Colonizados por el turismo
Los Urak Lawoi, tribu centenaria del sudeste asi¨¢tico, pierden sus tierras por la proliferaci¨®n de complejos hoteleros en su isla Hombres de negocios amenazan y estafan a los locales
Dos ni?os encaramados al peque?o bote se zambullen en las aguas azul turquesa. Simulan que pescan en las profundidades cristalinas a pulm¨®n; la manera tradicional. Juegan a ser To Kiri, el ancestro que les gui¨® desde Indonesia, luchando contra piratas para salvar a su pueblo: los n¨®madas del mar. El alborozo queda ahogado por el motor de una lancha. Una veintena de turistas toman tierra para disfrutar de sus vacaciones en uno de los resorts que atestan las playas ex¨®ticas de Koh Lipe; otrora v¨ªrgenes y hogar de los Urak Lawoi ¡ªgente del mar, en la lengua local¡ª. Chao Lay, en tailand¨¦s. Gitanos del mar. Hombres sin tierra.
¡°Esta tierra es nuestra y nos la est¨¢n robando. Quiero vivir en esta isla como antes. Sin negocios y sin turismo¡±, clama Sena Kohsire, de 70 a?os. Sena y su familia huyeron de la invasi¨®n japonesa durante la segunda guerra mundial, instal¨¢ndose junto a los casi mil Urak Lawoi que actualmente viven en la isla de Koh Lipe, a 60 kil¨®metros de la costa suroeste de Tailandia. La mayor parte de los hombres del mar malviven hacinados en una peque?a parte de la isla, trabajando para la industria tur¨ªstica que ha colonizado el resto del territorio para disfrute de viajeros y mochileros de todo el mundo. ¡°Antes ten¨ªamos todo para sobrevivir, hab¨ªa mucho pescado y ¨¢rboles. La naturaleza ofrec¨ªa sal de las rocas, patatas de la tierra y peces. Ya ni podemos pescar y recoger verduras en este r¨ªo¡±, se queja Sena, se?alando el margen sucio de un riachuelo junto al poblado de los Urak Lawoi.
A comienzos del siglo pasado, Tailandia concedi¨® el archipi¨¦lago Adang, al que pertenece Koh Lipe, a los abor¨ªgenes que lo habitaban para evitar que el imperio brit¨¢nico que gobernaba la fronteriza Malasia reclamara tambi¨¦n estos enclaves mar¨ªtimos. Desde entonces, los Urak Lawoi del archipi¨¦lago han superado desastres naturales y humanos gracias a su especial noci¨®n del mar y la pesca. Sobrevivieron al tsunami de 2004, bloqueado por la vecina Sumatra, como ya lo hicieran antes frente a la pirater¨ªa del Pac¨ªfico, el colonialismo y las dos guerras mundiales. Su mayor amenaza es, sin embargo, la invasi¨®n tur¨ªstica.
Un estudio acerca de los ind¨ªgenas Urak Lawoi de Koh Lipe, publicado por la Unesco en 2007, estima que el paradis¨ªaco atol¨®n del Mar de Adam¨¢n ha pasado de recibir alrededor de 2.000 visitas al a?o en la d¨¦cada de los ochenta, a m¨¢s de 1.000 turistas diarios; la mayor parte de ellos de Europa y Norteam¨¦rica. Los resorts se han multiplicado por veinte y hay medio millar de bungal¨®s en un islote de escasos cuatro kil¨®metros cuadrados.
¡°La evoluci¨®n del turismo en esta peque?a isla est¨¢ sobreexplotando los recursos naturales, poniendo en riesgo la supervivencia de la comunidad local¡±, explica Narumon Arunotai, desde la Universidad de Chulalongkorn, en Bangkok. Esta doctora en antropolog¨ªa lleva varias d¨¦cadas estudiando a los cerca de 16.000 abor¨ªgenes Chao Lay que surcaron libremente las orillas de Tailandia y Myanmar durante 500 a?os. M¨¢s de la mitad de estos n¨®madas del mar son Urak Lawoi, una tribu social y culturalmente diferente del resto, que habita las costas occidentales de Tailandia; amenazadas por el turismo descontrolado. ¡°La corrupci¨®n de pol¨ªticos y constructores privados est¨¢ abusando de la situaci¨®n mientras el gobierno central no hace nada. En estos casos siempre prevalece el desarrollo econ¨®mico a cualquier precio¡±, resume la especialista Narumon.
La isla de Koh Lipe, de solo cuatro kil¨®metros cuadrados, recibe m¨¢s de 1.000 turistas diarios?
¡°Ya no podemos hacer bagad ¡ª¨¦xodo voluntario de los Urak Lawoi para buscar sustento¡ª y estamos condenados a depender del turismo, aunque esta industria est¨¦ acabando con nuestro pueblo¡±, cuenta Salvai Hantale, de 53 a?os, que no tiene m¨¢s remedio que trabajar como pescadora y se?ora de la limpieza para uno de los resorts de Koh Lipe. Salvai explica primero c¨®mo el gobierno la expuls¨® de la vecina isla de Adang por supuestos motivos ecol¨®gicos. Un real decreto de 1974 cre¨® el Parque Nacional de Tarutao, al que conced¨ªa el archipi¨¦lago de Adang para proteger las cerca de 300 especies de peces y m¨¢s de 200 de coral end¨¦micas de la zona. Se forz¨® al sedentarismo a los gitanos del mar, pese a que su nomadismo peri¨®dico permit¨ªa la regeneraci¨®n org¨¢nica de los recursos marinos durante las estaciones secas. ¡°Autoridades y gente de negocios dicen que estas tierras no nos pertenecen, ?pero qui¨¦n plant¨® los cocoteros, si no nosotros y nuestras familias?¡±, se pregunta ret¨®ricamente Salvai mirando la noche cerrada del mar, s¨®lo iluminado por decenas de luces de grandes barcos pesqueros listos para faenar. Aunque las especies marinas est¨¦n protegidas por la Ley del Parque Nacional de 1961, las presiones pol¨ªticas y econ¨®micas hacen com¨²n la pesca ilegal en Koh Lipe para abastecimiento de los centros tur¨ªsticos.
El intento de regularizaci¨®n de la tierra cre¨® un efecto llamada para hombres de negocios del interior de Tailandia, que vieron una oportunidad excelente para la compra-venta del suelo de la ¨²nica isla urbanizable del archipi¨¦lago. La explosi¨®n del turismo invasivo se produjo tras el tsunami, cuando muchos occidentales se sintieron atra¨ªdos por Koh Lipe. Neng Chapong Praha, de 36 a?os, se?ala una porci¨®n de tierra en lo que ahora es un resort: ¡°Hace 10 a?os viv¨ªamos 11 familias all¨ª. Luego lleg¨® la mafia y convenci¨® a Urak Lawoi analfabetos para firmar documentos en los que vend¨ªan 10 rai ¡ªmedida de tierra en Tailandia, equivalente a 400 metros cuadrados¡ª por 600 bahts (24 euros)¡±. Tanto Neng como el resto de Urak Lawoi se refieren a los hombres de negocios como mafia. Estos intermediarios no s¨®lo se aprovechan de la ignorancia local sobre la propiedad para comprar suelo por una d¨¦cima parte de su valor de mercado, sino que les amenazan continuamente con llevarse la poca tierra que les queda. ¡°La mafia sigue presion¨¢ndonos para vender estos 5 rai (200 metros cuadrados). Se pasean por aqu¨ª y nos amenazan con pistolas para demostrar su poder. S¨®lo quieren acabar con nosotros y enriquecerse¡±, resume Neng Chapong.
El impacto del turismo pone en peligro el futuro la comunidad local y del espacio protegido
Neng Chapong y la profesora de la escuela del poblado de los Urak Lawoi,?Sang Som Hantale, han recogido un centenar de documentos de propiedad y una veintena de quejas por amenazas. ¡°El gobierno de Satun ¡ªprovincia de la que depende Koh Lipe¡ª nos ha prometido muchas veces que solucionar¨¢ el problema. Pero en vez de ayudarnos nos quita m¨¢s tierra¡±. Sang Som no cree que el turismo sea malo para la isla, pero insiste en que la invasi¨®n es la ra¨ªz del problema. ¡°El mar y el agua significan todo para nosotros y est¨¢n acabando con ello. Los ni?os no pueden jugar en algunas playas porque los turistas se quejan. Hay escasez de agua porque los resorts han terminado con la capa fre¨¢tica a la que todos tenemos acceso, contamin¨¢ndola. Ellos tienen recursos para excavar a mayores profundidades, pero nosotros no¡±, explica Sang Som mirando la basura amontonada en un buque que espera frente al poblado. Tras la intermediaci¨®n de uno de los resorts que no quer¨ªa que la recogida residuos se produjese frente a su chiringuito, la basura generada en la isla se recoge al medio d¨ªa frente a la escuela; mientras los 245 Urak Lawoi en uniformes escolares almuerzan.
S¨®lo una decena de Urak Lawoi se han visto beneficiados por la llegada del turismo. ¡°Yo puedo hacer dinero con mi negocio, pero muchos est¨¢n malviviendo. Hace d¨¦cadas, nuestra tribu no viv¨ªa en un sitio concreto y muchos vendieron su tierra pensando que pod¨ªan vivir con ese poco dinero y mudarse a otra parcela de terreno¡±, se?ala Samanmit Hantale, de 32 a?os, y uno de los pocos emprendedores Urak Lawoi de la isla gracias a las posesiones de su familia. ¡°Me gustar¨ªa devolverle las tierras a nuestra tribu y ense?arles c¨®mo usar sus derechos¡±, concluye Samanmit, m¨¢s conocido como Mr. Kroom y pareja de uno de los empresarios espa?oles con negocios en las islas.
Antoine Pantelic, uno de los pocos empresarios occidentales de Koh Lipe dispuesto a hablar de la situaci¨®n que se vive en la isla, reconoce: ¡°Esto es una burbuja de la que todo el mundo se beneficia menos los Urak Lawoi del poblado. Puedo asegurar que cualquier empresario puede recuperar su inversi¨®n s¨®lo con los ingresos que se generan en una temporada alta¡±. Este franc¨¦s de 47 a?os es el propietario de 3 centros de buceo, pero asume que perder¨ªa parte de su propiedad si el problema de la tierra se solucionase. ¡°No puede haber sostenibilidad ni paz entre la comunidad local y los extranjeros en esta isla¡±, confiesa Pantelic.
La cuesti¨®n de la tierra en Koh Lipe ha llegado hasta la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos de Tailandia. En un informe fechado en Marzo de 2004, se?ala que ¡°existen razones para creer que los certificados [de propiedad] no han sido legalmente procesados. Hay sospechas de que los nombres y las firmas de los vendedores fueron falsificadas¡±. El documento oficial incluso menciona que personas de hasta 85 a?os de edad podr¨ªan haber sido forzados a firmar documentos de compra-venta de terrenos mediante la impresi¨®n de huellas digitales, y sugiere medidas correctivas a llevar a cabo por el gobierno.
La Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos se enfrenta a intereses econ¨®micos y a la falta de documentaci¨®n en un pa¨ªs en el que la tierra se concentra en un 20% de propietarios
¡°Es un problema muy complejo, porque est¨¢ relacionado con el neocapitalismo y la falta de identificaci¨®n de las comunidades locales. Nuestra posici¨®n es la de monitorizar y presionar a las agencias del gobierno para que act¨²en. Pero hay otros problemas m¨¢s urgentes en Tailandia¡±, explica el doctor Niran Pitakwatchara, miembro de la comisi¨®n de derechos humanos. El comisionado reconoce el problema existente en Koh Lipe y la presencia de extorsionadores, pero se excusa: ¡°Esta situaci¨®n est¨¢ pasando en todo el pa¨ªs: s¨®lo el 0,03% de los pobres tienen acceso a la tierra en que viven. Hay un 20% de personas que tienen acceso a la tierra, mientras que el restante 80% no tiene nada¡±.
A principios del pasado diciembre, se celebr¨® la conferencia Nuevos modelos de tierra en Bangkok; con asistentes de la sociedad civil afectados por los problemas de propiedad. Mai Tree Jongkraijud, asistente al encuentro, reconoce: ¡°La ley nacional no defiende los derechos de las comunidades locales, ni la riqueza de razas y culturas de Taliandia¡±. El coordinador de la Red para las V¨ªctimas del tsunami, organizaci¨®n que aglutina a 100.000 personas y un centenar de comunidades locales entre las que est¨¢n los Urak Lawoi, explica que es necesario incluir una menci¨®n a las comunidades abor¨ªgenes en la constituci¨®n que est¨¢ por aprobarse. ¡°Por lo pronto, todos los Urak Lawoi necesitan identificaci¨®n para poder tener acceso a los servicios m¨ªnimos. Pero la comunidad internacional tambi¨¦n debe respetar la cultura local y oponerse a este turismo invasivo¡±, sentencia Mai Tree.
¡°Antes me gustaban los extranjeros porque ven¨ªan pocos y nuestra interacci¨®n era positiva, pero ya no. Si fuese por m¨ª, parar¨ªa todo esto¡±, confiesa Niwat Leekand, de 41 a?os y propietario de un resort en Koh Lipe. Mr. Cheng, como lo conocen entre los turistas, tuerce la sonrisa cuando recuerda c¨®mo ha cambiado todo en apenas 20 a?os y subraya que antes s¨®lo se ten¨ªan que preocupar por el d¨ªa a d¨ªa: ¡°Antes no ten¨ªamos posesiones pero ¨¦ramos libres. Ahora somos presas del dinero y las obligaciones. He perdido la sensaci¨®n de estar en casa¡±. Desde el poblado, Yuwadee Intarit deja de teclear su m¨®vil para contestar que no est¨¢ tan segura de querer volver atr¨¢s. A sus 17 a?os, trabaja como limpiadora en un resort y est¨¢ embarazada de seis meses. ¡°Me gustar¨ªa que mi beb¨¦ aprendiese acerca de la cultura Urak Lawoi. Lo que fuimos y lo que somos¡±. N¨®madas del mar. Hombres sin tierra.
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