Menos mal que est¨¢ el Rayo
Las Administraciones no pueden retirarse cuando aparece la solidaridad ciudadana
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ZVQTPHRAD5FWYMMTDUH46DWR64.jpg?auth=70ef1d22263cb026c80f3ce3940020ba329d3509ac50e7766e6d8492a376a496&width=414)
Este es el fin de semana de la gran campa?a de los Bancos de Alimentos, un contrapunto al consumismo previo a las Navidades y una oportunidad de hacer aflorar la solidaridad ciudadana. La misma que se despierta cuando se producen grandes cat¨¢strofes ¡ªya sean el hurac¨¢n Mitch, el terremoto de Hait¨ª o el tif¨®n que devast¨® Filipinas hace un a?o¡ª o con las im¨¢genes conmovedoras del desahucio de una octogenaria, por haber avalado con su casa un pr¨¦stamo recibido por su hijo, que no lo devolvi¨®.
Menos mal que ah¨ª estaba el Rayo, el equipo de f¨²tbol de la populosa barriada de Vallecas (Madrid), que con su magn¨ªfico gesto de salir de inmediato al rescate de su vecina en apuros ha promovido otra oleada de solidaridad. Tan grande, que el club se plantea extender las ayudas a m¨¢s causas ben¨¦ficas y a buen seguro que no le faltar¨¢n candidaturas.
Uno de los problemas de los movimientos estimulados por golpes emocionales suele ser la gesti¨®n del man¨¢ llovido de repente sobre estructuras de voluntarios o aquellas que, aun dedicadas regularmente a las tareas solidarias ¡ªcomo las que llevan a cabo respetadas ONG¡ª, se ven a veces desbordadas.
Y entonces surgen las preguntas sobre qu¨¦ hacen las Administraciones p¨²blicas. No tienen que quitarse de en medio por el hecho de que Amancio Ortega se ocupe de ser solidario (20 millones para C¨¢ritas, 4 millones para los Bancos de Alimentos); o que el Rayo Vallecano se ofrezca a pagar el alquiler a una mujer muy necesitada. Como advierten los directivos y jugadores, ah¨ª est¨¢n ellos para atender a Carmen Mart¨ªnez, de 85 a?os, mientras aparecen ¡°el Ayuntamiento o la Comunidad¡±. Un pa¨ªs del llamado primer mundo, y m¨¢s en concreto su capital, deber¨ªa ser capaz de organizarse de forma que se pueda realojar a una octogenaria en dificultades; y aclarar bien si pudo hacerse algo m¨¢s que enviarle a la polic¨ªa para sacarle de la vivienda.
No hay que dejar la solidaridad en manos de las autoridades, pero tampoco reducirla a actos puntuales de caridad. Seis a?os de crisis ha multiplicado el n¨²mero de personas que precisan ayuda muchos d¨ªas al a?o, y no solo cuando un ¨¢spero Mr. Scrooge exige la ejecuci¨®n de una deuda que, al final, supone el lanzamiento de una anciana de su hogar.
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