¡°Soy como un ¡®angelus¡¯ sin sexo¡±
Ha compuesto cerca de 300 canciones. Ha vendido m¨¢s de cinco millones de discos. Es un t¨®tem de la m¨²sica espa?ola. Con motivo de su nuevo disco, acudimos a su encuentro en el barrio barcelon¨¦s del Poblenou. Y descubrimos all¨ª una personalidad ¨²nica, compleja y sin pelos en la lengua.
El m¨²sico Manolo Garc¨ªa es un enigma. Un criptograma. Un se?or sin canas, salvo por unos breves pelos blancos en las patillas. Sin reloj. Sin direcci¨®n de correo electr¨®nico. Sin conexi¨®n a Internet. Sin pareja o hijos conocidos. Sin costumbres conocidas m¨¢s all¨¢ de la m¨²sica. Sin domicilio conocido. Y sin ganas de resolver del todo la mayor parte de estas cuestiones. Cuando se le pregunta qu¨¦ a?os tiene, por ejemplo, responde en espirales: ¡°No digo la edad, nunca. El tiempo es otra forma de esclavitud. Me gusta moverme al hilo de las estaciones¡±. Y tambi¨¦n: ¡°Es una putada para las personas tener una edad. O un DNI. Para m¨ª lo importante son las canciones, no el hom¨ªnido. Mientras haga canciones no estar¨¦ mayor, y a tomar por culo; cuando est¨¦ en el sof¨¢ tirado viendo la tele ya estar¨¦ viejo¡±. Acaba de publicar nuevo disco titulado Todo es ahora (Sony Music), y la entrada dedicada a ¨¦l en Wikipedia le adjudica 59 a?os; Garc¨ªa gru?e y confirma todos ellos. El cielo se muestra despejado sobre nosotros. Es uno de esos d¨ªas c¨¢lidos del oto?o y desde la azotea en la que nos encontramos se ve el barrio donde naci¨® y creci¨®, el Poblenou de Barcelona. Hasta aqu¨ª quiere mostrar. Sus calles, pero no su casa, a la que considera, en sus palabras: ¡°El ¨²ltimo basti¨®n de mi fortaleza, el torre¨®n central¡±. Territorio vedado. Dice que no le gusta desvelar el misterio. Su misterio. Defiende ¡°las lagunas¡± y ¡°el fulgor¡±. Apoyado en la baranda, mirando hacia las hileras de viviendas obreras, pregunta si hay forma de borrar la referencia a su fecha de nacimiento. No sabe c¨®mo ha acabado en la Red. No le gusta que haya acabado all¨ª. Y tampoco le gusta Wikipedia, al menos no en lo que tiene que ver con el hecho de que cualquiera pueda publicar informaci¨®n sin consultar al afectado. Luego a?ade que su madre suele decir de ¨¦l que siempre anda ¡°renegando¡±. En parte es verdad. Reniega de los m¨®viles. Lleva uno viejo en el bolsillo. A ojo, podr¨ªa tener unos diez a?os. Y, si es posible conocer a una persona seg¨²n c¨®mo reacciona cuando recibe una llamada ofreciendo un cambio de compa?¨ªa, o un terminal nuevo, ¨¦l suele responder: ¡°Mire, yo es que detesto los m¨®viles. Este al que llama es de mi abuela. Yo ya he roto varios a martillazos. Porque tengo un martillo y cojo el puto tel¨¦fono y¡¡±. Se detiene. ¡°Lo digo con todo el respeto: a m¨ª los m¨®viles me la traen floja¡±. No lo usa demasiado, pero de vez en cuando apunta o graba en ¨¦l alguna idea para sus canciones si le pilla caminando. La m¨²sica. De esto, no reniega. ¡°Es plenitud de vida¡±, repite en varias ocasiones.
Y tambi¨¦n le gusta caminar. La primera canci¨®n de su ¨²ltimo disco se titula Caminar¨¦. Unos d¨ªas antes de visitarle en Barcelona, la escuchamos junto a ¨¦l en una sala en la sede de su discogr¨¢fica, en Madrid. Las paredes est¨¢n decoradas con im¨¢genes plateadas de Michael Jackson, los cojines del sof¨¢ son de lentejuelas y cuelga una bola de espejos del techo. Garc¨ªa contrasta con el entorno, vestido con pantalones de pana y una camiseta avejentada metida por dentro. Mueve uno de sus pies al comp¨¢s del tema. Calza botas gastadas. Mira al suelo mientras se oye el estribillo del tema. ¡°?Caminar¨¦! / Si mi tiempo se me escapa / por las rendijas de la soledad¡±. De cerca, el rostro de Garc¨ªa tiene algo de m¨¢scara; como si fuera un atributo exterior de su personalidad laber¨ªntica; resulta grande, m¨¢s bien cuadrado, de barbilla prominente; y lo atraviesa una nariz afilada y levemente torcida. Como las cejas est¨¢n disparadas hacia lo alto y se mueven a su aire, a veces parece que toda la cara est¨¦ hecha un l¨ªo. Pero enseguida vuelve a su sitio. Cuando deja de sonar el primer tema, Garc¨ªa pulsa el bot¨®n de pausa y dice: ¡°Esta letra es mi filosof¨ªa de bolsillo; yo lo espero todo de la vida, pero en realidad no espero nada, porque es un ejercicio in¨²til¡±.
Nunca confieso la edad. El tiempo es otra forma de esclavitud. A m¨ª me gusta moverme al hilo de las estaciones¡±
A veces cuesta seguir su discurso. Hay que ir poco a poco. Calentando motores. En el segundo tema, Campanas de libertad, tambi¨¦n camina, pero esta vez ¡°hacia atr¨¢s¡± y ¡°de Bombay a Ramala¡±. Tras escucharla, explica: ¡°A esto lo llamo canci¨®n de refrito emocional. Echo en la olla lo que se me ocurre. Caminar hacia atr¨¢s es hacer una promesa. Est¨¢ relacionado con el gur¨², y el cham¨¢n, con la persona que vive bajo tierra 10 d¨ªas sin comer ni beber; y hay algo de ese misticismo alejado del mundo actual, donde todo es una lucha perpetua por tener unos bienes materiales que ni necesitas ni te van a dar alegr¨ªas, m¨¢s bien te dan por saco. ¡®Como vara de fresno viejo¡¯, dice la letra. Austeridad. La vida de los santos en la escuela me marc¨® mucho; la idea de que en la pobreza puede haber un ¨¦xtasis; y, sin embargo, este camino nuestro de burro detr¨¢s de la zanahoria es un sinvivir que te lleva a la decrepitud¡¡±. En la canci¨®n aparece Nueva York, donde ha grabado el disco. A?ade al hilo: ¡°A veces uno busca en los centros mundiales, donde est¨¢ lo m¨¢s fashion, lo m¨¢s moderno, el paradigma de la felicidad material; y llegas all¨ª y ves que no eres nadie, un milindungui. Y mejor, porque te puedes volver a tu pueblo y vivir con poco, y ser mucho m¨¢s libre, no un esclavo de esa necesidad de ostentaci¨®n. Es una b¨²squeda con muchos pedruscos. Yo, personalmente, vivo como un burgu¨¦s, aunque hay una contradicci¨®n: lo detesto, no lo disfruto¡ Soy imperfecto. Pero veo la luz. La veo y la canto y la escribo. E intento compartirla para no sentirme solo. Para que haya gente que me diga: ¡®T¨ªo, pienso lo mismo¡¯. Entonces digo: ¡®?Uf!, menos mal, no estoy como una regadera¡¯. S¨¦ que no estoy pirado. S¨¦ que la luz est¨¢ ah¨ª¡±. Poco despu¨¦s, tras degustar una canci¨®n de tem¨¢tica amorosa, se pone en guardia ante la pregunta de si vive solo o en pareja, si ha tenido hijos: ¡°Yo soy un ser asexuado¡±, balbucea. ¡°Como un angelus sin sexo. Una persona muy estramb¨®tica. El tema personal¡ Estoy contando cosas que no hab¨ªa contado nunca. Yo ando por el mundo. Hago canciones y en ellas dejo ir mis disparates. Todos. Es una mezcolanza, una pelota. Igual que hace el novelista de ficci¨®n. Hoy se lleva mucho: la autoficci¨®n. Es decir: te estoy contando cosas, pero no soy yo, aunque bueno, un poco; nada es cierto, todo es mentira, pero hay algo de verdad porque al final todos somos iguales. Quiero decir, los par¨¢metros son parecidos. No hablo nunca de cosas personales. Me gusta pensar que el mundo es enorme, un sitio magn¨ªfico y ampuloso y grande¡±.
Dice Garc¨ªa que es feliz dando un paseo por el monte. Compartiendo un pedazo de queso con un pastor, ¡°sentado en un ribazo¡±, charlando con ¨¦l de las inclemencias del tiempo. Uno de sus primeros recuerdos es la luz de la llama en el interior del fanal que sol¨ªa llevar su abuelo en la mano, de noche, de camino a la acequia para regar sus tierras en F¨¦rez. En esta localidad rural en la sierra del Segura (Albacete) nacieron sus padres; emigraron de ah¨ª a Catalu?a poco antes de nacer ¨¦l. Mano de obra para la industria textil y metal¨²rgica. Esos dos mundos, el Poblenou obrero y sucio, pero vivo como un hormiguero, y la serran¨ªa donde los cr¨ªos se mov¨ªan asilvestrados y ¡°a pedradas¡±, forjaron su personalidad ambivalente. Sus gustos a dos o tres aguas. Sus ra¨ªces ¨¢rabes y aflamencadas, con cuerpo de rock and roll. A ¨¦l le gusta resumirlo en un recuerdo. Se ve a s¨ª mismo de adolescente, a la puerta del bar de un primo, en Poblenou. En un altavoz suena Otis Redding o James Brown. ¡°Ta-ca-ta-ca-t¨¢¡±, marca Garc¨ªa. ¡°Le pon¨ªamos palmas, le d¨¢bamos ritmo de rumba. Era esa mezcla¡±. Pasaba los veranos en el pueblo, donde confluyen las provincias de Albacete, Murcia, Ja¨¦n y Granada. ¡°Era completamente Al Andalus¡±, rememora. ¡°Y regresaba a la ciudad y a la escuela, y volv¨ªa a o¨ªr a Otis Redding. Pillaba unas empanadas mentales de cojones¡±.
En la pobreza hay un ¨¦xtasis; este camino nuestro de burro detr¨¢s de la zanahoria es un sinvivir que te lleva a la decrepitud¡±
Deambulamos con Garc¨ªa por el Poblenou y, al pasar junto a su colegio, cuenta que fue mal estudiante. Con 13 a?os dej¨® la escuela. Se define como ¡°un golfete¡± en esa ¨¦poca. Aunque hab¨ªa sido buen monaguillo. En el barrio sol¨ªan llamarle ¡°el cami¡± por unas camisetas blancas que compraba baratas, pintaba con Titanlux y luego vend¨ªa por un duro: ¡°Mi peque?a econom¨ªa¡±. A los 14 a?os, comenz¨® como aprendiz de carpintero. Llevaba el pelo largo. Aterrizaba el rock and roll en esas calles sin asfaltar, de tierra negra por el holl¨ªn de las factor¨ªas. Era finales de los sesenta. A este lugar lo llamaban el ¡°Manchester catal¨¢n¡±. Florecieron grupos de m¨²sica en cada portal. Garc¨ªa hab¨ªa visto la pel¨ªcula Los chicos con las chicas, que protagoniz¨® la banda Los Bravos, y dijo: ¡°Yo voy a ser esto¡±. Compr¨® un bombo y un tambor a un gitano ¡°de la cabra¡±. Lo limpi¨® y lo lij¨® y lo barniz¨®. Se hizo con un platillo. Su primera bater¨ªa. Su madre lo animaba. Su padre no. ¡°Me dec¨ªa: ¡®C¨®rtate ese pelo; te voy a dar dos hostias¡¯. No me toc¨® en la vida, era muy bonach¨®n, pero tambi¨¦n era obrero, ten¨ªa su mala hostia, su punto de ¡®?que no quieres estudiar? Aqu¨ª a la fundici¨®n con nosotros¡¯. Yo iba a llevarle la comida. Trabajaban 12 horas. Recuerdo verlos levantar ra¨ªles al rojo vivo entre cinco t¨ªos, con unas tenazas. ?Un calor! ¡®T¨² aqu¨ª¡¯, me dec¨ªa, ¡®y si no tienes cojones, pues a la oficina, ya hablar¨¦ con el encargado. Pero de m¨²sica olv¨ªdate. Es una cosa de drogatas y maricones¡¯. Era otra ¨¦poca. Pero yo iba a lo m¨ªo, me escapaba, y aqu¨ª en el barrio, hab¨ªa un grupo en el que estaba Santos, que tocaba Samba pa ti igual que Santana; y estaba Joaqu¨ªn, un bater¨ªa al que le ped¨ªa: ¡®T¨ªo, ens¨¦?ame a tocar¡±. Le ense?¨®. No lo hac¨ªa mal. Pronto se dieron cuenta de que cantaba a¨²n mejor.
En los setenta, Garc¨ªa combin¨® formaciones rockeras y orquestas populares. Ganaba poco y todo lo reinvert¨ªa en la m¨²sica. A los 18, se matricul¨® en dise?o y artes gr¨¢ficas. Consigui¨® un trabajo como portadista para la industria musical. Dibuj¨®, seg¨²n sus c¨¢lculos, unas 700 car¨¢tulas de casetes de gasolinera, de aquellas en las que pon¨ªa en grande ¡°lo mejor de Julio Iglesias¡± y en chiquitito se aclaraba que eran versiones tocadas por un desconocido. Le dejaron participar en alguna grabaci¨®n. Lo rememora mientras camina por el paseo mar¨ªtimo. Hay ni?os montando en monopat¨ªn. Unas extranjeras juegan al voleibol en biquini sobre la arena. ¡°Este no es mi barrio¡±, dice cuando ve cosas as¨ª. Y luego canta al modo en que lo hac¨ªa en aquella ¨¦poca, imitando a V¨ªctor Manuel o a Miguel R¨ªos ¨C?Santa Luc¨ªa!¨C para aquellos elep¨¦s de estaci¨®n de servicio.
Su primera letra la escribi¨® en su ¨¦poca de ¡°orquestero¡±. Quer¨ªan tocar versiones extranjeras, pero no cantaban en ingl¨¦s. Improvis¨® unas estrofas sobre el tema Just The Way You Are, de Billy Joel: ¡°Tras las nubes / una tarde / vi surgir entre rayos de luz¡±, entona junto a la playa. Desde entonces, ha escrito o coescrito cerca de trescientas canciones. Con Los R¨¢pidos, Los Burros, El ?ltimo de la Fila y, finalmente, en solitario, cuando se disolvi¨® a mediados de los noventa del grupo que capitaneaba junto a Quimi Portet. Sobre aquella ruptura de El ?ltimo de la Fila, en 1998, dice: ¡°El discurso se hab¨ªa agotado¡±. Juntos tocaron el cielo. Hac¨ªan pop-rock en espa?ol. Desde Catalu?a. Hay quien a¨²n ve en aquella m¨²sica una reivindicaci¨®n del orgullo charnego. En 1988, el grupo comenz¨® a sonar en todas partes. A llenar estadios y plazas de toros. Organizaron una gira extenuante de m¨¢s de cien conciertos. Tras el pelotazo, a Garc¨ªa le diagnosticaron depresi¨®n. Se recluy¨® en casa. No sali¨® en tres meses. ¡°No estaba preparado¡±. La fama siempre ha sido el precio por hacer lo que le gusta. Componer. Grabar. Salir de gira. ¡°La m¨²sica es plenitud de vida¡±, suele decir. La fama, al parecer, no.
En su juventud fue dise?ador
Durante el paseo, se detiene una decena de veces para hacerse fotos con los transe¨²ntes. Va desgranando su m¨¦todo para escribir canciones. No hay regla fija. En su casa tiene un peque?o estudio de grabaci¨®n. Dice que sabe lo justo de tecnolog¨ªa para poder abrir una pista y grabarse. Lanza un ritmo. A?ade guitarras. Un teclado. Y coloca encima una melod¨ªa de voz. ¡°Un vikingo¡±, lo llama. Porque la canta en un ingl¨¦s falso. Pone un ejemplo: ¡°Uen shei van duma ni criyar¡±, canta en la calle. ¡°Que no significa nada. Y luego toca hacer el crucigrama, ir rellenando s¨ªlabas¡±. A menudo, sus letras parecen frases sueltas. ¡°Son flases¡±, dice. ¡°Yo vivo. Y mientras, voy apuntando cosas, reflexiones, peque?as tontunas. Voy al cine, por ejemplo, con mis palomitas, y flipo, me impacta, y salgo y digo ¡®?taxi!¡¯, y me vengo corriendo a casa y me sale la canci¨®n entera. Entro en un bucle raro. Es una necesidad. Hablar con el mundo y vomitar mis pedradas¡±. Una de estas pedradas son los indios de Norteam¨¦rica. Es capaz de hablar de ellos durante casi quince minutos sin tomar aire. ¡°Hay algo en su b¨²squeda sencilla¡±, dice en un momento dado, ¡°de un mundo m¨¢s natural y salvaje, m¨¢s duro en el sentido f¨ªsico, pero emocionalmente m¨¢s pleno. Y con una informaci¨®n limitada, de 40 kil¨®metros a la redonda. Lo otro, son rumores, acontecimientos que llegan cuando ya han pasado. Otra de las cosas que me atruena es la cantidad de informaci¨®n a la que me veo sometido. Por voluntad propia. Soy el primero que abro un diario. Quiero ver las noticias, sus mentiras, d¨®nde hay un atisbo de verdad, quiero juzgar a mi manera el mundo¡ Pero la informaci¨®n es brutal. Est¨¢s enter¨¢ndote de cosas que suceden en Alaska, Turqu¨ªa, Albacete. Es inabarcable. Y mi cerebro de peque?a hormiga, acaba estallando. Entonces me refugio en mi guitarra, mis canciones, mis cuadros. ?Por favor, dejadme tranquilo! Y tengo que participar en esta cacofon¨ªa intergal¨¢ctica a mi manera, con cuatro acordes. ?Yo tambi¨¦n os dar¨¦ el co?azo a vosotros, cabrones, me quer¨¦is hundir!¡±. Comienza a re¨ªrse de forma nerviosa. ¡°?Ja ja ja! Ay, se?or¡±.
Sea como sea, sus pedradas, por lo general, enganchan con el p¨²blico. Manolo Garc¨ªa ha vendido algo m¨¢s de cinco millones de discos, repartidos m¨¢s o menos al 50% entre su carrera como solista y las tres formaciones anteriores. Ha tocado cerca de 1.600 conciertos desde los setenta. Su mayor ¨¦xito, con diferencia, es la canci¨®n P¨¢jaros de barro, contenida en su primer disco en solitario (Arena en los bolsillos, 1998). Podr¨ªa haberse retirado despu¨¦s de publicarla. Lo que ocurri¨® con aquel tema ¡°es un milagro¡±, dice. En ella habla de mapas, del tiempo que se escapa. ¡°De mi condici¨®n de n¨®mada¡±, resume. Sus temas recurrentes. Garc¨ªa lleva siempre a la espalda una mochila de monta?ero que le confiere cierto aire vagabundo. Nos muestra el contenido: una linterna, pilas, unas gafas de sol y una gorra para camuflarse, un par de libros ¨Csiempre dos ¡°por si llega el fin del mundo¡±¨C, un l¨¢piz, una goma de borrar, y tambi¨¦n una goma el¨¢stica como las que anudan los practicantes alrededor del brazo. Se explica: es para el tirachinas. La acaba de comprar en la farmacia. La anterior se le ha secado. Suele usar el artefacto cuando visita el pueblo. Una cuerda extendida y 10 platos de caf¨¦ colgados con pinzas. Su padre romp¨ªa 10 de 10. ?l no es tan preciso. Pero necesita este tipo de refugios para sobrevivir. ¡°La patria es la infancia¡±, es una de sus frases.
Respeto que muchos sue?en con un estado independiente. nac¨ª en Catalu?a y me siento catal¨¢n. Pero tambi¨¦n de Albacete¡±
La patria. Solo volver¨¢ a hablar de ella durante el almuerzo en un restaurante de men¨² adosado al Centro Moral y Cultural del Poblenou, en cuyo teatro dio el primer concierto de su vida cantando con un coro (se desmay¨® en la actuaci¨®n). Ir¨¢ entrando en materia pol¨ªtica, primero hablando en general, m¨¢s adelante de Catalu?a. Se muestra furioso. Menciona la prepotencia y la chuler¨ªa, incluso la megaloman¨ªa de muchos representantes p¨²blicos acomodados en su ¡°poltrona¡±. Y hasta tal punto se indigna y lanza improperios, que unos d¨ªas despu¨¦s quiso matizar sus palabras a trav¨¦s de un correo electr¨®nico, tambi¨¦n reivindicativo, pero mucho m¨¢s suave y formal: ¡°Se les llena la boca con la palabra democracia, pero una vez conseguido el poder no hay responsabilidad hacia lo prometido. En sus respuestas se ve que nos tratan como chusma. (¡) No se les puede dejar solos; hay que leerles la cartilla constantemente. C¨®mo no va a haber indignaci¨®n. Lo que es un milagro es que la gente no haya salido en masa a la calle¡±. Y sobre Catalu?a, cuesti¨®n en cuyo fango se mete de lleno en el almuerzo, hablando en primera persona como charnego, tambi¨¦n quiso atenuar d¨ªas despu¨¦s: ¡°Cuando oigo a Aznar asegurando que habla catal¨¢n en la intimidad o a Jordi Pujol, delante de 40.000 personas en Santa Coloma, diciendo: ¡®A m¨ª tambi¨¦n me gustan los Chunguitos, los oigo en mi casa¡¯, siento verg¨¹enza ajena. Me asombra el cinismo que puede tener un pol¨ªtico con tal de aferrarse al poder. (¡) La gente tiene derecho a opinar. En Suiza no se mueve una piedra sin que el pueblo opine y nadie se rasga las vestiduras. (...) Entiendo que el Gobierno se horrorice ante la idea de perder una de las vacas que dan m¨¢s leche. A la vez, respeto que una cantidad importante de personas sue?en con un Estado independiente. (¡) He nacido en Catalu?a y me siento catal¨¢n. Pero tambi¨¦n me siento de Albacete¡±.
Tras la disertaci¨®n pol¨ªtica, con los caf¨¦s, regresa a la mesa la cuesti¨®n de la fama y el anonimato. Manolo Garc¨ªa bebe una manzanilla. Dice: ¡°No tengo ning¨²n poder medi¨¢tico, no muevo programas del coraz¨®n. Mi objetivo lo he dejado claro siempre: no quer¨ªa ser famoso, quer¨ªa ser m¨²sico y estoy enrocado en eso. Llevo una vida normal, busco reductos para huir un poco. Mi padre era labrador, luego obrero, gente normal. El mundo est¨¢ hecho de gente normal. Y a m¨ª me da verg¨¹enza ser un poquito diferente. En los conciertos, me bajo y me meto entre el p¨²blico. No quiero tener Wikipedia. Y en varias canciones digo: ¡®Nadie es mejor que nadie¡¯. ?Artur Mas es mejor que t¨² y yo? ?El rey? ?Obama? ?El Papa? No. Probablemente tienen aerofagia, caries y halitosis, como todo hijo de vecino¡±. Al levantarse, dice que si prohibieran la m¨²sica, ser¨ªa pintor de brocha gorda. En ese momento, su camiseta exhibe un lampar¨®n de pintura blanca. Se quita las gafas de ver, con un toque de coqueter¨ªa, y posa en el interior del restaurante para una foto.?
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