Ron con Coca-Cola
El peinado puede decir mucho de un hombre. Y nadie ha preguntado qui¨¦n es el referente del peque?o Nicol¨¢s. ?Do?a Sof¨ªa, Camilo Sesto o Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar? Siempre cabezas mayores que ¨¦l
Una semana despu¨¦s de conocer el informe del Congreso de los Estados Unidos, seg¨²n el cual la CIA tortur¨® para obtener informaci¨®n sensible, el Gobierno americano decide recuperar relaciones con Cuba. Se habla del fin de la Guerra Fr¨ªa, de una nueva era. 2014 ser¨¢ recordado como un a?o de asombros. El rublo se hunde, el embargo se suaviza y en peluquer¨ªa se consolidan dos est¨¦ticas pol¨ªticas bien definidas: la coleta de Pablo Iglesias y el tup¨¦ a golpe de secador y favores del Peque?o Nicol¨¢s.
El peinado puede decir mucho de un caballero. En las cabelleras que lucen Iglesias y el Peque?o Nicol¨¢s hay, antes que nada, fe en la buena calidad del pelaje del var¨®n espa?ol. La melena de Iglesias, asilvestrada, casi sedosa y con cuerpo, te habla de un hombre de la calle. De bicicleta, aire libre y campus. Recogido en coleta por control, atado por comodidad pero que cuando se lo suelta, ?ay!, se desata la envidia en unos y pavor en otros. ?Algunos se dan cuenta de que se les puede caer el pelo! La acicalada cabellera del Peque?o Nicol¨¢s es m¨¢s de interior: salones, pasillos, moqueta y coches oficiales. Es una coiffure distinta a la de Pablo, y curiosamente defendida por alguien m¨¢s joven. Tanto indagar sobre el sumario del Peque?o Nicol¨¢s y nadie se ha preguntado qui¨¦n es su referente en peluquer¨ªa. ?Do?a Sof¨ªa, Camilo Sesto o Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar? Siempre cabezas mayores que ¨¦l. ?Puede ser que el estilo Peque?o Nicol¨¢s sea el resultado de lo que el culto a lo retro puede generar en personas j¨®venes?
Ya no tan joven ni tan retro, Pedro S¨¢nchez anda a la gre?a con Susana D¨ªaz, una andaluza de pelo decidido y rubio. En televisi¨®n est¨¢n encantados record¨¢ndole a S¨¢nchez que su peor enemigo es Susana, capaz de hacerle la pu?eta en cualquier momento. Pero S¨¢nchez tiene algo que D¨ªaz no posee: su sonrisa y voz funcionan como un b¨¢lsamo para los presentadores de televisi¨®n, tanto masculinos como femeninos. Tanto de la ma?ana como de la tarde. All¨ª donde Pedro seduce Susana pierde, incapaz de domar las puntas quebradizas de su melena. Que es tambi¨¦n su discurso.
Parece una bobada, pero la peluquer¨ªa es muy importante en la cultura europea. Esta semana se nos han puesto los pelos de punta al enterarnos de que la Infanta Cristina deposit¨® su multa de casi 600.000 euros en una cuenta equivocada. ?Qui¨¦n lleva las cuentas de esa familia? Pero suavemente, como resbala el ron con cola por la garganta, la Infanta pudo enmendar el error e ingres¨® correctamente la multa en 24 horas. Qu¨¦ l¨¢stima que no hubiera tenido esa destreza para desviar a su esposo de las cosas que llevaron a que su padre abdicara el primer lunes de junio. Un mal trago y una resaca que ya casi hemos digerido. Ahora la gran preocupaci¨®n es qu¨¦ va a hacer Letizia mientras Felipe est¨¦ leyendo su primer discurso de Nochebuena. En los programas de humor y opini¨®n a los que acudo durante la promoci¨®n de mi novela Un Jard¨ªn Al Norte, me sugieren formar parte de un sketch sobre ese momento. Por supuesto el sketch nunca se realiza pero me sorprende que en las diferentes cadenas se repita la misma idea. ¡°?Es que no piensas en lo que estar¨¢ haciendo Letizia mientras el Rey lee su discurso?¡±, me preguntan las redactoras. Pues no, la verdad que no me lo pregunto, en primer lugar porque Letizia no es una regidora, esa persona que hace aplaudir al p¨²blico y anuncia a los presentadores que vuelven de publicidad. No, Letizia es la Reina y en mi plebeya opini¨®n, ella deber¨ªa leer un discurso siempre que quiera. Y soltarse el mo?o un poco. No es que le falten tablas, ni cosas por decir.
En una de esas tardes de entrevistas y promoci¨®n, observ¨¦ un rato el an¨¢lisis que en un programa hac¨ªan del sumario Nikolai, que es como se llama el dossier sobre el Peque?o Nicol¨¢s. Este mes no se habla de otra cosa. Ahora muchos recuerdan haber comido o cenado con el hombre de moda. ¡°Parec¨ªa como ido¡± me dijo alguien. ¡°Luego he pensado que estaba en trance al ver a tantos de sus famosos reunidos a su alrededor¡±. Ese es un aspecto que a muchos nos fascina del Peque?o Nicol¨¢s, pero que no puede excusar lo conseguido: dinero f¨¢cil, fama prestada, una neur¨®tica mezcla de ambici¨®n y banalidad que le propuls¨® a crearse convincentes identidades de mentira. No puedo dejar de ver ese peinado a medio camino del de Camilo Sesto de Ya no puedo m¨¢s y un juez brit¨¢nico con peluca. Por primera vez ca¨ª en la cuenta que hay una cierta corriente est¨¦tica entre el Peque?o Nicol¨¢s y El Bigotes, aquel crudo pero atildado personaje de G¨¹rtel, el hombre que regalaba objetos muy caros a la familia del presidente Camps o al que se pusiera por delante. S¨ª, El Bigotes y el Peque?o Nicol¨¢s gustan de ahuecar el nudo de sus corbatas con esa manera de andar como si alguien o algo muy gordo estuviera protegi¨¦ndoles mientras avanzan embargados hacia un remolino de ansiedad.
?Vamos nosotros tambi¨¦n hacia all¨ª? Pues no, felizmente al parecer vamos hacia un ma?ana donde por fin podr¨¢s tomarte un ron con Coca-Cola en una Cuba sin embargo.
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