Despilfarro navide?o en las ciudades espa?olas
Las calles de las ciudades son un espect¨¢culo de luces y colores estos d¨ªas. A las cinco de la tarde, el romance entre el sol y el hormig¨®n ya no tiene fuerza en las junglas de asfalto, y cede paso al flirteo entre comerciantes y consumidores en Bilbao, Valencia o Santiago de Compostela. La lujuria del amor pasajero hacia los objetos en venta cuenta con el impulso y la fuerza de miles de millones de bombillas que iluminan a un flujo incesante de personas con bolsas llenas de compras. ?Pero a qui¨¦n no le gustan las luces durante el invierno? Un a?o m¨¢s, los bolsillos de los ciudadanos espa?oles cargan con el coste del tan aclamado por unos, y tan contestado por otros, alumbrado navide?o.
Los interruptores de las luces navide?as se activaron hace semanas. Las estrellas del cielo, ya de por si imperceptibles en las ciudades por la contaminaci¨®n lum¨ªnica, se sustituyeron por estrellas azules, rojas o amarillas que cuelgan de estructuras met¨¢licas por todos los centros hist¨®ricos y comerciales. Y ahora no solo no se pueden ver las aut¨¦nticas estrellas desde la ciudad, sino que los astros ficticios colgados en las ciudades en este tiempo, se pueden observar desde el espacio. Todo un mundo de fantas¨ªa que tiene un ¨²nico objetivo: favorecer y activar el comercio durante la campa?a de Navidad.
Que la Navidad ha sido secuestrada por los c¨¢nones consumistas grabados a hierro en la sociedad occidental, no es nada novedoso. Empresarios y grandes superficies se anticipan y apresuran a utilizar la simbolog¨ªa cristiana, tan arraigada entre los espa?oles, en sus estrategias de marketing. Belenes en la entrada del Corte Ingl¨¦s de Plaza Catalunya, en Barcelona. Jes¨²s, defensor de los pobres, en el escaparate del Zara (la mayor cadena minorista de ropa del mundo), de Gran V¨ªa de Madrid. Y en la Campana sevillana, ese inmigrante que nunca va a ser deportado por una devoluci¨®n en caliente: Santa Claus, m¨¢s conocido en nuestras tierras como Pap¨¢ Noel.
Mientras los comerciantes de las ciudades espa?olas aplauden la inversi¨®n realizada por los ayuntamientos en luces festivas, la factura energ¨¦tica y ecol¨®gica sigue ascendiendo. A pesar de que en los ¨²ltimos a?os, debido a la crisis, el presupuesto dedicado a tal elemento ha ido en descenso, urbes como Madrid, la que m¨¢s despilfarra con diferencia, dedica millones de euros al alumbrado. En definitiva, estas siguen siendo unas fiestas poco sostenibles para muchas localidades del pa¨ªs.
Aqu¨ª algunos presupuestos p¨²blicos para las luces de la campa?a de Navidad 2014-2015:
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