Augurios de robot
Stephen Hawking predice el apocalipsis causado por la inteligencia artificial desde su ordenador con tecnolog¨ªa swift-key
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Anunciar el fin del mundo por el auge de la inteligencia artificial no es exactamente una novedad: se trata de una de las tramas predilectas de los escritores futuristas, cuyo exponente m¨¢s c¨¦lebre es seguramente HAL, el computador de a bordo que organiza una escabechina de astronautas en 2001, una odisea del espacio, la obra maestra del g¨¦nero. Pero o¨ªrselo al f¨ªsico Stephen Hawking, sentado en su silla de ruedas de alta tecnolog¨ªa y hablando a trav¨¦s de su sintetizador de voz rob¨®tico, puede resultar en verdad pavoroso. Lo m¨¢s curioso es que Hawking dijo esto con ocasi¨®n del estreno de un nuevo ordenador con tecnolog¨ªa Intel y swift key que, a partir de ahora, le ayudar¨¢ a comunicarse con el mundo aprendiendo sus h¨¢bitos de pensamiento y prediciendo las palabras que ¨¦l quiere pronunciar: el ¨²ltimo grito de la inteligencia artificial, precisamente. Los progresos de la inteligencia artificial son asombrosos. Es la tecnolog¨ªa que est¨¢ detr¨¢s de los sistemas de reconocimiento de voz y de percepci¨®n visual automatizada, de los que nos aparcan el coche o nos lo frenan si detectan un peligro, de los que ayudan a las personas paralizadas a manejar un brazo rob¨®tico o el cursor de un ordenador solo con la mente, de los que permiten al robot Curiosity investigar por su cuenta el suelo de Marte, y a la sonda Rosetta aterrizar en un cometa sin recibir ¨®rdenes de Houston.
Tambi¨¦n son inteligencia artificial los mecanismos de vuelo aut¨®nomo de los drones y los que les permiten elegir sus blancos para bombardear. Pero lo que m¨¢s preocupa al f¨ªsico de Cambridge no es nada de esto. Hawking, como antes Stanley Kubrick y Arthur Clarke ¡ªlos creadores de HAL¡ª, teme que la inteligencia artificial alcance un punto de no retorno que la haga despegar por s¨ª misma y tomar las riendas de su propia evoluci¨®n y destino.
La inteligencia humana alcanz¨® ese punto en alg¨²n momento del pasado de la especie, pero su desarrollo futuro est¨¢ limitado por la lentitud de los procesos de la evoluci¨®n biol¨®gica, mientras que una inteligencia artificial aut¨®noma no tendr¨ªa m¨¢s l¨ªmite que su propia imaginaci¨®n (casi ning¨²n l¨ªmite). Absurdo, ?verdad? El nombre de HAL, por cierto, viene de restar una posici¨®n alfab¨¦tica a cada letra de IBM. Conviene saberlo por si alg¨²n d¨ªa tenemos que huir de ¨¦l, o adorarle como a una nueva deidad.
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