Cuba-Estados Unidos y nuestra generaci¨®n
La Habana asume que su estrategia pasa por una nueva relaci¨®n con Washington
Al conocer el acuerdo Barak Obama-Ra¨²l Castro y la decisi¨®n de restablecer relaciones diplom¨¢ticas tras m¨¢s de medio siglo de interrupciones, la gente de mi generaci¨®n ha podido decir: ¡°Hemos sido testigos de toda esta historia¡±. La hemos vivido desde sus or¨ªgenes, sus devenires pol¨ªticos, sus opciones en medio de la Guerra Fr¨ªa, su persistencia y sobrevivencia ante lo que parec¨ªa imposible, sus errores y sus herencias ya inscritas en la historia latinoamericana.
Recuerdo a Fidel Castro, con todas las ilusiones que despert¨® en Latinoam¨¦rica, visitar Estados Unidos en abril de 1959, cuatro meses despu¨¦s de su entrada triunfal en La Habana. Fue all¨¢, no para pedir nada, que era lo habitual en los gobernantes latinoamericanos, sino para explicar lo que pretend¨ªa hacer. Estaba convencido que pod¨ªa hacer comprender su proyecto de cambios profundos a los dirigentes de Estados Unidos. Y ah¨ª est¨¢n los alegatos para la historia en su entrevista con el secretario de Estado Adjunto, Christian Herter, y otras autoridades del Gobierno de Eisenhower, as¨ª como sus discursos en Harvard y Princeton. El drama de Cuba fue creer que era posible un camino distinto en esta parte del mundo, sin ver que el supuesto de la Guerra Fr¨ªa adjudicaba esta parte del mundo a la esfera de influencia de Estados Unidos. Cinco a?os antes, Guatemala hab¨ªa sufrido un golpe de Estado para impedir que los presidentes Ar¨¦valo, primero, y Arbenz, despu¨¦s, impulsaran mejoras en beneficio de su pueblo.
No hubo comprensi¨®n en Washington, o al menos en la CIA, y empez¨® la preparaci¨®n para invadir Cuba por Bah¨ªa Cochinos. Como describen con claridad los asesores de Kennedy, ¨¦ste, al asumir la presidencia en enero de 1961, se encontr¨® con los planes en marcha. No tuvo el coraje de interrumpir la invasi¨®n y el fiasco lo conoci¨® el mundo en abril de 1961. Ah¨ª se produce la ruptura final con un Estados Unidos que deja de ser confiable. Entonces Castro, en plena Guerra Fr¨ªa, mira a la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Acepta los cohetes nucleares en Cuba, porque cree defender as¨ª su revoluci¨®n. Viv¨ªa en Estados Unidos en ese momento. Recuerdo con absoluta claridad el discurso de Kennedy diciendo que ha ordenado un bloqueo naval y el enfrentamiento ser¨¢ inevitable con las naves que llevan los misiles a Cuba. La guerra se evita con un acuerdo de ¨²ltimo minuto en virtud del cual la Uni¨®n Sovi¨¦tica acepta retirar los misiles, mientras Estados Unidos garantiza que nunca m¨¢s intentar¨¢ desestabilizar el r¨¦gimen cubano. A partir de all¨ª se inicia esa larga historia que concluye en estos d¨ªas. Sin duda, era una anomal¨ªa que 25 a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, la Guerra Fr¨ªa siguiera viva en esta parte del mundo.
Siempre hubo negociaciones secretas entre ambos pa¨ªses
Frente a Cuba y su historia se pueden tener distintas opiniones, pero nadie puede negar su trascendencia. Para muchos lo esencial estuvo en mostrar como ese peque?o pa¨ªs se paraba ante la potencia capitalista del mundo para decirle: no, el camino hacia la igualdad no va por ah¨ª. Para otros, esa historia mostr¨® que la utop¨ªa no basta para construir equidad y un futuro mejor para la gente; se necesita algo m¨¢s que el entusiasmo y las promesas.
Un libro publicado hace pocas semanas, Back Channel to Cuba, demuestra como bajo todas las circunstancias, siempre hubo negociaciones secretas entre los Gobiernos de ambos pa¨ªses. La distancia ideol¨®gica ha sido enorme y, sin embargo, cada tanto existieron los contactos y los enviados especiales buscando resolver crisis entre ambas partes o, incluso, afanes por crear condiciones que tal vez llevar¨ªan a relaciones aceptables y permanentes entre los dos Estados. Y cada tanto, Nueva York o Canad¨¢ han sido lugares de encuentro entre representantes autorizados para explorar acercamientos. Por cierto, otros pa¨ªses, Espa?a entre ellos, tambi¨¦n han cumplido su rol en este ¨¢mbito de acercamiento y normalizaci¨®n de relaciones entre ambos.
?Por qu¨¦ nada de aquello pudo llevar a un logro tan trascendente como el anunciado ahora por Obama y Ra¨²l Castro? Por una parte, porque era necesario que Washington se convenciera de que el bloqueo no creaba ning¨²n resultado positivo, hac¨ªa sufrir al pueblo cubano y daba lugar a la solidaridad de muchos ante tan cruel castigo. Por otro lado, porque Cuba esperaba el momento de un di¨¢logo donde prevaleciera el respeto a la soberan¨ªa cubana. ?ste no es un tema menor para los cubanos porque, tras lograr su independencia de Espa?a, su historia estuvo marcada por una condici¨®n de dependencia de Washington como casi ning¨²n otro pa¨ªs del continente: era la enmienda Platt.
?Y ahora, qu¨¦? Ante el ¨²ltimo cap¨ªtulo de esos cincuenta y tantos a?os de relaciones diplom¨¢ticas rotas y bloqueo ¡ªo el primer cap¨ªtulo de la nueva etapa¡ª, el desaf¨ªo de Cuba es claro: ha llegado el tiempo de construir el equilibrio virtuoso entre Estado-mercado-sociedad. Desde su modelo pol¨ªtico, con m¨¢s apertura y m¨¢s libertades, este Gobierno cubano y el que venga deber¨¢ generar aquella din¨¢mica donde el Estado dicte reglas claras y estables, conduzca y abra espacios; un mercado capaz de registrar crecimiento, innovaci¨®n y desarrollo; y una sociedad donde las oportunidades y las protecciones sean reales, amplias y para todos. No es menor el desaf¨ªo de preservar en materia social lo logrado en estos a?os.
Obama ha mostrado coraje pol¨ªtico y sentido de la historia
Cuba tendr¨¢ que aprender a mirar a Estados Unidos sin prejuicios, sin precalificaciones, con todos sus matices, buenos y malos. Pero tambi¨¦n Estados Unidos tendr¨¢ que aprender a ver la Cuba de hoy, olvidarse de aquellas pr¨¢cticas de patio propio y escenario de todos sus desbordes, para darse cuenta de que la revoluci¨®n deja herencias importantes para avanzar hacia el futuro. Ah¨ª est¨¢ el pa¨ªs que gasta el 10% de su PIB en salud y lo coloca entre los primeros 25 del mundo por sus indicadores sanitarios. Y tambi¨¦n el que destina el 12,8% de su PIB a educaci¨®n, generando la sociedad de m¨¢s altos est¨¢ndares de educaci¨®n masiva en todo el continente.
Es cierto que el bloqueo a¨²n est¨¢ all¨ª porque se requiere una ley del Congreso para eliminarlo, y hoy esas condiciones no est¨¢n dadas. Pero la aplicaci¨®n misma de sus normas depende de la gradualidad con que el presidente norteamericano decida aplicarlas. Y en ello las decisiones de Obama, menores al comienzo, abren ahora la puerta a una interacci¨®n mucho m¨¢s vital y fluida entre ambos pa¨ªses. Y la pregunta ineludible: ?qui¨¦n gana en esta historia?
Tras el anuncio de la reanudaci¨®n de relaciones se han dado c¨¢lculos y an¨¢lisis que suenan un poco coyunturales. S¨ª, es cierto que la baja del precio del petr¨®leo y el impacto que ello tiene sobre Venezuela, determina un cambio en las posibilidades de ayuda con petr¨®leo subsidiado y otros acuerdos que el comandante Hugo Ch¨¢vez comprometi¨® en su momento. Pero no es ¨¦sa la raz¨®n de que Cuba entrara en este di¨¢logo confidencial con la Casa Blanca desde mediados de 2013. El tema viene ya desde hace tiempo porque el Gobierno cubano y su diplomacia han asumido que, en el siglo XXI, su estrategia est¨¢ ligada a lo que en privado llaman ¡°una nueva relaci¨®n con Estados Unidos¡±. Y la clave en esa relaci¨®n pasa por el respeto mutuo.
Como se ha dicho, Obama ha mostrado coraje pol¨ªtico, pero tambi¨¦n sentido de la Historia y su andar inevitable. Tal vez ¨¦ste sea un paso no s¨®lo importante para la relaci¨®n bilateral entre Estados Unidos y Cuba, sino para una nueva pol¨ªtica entre Washington y sus vecinos al sur del r¨ªo Bravo. Sin duda, ya se ha creado un nuevo clima para la pr¨®xima Cumbre de las Am¨¦ricas en Panam¨¢.
Ricardo Lagos fue presidente de Chile.
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