictadura fue para la investigaci¨®n, como para el resto de la sociedad espa?ola, de sus espacios profesionales, industriales y cient¨ªficos, una r¨¦mora, una limitaci¨®n duradera a la recepci¨®n de la influencia extranjera que hubiera podido crecer y desarrollarse, civilizarse al amparo de otros derechos y de otras libertades pero con aspiraciones semejantes a la que exhibi¨®. Y tambi¨¦n un freno a la expansi¨®n de intereses cient¨ªficos y acad¨¦micos que se desarrollaron en Espa?a antes de la Guerra Civil. El mundo ya era entonces tan ancho como ahora y los poderes pol¨ªticos no gobernaban todos los espacios ni dominaron sociedades completas, como la historia del siglo XX nos ha ense?ado.
Mar¨ªa Jes¨²s Santesmases es investigadora del CSIC en historia de la ciencia
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