R¨¦quiem por Damasco
La vida de lujo se esfuma. Los hoteles que recibieron a hist¨®ricos personajes est¨¢n habitados por desplazados sirios. Los escaparates de las grandes firmas se hallan en liquidaci¨®n antes de cerrar
Los escaparates de Armani o Bvlgari en Damasco est¨¢n de liquidaci¨®n a la espera de agotar existencias y echar el cierre. Las antiguas casas y palacetes reformados en restaurantes regresan a su antiguo estado. Los festivales de cine y la vida del grand luxe, que nunca fue tan grande en Siria, se esfuman. Los magn¨ªficos hoteles que recibieron desde hist¨®ricos personajes a huestes de turistas en busca del sabor de Las Mil y Una Noches, hoy son habitados por desplazados sirios. Ante la decadencia industrial, hotelera y de la alta costura en la Damasco en guerra, la jet set siria mira hacia el pasado con nostalgia. El conflicto les ha robado el oasis cosmopolita, a la par que oriental, que emerg¨ªa antes de 2011.
El hotel Baron de Alepo, el m¨¢s antiguo del pa¨ªs y datado del siglo XIX, brindaba un magn¨ªfico bar, un hamam (ba?o turco) as¨ª como la conveniencia geogr¨¢fica por su proximidad a la ciudad vieja. Las huestes de personajes hist¨®ricos que pasaron por sus cuartos atra¨ªan a la clientela m¨¢s exquisita. Lo primero que hac¨ªa uno nada m¨¢s registrarse era subir a la habitaci¨®n 202 donde durmi¨® Lawrence de Arabia y en cuya pared a¨²n cuelga una factura del bar que el oficial brit¨¢nico, haciendo caso omiso del rigor ingl¨¦s, dej¨® sin pagar. En el cuarto contiguo, el 203, Agatha Christie escribi¨® la primera parte de Asesinato en el Orient Express. Hace ya meses que los combates entre el Ej¨¦rcito y los rebeldes sirios, a escasos metros, han clausurado sus puertas y tras ellas sus secretos.
En tiempos de la preguerra, Asma el Asad se convirti¨® en el fetiche del ¡®glamour¡¯. Ahora vive recluida.
Entre la aburrida Aman y la occidentalizada Beirut, Damasco dejaba fascinado hasta al m¨¢s exigente de sus visitantes. Decenas de casas ¨¢rabes del siglo XVII fueron restauradas y convertidas en hoteles de lujo o restaurantes. Piezas ¨²nicas de la marqueter¨ªa damascena con incrustaciones de n¨¢car decoran sus cuartos y en sus patios ¨¢rabes resoplan fuentes de m¨¢rmol. El hotel V¨ªa Recta en la ciudad vieja de Damasco es uno de ellos. Su estrecha portezuela da paso a la grandeza de un pasado preservado para sus hu¨¦spedes. Hoy sus habitaciones, como las del resto de hoteles de la ciudad, son ocupadas por desplazados sirios. En 2011, una noche costaba hasta 200 euros, hoy, apenas 20 por noche o 300 al mes. Las gu¨ªas tur¨ªsticas sobre Palmira, Alepo o incluso Raqqa acumulan polvo en el recibidor y de su cocina ya no emanan los aromas de manjares sirios. Pocos son los restaurantes que a¨²n reciben clientes a diario, y generalmente son los m¨¢s famosos y onerosos como Beit Jebri o Narange.
Es en estas casas restauradas y sus callejas se grababan las telenovelas sirias reputadas en toda la regi¨®n. En 2008, el Festival Internacional de Cine de Damasco recib¨ªa a miles de asistentes y periodistas llegados para felicitar a los actores de la telenovela Bab el Hara, que representaba la vida de barrio en tiempos del mandato franc¨¦s, o fotografiar a la actriz Sulaf Fawajeryi, que daba vida a Asmahan, una cantante drusa que result¨® ser esp¨ªa para brit¨¢nicos y franceses durante la Segunda Guerra Mundial. El ¨²ltimo evento fue la ?pera de Damasco data en 2012.
No muy lejos de V¨ªa Recta vive Mostafa Al¨ª, escultor en la cincuentena y reconocido internacionalmente por sus obras de bronce. Miembro de la inteligencia siria, el artista es de los que han decidido quedarse. ¡°Cada d¨ªa inauguramos una nueva exposici¨®n. J¨®venes de todo el pa¨ªs, cada uno influenciado por sus vivencias, dan un nuevo impulso a la inspiraci¨®n art¨ªstica¡±, relata optimista al tel¨¦fono. Pero muchos j¨®venes optan por viajar para buscarse la vida. No se compra ya arte en Damasco. ¡°Hacemos de la ciudad nuestro taller de trabajo para luego vender fuera; en Beirut, Dub¨¢i, Jordania o Francia¡±, a?ade el escultor que en pocos d¨ªas expondr¨¢ en Par¨ªs.
Aunque en Damasco no se compre, no se deja de salir. En el centro de la capital, el ¨¢tico del hotel Omayad alberga el Z-Bar, que con 20.000 seguidores en Facebook sigue siendo lugar predilecto de la jet set. En la intimidad de terciopelos y tenues luces, este bar ofrece un lugar donde bailar, charlar y beber a precios de hasta ocho euros la cerveza. En 2007, el Z-Bar inaugur¨® su barra. ¡°Antes, los sirios pudientes iban los fines de semana al Casino o a los bares de Beirut. Tras la retirada de las tropas sirias en 2005, el L¨ªbano se volvi¨® peligroso, as¨ª que el Z-Bar abri¨® como una alternativa para aquellos que ya no ten¨ªan donde salir¡±, explicaba Maruan, en aquel entonces camarero del bar. Tras un breve cierre, el Z-Bar reabr¨ªa esta vez para sus propios ciudadanos en tiempos de guerra. ¡°Sigue siendo de los favoritos, pero el Bar Lounge del Four Seasons Hotel es la nueva tendencia¡±, apunta Zafer, de 31 a?os. Hijo de Joseph Marina, director de una conocida marca familiar creada hace 50 a?os para surtir a los sirios con trajes de lujo, lleva dos a?os en Beirut ¡°sin hacer nada¡±. El negocio familiar se consume y con ¨¦l la fortuna de sus herederos. Una realidad que Zafer asegura compartir con otros hijos de empresarios sirios como el representante de Armani o la joyer¨ªa Halaa.
Una dise?adora hizo un traje a la reina Sof¨ªa que le qued¨® peque?o: ¡°No te preocupes se lo doy a Letizia¡±.
A diferencia de L¨ªbano o del Golfo, donde la clase alta exhibe a bombo y platillo sus riquezas ba?¨¢ndose en el lujo, la siria siempre fue m¨¢s bien discreta. ¡°Hace 12 a?os, con las restricciones, los sirios necesitaban un permiso para comprar un coche de lujo. La burgues¨ªa siria es una mezcla de comerciantes e industriales que tras una apertura econ¨®mica en 1991 pactaron con el r¨¦gimen de Hafez el Asad y vivieron en coexistencia con sus leyes. Con la ascensi¨®n de Bachar el Asad naci¨® una nueva clase media-alta, m¨¢s ostensible que la burgues¨ªa cl¨¢sica¡±, explica un economista sirio en Beirut que prefiere mantener el anonimato.
Fue en parte la primera dama, Asma el Asad, quien revolucion¨® la moda. En tiempos de preguerra se convirti¨® en el fetiche del glamour de la sociedad siria. Su aclamaci¨®n social y reconocimiento internacional cayeron en picado con el hundimiento diplom¨¢tico de Bachar el Asad. En marzo de 2011, el mismo mes en que comenzara un conflicto que cuatro a?os despu¨¦s se ha cobrado m¨¢s de 200.000 vidas, Asma protagonizaba la portada de la revista Vogue que la bautiz¨® como La rosa del desierto. El reportaje despert¨® las cr¨ªticas de reconocidas plumas en los mismo diarios occidentales que antes alababan su elegancia. La primera dama regres¨®, como sus predecesoras, al silencio y la privacidad de palacio encerrando todo debate sobre el incipiente vanguardismo sirio.
La embrionaria moda siria se derrumb¨® de golpe. Asma era cliente habitual de la tienda Anat, a quien encargaba vestidos y manteler¨ªas. En 1988, Heike Weber, oriunda de Berl¨ªn, inaugur¨® la tienda en la que confecciona ropas y accesorios combinando las ¨²ltimas tendencias de la moda con bordados sirios y palestinos artesanales fruto de siglos de tradici¨®n. A sus puertas acudieron prestigiosas personalidades como la primera dama o la reina de Espa?a. ¡°Poco antes de la guerra, la reina Sof¨ªa nos encarg¨® un traje. Resulta que lo hicimos en una talla muy peque?a. Cuando lo vio me dijo: 'No te preocupes que me lo llevo para Letizia y me haces otro¡±, rememora Heike sonriendo al tiempo que muestra una foto suya junto a la reina. Al igual que hoteles, cines y restaurantes, tras d¨¦cadas de esfuerzo y trabajo, Anat est¨¢ a punto de cerrar su tienda a la que ni los sirios pudientes acuden porque simplemente se han ido.
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