Respetad a los griegos
Amenazar a Atenas con echarla del euro va contra el inter¨¦s de la UE y cultiva la cat¨¢strofe
A la estabilidad europea le interesa que no haya convulsiones, nuevas incertidumbres o un regreso a la depresi¨®n en Grecia. La Uni¨®n Europea dispone hoy de muchos m¨¢s instrumentos que hace un lustro para capear los contagios de cualquier crisis. Pero nunca puede excluirse alg¨²n tipo de efecto colateral negativo de las mismas, incluso de p¨¢nico financiero, dada la imbricaci¨®n entre sus socios, sobre todo entre los de la eurozona, que comparten soberan¨ªa monetaria.
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Por eso los ciudadanos griegos har¨¢n bien ¡ªal madurar su voto¡ª en pensar ante todo en su inter¨¦s, sabiendo que este incluye contar con el respaldo europeo. Y por tanto, en tener en cuenta los intereses generales de la Uni¨®n.
Pero ir un mil¨ªmetro m¨¢s all¨¢ de esta afirmaci¨®n de inter¨¦s compartido y solidario, para lanzar advertencias con tono amenazante, como oficiosa u oficialmente han realizado algunas instituciones y dirigentes europeos ante la eventualidad de la victoria de un partido de izquierda radical (Syriza), es completamente extempor¨¢neo, a la par que contraproducente.
Hay que respetar la libertad y la voluntad de los griegos ¡ªsiempre que se plasme en alternativas respetuosas con el Estado de derecho¡ª por principio democr¨¢tico, porque la Uni¨®n es una comunidad de derecho y una federaci¨®n de democracias. Tambi¨¦n por respeto al esfuerzo y sacrificios que en este lustro de agon¨ªa han sufrido los ciudadanos de ese pa¨ªs (con la ayuda econ¨®mica del resto, aunque no siempre bien dise?ada), y que han permitido convertir su d¨¦ficit p¨²blico de 15 puntos en la d¨¦cima parte de esa cuant¨ªa, una gesta sin parang¨®n.
Respetar la libre discusi¨®n y decisi¨®n de los griegos es tambi¨¦n exigencia del inter¨¦s propio, especialmente para los conscientes de que las alternativas extremas solo empeoran las situaciones dif¨ªciles. El discurso del miedo suele ser contraproducente y reactivo porque instala en quien lo recibe la sensaci¨®n de que se cuestiona su libre albedr¨ªo.
A todas estas razones se le a?ade otra, la prudencia. El alarmismo precipitado; la presunci¨®n de que no hay nada que negociar (justo cuando el fin brusco de la legislatura paraliz¨® la negociaci¨®n sobre la ¨²ltima fase del segundo rescate); o la est¨²pida amenaza gen¨¦rica de expulsi¨®n del euro son imprudentes. Porque constituyen caldo de cultivo del catastrofismo. O sea, facilitan la cat¨¢strofe.
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