Descienda la Europa eficiente
Necesitamos que aterrice en Espa?a el modelo de consenso y eficacia de la UE
¡°Intervene. O descend as a dove or a furious papa or a mild engineer, but descend¡±.
W. H. Auden, Spain (1937).
Lo m¨¢s importante para entender la actual inestabilidad e incertidumbre pol¨ªtica en varios pa¨ªses europeos, incluido Espa?a, es darse cuenta de que, tras siete u ocho a?os de crisis econ¨®mica, la Uni¨®n Europea es m¨¢s fuerte y eficiente que nunca. La Uni¨®n tiene m¨¢s Estados miembros y m¨¢s candidatos que antes; el euro no solo no ha quebrado, en contra de muchos pron¨®sticos, sino que se ha ampliado a nuevos pa¨ªses; la Comisi¨®n controla ahora la pol¨ªtica fiscal de los Estados y toma la iniciativa de liderar la inversi¨®n en infraestructuras para el crecimiento; avanza la uni¨®n bancaria y el Banco Central Europeo es m¨¢s activo de lo que se esperaba hace solo un par de a?os; incluso la pol¨ªtica exterior com¨²n est¨¢ dando pasos adelante.
Las reacciones en contra de ¡°una uni¨®n m¨¢s estrecha¡±, como dice el fundacional Tratado de Roma, son, sobre todo, de tipo tradicionalista, en defensa de poderes estatales que de hecho ya han dejado de funcionar. Muchos ciudadanos de los grandes Estados nacionales m¨¢s antiguos y exitosos, es decir, Gran Breta?a y Francia, parece que mantienen el orgullo y la memoria de logros hist¨®ricos y apoyan a partidos que a?oran el pasado, respectivamente el UKIP y el Frente Nacional. Por otro lado, la periferia meridional corre peligro de quedarse algo postergada de la creciente integraci¨®n continental, por lo que en Italia, Grecia y Espa?a mucha gente decepcionada recurre a partidos-protesta que dan la culpa de la crisis al euro, la troika y la globalizaci¨®n, como Cinco Estrellas, Syriza y Podemos. Al mismo tiempo, en algunos territorios emerge la ilusi¨®n de separarse de los grandes Estados que han perdido poder¨ªo e iniciar una nueva andadura, como en Escocia y Catalu?a. Lo que tienen en com¨²n todos estos dispares movimientos es que querr¨ªan restablecer la soberan¨ªa estatal y nacional, econ¨®mica y pol¨ªtica. Pero afortunadamente, gracias a los actuales medios de comunicaci¨®n y transporte, as¨ª como a las instituciones europeas, las soberan¨ªas han dejado de existir.
Salir de la crisis requiere compartir las pol¨ªticas hechas en Bruselas
El gran constitucionalista ingl¨¦s del siglo XIX, Walter Bagehot, analiz¨® procesos comparables durante el proceso de construcci¨®n de la Uni¨®n americana, es decir, Estados Unidos de Am¨¦rica. Los Estados que ya no son soberanos ¡ªobservaba¡ª atraen la lealtad de la gente y son ¡°prerrequisitos necesarios¡± para que funcione el conjunto del sistema. Son, como los Estados europeos actuales, las ¡°partes dignificadas¡± a las que la gente sigue, en gran medida porque conservan elementos ¡°hist¨®ricos y teatrales¡± en su ceremonial pol¨ªtico, incluidos los partidos y las elecciones para la selecci¨®n de personal. Pero las partes ¡°eficientes¡±, las que mejor funcionan y gobiernan, est¨¢n en la naciente Uni¨®n, que ¨¦l reconoc¨ªa como todav¨ªa ¡°nueva y poco atractiva¡±. As¨ª ocurre en la Europa actual, donde las democracias estatales apoyan la selecci¨®n de los gobernantes de la Uni¨®n y ¨¦sta gobierna, en parte, de manera indirecta a trav¨¦s de los Gobiernos estatales y locales. Ciertamente, como tambi¨¦n observaba Bagehot, la Uni¨®n concede algunos poderes subordinados a los Estados, mientras que ella misma adopta algunos elementos ceremoniales que la dignifiquen, pero solo como un complemento del esquema principal.
Algunos, particularmente en Espa?a, parece que no acaban de entender la direcci¨®n del proceso en curso. La reciente formaci¨®n de la nueva Comisi¨®n Europea es un buen ejemplo. Con objeto de hacerla m¨¢s eficiente, se ha reorganizado en torno a la presidencia y solo siete vicepresidencias, las cuales han quedado distribuidas entre los tres mayores partidos: cuatro a los populares, tres a los socialistas y una a los liberales. Sin embargo, algunos partidos de ¨¢mbito estatal rompieron la disciplina de los grupos pol¨ªticos europeos cuando el Parlamento aprob¨® los nombramientos, como si quisieran trasladar a Bruselas las ceremonias tradicionales de confrontaci¨®n teatral y continuar los mandobles de la campa?a electoral local varios meses despu¨¦s de que ¨¦sta hubiera terminado. Cuando los comisarios propuestos comparecieron ante el Parlamento y fueron detalladamente escrutados en su competencia y honradez, algunos observadores castizos proclamaron: ¡°?La Comisi¨®n Juncker se desmorona!¡±. Tan acostumbrados est¨¢n a la confrontaci¨®n entre partidos que el control parlamentario guiado por criterios de eficiencia se les aparece como sin¨®nimo de desorden y caos.
El modelo europeo de consenso y eficiencia a¨²n no ha descendido del todo sobre el solar ib¨¦rico
Salir de la crisis requiere adoptar el modelo eficiente de la Uni¨®n Europea. Primero de todo, compartir y participar en las pol¨ªticas p¨²blicas elaboradas en Bruselas y Fr¨¢ncfort. Segundo, sustituir la tradicional confrontaci¨®n partidista por Gobiernos de amplia coalici¨®n supermayoritaria, siguiendo el ejemplo de la Uni¨®n misma, as¨ª como de Alemania y otros pa¨ªses en el coraz¨®n del continente, con el objetivo de que las pol¨ªticas europeas de consenso se ejecuten a escala estatal. Esta ha sido la v¨ªa en Grecia, donde conservadores y socialistas gobiernan juntos y persiguen la reincorporaci¨®n del pa¨ªs a la din¨¢mica econ¨®mica europea, as¨ª como en Italia, donde, tras dos a?os de enjuague por Gobiernos de t¨¦cnicos competentes e independientes, el centro-izquierda y el centro-derecha tambi¨¦n gobiernan juntos y recuperan apoyo electoral. La pol¨ªtica espa?ola est¨¢ todav¨ªa en el juego hist¨®rico y teatral. El modelo europeo de consenso y eficiencia a¨²n no ha descendido del todo sobre el solar ib¨¦rico. Pero m¨¢s que los Estados dignificados con ritos y pompas tradicionales, la Europa eficiente ¡ªaunque quiz¨¢ sea, como la Uni¨®n americana en su momento, todav¨ªa ¡°nueva y poco atractiva¡±¡ª es la soluci¨®n.
Josep M. Colomer es profesor de Econom¨ªa Pol¨ªtica en la Universidad de Georgetown.
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