Para salir mejor de la crisis
Invertir en capital humano y superar la desigualdad es tarea de los l¨ªderes europeos
Muchos economistas hemos sido educados en el dilema entre equidad y eficiencia del sistema productivo. As¨ª, una cierta diferencia en renta entre las personas genera incentivos para progresar, aumentando su nivel de educaci¨®n y de inversi¨®n, lo que contribuye al crecimiento.
Pero las sociedades avanzadas se diferencian por garantizar la igualdad de oportunidades y una cierta redistribuci¨®n de la renta para reducir el porcentaje de ciudadanos m¨¢s pobres y promover un crecimiento m¨¢s inclusivo. Y de hecho, la semana pasada se hizo p¨²blico el ¨²ltimo informe de un organismo internacional, esta vez de la OCDE (Trends in income inequality and its impact on economic growth, por F. Cingano), donde se constata que la desigualdad en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados tiene un efecto negativo sobre su crecimiento futuro.
Vivimos en un tiempo en el que la desigualdad es un fen¨®meno global y muy visible en nuestro entorno cotidiano. Con los datos m¨¢s recientes de la OCDE y mirando al indicador est¨¢ndar de distribuci¨®n de la renta, EE UU es el pa¨ªs con un coeficiente de Gini m¨¢s elevado, mientras que los n¨®rdicos son los pa¨ªses con una distribuci¨®n m¨¢s igualitaria de la renta disponible de los hogares. Pero un hecho m¨¢s relevante que ha puesto de relieve el reciente libro de Thomas Piketty, el Capital en el siglo XXI, es su evoluci¨®n temporal. En los pa¨ªses anglosajones se ha producido desde los a?os ochenta un aumento del coeficiente de Gini, mientras que en los pa¨ªses de la Europa continental este incremento se ha observado m¨¢s bien desde los a?os noventa o al inicio de este siglo.
Los economistas discuten a¨²n sobre los factores que han llevado a esta situaci¨®n de mayor desigualdad: globalizaci¨®n; cambios tecnol¨®gicos; modelos de relaciones laborales; desarrollo financiero, etc¨¦tera. Y es posible que alguno de estos factores pueda estar o no relacionado con la observaci¨®n de Piketty de que hist¨®ricamente la concentraci¨®n de la renta ha estado unida a que la rentabilidad del capital haya superado a la tasa de crecimiento de la econom¨ªa.
Pero todav¨ªa m¨¢s preocupante es que tras la crisis financiera global de 2007-2009, la dispersi¨®n de renta en los pa¨ªses m¨¢s avanzados haya seguido aumentando, y afectando en especial a los ciudadanos m¨¢s pobres. Sin duda la forma de llevar a cabo los ajustes, con su impacto en el empleo y los salarios, y el tipo de pol¨ªticas fiscales para reducir el d¨¦ficit han afectado de forma diferenciada a los pa¨ªses, incluso dentro de Europa. As¨ª Espa?a es hoy, junto a algunos otros Estados perif¨¦ricos de la Uni¨®n Europea, uno de los pa¨ªses m¨¢s desiguales y cuyos ¨ªndices de pobreza relativa m¨¢s se han incrementado en los ¨²ltimos a?os, reduci¨¦ndose el progreso en el nivel de bienestar que se hab¨ªa alcanzado en las d¨¦cadas anteriores. Y son las familias en el 1% superior de la distribuci¨®n las que han seguido aumentando su proporci¨®n en la renta total, lo que sin duda pone en entredicho la inclusi¨®n social del crecimiento hasta 2007 y, posteriormente, el reparto de los costes de la crisis.
Hay que reformar la formaci¨®n y la contrataci¨®n de cara a los j¨®venes
Centr¨¢ndonos en Europa tras la crisis, los recientes aumentos en la desigualdad est¨¢n ¨ªntimamente relacionados con el deterioro de las condiciones de la poblaci¨®n en edad de trabajar. Los aumentos en las tasas de desempleo, su persistencia (con el incremento del desempleo de larga duraci¨®n) y su especial incidencia en determinados grupos de edad, como los j¨®venes, influyen negativamente en los diferentes indicadores de bienestar social. Y no es de extra?ar que el detrimento en el sentimiento hacia las instituciones europeas que muestran las sucesivas encuestas del Eurobar¨®metro, tras 2009, est¨¦ muy vinculado con la situaci¨®n econ¨®mica; y en particular, con la evoluci¨®n de las tasas de paro.
Mientras EE UU ha reducido su tasa de paro desde 2009 en casi cinco puntos y se encuentra ya en el 5,8%, en Europa se mantiene en un nivel superior al 10%, todav¨ªa muy superior al de antes de la crisis. Y las cifras son alarmantes entre los j¨®venes. La tasa de paro es m¨¢s del doble para los trabajadores de menos de 25 a?os (21,6%). Uno de cada cinco j¨®venes que en Europa quiere trabajar no encuentra un empleo, y el porcentaje que ni trabaja ni estudia es del 13%. Adem¨¢s, la diferencia entre pa¨ªses es enorme, en especial entre el norte y el sur. En Espa?a y Grecia, uno de cada dos j¨®venes no encuentra empleo, mientras que en Italia y Portugal es uno de cada tres.
Como indica el se?alado estudio de la OCDE, adem¨¢s de las pol¨ªticas fiscales y las pol¨ªticas sociales, la formaci¨®n en los segmentos m¨¢s desfavorecidos de la poblaci¨®n es un canal clave para reducir el impacto de la desigualdad en el crecimiento econ¨®mico. La inversi¨®n en capital humano, tanto en t¨¦rminos de calidad como de nivel, es un elemento determinante para mejorar la productividad. Y en los momentos de mayor desigualdad son necesarios esfuerzos adicionales para que los grupos de poblaci¨®n m¨¢s d¨¦biles no se vean afectados en sus decisiones de inversi¨®n en educaci¨®n por sus restricciones de renta.
Parece que hay un consenso entre las nuevas instituciones europeas surgidas tras las elecciones de mayo para hacer frente a los presentes desaf¨ªos de bajo crecimiento y productividad. En este sentido, hay que dar la bienvenida a iniciativas europeas como la Garant¨ªa Juvenil, dotada con 6.000 millones, para asegurar en un tiempo inferior a cuatro meses un empleo de calidad o formaci¨®n para los j¨®venes de menos de 25 a?os, las nuevas legislaciones nacionales para favorecer el aprendizaje en las empresas o incluso las iniciativas privadas como la promovida por J. P. Morgan y Fedea New skills at work para definir estrategias compartidas. Pero el legado de la crisis en t¨¦rminos de desempleo y desigualdad es enorme y exige esfuerzos m¨¢s potentes y coordinados que permitan salir de un largo periodo de bajo crecimiento. Adem¨¢s de pol¨ªticas de demanda expansiva y recursos presupuestarios suficientes en educaci¨®n reglada y no reglada, son necesarias reformas en los sistemas de formaci¨®n y de contrataci¨®n que fomenten la acumulaci¨®n de capital humano, en especial entre los j¨®venes.
El Consejo Europeo de hoy y ma?ana va a discutir un plan de inversi¨®n en infraestructuras superior a 300.000 millones de euros. Sin duda, el dise?o de un plan eficiente que mejore las redes de transporte, de telecomunicaci¨®n o energ¨¦ticas en funci¨®n de las necesidades de cada pa¨ªs favorecer¨¢ el empleo y el crecimiento potencial en Europa. Pero los l¨ªderes europeos deber¨ªan tambi¨¦n impulsar la inversi¨®n en capital humano, especialmente en aquellos pa¨ªses m¨¢s castigados por la desigualdad y el desempleo juvenil, si quieren una salida de la crisis m¨¢s sostenible.
Javier Vall¨¦s fue director de la Oficina Econ¨®mica del presidente del Gobierno entre 2008 y 2011.
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