La m¨²sica como acto reflejo universal
Investigadores prueban que la reacci¨®n f¨ªsica ante una melod¨ªa es independiente de la cultura de los oyentes
En plena selva congole?a, en el coraz¨®n verde de ?frica central, se observa una estampa singular. Dos miembros de una tribu de pigmeos est¨¢n sentados frente a un ordenador. Tienen sensores en sus mejillas y sus frentes y auriculares en las orejas. Los ojos cerrados, con concentraci¨®n. Es su primera vez escuchando a Wagner. A m¨¢s de 10.000 kil¨®metros de all¨ª, en Montreal, un grupo de canadienses hace lo mismo. Solo que lo que ellos escuchan son los c¨¢nticos de la tribu para vencer el miedo en la caza, levantar el ¨¢nimo de un pesar u honrar a un muerto.
Tal es el experimento que han presentado en la plataforma de divulgaci¨®n cient¨ªfica Frontiers investigadores de la Universidad McGill de Montreal y de la Universidad Technische de Berl¨ªn. La conclusi¨®n, para uno de sus responsables, el investigador y psic¨®logo musical Hauke Egermann (Brake, Alemania, 1981) es toda una sorpresa: ¡°Las respuestas biol¨®gicas de ambos grupos fueron muy similares. Aunque la hip¨®tesis de partida era que el efecto de la m¨²sica podr¨ªa ser universal, no me esperaba que entre dos culturas con tanta brecha la confirm¨¢ramos¡±, explica Egermann. La brecha de la que habla es ciertamente enorme, ya que no solo la tribu no hab¨ªa o¨ªdo jam¨¢s m¨²sica occidental, sino que su modo de vida no incluye la electricidad, ni ninguna de las ventanas al mundo como radio o televisi¨®n que vienen con ella.
Para los pigmeos, el significado de la m¨²sica solo puede ser positivo"
Para encontrar esta esencia com¨²n a todo ser humano, Egermann y el resto de cient¨ªficos emplearon tres tipos de medidas bajo un mismo punto de partida: ¡°Usamos la teor¨ªa para describir qu¨¦ entendemos por emoci¨®n de que la m¨²sica provoca tanto un sentimiento subjetivo como una reacci¨®n del cuerpo medible¡±. El primero fue un iPod Touch que permite, con solo el deslizar del dedo, que los oyentes reflejen su percepci¨®n musical con una elecci¨®n muy simple: rozar el dispositivo en horizontal describe si la emoci¨®n es positiva o negativa; hacerlo en vertical si la melod¨ªa calma o excita. La segunda medida era la puramente biol¨®gica: ritmo card¨ªaco y respiratorio o conductancia de la piel ¡ªla capacidad de transmitir electricidad, que se ve afectada por la sudoraci¨®n, s¨ªntoma emocional evidente¡ª. Por ¨²ltimo, las expresiones faciales, los peque?os y grandes cambios que expresan pesar o alegr¨ªa; pero all¨ª fallaron los sensores, porque, seg¨²n Egermann, ¡°el calor de la jungla y el sudor hicieron que sus datos fueran defectuosos¡±. Sin embargo, bast¨® con el ritmo card¨ªaco, el respiratorio y la conductividad para comprobar que estas dos comunidades se hermanaban en su respuesta.
Donde s¨ª mediaba un abismo era en la interpretaci¨®n subjetiva y, por tanto, filtrada por lo cultural, de cada grupo. Todos los fragmentos de m¨²sica occidental escuchados por los pigmeos fueron valorados sin excepci¨®n como negativos desde un punto de vista emocional. Daba igual que se tratara de una melod¨ªa divertida de Star Wars que una seria o incluso pesarosa, como un fragmento tomado de La lista de Schindler. Para esta tribu todo lo escuchado era negativo, como explicaron sus 40 miembros tras largas entrevistas con los investigadores. ¡°Para los pigmeos, el significado de la m¨²sica solo puede ser positivo. Todas sus canciones son para animar un estado an¨ªmico negativo. Para que el que est¨¢ triste se alegre, para que el cazador aterrado gane valor¡ No conciben, como los occidentales, que se dedique la m¨²sica a transmitir emociones negativas¡±, abunda Egermann. Con los canadienses que escuchaban los c¨¢nticos pigmeos ocurri¨® otra falta de comunicaci¨®n de distinto orden: ¡°La m¨²sica en general les gustaba, pero no entend¨ªan su significado ritual. No captaban la informaci¨®n que intentan sugerir sus canciones. No interpretaban el significado que intentaban evocar los himnos¡±.
Para el futuro, Egermann descarta nuevos experimentos en la jungla. ¡°Los realiz¨® mi compa?era, Nathalie Fernando, que se pas¨® un mes all¨ª para este art¨ªculo¡±. El futuro de esta investigaci¨®n, al menos para Egermann, se agita entre arpegios. ¡°Quiero estudiar con m¨¢s detalle c¨®mo se relaciona la estructura musical con las reacciones f¨ªsicas, ahondar en los detalles¡±. Y sobre si opina que, en el hipot¨¦tico encuentro con un alien¨ªgena, lo mejor ser¨ªa echarse a cantar, Egermann responde con una sonrisa: ¡°Bueno, al menos valdr¨ªa para saber si se excita igual que nosotros¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.