14 deseos para 2015
No son s¨®lo guerras, cat¨¢strofes o emergencias... Son las vidas de hombres, mujeres y ni?os las que hemos conocido en 2014 gracias a los autores de la secci¨®n En Primera L¨ªnea. Ahora les preguntamos por sus sue?os para el nuevo a?o. Son estos
No es la guerra en Rep¨²blica Centroafricana, es el sufrimiento de Buba, que tuvo que huir de su casa cuando fue atacada. No es la pobreza en Burundi, es el d¨ªa a d¨ªa de Ghadi, un ni?o de 12 a?os que vive en un pueblo donde no hay electricidad. No son las secuelas del tif¨®n Hay¨¢n en Filipinas, es la lucha de Acila por volver a tener una casa... No son las emergencias que copan la actualidad durante unos d¨ªas y luego desaparecen, desplazadas por otras en la atenci¨®n medi¨¢tica, es la vida de hombres, mujeres, ni?os, con nombre y apellidos, cuyas historias a menudo pasan desapercibidas. Algunas de ellas las hemos conocido en el ¨²ltimo a?o de la mano de los autores de nuestra secci¨®n En Primera L¨ªnea, testimonios sobre el terreno que nos han llegado desde aldeas aisladas o pueblos olvidados de todo el mundo. Y a algunos de estos autores les hemos preguntado ahora por sus deseos para el nuevo a?o. Son estos que siguen. Para que todas aquellas historias no caigan en el olvido.
Ana Gir¨¢ldez Est¨¦banez, M¨¦dicos del mundo
"Desde Mueda, en Mozambique, deseo que el pr¨®ximo a?o Esperanza, mi compa?era de trabajo que est¨¢ embarazada de seis meses y que vive en Mpeme, una peque?a aldea a tres horas a pie de la ciudad, pueda dar a luz sin arriesgar su vida ni la de su beb¨¦ en el nuevo centro de salud construido por M¨¦dicos del Mundo. Que a Mica le desaparezca esa tripita hinchada llena de par¨¢sitos. Es mi vecino de un a?o y me llena felicidad todas las ma?anas con sus sonrisas. Y si me dej¨¢is pedir un deseo m¨¢s, pedir¨ªa por que este a?o las inundaciones no dejen rastro alguno y que se mantengan en pie todas esas casas de barro que tan complicadas son de hacer".
Marta Arias, Unicef Comit¨¦ Espa?ol
"Cuando escrib¨ª el pasado verano en esta secci¨®n acababa de regresar de un intenso viaje a Rep¨²blica Centroafricana. Desde entonces, Buba ha venido a mi mente en muchas ocasiones. M¨¢s que la foto que ilustraba el post en aquel momento, he vuelto una y otra vez a recordar esta otra imagen, en la que Buba se aferra a sus chanclas, tapando con ello el rostro del hombre m¨¢s poderoso del planeta que ilustra su camiseta. Cinco meses despu¨¦s, en su pa¨ªs se cumple un a?o de conflicto (o, para ser exactos, del pen¨²ltimo repunte de un conflicto interminable). Un aniversario que pasar¨¢ probablemente tan desapercibido como el propio Buba, en medio de una actualidad que apenas mira a ese rinc¨®n del planeta. Mi primera reacci¨®n al pensar en estas l¨ªneas fue por tanto pedir que en 2015 prestemos m¨¢s atenci¨®n a la emergencia en Rep¨²blica Centroafricana, pero en realidad s¨¦ que no es eso lo que deseo. No quiero que se hable de ellos porque siga habiendo dos millones y medio de ni?os viviendo aterrados, huyendo de una violencia que no comprenden, de un odio que les golpea y le hace huir de sus casas a un destino incierto. Quiero que ese pa¨ªs ocupe las p¨¢ginas de los peri¨®dicos por haber logrado salvar sus diferencias. Por haber conseguido que los miles de ni?os soldado que hoy se aferran a un arma recuperen la infancia que un d¨ªa les arrebataron. Por volver a tener las aulas llenas y los hospitales vac¨ªos. Dicen que las buenas noticias no son noticia. Ojal¨¢ el 2015 sea la excepci¨®n".
Karl Schembri, Save the Children
"La casa de mi buen amigo Kamal, de Beit Lahiya, en Gaza, qued¨® completamente destruida durante el conflicto del pasado verano. Tambi¨¦n su precioso jard¨ªn. Kamal trabajaba como jardinero en Israel cuando los palestinos a¨²n pod¨ªan trabajar all¨ª. ?l era siempre el primero en decir a todo el mundo que no se pod¨ªa generalizar sobre Israel y los jud¨ªos. Amaba a sus empleados israel¨ªes y se trataban con respeto y dignidad. El jard¨ªn de su casa era como un santuario de paz y vida donde ense?aba a sus hijos los valores de la tolerancia y la diversidad. Pas¨¢bamos horas all¨ª hablando de todo junto a una sisha, entre flores y gatos curiosos. El pasado mes de julio, cuando fue a ver su casa durante el breve alto el fuego, la encontr¨® completamente destruida. Me gustar¨ªa que Kamal reconstruyera su casa y su jard¨ªn este nuevo a?o y que pueda vivir en paz y libertad con su mujer y sus hijos".
Eliane Luthi, Unicef Burundi
"Este a?o he conocido a Ghadi, un ni?o de 12 a?os que vive en Ruziba donde, como en la mayor¨ªa de lugares en Burundi, no hay electricidad. Durante a?os, Ghadi ten¨ªa que darse prisa para terminar sus deberes antes de que se hiciese de noche, o ten¨ªa que usar velas o l¨¢mparas de queroseno, para poder estudiar en la oscuridad. "Me dol¨ªan los ojos y respiraba mucho humo", dec¨ªa. Este a?o, su padre pudo comprarle una linterna de tecnolog¨ªa LED que le permitiese estudiar por las noches. Ahora Ghadi goza de mejor salud y le va muy bien en el colegio. Mi deseo para el a?o que viene es que todos los ni?os puedan aprender y estudiar en buenas condiciones y sacar el m¨¢ximo partido a su potencial".
Fernando G. Calero, periodista de MSF Espa?a
"Que en Liberia todas las escuelas puedan abrir de nuevo y que la gente pueda hacer una vida normal, saliendo a la calle sin miedo a contagiarse y abrazando a todo aquel que quiera ser abrazado. Que no se pierdan m¨¢s vidas por no disponer de un hospital en el que ser atendido si caes enfermo de malaria. Que nadie m¨¢s tenga que lamentar la p¨¦rdida de un ser querido por no poder contar con un cirujano que te opere. Que ninguna mujer pierda a su beb¨¦ por no haber matronas ni ginec¨®logos que puedan asistir un parto con complicaciones. Que el ¨¦bola desista en su caprichoso empe?o de seguir sembrando el dolor all¨¢ por donde pasa, dejando hu¨¦rfanos a cientos de ni?os y destruyendo familias enteras en cada barrio de Monrovia. Que la comunidad internacional deje de mirarse el ombligo y proporcione de una vez por todas los efectivos m¨¦dicos y los recursos necesarios para acabar con esta pesadilla. Que los pa¨ªses europeos, entre ellos Espa?a, asuman la responsabilidad que le corresponde y nos ayuden a acabar con esta epidemia que sigue cobr¨¢ndose miles de vidas en ?frica Occidental. Que muchos m¨¢s pacientes como Siah, Mohammed o Mercy logren salir de nuestras instalaciones curados, y que poco despu¨¦s podamos cerrarlas, porque eso significar¨ªa que el ?bola por fin ha sido derrotado".
Clara Tarrero. M¨¦dicos Sin Fronteras
"Que el miedo, el dolor y el silencio desaparezcan de todas y cada una de las vidas de la cordillera del Cauca. Que la tranquilidad de las veredas de esta regi¨®n colombiana no se rompa por las balas; que ning¨²n ni?o, ninguna madre, ning¨²n padre, nadie, tenga que volver a correr para esconderse de los disparos cruzados ni tenga que volver a desplazarse de su casa. Que puedan seguir cultivando sus tierras, cuidando de sus gallinas, yendo al colegio y jugando al f¨²tbol como en cualquier lugar del mundo. Que todas esas mentes rotas del Cauca reciban la ayuda psicol¨®gica que tanto necesitan para cerrar las heridas que siguen abiertas. Y que cese de una vez, y para siempre, esa violencia que tanto hiere a estas personas".
Nuria Berro, Acci¨®n contra el hambre
"Me gustar¨ªa que en 2015 no tuvi¨¦ramos que celebrar en marzo el cuarto a?o del conflicto sirio, sino que empez¨¢ramos a contar los d¨ªas para el primer aniversario del final de esta guerra. Eso significar¨ªa que Zaneieb, Mohammed, Khaled, Hani, Mona y tantas otras personas refugiadas en L¨ªbano habr¨¢n iniciado el regreso a casa. Significar¨ªa el fin de una huida, el fin de una b¨²squeda diaria sin fin para sobrevivir y para hacerlo con dignidad".
Teresa Santoro, Manos Unidas - India
"En mi ¨²ltimo viaje a India, noviembre de 2014, he podido constatar como la sociedad india se organiza para salir adelante. Conocimos a Vivekanandha, es una trabajadora social, animadora, que trabaja en uno de los proyectos de Manos Unidas del estado de Karnataka para capacitaci¨®n de la mujer. Nos transmiti¨® c¨®mo hab¨ªa cambiado su vida desde que se dedicaba a trabajar con las mujeres de los grupos de autoayuda para que fuesen conscientes de sus derechos y deberes. Es una chica joven, con una hija de tres a?os. Le falta tiempo para vivir su propia vida pero que se siente totalmente realizada pensando que en la zona donde desarrolla su trabajo ve cambios y avances en el d¨ªa a d¨ªa de la vida de las mujeres, que tienen una mayor autoestima, son capaces de relacionarse fuera de sus casas y entienden la necesidad de educar a sus hijos principalmente a las ni?as. ?Que estos avances no paren!"
Oscar L¨®pez, Oxfam Paraguay
"Mi deseo para 2015 es "parar la cuenta". El pasado 14 de noviembre, luego de seis meses de intensa campa?a p¨²blica, presentamos las m¨¢s de 37.000 firmas que exigen al presidente Horacio Cartes la entrega de tierras a las familias y j¨®venes de Curuguaty, en Paraguay. Desde entonces, estamos contando los d¨ªas, vigilantes, y preguntamos al Presidente Cartes: ?cu¨¢nto tardar¨¢ en entregar tierra a las familias campesinas de Curuguaty? Nuestro pa¨ªs es conocido como ejemplo de desigualdad, donde el crecimiento econ¨®mico no consigue que la pobreza retroceda. El desigual acceso a la propiedad de la tierra tiene ra¨ªces hist¨®ricas pero tambi¨¦n causas actuales, como el grave acaparamiento que contin¨²a creciendo de la mano del monocultivo de soja mecanizada. En la tierra estatal de Marinakue, que las comunidades campesinas reclaman desde hace diez a?os para cultivar alimentos, 17 personas perdieron la vida en un desalojo violento a¨²n no aclarado por la justicia. Para el nuevo a?o pedimos tierra y futuro, para Ramona, Martina, Luis, Dolores, Rodolfo y tantos j¨®venes m¨¢s que cuentan con ello".
J¨²lia Serramitjana Casanovas, Oxfam Interm¨®n
"Este mes de diciembre se cumpli¨® un a?o desde que estall¨® el actual conflicto en Sudan del Sur. Hace seis meses que estuve en el pa¨ªs, d¨®nde conoc¨ª a personas como Martha Yandit en el campo de desplazados de Mingkaman. Era una mujer fuerte y, a pesar de todo, decidida a seguir adelante pese a la violencia y el drama que viven miles de personas como ella. Y es que su historia se repet¨ªa en todos los rincones del pa¨ªs y afecta a millones de personas de las que es dif¨ªcil imaginar el futuro. Por eso, para 2015 mis mejores deseos son para personas como ella, para todas las mujeres que, como Martha, siguen luchando y se levantan cada d¨ªa lejos de sus casas, que se ven obligadas a vivir bajo un ¨¢rbol de un descampado al lado del rio Nilo y que se despiertan cada d¨ªa con la esperanza de poder volver a retomar sus vidas. Martha me contaba que antes de la guerra ten¨ªa una casa y ganado con el que mantener a su familia. Cuando la conoc¨ª estaba sentada debajo de un ¨¢rbol. Se hab¨ªa quedado sin nada. Martha merece un futuro lleno de esperanza y tranquilidad. El sufrimiento del pa¨ªs m¨¢s joven del mundo no puede durar un a?o m¨¢s. Eso es lo que espero que lleve el nuevo a?o para todos los habitantes de Sud¨¢n del Sur".
Miguel Domingo Garc¨ªa, Cruz Roja
"Se acaba un a?o determinante para Filipinas y para las millones de personas afectadas por el tif¨®n Haiy¨¢n. Acila Ibabao es una de ellas. A sus 79 a?os, esta superviviente, con una de las sonrisas m¨¢s c¨¢lidas que conoc¨ª, me dijo que su sue?o era tener una casa segura. En 2014, al igual que Acila, Filipinas comenz¨® a poner los cimientos de su recuperaci¨®n y, a la vez, ha sido puesta a prueba su fortaleza con un nuevo tif¨®n, el Hagupit. Por desgracia, el nuevo a?o vendr¨¢ con m¨¢s pruebas en forma de cat¨¢strofes, pero los filipinos han demostrado estar preparados. Espero que en 2015 la sonrisa de Acila siga siendo tan brillante. S¨¦ que su sue?o, gracias a Cruz Roja, se est¨¢ cumpliendo".
Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, Cruz Roja
"Naci¨® en un campo de refugiados, en el que murieron sus padres. Deseo que en 2015 Obiole Irankunda, con apenas 10 a?os de edad y ya "cabeza" de familia de sus 6 hermanos, pueda encontrar en el pa¨ªs de sus padres, Burundi, lo que nunca tuvo, un futuro. Y, como ¨¦l, decenas de miles de burundeses zurcidos en campos de refugiados que ahora est¨¢n siendo obligados a regresar a su pa¨ªs".
Andrea Laval, Manos Unidas
"Escribo estas l¨ªneas reci¨¦n aterrizadas del Congo, concretamente de la regi¨®n de Goma en los Kivu. Tuvimos la alegr¨ªa de ver un pueblo alegre viviendo alrededor de un mar de lava. Las visitas a Centros de Salud y colegios austeros apoyados por Manos Unidas eran gratificantes; sin embargo los campos de refugiados, que suman alrededor de 300.000 personas, resultaron mostrar una realidad de miseria rabiosa y aterradora. Nos encari?amos con una se?ora mayor cuya l¨¢grima continua expresaba el peso del sufrimiento sobre sus hombros. Cada movimiento lento para guardar la bolsa de alimentos entregada era un simple consuelo al pan de hoy pero hambre para ma?ana¡Que Dios la bendiga a ella y a todos sus pr¨®jimos en el pr¨®ximo a?o, deseando que la injusticia estructural que se vive en dicho entorno sea superada y ella tenga la esperanza de imaginar un futuro mejor para sus nietos".
Mar Asunci¨®n, WWF
"Mi deseo para 2015 es que las personas nos unamos para salir de la crisis con energ¨ªas sostenibles, eficientes y renovables. Que no permitamos las prospecciones petrol¨ªferas en nuestras costas y acabemos con los proyectos de fracking. Que tomemos conciencia de nuestro poder para influir hacia un modelo de desarrollo que tenga en cuenta las necesidades de todos y, ciudadanos, cient¨ªficos, empresas, inversores, sindicatos, artistas¡, alcemos nuestras voces unidas para que los Gobiernos escuchen nuestras demandas de acci¨®n urgente para disminuir las emisiones que provocan el cambio clim¨¢tico y as¨ª prevenir los impactos ecol¨®gicos, econ¨®micos y sociales que acarrea. En definitiva, que los Gobiernos se vean obligados a firmar en 2015 en Par¨ªs un acuerdo clim¨¢tico que sea suficientemente ambicioso y justo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.