Koolhaas y la ciudad
Rem Koolhaas lleva d¨¦cadas pensando y escribiendo sobre la ciudad. Ya en 1994 constataba que la promesa del movimiento moderno de transformar mediante la abstracci¨®n y la repetici¨®n hab¨ªa sido un fracaso, una patra?a. Y que la ¡°omnipresencia de la urbanizaci¨®n¡± hab¨ªa dejado la propia condici¨®n urbana irreconocible. ¡°La ciudad ya no existe¡± sentenci¨® fiel a su costumbre de convertir las ideas en esl¨®ganes. El caso es que el urbanismo ha ido perdiendo peso en las calles y en las escuelas de arquitectura aunque, como ¨¦l mismo apunt¨®, el caos sea lo que ocurre cuando no ocurre nada.
Hoy, dos d¨¦cadas despu¨¦s de que alguno de estos ensayos fuera escrito (la mayor¨ªa tiene apenas 10 a?os) buena parte de las ciudades del planeta crece, efectivamente, con un urbanismo que carece de teor¨ªas y que, en muchos suburbios, carece tambi¨¦n de urbanistas. Por eso es tan relevante atender a lo que el arquitecto de Rotterdam pronostic¨® hace veinte a?os: ¡°las ciudades ya no tendr¨¢n que ver con lo nuevo ni con lo civilizado sino con el subdesarrollo urban¨ªstico. El urbanismo atacar¨¢ a la arquitectura, invadir¨¢ sus trincheras, minar¨¢ sus certezas, ridiculizar¨¢ sus preocupaciones y destruir¨¢ sus tradiciones¡¡± Porque mucho de lo que Koolhaas augur¨® en el primer ensayo de esta recopilaci¨®n se est¨¢ cumpliendo. Pero ese mismo cumplimiento le pone en evidencia a ¨¦l como arquitecto. ?Acaso su arquitectura ha ayudado a configurar otras ciudades? Sabiendo que iba a ser ¡°atacada¡± por ese urbanismo desenfrenado ?por qu¨¦ tambi¨¦n ¨¦l ha elegido protegerse protegiendo sus edificios en lugar de integrarlos y tratar de buscar una soluci¨®n?
Es de reconocer que Koolhaas lleva d¨¦cadas avisando sobre lo que se acerca, pero esa advertencia se convierte en ?cinismo? cuando ¨¦l mismo ha decidido dejarse llevar por el hacer mayoritario de una profesi¨®n ¡°incapaz de aprovechar los espectaculares acontecimientos sociales y econ¨®micos que si se hubiesen afrontado hubiesen podido restaurar su credibilidad-¡°.
Koolhaas escribi¨® ¡°La ciudad gen¨¦rica¡± en 1997 para preguntar si la condici¨®n contempor¨¢nea exig¨ªa a las urbes despojarse de su identidad para pasar a ser, ¡°como los aeropuertos¡±, todas iguales. El holand¨¦s ve¨ªa ventajas en liberarse del cors¨¦ de la identidad: ¡°la nueva ciudad no necesita mantenimiento. Se expande si se queda peque?a, se autodestruye y se renueva si se queda vieja¡±. Sin embargo, advert¨ªa de que las ciudades gen¨¦ricas pod¨ªan ser nuevas o conversas. Para el holand¨¦s, Barcelona, por ejemplo, ¡°al simplificar excesivamente su identidad se torna gen¨¦rica¡±, representaba la segunda opci¨®n. ¡°El pasado se volver¨¢ demasiado peque?o para ser habitado y compartido por quienes est¨¦n vivos¡±, vaticinaba, denunciando a la ¡°masa creciente de turistas que en su b¨²squeda del car¨¢cter machaca las identidades de ¨¦xito hasta convertirlas en polvo sin sentido¡±. ?Venecia? ?Toledo? ?Barcelona de nuevo?
M¨¢s all¨¢ de c¨®mo haya metabolizado Koolhaas estas ideas en su propia obra, es importante plantearse c¨®mo las hemos digerido nosotros. ?Est¨¢n los aeropuertos en v¨ªas de remplazar a la ciudad? Una nueva advertencia, ahora sobre las nuevas urbes, alerta de que las ciudades nuevas envejecen con mayor rapidez. Sin embargo, pese a lo dram¨¢tico de sus augurios, el discurso de Koolhaas funciona m¨¢s como retrato de un personaje que como espejo de un nuevo tiempo.
Le¨ªdo con distancia, se pueden anotar los juegos de palabras a los que recurre continuamente: ¡°La Ciudad Gen¨¦rica es todo lo que queda de lo que sol¨ªa ser la ciudad. Es la posciudad que se est¨¢ preparando en el emplazamiento de la exciudad¡±. Se asiste tambi¨¦n a las diversas defunciones de las que levanta acta: ¡°la calle ha muerto, la ciudad ha muerto¡¡± (y yo no me siento demasiado bien, le falt¨® escribir).
Es instructivo leer a Koolhaas pasado el tiempo. Algunos de sus escritos son brillantes y cre¨ªbles pron¨®sticos (en general los escritos en la d¨¦cada de los 90), pero frente a esas reflexiones que parec¨ªan incluir la autocr¨ªtica sobre una arquitectura ¡°construida con una media de 27 versiones malogradas por cada edificio realizado¡± o una construcci¨®n que representaba ¡°el triunfo del pegamento sobre la integridad de los materiales¡± ¨Ca prop¨®sito de la silicona- frente al ingenio que le llev¨® a escribir que los nuevos arque¨®logos ¡°necesitaban m¨¢s billetes de avi¨®n que palas¡±, buena parte de sus escritos del siglo XXI han dejado de ser cre¨ªbles.
Eso ha sucedido no s¨®lo por lo que ¨¦l mismo ha levantado como arquitecto y por d¨®nde lo ha hecho ¨Cfundamentalmente en China- colaborando con un tipo muy determinado de pol¨ªtica y modelo de ciudad. Tambi¨¦n ocurre porque el lector puede tener la sensaci¨®n de que, al final, el eslogan ha terminado por suplantar a la idea. As¨ª, en el ¨²ltimo ensayo que recopila este nuevo compendio, ¡°Espacio Basura¡±, se dice: ¡°la comodidad es la nueva justicia¡±. Pero tambi¨¦n: ¡°lo m¨ªnimo es lo m¨¢ximo travestido¡±. Y hacia el final: ¡°lo cosm¨¦tico es, desde ahora, lo c¨®smico¡±. De seguir as¨ª, el riesgo es que empiece a ser tambi¨¦n lo c¨®mico.
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