Doble mando
Hasta ahora el cerebro no ha tenido rival. Ni el coraz¨®n ni el sexo, cuyo prestigio es innegable, han conseguido disputarle la hegemon¨ªa
Te cortan los brazos y las piernas, te trasplantan el h¨ªgado, el coraz¨®n y los ri?ones, aunque te desguacen todo entero, mientras no te toquen ese punto del cerebro donde radica la conciencia seguir¨¢s siendo t¨² y no otro. El cerebro es una masa gelatinosa con un peso aproximado de kilo y medio; est¨¢ protegido por un casco y opera como centro de control del resto del cuerpo, que a su vez solo es un mecanismo articulado para sacar a pasear al cerebro hacia donde decida su deseo, al trabajo, al f¨²tbol, a la iglesia, al baile. Hasta ahora el cerebro no ha tenido rival. Ni el coraz¨®n ni el sexo, cuyo prestigio es innegable, han conseguido disputarle la hegemon¨ªa, puesto que en su masa encef¨¢lica residen el pensamiento, la memoria, las emociones y el lenguaje. As¨ª ha sido, al menos, desde el tiempo de los primates, pero al viejo cerebro de toda la vida hoy le ha salido un competidor, un cerebro nuevo que ya no es carb¨®nico sino met¨¢lico, que los humanos suelen llevar en el bolsillo, aunque ya se ha convertido en carne de su carne. Este cerebro es cada d¨ªa m¨¢s complejo, con un pensamiento propio, unas emociones peculiares, un lenguaje distinto, una imborrable memoria. Las ¨®rdenes que el cuerpo recibe mediante impulsos electr¨®nicos parten ahora desde el bolsillo. El iPhone es el nuevo centro de mando que obliga al viejo cerebro a pensar, sentir y comunicarse seg¨²n los nuevos instintos inform¨¢ticos. Lo que antes se llamaba el yo, ahora se llama el pin. Solo que antes el yo resid¨ªa en el fondo de la conciencia introspectiva y ahora el pin est¨¢ manipulado a distancia por fuerzas que ya no controlas. Hoy te pueden desguazar el cuerpo por completo y mientras no te toquen el iPhone ser¨¢s tu y no otro, pero en este caso tendr¨¢n que dejarte al menos dos dedos para pulsar el teclado.
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