Corridos

Creo que no voy a volver a cantar nunca m¨¢s un corrido mexicano. Toda mi vida, desde la infancia con la familia hasta la edad adulta en las fiestas asturianas, las canciones mexicanas han sido una constante ligada a la diversi¨®n. Ante sus disparatadas letras, que nos tom¨¢bamos muchos con una cierta distancia ir¨®nica, no hab¨ªa nunca una posici¨®n cr¨ªtica que denunciara el repugnante machismo y la desbocada violencia que suelen esconder.

El corrido, y en muchos casos las rancheras, es una manifestaci¨®n cultural nada aislada y nada ir¨®nica de M¨¦xico. Los autores mexicanos que tratan sobre ello lo denuncian. El gran triunfo de los narco-corridos es que este an¨¢lisis se ha ido haciendo m¨¢s urgente y necesario.

Yo he le¨ªdo recientemente un art¨ªculo de una joven espa?ola, Diana Plaza, doctoranda en M¨¦xico D.F., que compara los corridos tradicionales con los narco-corridos de la actualidad. Lo sorprendente es que en ambos se percibe algo que encaja muy bien con el liberalismo predominante en el mundo. Siempre el personaje central es un hombre que se hace a s¨ª mismo, que combate al Estado y que utiliza la violencia para sus fines seg¨²n convenga, porque es el m¨¢s valorado y el m¨¢s ching¨®n.

Lo que compren nuestros hijos por la calle ser¨¢ sangre de estudiante mexicano

Si esto lo traducimos a t¨¦rminos europeos nos encontramos con Berlusconi, al que lo ¨²nico que le falta (que sepamos), es el AK-47. Las velinas, el uso de la ley para sus fines, la utilizaci¨®n del poder, son las mismas.

Pero ahora hemos llegado a un punto insoportable. Ya no puedo escuchar un narco-corrido sin pensar en los 43 estudiantes asesinados en Guerrero.

Cuando ahora veo en mi barrio a los chavales de veintipocos comprando lo que llaman ¡°farlopa¡±, me salen instintos paternalistas. ?Cu¨¢ntos gramos de farlopa cuesta la vida de cada ni?o normalista?

A algunos les parecer¨¢ excesivo, pero si no hay control legal sobre las drogas, seguir¨¢n mandando las mafias, y lo que compren nuestros hijos por la calle ser¨¢ sangre de estudiante mexicano.

Puede parecer ut¨®pico el proyecto de legalizar las drogas, pero el mayor interesado en que no se haga es la mafia. Si los Estados no se embarcan en la tarea de acordar el control de calidad de producci¨®n de estas sustancias, seguiremos teniendo todo el yihadismo que queramos y todas las bandas asesinas de Am¨¦rica que deseemos.

Si echamos cuentas, la ¨²nica peste no contaminada por el narco es el nacionalismo, pero s¨®lo hay que darle un poco de tiempo. Todo lo dem¨¢s, la religi¨®n y el dinero, est¨¢ dentro de la trampa.

Hay un gobernante del que no s¨¦ casi nada y no s¨¦ si es razonable en lo dem¨¢s, como el presidente uruguayo M¨²jica, que se ha atrevido con la marihuana. ?Habr¨¢ alguien que se atreva a hacer lo mismo con el resto de las drogas?

La sangre de los 43 j¨®venes mexicanos lo reclama.

Mientras, dejemos de re¨ªrnos con las divertidas letras de los narco-corridos. M¨¦xico es m¨¢s que eso.