La nueva revoluci¨®n americana
No tienen papeles, pero s¨ª dignidad. Han crecido bajo la promesa del sue?o americano, que la realidad les ha negado, y ahora exigen vivir en paz en el pa¨ªs que consideran suyo. Son los ¡®dreamers¡¯ (so?adores), tal vez el movimiento de derechos civiles m¨¢s importante de este siglo en EE UU. El presidente Obama no ha tenido m¨¢s remedio que o¨ªr su voz.
"Ahora vamos a cerrar los ojos y so?ar¡±, pide Cristina Jim¨¦nez en ingl¨¦s con una voz firme que parece incompatible con su cuerpo menudo. La cincuentena de j¨®venes presentes cierran los ojos. Se hace el silencio.
¨CVamos a so?ar con el d¨ªa en que nos levantemos sin miedo a ser deportados, sin miedo a ir a clase y que nos detengan, sin miedo a que nuestros padres vayan a trabajar y no vuelvan. Vamos a so?ar con el respeto y la dignidad que merecemos.
La audiencia asiente sin abrir los ojos.
¨CAhora tenemos otra batalla que dar: proteger a los nuestros. Vamos a so?ar que Obama cumple su palabra y frena las deportaciones. Vamos a so?arlo porque no vamos a aceptar m¨¢s excusas. ?Vamos a aceptar m¨¢s excusas? ¨Cpregunta Cristina con un tono creciente.
¨CNo ¨Cresponden.
¨C?Les vamos a dejar que expulsen a nuestros padres? ¨Cinsiste.
¨C????No!!!! ¨Cgritan.
Vamos a so?ar con el d¨ªa que nos levantamos sin miedo a ser deportados¡±
¨C?Y qu¨¦ vamos a hacer? ¨Cpregunta m¨¢s alto.
¨C???Levantarnos y luchar!!! ¨Ccontestan a gritos.
¨C?Qu¨¦ vamos a hacer? ¨Cinsiste Cristina.
¨C???Levantarnos y luchar!!! ????Levantarnos y luchar!!!! ¨Cvociferan.
Tras el cl¨ªmax, el silencio vuelve a adue?arse de la sala. ¨CYa pod¨¦is abrir los ojos. Tenemos trabajo. Tenemos que decidir qu¨¦ hacemos ¨Cconcluye la l¨ªder.
La escena se produjo en la ¨²ltima semana de octubre en el 4-H Youth Center de Maryland, d¨ªas antes de las elecciones legislativas que dieron el control del Congreso a los republicanos. Cristina Jim¨¦nez y los que gritaban son dreamers (so?adores), posiblemente el movimiento de derechos civiles m¨¢s importante de este siglo en Estados Unidos. Su organizaci¨®n, United We Dream, agrupa a 25.000 activistas conectados a trav¨¦s de 55 grupos en 26 Estados. Defienden los derechos de los 12 millones de personas indocumentadas que hay en el pa¨ªs, de las que m¨¢s de dos millones son j¨®venes.
Ese fin de semana un grupo de sus delegados se reuni¨® para fijar la estrategia a seguir en los pr¨®ximos meses ante los acontecimientos que se avecinaban. Aunque sue?en, tienen los ojos muy abiertos. Las elecciones presidenciales de 2016 son su horizonte. Con el Congreso en manos de los republicanos tras los pasados comicios, el panorama para los dreamers es otro. Si en las legislativas el voto latino no fue relevante (entre otras razones porque las grandes batallas del Congreso y los gobernadores se dieron en Estados con baja presencia hispana), en las presidenciales de 2016 ser¨¢ fundamental. Ning¨²n candidato en Estados Unidos puede alcanzar la Casa Blanca sin el apoyo del voto latino (Obama logr¨® el 80% en 2012). Con su reforma para impedir la deportaci¨®n de unos cinco millones de indocumentados, el presidente espera retener ese voto para su partido.
Los so?adores son j¨®venes estudiantes hispanos de todo el pa¨ªs unidos por dos circunstancias: son indocumentados y tienen miedo. Miedo a ser deportados de la que consideran su casa, a no ver m¨¢s a sus familiares, sin papeles como ellos. No se consideran inmigrantes. Sus padres lo fueron, pero ellos han crecido como estadounidenses. El ingl¨¦s es su primera lengua y han aprendido en la escuela y en la Universidad que Estados Unidos es el pa¨ªs de las oportunidades, donde los sue?os se hacen realidad. Han dicho basta. Se han unido y han salido de las sombras.
El movimiento de los dreamers cambi¨® el sentido del debate sobre la reforma migratoria¡±, afirma Kate Brick, experta en la materia del Americas Society / Council of the Americas. ¡°Fueron capaces de que los ciudadanos americanos sintieran sus historias, historias americanas, como ninguna otra campa?a ha sido capaz de hacer. Los dreamers se han convertido en una voz poderosa que nunca m¨¢s podr¨¢ dejar de ser tenida en cuenta¡±.
Cristina Jim¨¦nez, ecuatoriana de 30 a?os, es la l¨ªder de los so?adores. Cofundadora de United We Dream, lleg¨® a Estados Unidos con sus padres y un hermano. Ten¨ªa 14 a?os. Desde el principio asumi¨® su vida en las sombras. ¡°Mis padres tuvieron que hacer de todo, limpiar casas, coches, vender revistas¡ Comprob¨¦ desde muy pronto que estar indocumentado en este pa¨ªs es muy duro. La explotaci¨®n es tremenda. Mis pap¨¢s muchas veces no cobraban por sus trabajos y no ten¨ªan manera de reclamar. Yo era la ¨²nica que hablaba ingl¨¦s, as¨ª que me tocaba llamar y reclamar. Experiment¨¦ esa discriminaci¨®n muy pronto, con 14 a?os. No poder llamar a la polic¨ªa, no poder llamar a ning¨²n departamento para que te ayuden, no poder hacer nada¡¡±, explica.
En 2013, m¨¢s de 438.000 personas fueron deportadas de Estados Unidos
¡°Esa es la contradicci¨®n m¨¢s chistosa. Yo fui a la escuela en Queens y all¨ª me ense?aron que en este pa¨ªs es posible alcanzar tus sue?os¡±, a?ade. ¡°Pero lo que me ense?aban no era mi vida. Cuando pens¨¦ que no podr¨ªa ir a la universidad, me deprim¨ª mucho. Yo hab¨ªa cumplido, pero ellos no cumpl¨ªan conmigo¡±.
En Estados Unidos viven 2,1 millones de j¨®venes indocumentados. De ellos, 1,2 millones pueden acogerse a la reforma legal del presidente Obama de 2012 denominada DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals), que les permite estudiar sin ser deportados. S¨®lo 700.000 lo han hecho. Ahora esperan que las nuevas medidas del l¨ªder dem¨®crata solucionen su situaci¨®n de una vez por todas.
Cristina Jim¨¦nez estudi¨®. Sin papeles. Lo hizo en un college de la universidad p¨²blica de Nueva York (CUNY). Se gradu¨® cum laude en Ciencias Pol¨ªticas y Negocios. Se gradu¨® con miedo. La primera vez que sali¨® de las sombras fue en 2005, en una reuni¨®n de la New York City Bar Association, una organizaci¨®n de abogados y estudiantes de leyes fundada en 1870. False¨® su nombre y su procedencia. Sara, de Costa Rica, el nombre y el pa¨ªs elegidos por Cristina para enmascararse, fue convocada como futura beneficiaria de la Dream Act, la frustrada ley que iba a otorgar la residencia a determinados graduados que hubiesen entrado en el pa¨ªs siendo menores.
Cristina ya no falsifica su nombre. El miedo sigue ah¨ª, pero convertido en fuerza, en convicci¨®n. Ahora figura entre los 30 l¨ªderes j¨®venes m¨¢s importantes del pa¨ªs. Desde diciembre del a?o pasado tiene permiso de residencia. Lo consigui¨® porque Walter, su pareja, fue v¨ªctima de un ataque de una pandilla en Queens, lo que les permiti¨® optar a un visado como v¨ªctimas de la delincuencia organizada. Sus padres siguen sin papeles. No han salido de Nueva York en todos estos a?os. Permanecen asustados.
Ninguno de los dos partidos se ha ganado una buena reputaci¨®n con nosotros. Unos, los dem¨®cratas, porque no han hecho nada en el Congreso; y los otros, los republicanos, porque se han ido a un extremo destructivo¡±, denuncia. Sobre Obama no tiene dudas: ¡°Promesas incumplidas, promesas rotas. Obama tiene el r¨¦cord de deportaciones en la historia de este pa¨ªs, con m¨¢s de dos millones. Por eso algunas organizaciones latinas le bautizaron como deporter in chief¡±. En 2013, m¨¢s de 438.000 personas fueron deportadas de Estados Unidos.
A partir de ahora y hasta 2016, uno de los objetivos de su organizaci¨®n es Hillary Clinton, n¨²mero uno en las listas de candidatos a la designaci¨®n para la carrera hacia la Casa Blanca. En cada acto p¨²blico, la exsecretaria de Estado tiene que o¨ªr las preguntas que le lanzan los so?adores. ¡°Vamos a presionarla a ella y a muchos m¨¢s que evitan pronunciarse sobre la reforma migratoria. Pero tendr¨¢n que hacerlo, porque en 2016 nuestro voto ser¨¢ decisivo¡±, explica. Clinton no es su ¨²nico objetivo. Pol¨ªticos republicanos como Marco Rubio, John Boehner o Mitch McConnell han sentido a los so?adores, y los sentir¨¢n, cerca.
En 2016 vamos a ser decisivos. Conf¨ªo en que Obama lo tenga en cuenta¡±
¡°Tenemos que seguir creciendo¡±, admite Jim¨¦nez sobre el futuro de UWD. ¡°Empezamos con siete grupos en 2008. Ahora tenemos 55 en 26 Estados. Pero tenemos que crecer m¨¢s e ir a Estados a los que todav¨ªa no hemos ido, como Nevada, Ohio, Chicago¡ Otro objetivo es crear l¨ªderes en todo el pa¨ªs. Vamos a ver a muchos j¨®venes latinos intentado lograr puestos electos. Estamos creando una generaci¨®n que va a cambiar este pa¨ªs¡±.
Michael Shifter, presidente de Inter-American Dialogue, uno de los think tanks de Washington sobre Am¨¦rica Latina m¨¢s importantes, destaca la influencia de los so?adores en el debate pol¨ªtico: ¡°Los dreamers est¨¢n jugando un papel fundamental en la cuesti¨®n migratoria. Han sabido ofrecer una imagen de gente joven y capaz de hacer cosas que ha generado una gran simpat¨ªa y solidaridad hacia ellos. Han sido muy eficaces. Si el presidente Obama parece dispuesto a tomar decisiones importantes es, en buena medida, gracias a los dreamers¡±.
El movimiento de los so?adores naci¨® en la mitad de la pasada d¨¦cada en torno a una reforma legal que deb¨ªa garantizar el acceso a la educaci¨®n en iguales condiciones a los j¨®venes inmigrantes indocumentados y abrirles un camino hacia la residencia legal: la DREAM Act (Developmet, Relief and Education for Alien Minors o Ley de Fomento para el Progreso, Alivio y Educaci¨®n de Menores Extranjeros). En 2005, grupos de estudiantes sin papeles comenzaron a emerger en todos los Estados. Organizaciones como New York State Youth Leadership Council, fundada por Cristina Jim¨¦nez, Student Immigrant Movement (Massachusetts), University Leadership Initiative (Austin) y California Dream Network fueron el germen de algo que ir¨ªa creciendo con los a?os.
En 2007, la DREAM Act decay¨® en el Senado incapaz de conseguir los 60 votos necesarios. Los grupos de j¨®venes sin papeles tuvieron que replantearse su estrategia. Ten¨ªan que pasar a la acci¨®n. Y para ello necesitaban una organizaci¨®n fuerte. En 2008 naci¨® United We Dream, que celebr¨® su primera convenci¨®n en Minnesota en 2009 con s¨®lo 40 participantes. En 2013, el colectivo decidi¨® ampliar su plataforma de acci¨®n e incluir entre sus objetivos no s¨®lo los derechos de los estudiantes sin papeles, sino tambi¨¦n los de los 12 millones de indocumentados en todo el pa¨ªs. Su trabajo no ha sido en vano. El denominado programa DACA es un ¨¦xito suyo. ¡°DACA no es suficiente, pero transform¨® la vida de miles de personas¡±, explica Jim¨¦nez.
Este a?o, en un congreso celebrado en Phoenix, 500 dreamers han acudido a la cita. Ah¨ª naci¨® la campa?a No podemos esperar, que aborda el tema m¨¢s doloroso de todos: las deportaciones y las familias rotas. En junio del a?o pasado, tres so?adores viajaron a Nogales, en Arizona, para reunirse con sus madres despu¨¦s de seis a?os separados. Pudieron abrazarlas a trav¨¦s de la valla de acero oxidado que les separaba. La escena fue un pu?etazo en la conciencia social de muchos.
¡°Los dreamers no abordan su problema y el de sus familias desde una ¨®ptica partidista. Ellos apelan a dem¨®cratas y republicanos para encontrar una soluci¨®n. Y en la calle presionan a todos, de un color y de otro. Eso es muy positivo¡±, se?ala Carl Meacham, director del Programa Americano del Center for Strategic and International Studies de Washington.
La mexicana Julieta Garibay es otra de las l¨ªderes de United We Dream. Tiene 34 a?os y papeles, pero, como Jim¨¦nez, una circunstancia an¨®mala regulariz¨® su situaci¨®n. Su exmarido la pegaba. Gracias a ello consigui¨® un visado como v¨ªctima de violencia dom¨¦stica. Durante 21 a?os vivi¨® con miedo y rechazada por sus dos pa¨ªses. ¡°Estados Unidos no me aceptaba porque no ten¨ªa papeles, pero mi pa¨ªs natal tampoco. Intent¨¦ estudiar en M¨¦xico porque en Estados Unidos no pod¨ªa por no tener papeles. No aguant¨¦. Ninguno de los pa¨ªses me abri¨® los brazos¡±, explica. Finalmente, gracias a una reforma legal en el Estado de Texas, adonde lleg¨® de ni?a, pudo estudiar enfermer¨ªa. Nunca ha ejercido. Sus cuidados son para United We Dream.
El colombiano Juan Sebasti¨¢n Vel¨¢zquez, de 26 a?os, es un graduado de Georgetown que aspira a ser embajador de Estados Unidos. Pero no tiene papeles. Deportaron a toda su familia hace siete a?os, cuando cursaba su primer semestre de Pol¨ªtica Internacional en la prestigiosa universidad de Washington. Cada d¨ªa se levanta pensando en sus padres y su hermana. ¡°Sigo siendo deportable. Si no tienes la ciudadan¨ªa, te pueden echar por una simple falta¡±.
Vel¨¢zquez representa una de la sensibilidades presentes en United We Dream, la de los 270.000 sin papeles del colectivo LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transg¨¦nero). En concreto, el joven colombiano es el rostro visible del Queer Undocumented Inmigrant Project. Nacido en Medell¨ªn, repudia la violencia que le oblig¨® a salir de su pa¨ªs, y considera Estados Unidos como su patria, aunque esta no lo quiere reconocer como hijo.
La boliviana de 21 a?os Hareth Andrade es una de las hero¨ªnas m¨¢s j¨®venes del grupo. Durante una reuni¨®n en 2013 de la AFL-CIO, la gran organizaci¨®n de sindicatos americanos, la joven pidi¨® a todos los delegados que se pusieron en pie para reclamar la puesta en libertad de su padre, que hab¨ªa sido detenido para su deportaci¨®n. Todos los presentes lo hicieron. Despu¨¦s ley¨® en ingl¨¦s un poema, America, que conmocion¨® a la audiencia. La imagen recorri¨® el mundo por YouTube. Mario Andrade, su padre, no fue deportado, uno de los muchos ¨¦xitos de United We Dream.
El brasile?o Felipe Sousa, de 28 a?os, se declara gay e indocumentado. Lleg¨® con 14 a?os a Miami huyendo de la pobreza de R¨ªo de Janeiro. Sigue sin papeles. United We Dream salv¨® su vida. ¡°Me deprim¨ª mucho cuando me enter¨¦ de que no pod¨ªa estudiar por no tener papeles. No conoc¨ªa a nadie con los mismos problemas. El movimiento me salv¨®. Ahora s¨¦ que hay muchos Felipes en todo el pa¨ªs¡±, se?ala.
Muchos y muy desenga?ados. Sobre todo con el presidente Obama, que de h¨¦roe ha pasado a villano. Cuando en 2012, con motivo de las elecciones, Obama puso en marcha la iniciativa DACA, los dreamers vieron cumplidas una de sus reclamaciones. Cuando este a?o, antes de las elecciones legislativas, aplaz¨® su prometida iniciativa a favor de los 12 millones de sin papeles, muchos se sintieron traicionados. Un descontento que el presidente ha intentado paliar con una acci¨®n ejecutiva. El pasado 3 de octubre, durante un acto del Instituto del Caucus Hispano en el Congreso, una joven latina, Blanca Hern¨¢ndez, interrumpi¨® su discurso exigi¨¦ndole que cumpliera sus promesas. Fue expulsada de la sala. Su queja fue haberse sentido utilizada por el presidente.
¡°Para los republicanos ser¨ªa un suicidio mantener una posici¨®n r¨ªgida en este tema¡±, afirma Shifter, de Inter-American Dialogue. ¡°El presidente tiene que hacer una reforma que resulte aceptable para los republicanos, tiene que intentar un acuerdo¡±, matiza el analista Meacham.
¡°En 2016 los latinos vamos a ser decisivos. Conf¨ªo en que Obama lo tenga en cuenta. Ser¨ªa est¨²pido que no lo hiciera. Estoy muy decepcionada con ¨¦l. No tiene credibilidad¡±, explica Lorella Praelli, peruana de 26 a?os, responsable de acci¨®n pol¨ªtica en Washington de United We Dream.
Kate Brick, la experta en migraci¨®n, considera que Obama ¡°debe ser valiente¡±. Y a?ade: ¡°Hemos estado esperando durante a?os que el Congreso hiciera una reforma integral y cada d¨ªa que pasa sin acci¨®n las familias contin¨²an separadas, la gente sigue viviendo con miedo y la competitividad de nuestra econom¨ªa sufre.¡±
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