¡°Yo lo ¨²nico que quer¨ªa era llegar para poder ayudar¡±
Bryan, como cientos de menores no acompa?ados de Honduras, El Savador y Guatemala, ha arriesgado su vida para salir de su pa¨ªs, cruzar la frontera y llegar a EE UU. Pero, a pesar del sufrimiento, no lo logr¨®. ?sta es su historia
"Ya en M¨¦xico, tomamos el tren hacia Estados Unidos. Pero me ca¨ª y perd¨ª la pierna. Iba donde va ensamblado un tren con otro¡ creo que me dorm¨ª y, cuando me despert¨¦, ya estaba en las v¨ªas".
Esto es lo que nos cuenta Bryan(*), un joven hondure?o de 17 a?os, a los pocos minutos de empezar nuestra conversaci¨®n. Nos quedamos callados durante unos segundos, sin saber muy bien qu¨¦ decir. Poco a poco nos va detallando el viaje m¨¢s arriesgado de su vida: la traves¨ªa hacia "el norte" que emprendi¨® a principios de este a?o sin m¨¢s compa?¨ªa que la de una prima de 16 a?os.
Quiero seguir estudiando, pero no puedo porque no tenemos suficientes recursos. Bryan, 17 A?os
Estamos sentados frente a su casa en una peque?a comunidad en el municipio de Omoa, en el norte de Honduras. No tiene televisi¨®n, ni mucho menos Internet. No sabe nada acerca de las nuevas medidas migratorias anunciadas por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ni de c¨®mo le podr¨ªan afectar si volviera a intentar viajar. De hecho, Bryan no conoce a nadie en el pa¨ªs norteamericano ni ten¨ªa idea clara de qu¨¦ hacer all¨ª. Pero la desesperaci¨®n fue m¨¢s fuerte. "Yo lo ¨²nico que quer¨ªa era llegar para¡ no s¨¦, poder ayudar", reconoce.
"Quiero seguir estudiando, pero no puedo porque no tenemos suficientes recursos. Hay que comprar todos los libros, los ¨²tiles, la matr¨ªcula¡ e ir a El Para¨ªso, como a dos pueblos de ac¨¢", relata Bryan, quien por su baja estatura y su apariencia aparenta una edad mucho menor de la que realmente tiene.
Algunos de sus nueve hermanos corretean alrededor de nosotros mientras hablamos. "Quise ir en busca de un mejor futuro, para ayudar a mis hermanos, para que tambi¨¦n siguieran estudiando". Le preguntamos c¨®mo se siente tras su viaje. "Mal, porque todo lo que hice fue en vano", dice con tristeza.
El viaje en 'La Bestia'
La historia de Bryan no es ¨²nica, ni mucho menos. Pero no por ello, escuchar su relato deja de ser emocionante y estremecedor. Sali¨® de Honduras y viaj¨® a lo largo de Guatemala a bordo de un contenedor. Al llegar a Tapachula, en M¨¦xico, se qued¨® un par de noches en un albergue para migrantes. Y entonces comenz¨® su largo viaje en tren, ese veh¨ªculo de mercanc¨ªas que llega hasta la frontera estadounidense y que es tristemente conocido como La Bestia o El tren de la muerte.
En el trayecto conoci¨® a otras personas en su situaci¨®n y se unieron en grupos. "La mayor¨ªa eran menores de edad, que tambi¨¦n viajaban solos como nosotros", recuerda. Algunos d¨ªas consegu¨ªan comida y agua, otros no. Muchas de estas personas suelen ser v¨ªctimas de robos, secuestros, violaciones o incluso asesinatos. Le preguntamos si pas¨® miedo. "S¨ª¡ ?pero qu¨¦ ¨ªbamos a hacer? Ya est¨¢bamos all¨ª. Algunos dec¨ªan que estaban asaltando, que estaban los garroteros¡ pero a nosotros no nos pas¨® nada, gracias a Dios", asegura.
No tiene muchos recuerdos sobre el momento m¨¢s tr¨¢gico del viaje. Cree que se durmi¨® y cay¨® a las v¨ªas a la altura de la ciudad de Salamanca. Ah¨ª perdi¨® su pierna derecha ¨C"a¨²n me duele, porque se me hincha por la pr¨®tesis"¨C y su sue?o americano termin¨® de la manera m¨¢s cruel.
Voluntarios de Cruz Roja lo recogieron y lo llevaron a un hospital, donde permaneci¨® ingresado m¨¢s de 30 d¨ªas. De ah¨ª fue trasladado a varios albergues en M¨¦xico. Seis meses despu¨¦s, tom¨® el primer avi¨®n de su vida para regresar a su pa¨ªs con una amarga mezcla de sensaciones. En el aeropuerto lo esperaban su madre, su t¨ªa y su abuela. Nadie m¨¢s.
Violencia y pobreza
Como Bryan, la mayor¨ªa de los ni?os y adolescentes que viajan sin compa?¨ªa adulta hacia Estados Unidos lo hace desde los pa¨ªses del Tri¨¢ngulo Norte de Centroam¨¦rica: Honduras, El Salvador y Guatemala. Uno de sus principales motivos es tratar de escapar de la violencia que sacude a esta subregi¨®n, donde seg¨²n Naciones Unidas se registran tres de las cinco mayores tasas de homicidios en el mundo por la proliferaci¨®n de maras o pandillas y del crimen organizado.
Otra de las causas, como en el caso de Bryan, son las graves necesidades econ¨®micas y el deseo de ayudar a sus familias desde la distancia. En Honduras, dos de cada tres hogares viven en condiciones de pobreza y m¨¢s del 42% lo hace en condiciones de pobreza extrema, seg¨²n el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En Honduras, dos de cada tres hogares viven en condiciones
de pobreza
Por ello, cientos de miles de personas han emprendido viajes similares desde Centroam¨¦rica y M¨¦xico en los ¨²ltimos tiempos. No obstante, el impresionante incremento del n¨²mero de ni?os y adolescentes que trataron de entrar en Estados Unidos este a?o hizo saltar de pronto las alarmas. Seg¨²n Washington, durante el a?o fiscal 2014 (hasta el pasado 30 de septiembre), m¨¢s de 68.000 menores de 18 a?os no acompa?ados fueron detenidos en la frontera sudoccidental del pa¨ªs, es decir, un 77% m¨¢s que durante los doce meses anteriores.
Desde antes y durante esta emergencia, organizaciones como Unicef y sus aliados han trabajado en apoyar a los Gobiernos para recibir a estos ni?os retornados a trav¨¦s de servicios m¨®viles de protecci¨®n instalados en los puntos de recepci¨®n en sus pa¨ªses para localizar a sus familiares, facilitar su registro y ofrecer asistencia m¨¦dica y psicol¨®gica; as¨ª como para establecer albergues temporales. Adem¨¢s, se han puesto en marcha importantes campa?as de comunicaci¨®n en pa¨ªses como Honduras y El Salvador para informar sobre los riesgos y peligros de la migraci¨®n irregular.
Tambi¨¦n se est¨¢ trabajando con el cuerpo consular y dem¨¢s autoridades involucradas en el proceso de deportaci¨®n para que puedan ofrecer una atenci¨®n especializada y los derechos de estos ni?os sean garantizados desde el mismo momento de su detenci¨®n. Seg¨²n una reciente publicaci¨®n de Unicef, Save the Children y Relaf, "en muchos casos, se les percibe m¨¢s como infractores de leyes que como sujetos de derecho a los que el Estado en cuya jurisdicci¨®n se encuentran les debe una protecci¨®n especial". Por ello, y dado su estatus irregular, estos ni?os y sus familias "tienen razones fundadas para sentir miedo y evitan acudir a las autoridades en busca de protecci¨®n".
'?Qu¨¦ puedo hacer?'
Le preguntamos a Bryan si volver¨ªa a intentar viajar si tuviera la oportunidad. "Tal vez ¨Creconoce en voz baja¨C. Es que ac¨¢ no puedo hacer nada. No puedo estudiar, y ahora tampoco trabajar. Entonces, ?qu¨¦ puedo hacer?". Y otra vez nos invade un duro silencio.
Pero Bryan no quiere transmitir la idea de que en su pa¨ªs no hay futuro, que no hay esperanza. ?l ser¨ªa feliz aqu¨ª si pudiera disfrutar de sus derechos y unas condiciones dignas. "Honduras tiene todo. Naturaleza, agua en abundancia¡ ?pero de qu¨¦ sirve, si no hay¡ (trabajo)?".
El propio director regional de Unicef en Am¨¦rica Latina y el Caribe, Bernt Aasen, subraya esta necesidad. "Una mayor inversi¨®n social focalizada en servicios sociales, educaci¨®n, desarrollo y oportunidades laborales es la v¨ªa central a tomar por los Estados para mitigar las causas de la migraci¨®n", afirma. "Adem¨¢s, se requiere una acci¨®n legal firme contra la impunidad de la que gozan las redes criminales para frenar la violencia e inseguridad en las zonas expulsoras y de tr¨¢nsito migratorio".
Nos despedimos de Bryan y le dejamos practicando su mayor afici¨®n, a lo que se dedica casi todo el d¨ªa ahora que no va a la escuela. "Escribo, invento cuentos. Y dibujo ¨¢rboles, flores, aves¡". Le preguntamos cu¨¢l ser¨ªa su sue?o para el futuro. "Convertirme en contable, o administrador de empresas", dice sonriente. No parece f¨¢cil. Pero su esperanza queda patente incluso en el dibujo que est¨¢ pintando en ese momento, y en el que se lee un mensaje: "Las estrellas te har¨¢n brillar". Bryan ya brilla con luz propia. S¨®lo necesita apoyo para no apagarse nunca.
(*) Nombre ficticio
Marcos Gonz¨¢lez D¨ªaz trabaja en el ¨¢rea de Comunicaci¨®n de la Oficina Regional de Unicef para Am¨¦rica Latina y el Caribe.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.