La rutina de un parado

Son las ocho de la ma?ana. Comienza mi rutina y, como tantos parados, enciendo el ordenador y consulto las ofertas de trabajo. En una famosa web de empleo leo un anuncio que solicita inventaristas para trabajar en un almac¨¦n de 10 de la noche a 6 de la ma?ana por cinco euros la hora. Un poco m¨¢s abajo, se necesita ¡°secretaria con car¨¢cter dulce y flexible¡±. Atenci¨®n: secretaria, no secretario. En el correo electr¨®nico me llega un mensaje con el asunto: ¡°Limpieza de hotel en Londres¡±. Se pide un abono por adelantado de ?950 euros!

Por curiosidad consulto el Estatuto de los Trabajadores y, respecto al trabajo nocturno, observo que el art¨ªculo 36 es bastante ambiguo en lo referente a la remuneraci¨®n. En cuanto a la condici¨®n de ¡°car¨¢cter dulce y flexible¡± para ser secretaria, ?c¨®mo es que nadie lo denuncia? Y por ¨²ltimo, ?qui¨¦n controla las estafas laborales online?

Pero la pregunta del mill¨®n es: ?d¨®nde est¨¢n los sindicatos? Es evidente que en tierra de nadie o, m¨¢s bien, en la tierra de las subvenciones. Podr¨ªa decirse que se est¨¢ retrocediendo a los tiempos de la Revoluci¨®n Industrial, con la diferencia de que los obreros se movilizaban para denunciar las deplorables condiciones laborales y los abusos que sufr¨ªan por parte del empresario. Y no hace tanto tiempo en Espa?a los sindicatos obreros convocaban huelgas generales y manifestaciones multitudinarias.

Son las once de la ma?ana y, despu¨¦s de una intensa b¨²squeda de empleo en ¡°lo que sea¡±, con su consiguiente env¨ªo masivo de curr¨ªculos, apago el ordenador y dudo entre cortarme las venas o dej¨¢rmelas largas. Un d¨ªa m¨¢s, el trabajo de mi tesis doctoral me libera de tomar tan dr¨¢stica decisi¨®n.¡ª Paula Santolaya del Burgo.