La otra revoluci¨®n de Hong Kong
Mientras los ojos de todo el mundo estaban puestos estos meses en las protestas pro democracia en el centro de la ciudad, en las afueras un grupo de personas libraba otra batalla menos medi¨¢tica: recuperar la autonom¨ªa alimentaria
Un estrecho camino de hormig¨®n separa los que parecen dos mundos paralelos. De un lado, una amplia carretera de dos v¨ªas, grandes edificios id¨¦nticos de color blanco sucio y rosa antiguo y el tr¨¢fico perenne. Del otro, bananos frondosos, ¨¢rboles de guayaba, tierras abandonadas y tierras cultivadas hasta donde alcance la vista, casitas bajas decoradas con murales, colinas y los mil sonidos de la naturaleza. Si en el primero coches y camiones son lo ¨²nico que se divisa en esta calurosa y h¨²meda tarde dominguera, el segundo es un hervidero de gente. Una joven suena Oh! Susana con una arm¨®nica mientras otras escogen cuidadosamente verduras tropicales de cestas multicolores y un se?or lee un libro a un ni?o, que reposa en sus brazos. A su lado, unas familias escuchan atentamente las explicaciones de una joven, quien les ense?a a trabajar la masa para hacer pizza.
La escena tiene lugar en la granja comunitaria de Mapopo en la aldea de Ma Shi Po (tocando al pueblo de Fanling), noreste de los Nuevos Territorios de Hong Kong. A s¨®lo unos kil¨®metros de distancia se pueden avistar los grandes rascacielos de la ciudad china de Shenzhen. Si los planes del Gobierno local se cumplen, de aqu¨ª a unos a?os no quedar¨¢ ni rastro de la aldea, donde hoy habitan unas cien familias, unas 15 de las cuales viven de la agricultura. En su lugar, se construir¨¢n m¨¢s de 60.000 apartamentos, adem¨¢s de oficinas, espacios de ocio y nuevas carreteras que confluir¨¢n en el plan de urbanizaci¨®n NENT NDAs (sigla en ingl¨¦s de ?reas de Nuevo Desarrollo del Noreste de los Nuevos Territorios). El proyecto en su conjunto llevar¨ªa al desplazamiento de m¨¢s de seis mil personas y al cierre de m¨¢s de un 10% de las granjas agr¨ªcolas que quedan en Hong Kong, muchas de las cuales llevan all¨ª desde hace m¨¢s de un siglo. El objetivo formal del Gobierno es proporcionar viviendas p¨²blicas; sin embargo, seg¨²n los n¨²meros provisionales del plan, estas no llegar¨ªan ni al 6% del total.
La granja comunitaria de Mapopo naci¨® en 2010 como respuesta a este proyecto gubernamental. Becky Au, de 29 a?os, ha pasado toda su infancia jugando a capturar peces y a ayudar a limpiar las ra¨ªces de las plantas mientras su madre, su padre ¨Cy antes sus abuelos¨C cultivaban verduras en una parte de la parcela de tierra que hoy ocupa Mapopo.
El Gobierno local quiere
constuir viviendas donde ahora
surgen aldeas rurales
"El primer proyecto de urbanizaci¨®n en la aldea empez¨® cuando ten¨ªa cinco a?os", recuerda Becky. Por ese entonces en Ma Shi Po viv¨ªan unas 700 familias. "Los promotores inmobiliarios comenzaron a comprar las tierras a los propietarios y mucha de la gente de la aldea, que estaba de alquiler, fue obligada a irse: sus casas fueron demolidas y las tierras agr¨ªcolas abandonadas. Mi familia, que posee unos 450 metros cuadrados, no cedi¨® porque amamos nuestra casa y dependemos de este trozo de tierra", explica con la voz pausada y la mirada sonriente que la caracterizan.
Becky creci¨®, fue a la universidad, donde estudi¨® negocios, y empez¨® a trabajar en una agencia. "No era la vida que quer¨ªa para mi", dice. En 2009, durante las alegaciones p¨²blicas del plan NENT NDAs, Becky conoci¨® a Tv Yuen Yiktin, considerado uno de los pioneros de la agricultura org¨¢nica en la regi¨®n. "Empezamos a pensar qu¨¦ pod¨ªamos hacer respecto al plan y para esta aldea y decidimos montar una granja comunitaria". Hoy Mapopo, que trabaja en colaboraci¨®n con cuatro familias campesinas de la aldea, vende sus frutas y verduras in situ y a escuelas de la zona; adem¨¢s es un centro de formaci¨®n en permacultura, sede de mercados bisemanales de agricultura local, de talleres para j¨®venes y de visitas guiadas por la zona. Diez personas, en su mayor¨ªa sin experiencia previa, trabajan de manera estable en el proyecto. "Nuestro objetivo es atraer gente desde la ciudad y contarles la historia de este sitio y los detalles del plan del Gobierno, que tiene efectos negativos no solo para nuestras casas, sino para el futuro de Hong Kong", explica Becky. "La agricultura va de la mano con la expansi¨®n de la ciudad", apunta Tv Yuen. "Un crecimiento excesivo no solo destruye las zonas rurales, sino que tambi¨¦n pone en peligro las ciudades, que padecen crisis alimentarias y p¨¦rdida de herencia cultural; al final acabamos teniendo un ¨²nico sistema de valor: el dinero".
A los ojos de la mayor¨ªa Hong Kong representa finanzas y negocios y, sin embargo, hasta los a?os setenta, en la regi¨®n de administraci¨®n especial china, por entonces colonia brit¨¢nica, la agricultura no era una rareza en absoluto. Las tierras agr¨ªcolas cubr¨ªan m¨¢s del 10% del total y la regi¨®n produc¨ªa m¨¢s del 80% de las verduras que consum¨ªa. Sin embargo, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, y contrariamente a lo que ha pasado en las otras grandes ciudades chinas ¨Cmuchas de las cuales tienen un ¨ªndice de autosuficiencia del 30%¨C en Hong Kong no ha habido ninguna pol¨ªtica para promover la producci¨®n local de comida. Hoy las tierras cultivadas no llegan al 1% del total (cerca de 700 hect¨¢reas) y Hong Kong depende en m¨¢s de un 98% de importaciones, mayoritariamente desde la China continental, para abastecerse de vegetales. Las tierras en teor¨ªa designadas como agr¨ªcolas corresponder¨ªan en realidad al 4% del total, pero gran parte de ellas est¨¢n abandonadas, en muchos casos en manos de promotores inmobiliarios que las precintan y dejan sin uso a la espera de proyectos de urbanizaci¨®n: ese tiempo intermedio puede durar hasta veinte a?os. En la aldea de Ma Shi Po un ¨²nico promotor inmobiliario es el due?o del 80% de la tierra.
"En Hong Kong la agricultura sigue el libre mercado como cualquier otro negocio, y como en todo negocio la pol¨ªtica del gobierno es no interferir", aclara Chris Fung, funcionario del Departamento de Agricultura del ejecutivo local.
"El Gobierno es el due?o ¨²ltimo de todas las tierras: aunque conceda el derecho de uso a propietarios que s¨ª pueden gestionarlo como mejor consideren, legalmente tendr¨ªa el poder de readue?arse de ellas ante un inter¨¦s p¨²blico y yo creo que el abastecimiento y la seguridad alimentaria ¨Cfundamentales para la resiliencia de una regi¨®n¨C constituyen un fundamento m¨¢s que suficiente para hacerlo. Es totalmente inaceptable dejar abandonada tanta tierra durante d¨¦cadas, a¨²n m¨¢s considerando que en Hong Kong es un bien escaso", apunta Edward Yiu, profesor asociado de la facultad de Geograf¨ªa y Gesti¨®n de los Recursos de la Universidad China de Hong Kong. El secretario del departamento de Alimentaci¨®n y Salud, Ko Wing-man, en una comparencia ante el Consejo Legislativo del a?o pasado afirmaba: "El desarrollo de la industria agr¨ªcola a una escala suficiente para aumentar la cuota de productos locales en el suministro de alimentos no parece una propuesta viable".
Sin embargo, no siempre ha sido as¨ª: "Hasta la II Guerra Mundial el Gobierno brit¨¢nico ten¨ªa una pol¨ªtica agr¨ªcola muy poderosa porque quer¨ªa asegurarse la lealtad de los agricultores de los Nuevos Territorios", apunta Tv Yuen. "En los a?os setenta, a sabiendas de que les faltaba poco para devolver la regi¨®n a China (lo cual ocurrir¨¢ en 1997), empezaron a vender la tierra para sacarle el mayor provecho econ¨®mico antes de irse. La prosperidad de Hong Kong tiene su origen en la venta de terrenos a los promotores inmobiliarios".
Y esta no es la ¨²nica raz¨®n del deterioro de la agricultura: "Sobre todo en los a?os sesenta Hong Kong tuvo un r¨¢pido incremento de poblaci¨®n proveniente de China; el Gobierno empez¨® a comprar suelo en los Nuevos Territorios y a construir urbanizaciones e industria cambiando el uso de las tierras, que as¨ª adquir¨ªan mucho m¨¢s valor", explica Chu Yiu Kwong, profesor de historia en escuelas secundarias y agricultor por pasi¨®n. "Adem¨¢s en los ochenta, con la pol¨ªtica de puertas abiertas de China, las verduras locales empezaron a ser muy poco competitivas: la mayor¨ªa de las y los agricultores se mudaron a la madre patria, donde tierra y salario eran mucho m¨¢s baratos, y empezaron a vender desde all¨ª a Hong Kong".
Chu estudi¨® agricultura en Mapopo y el a?o pasado cre¨® en el pueblo de Sheung Shui (noroeste de los Nuevos Territorios) la granja y centro de ense?anza en educaci¨®n rural SoIL (Society for Indigenous Learning). "Ve¨ªa que mis estudiantes eran totalmente ajenos al sitio en el que viv¨ªan y pens¨¦ que si pod¨ªa ense?arles la historia de la comunidad y ponerles en contacto con su gente, aprender¨ªan que el campo no es solo para ser vendido sino que representa cultivos".
Hasta los a?os 70, las tierras agr¨ªcolas cubr¨ªan m¨¢s del 10% del total de las tierras y la regi¨®n produc¨ªa m¨¢s del 80% de las verduras que consum¨ªa
La recuperaci¨®n de la autonom¨ªa alimentaria ha estado presente tambi¨¦n en la llamada Revoluci¨®n de los Paraguas. Becky, Tv Yuen, Chu y otros agricultores participaron en las protestas, donde no perdieron ocasi¨®n de hablar de agricultura local y de los planes del Gobierno. Algunos, entre otros ex estudiantes de Mapopo, montaron incluso una mini granja en el centro de la ciudad. Todas las campesinas y campesinos entrevistados para este reportaje lo tienen claro: "Sin autonom¨ªa local ser¨¢ muy dif¨ªcil conseguir una democracia real". Ying Hand, agricultor en SoIL, aclara: "Si Hong Kong depende fuertemente de China para sus necesidades b¨¢sicas, no tendr¨¢ poder de negociaci¨®n para pedir otros derechos, como el de voto".
El valle de Kam Tin, en el noroeste de los Nuevos Territorios, es probablemente la mayor extensi¨®n de llanura de la regi¨®n, que por lo dem¨¢s es en su mayor¨ªa monta?osa. Sus tierras f¨¦rtiles en el pasado abastec¨ªan a la regi¨®n de arroz y verduras. Hoy, en el centro del pueblo hom¨®nimo, lo que hasta hace un par de a?os eran mercados y bodegas son agencias de la propiedad. El precio de la vivienda y el nivel de densidad estelar tanto de la zona financiera de la isla de Hong Kong como de la m¨¢s comercial de Kowloon (en la tierra firme) atraen a mucha gente hacia las zonas m¨¢s remotas. En las afueras, en equilibrio encima de un ¨¢rbol de longan, la se?ora Lam recoge pacientemente dragon eye (frutos parecidos al lichi y as¨ª llamados por su similitud, una vez pelados, con los globos oculares).
Lam, campesina desde hace 40 a?os, hasta hace cuatro siempre hab¨ªa alquilado una parcela de tierra junto con su marido en Choi Yuen Tsuen, su aldea natal. En 2009 el Gobierno anunci¨® la construcci¨®n de un tren de alta velocidad que enlazar¨ªa Hong Kong con Cant¨®n. Esta infraestructura (con un coste de siete mil millones de euros es la m¨¢s cara por kil¨®metro nunca construida) tiene retrasos y no se prev¨¦ que pueda entrar en funci¨®n antes de 2017. Sin embargo, en 2011 las cerca de 500 familias de Choi Yuen, entre ellas, los Lam, tuvieron que abandonar sus hogares y tierras: aunque recibieron compensaci¨®n monetaria, se les dio poco tiempo para dejar sus casas y no se les ofreci¨® ayuda para construir una nueva aldea. Muchas familias campesinas pidieron m¨¢s tiempo para encontrar un terreno y construir viviendas antes de ser desalojadas. El Gobierno se neg¨®. El proyecto pronto se convirti¨® en pararrayos de un descontento m¨¢s amplio de varios sectores de la poblaci¨®n hacia la falta de democracia y de rendici¨®n de cuentas por parte del Ejecutivo local (el mismo que hoy en d¨ªa confluye en la Revoluci¨®n de los Paraguas).
Desde el 2011 la se?ora Lam y su marido alquilan una parcela en Kam Tin. "Mantuvimos el mismo alquiler durante 20 a?os; ahora disponemos de la mitad de la tierra y pagamos el doble", explica sin dejar ni por un momento su trabajo.
A unos pocos metros de distancia, Fung Yu Chuk y otras 10 personas originarias de Choi Yuen Tsuen cultivan colectivamente una parcela de media hect¨¢rea. Hasta hace cuatro a?os, Chuk trabajaba de conserje en una escuela en un pueblo de la zona. "Cuando supe que el Gobierno iba a destruir la tierra en la que hab¨ªamos vivido durante d¨¦cadas, sent¨ª que ten¨ªa la responsabilidad de hacer algo". No solo Chuk dej¨® su trabajo, sino que en 2012 se present¨® como concejala del distrito "para intentar ayudar desde dentro".
Perdi¨® las elecciones y el pueblo fue desmantelado, pero la participaci¨®n en las protestas la llev¨® a decidir cambiar el rumbo de su vida convirti¨¦ndose ella misma en agricultora. "Pedimos al due?o que nos alquilara al menos durante cinco a?os para poder tener cultivos de larga duraci¨®n (como los ¨¢rboles frutales) e invertir en infraestructura", cuenta. "Nos dijo que no, porque espera que haya alg¨²n proyecto de urbanizaci¨®n del cual sacar m¨¢s dinero; en ese caso, ser¨ªamos un obst¨¢culo".
En estos momentos el Gobierno ofrece cerca de 3.000 millones de euros para adquirir unas 100 hect¨¢reas de tierra agr¨ªcola que necesita para llevar a cabo el plan NENT NDAs: si aceptan, los promotores inmobiliarios recibir¨¢n por metro cuadrado 10 veces el precio que pagaron cuando adquirieron las tierras hace una d¨¦cada. "Si hubiese voluntad pol¨ªtica y se recuperaran las m¨¢s de 3.000 hect¨¢reas de tierra agr¨ªcola hoy en estado de abandono, podr¨ªamos alcanzar inmediatamente el 30% de autosuficiencia en lo que concierne a las verduras", concluye el profesor universitario Yiu. Aunque el Gobierno no vaya hacia esa direcci¨®n, si algo han demostrado las protestas en la calle de estos meses es que nunca como hoy hay mucha gente en Hong Kong que quiere poder decidir por si sola cu¨¢l ser¨¢ su futuro.
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