Hacia d¨®nde va China
Ser¨¢ la mayor econom¨ªa del mundo, pero el Estado seguir¨¢ control¨¢ndolo todo
Hacia d¨®nde se dirige la potencia emergente m¨¢s din¨¢mica, relevante y con peligro de volatilidad del mundo? Otros pa¨ªses, en particular en Occidente, llevan mucho tiempo convencidos de que el crecimiento en China impondr¨ªa la liberalizaci¨®n econ¨®mica y las reformas pol¨ªticas, y que ese proceso har¨ªa que China fuera un pa¨ªs m¨¢s predecible, defensor del statu quoy ¡°parte interesada y responsable¡± en la pol¨ªtica internacional.
Sin embargo, es momento de reconocer que China ser¨¢ la mayor econom¨ªa del mundo mucho antes de convertirse en pa¨ªs desarrollado. Aunque sea cada vez m¨¢s importante para la estabilidad econ¨®mica mundial, la pesada mano del Estado seguir¨¢ creando problemas a largo plazo en la econom¨ªa china, y su pol¨ªtica autoritaria har¨¢ que exista un mayor riesgo de agitaci¨®n.
Es normal que los occidentales malinterpreten los mensajes que transmite hoy Pek¨ªn. Cuando Xi habla de la importancia del ¡°sue?o chino¡±, no dice que su pa¨ªs haya adoptado el modelo estadounidense de aspirar a tener un buen trabajo, incorporarse a la clase media, comprar una casa y mejorar su nivel de vida. Esos son aspectos importantes en China, como en todas partes, pero el sue?o al que se refiere Xi es el de el resurgimiento nacional. Es la reafirmaci¨®n de los derechos nacionales y la insistencia en que los ideales de Occidente no son universales y China posee sus propios valores y proyectos. Es un desarrollo dirigido por el Estado, un plan quinquenal con rostro humano.
Y cuando Xi habla de la ¡°revoluci¨®n energ¨¦tica¡± de China, no se refiere a un refuerzo de las innovaciones tecnol¨®gicas en funci¨®n del mercado, sino a que el Estado va a llevar a cabo una transformaci¨®n del sector energ¨¦tico para contrarrestar la indignaci¨®n popular por la mala calidad del aire y el agua y reducir la dependencia de los recursos extranjeros, todo con el objetivo de que el partido gobernante siga teniendo el monopolio del poder pol¨ªtico.
La liberalizaci¨®n pol¨ªtica tampoco ser¨¢ f¨¢cil. No hay m¨¢s que fijarse en Hong-Kong
Adem¨¢s, en China, el capitalismo de Estado est¨¢ vivo y coleando, como demuestra el hecho de que el Gobierno est¨¦ esforz¨¢ndose en reformar las empresas estatales en lugar de privatizarlas. Las siete mayores compa?¨ªas de propiedad estatal en el mundo (por capitalizaci¨®n de mercado) son chinas. El a?o pasado, las 10 primeras empresas chinas por ingresos, y aproximadamente 300 de las 500 principales, fueron empresas estatales. El crecimiento dirigido por el Estado ha impulsado la econom¨ªa china durante muchos a?os, pero el deseo de convertirse en un pa¨ªs con una clase media moderna acabar¨¢ obligando a los l¨ªderes nacionales a despegarse de los gigantes estatales y depender m¨¢s del ingenio y la capacidad de innovaci¨®n de una poblaci¨®n cada vez m¨¢s preparada.
La liberalizaci¨®n pol¨ªtica tampoco ser¨¢ f¨¢cil. No hay m¨¢s que fijarse en Hong-Kong, donde la mayor¨ªa de la poblaci¨®n es bastante m¨¢s rica que el ciudadano chino corriente, la clase media est¨¢ en buena situaci¨®n y el aire es relativamente limpio. Pese a ello, sus habitantes no han logrado m¨¢s libertades. Los medios de comunicaci¨®n locales no son libres. Los ciudadanos no pueden votar en elecciones abiertas. Permanecen sujetos a un sistema dise?ado para proteger los intereses del Estado, no los derechos del individuo. No es el Estado de derecho, sino el derecho del Estado.
Los chinos y los estadounidenses tienen una cosa en com¨²n: unos dirigentes siempre dispuestos a decir a los ciudadanos que su naci¨®n es excepcional. Ahora bien, creerse con derecho a todo y estar satisfechos de s¨ª mismos son dos actitudes especialmente peligrosas en un pa¨ªs en v¨ªas de desarrollo, con tan pocas v¨¢lvulas de escape legales para la indignaci¨®n y en el que se puede reconducir la ira nacional hacia conflictos con los pa¨ªses vecinos. Es posible, en concreto, que las relaciones con Taiw¨¢n empeoren en 2015. Por eso, cuando Xi Jinping habla del sue?o chino o de la revoluci¨®n energ¨¦tica china, est¨¢ mucho m¨¢s cerca de lo que hace Putin en Rusia que de Obama en Estados Unidos, Merkel en Alemania, Abe en Jap¨®n, Modi en India o Rousseff en Brasil.
Por todos estos motivos, ha llegado la hora de que Occidente acepte, de una vez por todas, que China liberalizar¨¢ solo cuando no le quede otra alternativa. Tal vez llegar¨¢ un d¨ªa en el que la combinaci¨®n del rechazo de las autoridades chinas a compartir m¨¢s poder con el pueblo, la circulaci¨®n de ideas e informaci¨®n en el pa¨ªs ¡ªen un volumen sin precedentes¡ª y las contradicciones de la econom¨ªa china acabe con el sistema actual. Pero ese d¨ªa no se vislumbra todav¨ªa. En 2015, la econom¨ªa de China tendr¨¢ un crecimiento notable, y sus astutos l¨ªderes conservar¨¢n su monopolio del poder. Y la suerte de China ser¨¢ todav¨ªa m¨¢s importante para la pol¨ªtica internacional y toda la econom¨ªa mundial.
Ian Bremmer es presidente del Eurasia Group y profesor de investigaciones globales en la New York University. Pueden seguirle en Twitter en @ianbremmer o @eurasiagroup.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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